lunes, julio 09, 2018

Y Me Reencontré Con La Estrella Que Una Vez Me Uní En Matrimonio


A penas es de madrugada del domingo 8 de Julio y aún sigo sin poder dormir, y es que lo que os quiero compartir es para dejar de dormir en milenios, porque queridos alumnos de mí corazón, este pasado fin de semana, tras volver el pasado día 3 de Julio de la misión a Cuba (que prontito haré un video resumen de cómo fue) el viernes me fui a un lugar muy especial dónde me tenía que encontrar con una persona que hace un tiempo quería reencontrarme, y al fin ha ocurrido.

Como algunos ya sabréis y otros acabéis de llegar nuevos a este blog, os haré un pequeño resumen, para que todos tengan claro cómo empezó todo el proceso del querer reencontrarme con esta persona después de tantos años e incluso milenios que decidimos tomar caminos separados. Es una historia que empieza hace mucho tiempo, por lo tanto tenemos que hacer un viaje en el tiempo y regresar en el final de mi primera vida como Egipcia que tuve, yo allí me llamaba Tiy y fui faraona al mismo tiempo que fui la madre de Akenaton I. Lo que ocurrió en esa vida lo tenéis en un blog de este mismo año escrito en el pasado mes de Febrero llamado ¡Recuérdame! Quienes no lo hayan leído, se los recomiendo para que así entenderán mejor la historia. 


Cuando ya era el final de esa vida, el Marido Atlante en ese momento estaba en su lecho de muerte (creo que como faraón, aún no lo tengo confirmado o sino era de la corte), él se estaba muriendo por una enfermedad de los pulmones porque le costaba respirar y apenas podía hablar y fue así como lo recuerdo…

En la cámara del faraón, yacía el cuerpo aún caliente y con apenas pocos suspiros que le restaban en la cama, llevaba una túnica blanca con un turbante en la cabeza con rayas azules, sus ojos color verde prados empezaban a convertirse en verde oscuro, cuando al mismo tiempo él empezaba a vislumbrar la oscuridad que le venía arrebatar su esencia en su cuerpo. El Faraón tenía la mirada focalizada en el horizonte del techo de su cámara y sabía que le quedaba muy poco tiempo para abandonar su cuerpo y enfrentarse al juicio de los dioses para entrar al eterno mundo espiritual. 

Alrededor de la cama, restaban algunos de sus consejeros que andaban despidiéndose de su máximo jefe, cuando enseguida entró la faraona y pidió con voz firme “¡Dejadnos a solas!” y los demás consejeros sin decir absolutamente nada hicieron una reverencia y les dejaron solos en la cámara. La faraona, se acercó al lecho a su izquierda, se sentó en una esquina del lecho y tomó la mano del faraón que estaba en su pecho, los ojos de la faraona empezaban a mezclarse de cafés a verdes y viceversa en un río de lágrimas de tristeza y abandono, por lo que veía que se presentaba. 

El faraón cuando se dio cuenta de que su querida esposa por el cual él se había enamorado perdidamente de ella y se había casado y ella le había ofrecido un heredero, la miró a los ojos y le dijo “¡Siempre recordaré tú belleza que me invadió nada más conocerte!” la faraona lloró aunque no quería, pero sus lágrimas salían por sí solas, el faraón aprovechó para untar la yema de uno de sus dedos de las lágrimas de ella y le dijo “Sé que nuestro hijo está preparado para esto y tú también lo estás. Mi viaje culmina aquí, en Gaia. Pero la inmensidad del universo me abarca grandes mundos que deseo descubrir. Aunque no te recuerde, cuando regresamos a estar uno en frente del otro, ¡no te olvides que mis ojos siempre te van a amar al reconocerte en el más extremo silencio, querida! Mis pupilas serán tú guía para que aquel fuego que una vez se inició, no culmine en la nada y se quede sin fuego. Porque en mis ojos está el reflejo de mi alma, de mi espíritu y de mi cuerpo que te amaron, te aman y te amarán.”.

La faraona no quería escuchar esas palabras, esa encarnación aún recordaban en cierto modo quienes eran, quienes habían sido en la antigüedad y sabían que en la siguiente encarnación ya no se reconocerían, ya que el alma tenía que empezar el proceso de desconexión total con su esencia y ser un ser dimensional simple, sin historia y sin memoria, para experimentar en su totalidad la dimensión correspondiente, sin recordar, la familia de luz, la familia de sangre ni mucho menos la familia de amor. No recordar que él provenía de Pleyades y de más allá dónde el universo se empezó a expresar y ella recordaba su origen en Arcturus, pasando por otros mundos y terminando en Gaia, encarnando primero en la antigua civilización de Atlántida y después en esta que él estaba abandonando y ella lo haría unos meses más tarde. Y que a partir de ese momento, serían almas perdidas sin saber si volverían a reencontrarse en plena consciencia en un futuro que no se podía ni contar.

