domingo, junio 03, 2018

El Cuento Del Maestro


Tras 24h después de haber ido a Port Aventura y habérmelo pasado genial, y haber tenido un domingo de relax, me dispuse a cambiar de dimensión para volver a tener una experiencia o un viaje a la 5D. Echaba de menos a mis hermanos y como siempre los domingos son días muy propicios para tener un viaje de estas dimensiones. Así que me relajé al cerrar la luz, luego cerré los ojos y empecé a ver la esencia de mi alma, luego enviar un mensaje a mi corazón que se pensase que estamos en la 4D, ese mensaje el corazón lo envió a la sangre, y tras recorrer esa información por todas las células del cuerpo, las células empezaron a vibrar más alto, entonces repetí el proceso con la 5D tras los primeros mareos comunes, entonces llegó el silencio admirador.

No tenía ni idea de dónde iría a parar ni con quién me iba a ver, pero de repente tuve una sensación de que era alguien del rayo azul, así que me fui a perseguir ese rayo tan bonito dónde me llevaba. Cuando abrí el tercer ojo, la sorpresa fue que me seguía encontrando tumbada en mi cama, pero estaba en el hotel Flor de Lys, en la habitación había sentado en la silla del escritorio el Arcángel Uriel que estaba reposando sus ojos, se le ve tan poco tiempo así, lo que no entendí fue porque estaba allí y no en la cama tumbada, pero enseguida recordé que no lo había invitado o sea que era culpa mía. Me morí yo solita de la risa… decidí mejor no despertarle, sobre todo porque en ese momento entró por la puerta normal que venía de la terraza de la puerta del pasillo el Maestro El Morya.

No sé qué pasa últimamente, pero en las últimas veces que nos hemos encontrado, Uriel siempre duerme” dijo Morya yo me partí de la risa y él también lo hizo, en ese momento vi que se acercaba a Uriel para despertarlo pero yo le dije “¡No, no le despiertes!” Morya me hizo caso y se vino para la cama y me dijo “pero si hablamos, a lo mejor se despierta, mejor vamos a otro lugar, si quieres claro…” y yo le dije “No, puedes estar tranquilo, Uriel últimamente descansa muy poco y cuando lo hace, ya puede pasar un cataclismo que él no se despierta, además, no lo ves que está tan a gustito que parece un ángel aunque ya lo es”. 

Morya se sentó en la cama y me reflejé en sus ojos azules preciosos y le pregunté “¿De qué vamos a hablar hoy?” y él dijo “Me gustaría contarte un cuento” puse los ojos como dos naranjas bien grandes, pero como me gustaba tanto la idea que no me pude negar, así que le invité a tumbarse a la cama, él se tumbó a mi derecha y yo pude apoyar la cabeza en su hombro izquierdo ya que él paso su brazo para abrazarme. Entonces con la otra mano empezó a mostrar la llama azul y dijo “Te voy a contar el cuento con imágenes que verás reflejado en mi llama ¿te parece bien?” y yo le dije “Perfecto, maestro”. Entonces Morya empezó a explicar el cuento…




Había una vez, en un planeta no muy lejos de aquí, un hombre y una mujer que vivían ambos uno en frente al otro, pero que nunca se dirigían la palabra, aunque en sus corazones resonaban de la misma forma, pero cuando se miraban a los ojos del alma, no recordaban porqué eran tan especiales sus almas, ni tampoco recordaban de dónde ya se conocían. Tanto él como ella, salían de la casa y si se encontraban, uno miraba al suelo y la otra hacía ver que no lo veía, pero cuando uno pasaba al lado del otro, el perfume que llevaba ella o el olor que hacía él, sin motivo alguno, les hacían cerrar los ojos y ver unas imágenes muy inquietantes. A veces eran espadas bien afiladas, otras veces eran besos apasionados y en ocasiones miradas tras una discusión, pero al abrir los ojos ambos se quedaban inmóviles uno frente el otro mirándose a los ojos sin entender lo que veían si era real o no, inmóviles y en silencio durante un buen rato.

