La humanidad tiene constancia de la historia mitológica de la diosa Arthemis gracias al gran canalizador el Maestro Ovidio, que dio lugar a su libro de las metamorfosis. Algunos piensan que ese libro es una invención que los griegos y romanos aprovecharon para que sus fieles creyeran en algo, en el poder de la religión y así hacer más fuerte el imperio. Pero en verdad, el tiempo ha pasado y ahora las cosas son muy diferentes, ya no les rezamos a los dioses como seres superiores, porque nos dimos cuenta de que no se encuentran en el pedestal que una vez nuestros antepasados nos dijeron. Ahora, ellos están a nuestro lado, cuidándonos sin tener que ir a la iglesia, poner incienso, ni una vela para ellos, aunque no los vemos a simple vista, ellos están a nuestro lado, sea a la derecha o a la izquierda, notarás sus manos cuando te dignes a pronunciar sus nombres sin pavor y les ofrezcas tú corazón como aval al amor universal.
Llamarles dioses es pensar que ellos son mejores que nosotros y no nos merecemos ser igual que ellos, llegar a ser un dios, es algo que las religiones nunca han querido que hagas, siempre a merced de unos ojos juzgones que te observan si en el camino respetas la ley de dios por encima de todas las cosas, siendo así esclavo de sus convicciones, rey de tus actos y de tus palabras, que cuando aparezca ante ti, tengas que arrodillarte para ofrecerle tus respetos.
Quizás servía en el medievo para seguir asustándonos la furia de dios, cuando no entendíamos sus palabras des del fondo del corazón. Pero ahora ha llegado el tiempo de la verdad con la apertura de consciencia. El hecho de que haya tantas personas que ya no crean en las religiones, es en verdad un punto a favor del cambio que se está haciendo. La libertad se consigue cuando el hijo ha crecido lo suficiente y se le tiene que abrir la puerta al universo, para que decida por sí mismo qué es mejor para él, aceptando las responsabilidades que eso conlleva.
Ahora los dioses son mis hermanos por ende si dios aparece ante mí, no me arrodillaré por dos razones:
1. Ellos no mandan en mí, si ellos me respetan yo les respetaré como hermanos, por ende se merecen mi mano y no seré su esclavo, pues los hermanos se tratan de igual.
2. El respeto se gana construyendo el camino con amor, si en algún momento debo doblegarme, no es amor, es solo manipulación. Nadie es mejor ni peor que tú, ambos merecéis vivir, ambos merecéis sentir, ambos merecéis SER.
La historia de Arthemis empezó siendo una humana como vosotros, pensando que había un ser superior que le mandaba y ella tenía que doblegarse ante él, porque le habían dicho que de ese modo se le respetaba. Siempre había sido una humana conflictiva, no acataba las normas de su aldea y siempre estaba en penitencia por según las normas sociales de la aldea “ir en contra de dios”. A la edad de 15 años, en una noche estrellada se fue al campo a observar el cielo estrellado, ella quedó totalmente atónita cuando vio el origen de tal hermosura, y pensó que su mundo tenía el mismo derecho de ser igual de hermoso que esas constelaciones que en el cielo observaba.
- ¿Cómo el punto más brillante puede ser de un mundo lleno de oscuridad? ¿Y cómo desde dicho punto la vida se mueva en contra de la velocidad del viento? ¿Si en mis manos habéis creado este SER a tú imagen, quién soy esclava de tus fieles sacerdotes que dicen escuchar vuestra voz si yo fuese como sois, escucharía vuestra voz resonando en el corazón y no en las voces que digan ser dignos de ti?- dijo Arthemis entre lágrimas sin despegar la cara del cielo.
Arthemis ofreció sus manos al cielo estrellado y con sus lágrimas volando con el viento, pronunció…
- Digna soy de ser vuestra hermana, digna me siento enamorada de vuestras luces y del camino que ofrecéis. Ni en mis manos que observáis veréis tocar este suelo ni ningún otro, pues al ser digna de ser vuestra hermana, no debo doblegarme ante vuestros pies, ni vos. He servido a vuestras palabras con la sangre que recorre mí corazón, ¿lo escucháis como resuena el río de la vida? – dijo.
Durante toda esa noche Arthemis estuvo allí mostrando sus manos al cielo y sus lágrimas, esperando que al alba Dios comprendiera la fidelidad y el respeto de sus actos ofrecidos hasta entonces.
Arthemis se revelaba ante una sociedad dónde la imagen de dios empezaba a ser oscura y traicionera, ella recordaba que la luz siempre será la creadora de la vida y la oscuridad la destrucción de la misma. Arrodillarse ante las suplicas y los castigos de un dios que no aceptaba ser quién era, no merecía el corazón de Arthemis, la guardiana de la luz y el respeto.
Cuando llegó el alba, Arthemis observó ese primer rayo de Sol como el fin de sus peticiones, agarró el arco y sus flechas para regresar a la aldea, pero al dar unos cuantos pasos, escuchó detrás de ella el aleteo de unas alas, y se giró. Se quedó de pie, observando los ojos chocolate del arcángel que Dios había enviado en su nombre y que le estaban sonriendo, de la emoción se le cayeron las flechas en el piso, pero en ningún momento se arrodilló ante el arcángel.
- ¡Benditas palabras las tuyas que Dios ha escuchado que eran justas y fieles de tú corazón, hermana! – dijo el arcángel.
- ¿Cuál es vuestro nombre, fiel hermano arcángel?- pronunció Arthemis.
- Arcángel San Miguel, la mano derecha de Dios. El guardián de este hogar y protector de la luz. – dijo mientras tocaba de pies en el suelo y caminaba hacia Arthemis.
- ¡Sed bienvenidos, San Miguel!- dijo Arthemis con alegría aunque aún estaba un poco atónita, le ofreció la mano.
- ¡Gracias!- dijo San Miguel aceptándole la mano.
Arthemis y San Miguel charlaron por un tiempo largo sobre la creación del gran dios y de todos los hermanos de él que colaboran a que todos los mundos estén bien atendidos y escuchados.
- Mi presencia aquí ha sido porque dios quiere regalaros algo importante para vos. – dijo San Miguel del bolsillo sacó una figura hecha de plata que era una ancla hecha con el símbolo de su arco y sus flechas, que gracias a ella ha ayudado a mantener el orden entre la luz y la oscuridad.- Aceptad este presente, como ofrenda y aceptad también mi presente, como nueva guardiana de este mundo, dónde trabajaréis en mi orden que estamos creando junto a varios hermanos que están igual como vos. Si aceptáis, veréis el universo por vuestros propios ojos, conoceréis cada rincón de estas estrellas que habéis observado esta madrugada y seréis parte de Dios.- le dijo.
Arthemis observó la figura y sonrió con alegría, pero también le miró a los ojos y a las alas y se adentró en esa nueva aventura, aceptó ser guardiana de este mundo en la orden de san miguel arcángel. Dónde actualmente lidera el Ministerio Superior de Europa. Ella sigue por aquí, viajando entre las dimensiones, si alguna vez has encontrado una ancla como señal divina, significa que Arthemis te recuerda y te ayuda si le quieres pedir algo, simplemente piensa en ella y dile al cielo ¿qué quieres realmente? Ella responderá. Todos los que antaño decíamos DIOSES, ahora MAESTROS, GUARDIANES, ELOHIMS, GRIGORIS, GUÍAS o ÁNGELES responden si les pides cosas. ¡Confía y sobre todo no te arrodilles, que Dios lo prohibió!
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Recomendación: No se lo digas a Nadie – Película.
HR.
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