El viaje que iniciamos no terminará aquí, quizás la esencia no se exprese con claridad, pero en su más puro sentimiento, se expresará con máxima claridad, querido. Recuerda en mis ojos y yo te veré en los tuyos aunque me parezcas muy familiar, lo que somos y compusimos juntos. Solo en el mañana se verá si el fruto de nuestro amor es lo que ya él es. Yo recodaré siempre, que siempre nos veremos en la otra vida”.


El faraón tras escuchar esa frase y repetirla, pasó la yema de sus dedos por los labios de ella y ella se incorporó y le dio un último beso, solo cuando ella notó que sus labios perdían la vida, no se retiró y cuando ya el cuerpo solo era un cuerpo sin alma ni espíritu, ella se quedó recostada en su pecho, llorando. En ese instante llegó el futuro faraón y cuando vio a su querido padre de cuerpo presente, se echó a llorar y abrazó a su madre que le dijo “No es ni será un adiós para siempre”.

Aunque haya pasado tanto tiempo, mi cuarto hijo (si cuento todos los hijos que tengo con este ser, que son una totalidad de cinco en varias encarnaciones y que siguen vivos en otros planos dimensionales más superiores es decir en 5D), tenía razón, no era un adiós para siempre. Porque tal y como había informado el arcángel San Miguel que es quién se encarga de las almas que quieren encarnar nos dijo las 72 horas antes del hundimiento de la Atlántida “A partir de ahora, se inicia la desconexión en un periodo de tres encarnaciones, para experimentar en su totalidad la dimensión que habéis venido a experimentar sin condicionaros por vuestro origen o pasado y solo estar en presente y futuro”. La primera encarnación fue la Atlántida, la segunda Egipto y la tercera… ya no recordábamos quienes fuimos.

A partir de aquí empezó un tiempo bastante convulso porque si encarnábamos no recordábamos nada, pero cuando abandonábamos la encarnación, esa amnesia se reparaba y sabíamos quiénes éramos, así que poco a poco en un periodo que duró 12.000 años, fuimos experimentando la 3D en su totalidad, es decir, cayendo en sus redes de oscuridad y luz, para que algún día, que no se sabía cuándo, se nos daría de nuevo la chance de volver a recordar, solo cuando ya estuviéramos haciendo el camino de vuelta al espíritu y no el camino al cuerpo que es lo que nos produjo esa desconexión. 

Durante esos largos años en varias encarnaciones, era como jugar a la gallinita ciega, notabas que esa persona, fuese mujer y tú hombre o al revés, no recordabas nada de él de su pasado, solo tenías su eterno presente y que si tú sentías que querías podías al final vivir un futuro con esa persona, pero con los ojos tapados, es decir con el corazón activo, los espíritus se reconocían de haberse encontrado en otras encarnaciones y que además habían compartido varias o una vida juntos lleno de amor. Entonces eso creaba una confusión, porque se despertaban viejos sentimientos que no se habían transmutado porque no sabías como se hacía y eso provocaba que muchas veces, los reencuentros no fuesen con final feliz, dónde la parejita tenía que terminar realizando sus caminos por separado, aunque en su esencia no querían separarse, en su cuerpo físico del presente sin saber nada de su pasado, decidían separarse porque veían que se estaban dañando y no eran felices, y eso causaba traumas y acumulaba karma. 


Esto es lo que me ocurrió con el Marido Atlante, yo hace un tiempo por lo poco que recordaba en ese momento (ahora recuerdo ya la historia casi en su totalidad aunque se remonta a 30 vidas en total vividas, contando la actual), pensaba que habíamos estado juntos en la Atlántida (antes pensaba que este era el punto de partida de nuestra historia, pero resulta que no, que cuando estaba en Épsilon trabajando para la Biblioteca de Registros Akashicos, antes de venirme para la Tierra dentro del Comando Ashtar, allí trabajé y conocí al Marido Atlante mientras tejíamos la red cósmica) y que nuestra última vida juntos fue en la primera vida Egipcia (pero ahora es todo lo contrario, porque recuerdo que aunque no era consciente de dónde estaba él, siempre que nos encontrábamos en cada encarnación hemos terminado juntos y casados). 