Un día que hacía mucho viento, el hombre regresaba del trabajo a casa, mientras que la mujer salía de su casa y mientras que abría el buzón, la carta que tenía salió volando con la fuerza del viento, la mujer se echó a correr detrás de la carta que curiosamente le fue a parar a los pies del hombre, la mujer se agachó para agarrar la carta y el hombre hizo lo mismo y agarraron al mismo tiempo la carta, con la sorpresa de que sus dedos se rozaban entre ellos. Ambos empezaron a recordar una de tantas veces que se habían conocido, vestidos con otras ropas, hablando un idioma diferente, siendo un matrimonio viviendo en medio del campo, sentían esa pasión frenética que les unía en eternos besos y plumas caricias, dónde el corazón ardía de amor y de pasión por los enamorados que estaban. 




Al volver al presente, se miraron a los ojos llenos de pasión, llenos de amor, no eran muy conscientes de lo que había ocurrido recientemente, pero sentían ese deseo el uno por el otro. El hombre muy suavemente se inclinó hacia la mujer para besarla y sentir sus labios, mientras que la mujer se quedaba inmóvil, asustada por lo ocurrido, y también porque no entendía la situación pero también deseaba ese beso. Cuando el hombre ya estaba casi a punto de besarla, la mujer se echó para atrás y el hombre asustado y avergonzado al mismo tiempo, también lo hizo y se la quedó mirando. La mujer dio media vuelta y volvió a entrar a su casa, descuidándose la carta que estaba en la mano del hombre, que mientras veía cómo reaccionaba ella, miró la carta y leyó el nombre de la mujer, curiosamente ese nombre era el que siempre le había gustado desde que era un niño y desde ahora entendía porque, ella era el amor de sus vidas, el amor que siempre en cada una de sus vidas se ha cruzado y ha sido feliz, ninguna mujer sería igual como ella, porque ninguna era ella. 

La mujer cerró la puerta y se quedó de espaldas mientras que recuperaba el aliento y se preguntaba a sí misma “¿Por qué tiene que empezar todo de nuevo y hacer cómo si no supiéramos del otro?”. Entonces alguien llamó a la puerta con los nudillos, la mujer se giró y la sorpresa fue que era el hombre, ella con lágrimas en los ojos, abrió muy lentamente la puerta y se lo quedó mirando, él también había llorado, se puso de rodillas el hombre y le enseñó un collar muy antiguo que llevaba la letra C que curiosamente el nombre de la mujer empezaba por esa letra y le dijo “Te he soñado en mil sueños y en mil momentos de esta vida, pero jamás he pensado que estarías tan cerca de mí y yo de ti. De alguna forma siempre he sabido que eras especial para mi, Casandra. Empezamos de nuevo, pero cambiando el destino, haciéndolo nuestro y solo nuestro”. La mujer se arrodilló y le besó apasionadamente, mientras que seguían ambos recordando todas sus vidas juntos.


Esta historia me cautivó el alma de inmediato, lloraba de felicidad sin darme cuenta, enseguida entendí lo que me estaba diciendo el Maestro El Morya, estoy muy cerca de reencontrarme con el marido atlante, aunque existe una incertidumbre que me atormenta de vez en cuando la cabeza de si me reconocerá, si seré capaz de estar a su altura, si podremos seguir conociéndonos en esta vida y continuar lo que empezamos en las otras vidas y más cosas… debo de tener FE y ESPERANZA porque si los Maestros dicen que sucederá este año, es que sucederá este año, y si es así, es porque ya ha llegado el momento, solo sé que el marido Atlante por su cuenta de Instagram (que nos seguimos mutuamente), en sus últimos viajes me ha estado nombrando como era en la antigüedad e incluso se atrevió a decir el nombre que yo tenía en algunas de mis encarnaciones anteriores o sea que sí que me recuerda, pero no sé si me reconocerá, esa es la pregunta que más se me repite y si pasa será porque es importante. 

Parece una locura pero es verdad, porque con Orange me ha ocurrido, cuando lo conocí no lo reconocí y él sí, y ¿qué hizo? Pues tuvo que esperar dos años y luego siguió su camino. Parece una locura pero sucedió, después me quedé frita en los brazos del Maestro El Morya y cuando regresé a la 3D, ya no había nadie, Uriel se puso en la cama para sustituir al Maestro y continué durmiendo hasta que sonó a las doce el despertador y un nuevo día volvía a empezar.

Recomendación: París – Mark Isham.

HR.

HERO&Corporation.

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