¿Qué tiene que ver todo esto con lo que ha ocurrido este fin de semana? Pues, después de encontrarlo en cada una de mis vidas a partir de la tercera y hasta la actual, aunque había alguna vida en medio que no nos encontrábamos porque él se encontraba en otros planetas, eso me hizo comprender que un día eso cambiaría, que cuando llegase el momento, Dios volvería a metérmelo en mi camino y de alguna forma volvería a reencontrármelo. Y cuando pensé eso, no pasaron ni 24h después, que curiosamente me di cuenta de que la persona que quería reencontrarme realmente no la tenía tan lejos como pensaba, el marido atlante a pesar de ser Argentino en esta encarnación, pasa gran parte del año viviendo en Barcelona, y cuando comprendí eso, entendí que muy pronto ocurriría, entonces fue cuando empecé a recibir más información de él mientras que mi proceso de despertar y conexión del ser consciente se iba haciendo cada vez más fuerte, sentía y veía que él y yo nos encontrábamos más y más cerca.

Uno de mis deseos que siempre realizo a finales de año, para este año era “poder reencontrarme con mi Marido Atlante”, cuando lo deseé, parecía que este año tampoco podía ser, porque llevaba des del 2012 intentando conocerlo en persona, pero había perdido las esperanzas, al ver que seguía viajando por Europa pero los talleres o viajes que hacía yo no podía asistir, no por el dinero, sino porque yo me estaba preparando para la misión en Cuba. Estaba tan mal en ese sentido, que una noche antes de meditar me enojé con Dios y le dije “mi mayor deseo es reencontrarme con él, ¿Por qué no me lo permites? ¿Qué trampa me pones para que no pueda verlo? ¿Tienes algún motivo para hacerlo?” entonces entré en meditación y en un momento así dado, se me presentó la imagen del Marido Atlante dentro de un autobús dónde había muy poca gente que conocía. A la primera no entendí porque había tenido esa experiencia, pero cuando regresé a 3D y vi por Instagram su cuenta en que anunciaba un taller de tres días en Girona, no me pude resistir y me apunté, vi clarísimamente que esa era la clave para reencontrármelo y sino aceptaba no me lo perdonaría nunca, y me apunté.

Así que me fui a Cuba y regresé el martes pasado, y el viernes, agarré tres autobuses para llegar al lugar exacto donde tenía que ir, para reencontrarme con la persona más importante de mi existencia, mi marido Atlante. Recuerdo que antes de llegar, que iba tarde, muy tarde, llegué dos horas más tarde, porque los autobuses fueron dos horas tarde en todo y además cuando llegué al pueblo, me perdí un buen rato para encontrar la casa de campo, porque no estaba en la ciudad sino que estaba a 1km caminando de la parada del bus. 

Mientras que me acercaba al lugar, recuerdo que mi corazón sin saber que ya estaba cerca empezó a acelerarse tanto que parecía que tenía un ataque al corazón, recuerdo que me detuve e intenté respirar, pero no cesaba y en ese momento Uriel me dijo “No lo vas a poder calmar así, porque tú corazón está reconociendo ya que en este campo dónde nos encontramos a más de 1km de distancia de la casa de campo, ya reconoce al corazón de tú Marido Atlante” me sorprendió muchísimo, porque la sensación era parecida a la que tenía cuando me encontraba a Orange en Xauxa los fines de semana, pero con la diferencia de que esa sensación se multiplicaba por 4 o más, así que era una sensación de alteración siendo inconscientemente que no me faltaba oxígeno, solo que mi espíritu ya reconocía al suyo sin apenas haberlo visto todavía. Era ¡Wow! 

Allí empecé a sentir cómo los miedos salían de mi de tal forma “¿Y si no me reconoce? ¿Y si realmente yo me he estado imaginando que es él pero realmente no es él? ¿Y si cuando lo tenga delante no pueda decirle nada porque esta sensación me va impedir hablar como me ocurría con Orange?...” yo no había venido con el objetivo de que si me iba a reconocer, tampoco venía en plan para hacer todo el taller, yo solo había venido a conocerlo en persona, porque si lo que yo recordaba era él realmente, yo en esta encarnación no sé cómo es, además Youtube solo se muestra una parte de su realidad, no sé qué come, si es derecho o zurdo, qué hace cuando habla con la gente, si mira a los ojos o desvía la mirada, si le gusta estar en grupo o no… eso solo se puede saber estando físicamente con él y hablar con él.

Finalmente cuando entré en el lugar tres horas más tarde, habían dicho que a las cinco de la tarde podíamos venir, y yo por culpa del transporte público me presenté a las ocho y diez minutos de la tarde. En el momento que entré en el centro de Girona, ya no había vuelta atrás, era sí o sí, subí al primer piso que me lo indicaron y mientras que subía, escuchaba la voz del Marido Atlante que estaba terminando su charla introductoria del taller, que curiosamente en ese momento dijo algo gracioso y todos se pusieron a reír, mi corazón se aceleró aún más, y recuerdo que casi me caía en las escaleras y Uriel me tuvo que volver a enderezarme porque mi alma sabía dónde estaba, mi cuerpo sabía dónde estaba y mi espíritu sabía dónde estaba. Fue un momento que mi corazón no sabía reaccionar de otra forma, tampoco podía controlarlo así que tenía que vivir un día con esa sensación, aún y así, seguí subiendo escalon tras escalón, giré a la izquierda y subí los dos últimos para abrir finalmente la puerta…

Me fijé en el pomo de la puerta antigua, puse la mano lentamente y abrir la puerta para ver quién había allí, miré hacia el final de la sala dónde encima de un estrado al fondo de la sala, allí se encontraba el Marido Atlante, curiosamente nuestra mirada a pesar de la distancia se encontró y él que estaba hablando se quedó mudo por diez segundos, que fueron el tiempo necesario para encontrar un lugar para sentarme el más cerca posible y hacer como si yo no hubiese entrado, nadie más se había percatado de mi entrada excepto él y a pesar de su reacción, pensé que para él fue toda una sorpresa, porque a partir de ese momento su mirada no dejó de fijarse en mí durante los tres días del taller.

Cuando se terminó la introducción del taller y todos se fueron a cenar mientras que a mi la organizadora me estaba hablando sobre qué habitación tenía y pagar lo que faltaba por pagar. Cuando me giré, tenía a mi Marido Atlante a mi izquierda sin estar con nadie, esperándome, porque cuando le miré a los ojos y lo tenía a menos de 45cm de mí, su mirada de sorpresa a mi me dijo muchas cosas y una de ellas fue la siguiente “¡Te ha reconocido por vuestro pasado juntos!”. Él lentamente se acercó hacia a mí, noté que se acercaba con cuidado, como sino pensase si sabría o no quienes fuimos, yo me quedé quieta, sentía que tenía que quedarme quieta y que él se acercara, mientras que yo le dije “¡Hola… (aquí dije su nombre de esta encarnación que lo mantendré en anonimato por el momento) yo soy Laia!”. 

Cuando terminé de decir mi nombre, él por sorpresa pasó su brazo derecho por mi cintura y me agarró fuerte y noté como me empujaba lentamente hacia él, pensé que quería saludar en plan argentino, es decir un beso en la mejilla, pero ese saludo se hace sin agarrarse de la cintura, eso ya era nuevo. Pero no fue un beso, yo le di un beso en la mejilla y pensaba retirarme enseguida, pero él le quedó la cosa un poco mal, porque él lo que quería era hacerme un abrazo, como que vi que quería hacerme el abrazo completo, pasando ambos brazos por mi cintura, además me sorprendió que fuera igual de alto de las otras encarnaciones, yo le llegaba al hombro. Pero me encantó, porque como que durante todo el tiempo estaba pendiente de mí, así contestaba a la otra pregunta así “te ha reconocido y quiere pasar tiempo a tú lado si le permites”. Claro que se lo permito.

Como tenía que ver mi habitación, tuvimos que dejar nuestra primera charla, que aunque sentía esa sensación, me sorprendió que podía hablarle sin problemas y él también podía hacerlo a pesar que se notaba que sentía lo mismo, porque sus mejillas que siempre tienen su color carne normalizado, de repente a mi lado eran más rojas. Pero él mismo me dijo “¡Anda a tú habitación, instálate y luego a la cena, seguimos!” o sea que me invitaba a cenar con él en el comedor dónde estaríamos las 45 personas juntos. ¡Wow! 

Tras instalarme, bajé a cenar a la planta baja, miré el comedor y en una mesa solito de ocho estaba él, me acerqué que ya estaba cenando, nadie espero a nadie, tampoco importaba y le dije “¿Está ocupado?” mostrándole la silla de su izquierda, él iba a decir que si, pero cuando alzo la vista y me miró, se detuvo un segundo y luego contestó “No, puedes venir. Pero tienes que ir allá (me indicó con el dedo) a buscarte la comida” me fui para allá y él mientras me guardó el lugar ¡Qué bonito! No dejó sentarse nadie en esa silla que le había preguntado, como que quería que yo fuera allá. Agarré el primer plato de cenar y me fui para allá, le pedí que me pasase el agua y lentamente la mesa se fue llenando de amigos y compañeros.

Durante la cena, él y yo empezamos a hablar teniendo así nuestra primera conversación en 12.000 años de temas conscientes del ser y la primera en 90 años tras dejar la última encarnación en el Titanic que volvíamos a estar juntos. Me sorprendió lo fluido que salía todo, me sorprendió que mi ser espiritual a pesar de cómo se sentía, podía hacer con normalidad. Lo más bonito fue, poder ver como me miraba a los ojos cuando yo le decía algo y me escuchaba y luego él cuando decía algo, seguía mirándome a los ojos y yo le escuchaba, esa mirada, la reconocí como la mirada que me dijo en el momento de su lecho de muerte que he contado antes en la primera vida en Egipto, el Marido Atlante era, fue, ha sido y ES ÉL. 

Después de cenar, fuimos todos juntos al patio de delante a charlar sobre diferentes cosas, el Marido Atlante hizo una pequeña charla para ver si toda la intorducción de lo que íbamos a practicar durante el fin de semana el Sayukot, la lengua que se hablaba en la época de la Atlántida y que yo recuerdo hablarlo y que a veces lo hablo. Mientras que charlábamos todos, lo tenía justo delante de mí, siempre intentaba ponerse lo más cerca posible a pesar de que yo me encontrase lejos. Cuando terminó esa charla y a las 11:30pm nos mandó a dormir, yo aproveché para tener una pequeña charla con él para preguntarle y decirle “(Tras la pregunta que va relacionada con el tema de las vidas pasadas)… yo estoy armando libros explicando cada vida como fue, porque yo recuerdo mis vidas pasadas igual que TÚ” en ese momento él alzó las cejas hacia arriba y sus ojos se sobresalieron un poco, en señal de sorpresa, luego me aconsejó y a partir de aquí como que le dejé claro que yo también le recordaba pero no se lo dije directamente, porque ya habrá tiempo para hacerlo, lo de estos días ha sido solamente la presentación, y sé que vamos a tener más tiempo en un futuro. 


A partir de ese momento, siempre hemos estado juntos, a pesar en momentos que me he permitido conocer a los demás compañeros, para socializar y hacer nuevos contactos, que algunos ahora siguen este blog. Hasta que hoy a las 6 de la tarde, que ha sido el momento de despedirnos, y esperar hasta la próxima que espero que no tenga que esperar tanto tiempo, he aprovechado para hacerme la primera fotografía juntos, aunque han hecho una de grupo y en una salimos uno delante del otro, quería tener una fotografía a solas, no la paso porque es de tema privado, pero cuando nos hemos despedido, hemos terminado esta vez si, en un abrazo completo que ha durado bastante tiempo y le he dicho al oído “ha sido un gusto” y él también ha dicho “Para mí también ha sido un gusto” y yo le he dicho “¡Ay, cuánto tiempo…!” cómo para decir, hemos tenido que esperar mucho tiempo para volvernos a abrazar, porque en ese momento recordé cada una de nuestras despedidas en cada vida que hemos tenido juntos y todas terminábamos susurrándonos cosas así al oído durante un ratito. 

Dato curioso es que la primera persona a quién le decía “¡Buenos días!” era él en la cola del desayuno, de gustos de comida nos gustan casi las mismas cosas, tenemos bastantes cosas en común, aunque esto es un primer vistazo, solo han sido tres días, ha sido muy poco, pero ha valido mucho la pena ir, y es curioso porque la última persona a quién le decía “¡Buenas noches!” era a él también a pesar de dormir en diferentes dormitorios. Pero otro dato curioso, es que mi dormitorio lo compartía con una chica de Pamplona, que además nos hemos hecho amigas, pero la habitación de él que era de tres, estaba en la planta baja, justo debajo de la nuestra o sea que casi literalmente dormía encima de él. ¡Qué risa! 

Recomendación: Hans Zimmer – Gladiatior soundtrack.

HR.

HERO&Corporation.

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