miércoles, junio 15, 2022

El Espejo De Mí Vida - Capítulos 141 y 142 [2T]

 Hoy les tenemos preparados un capítulo doble, ¿están listos?

Capítulo 141:

Regresé a clase al día siguiente pero a las cinco de la tarde me tocaba ir al Tripijoc, era mi segundo año allá, hacía pocas semanas que habíamos empezado y era mi último año en el grupo de pequeños. Ese año había muchos compañeros nuevos, como el caso de Aziz y Kamal, dos hermanos que ya conocía del colegio, Kamal era del grupo de grandes porque iba un curso más que Aziz, que iba a otra clase pero de mi curso. De hecho Aziz era un buen amigo, aunque en el colegio se metían con él por tener sobrepeso (al igual que su hermano), él solo quería encajar como yo, así que nos hicimos amigos lo curioso es que lo éramos incluso en el colegio, su hermano Kamal se aprovechaba en el colegio y se burlaba de mi por hablar que les costaba entenderme, así que ya no fue tan amigo como pensaba.

En el grupo de pequeños vino una chica que parecía mucho mayor, se llamaba Sandra, resultó que había repetido curso varias veces y en vez de ponerle al grupo de grandes, tenía que venir al nuestro por estar en 4r de primaria. Aunque el último curso del grupo de pequeños era tercero, a ella junto a Jesús les bajaron de grupo para ayudarles mejor en sus tareas del colegio y también porque habían hecho amistades importantes y para no separarlos.

Enseguida vi que la Sandra no me caía demasiado bien, cuando vi como trataba a su única amiga del momento, la Ana de mi clase. En vez de tener una amistad coherente y bonita, se veía que la Sandra buscaba un perrito faldero y que en ocasiones lo había intentado conmigo pero sin éxitos. También conocí a un niño un año menor llamado Josep, y una niña dos años menor llamada Gloria, enseguida nos hicimos amigos, sobretodo porque nos unía la pasión por el futbol, de hecho Josep en los días que no iba al Tripijoc entrenaba en el equipo de futbol sala del Manlleu. Me enseñó a modificar un poco la técnica del regateo con la pelota y como apuntar bien para poder marcar goles a distancia o de penalti.

Hubo otra chica que venía de nuestro mismo curso y colegio, llamada Cristina. La verdad es que nunca supe a qué jugaba en realidad, a mí me asustaba un poco estar con ella, porque se le paraba bastante la cabeza en plan locura total, y a mí eso de no saber si mi seguridad está en regla o no, era algo que ni a Uriel le gustaba. Por eso cuando me tenía que juntar con ella, Uriel siempre estaba bastante tenso, como si en cualquier momento me tuviese que sacar del embrollo. Hay que decir que en el Tripijoc era en realidad un proyecto de inserción social, había alumnos que tenían problemas cognitivos y necesitaban un trato un poco más especial.

Las dos chicas que vinieron también nuevas, era una chica de un curso menor llamada Soukaina, ya la conocía del colegio pero era una chica muy bonita y muy divertida, la pasábamos bastante bien jugando a persecuciones con Jesús y a las obras de teatro también se apuntaba. Y otra chica de dos años menor llamada Fátima ella venía del Puig Agut, pero una chica encantadora que parecía también un Ser de luz de lo linda y amable que era cuando estaba con ella.

Por Agartha las cosas seguían bastante bien, me faltaban aún dos años para terminar en la escuela de IÓN, y ese año tuve una asignatura muy especial llamada integración de civilizaciones galácticas impartidas por el Maestro Seraphis Bey. Fue una de las materias más interesantes dónde toda la clase prestaba mucha atención, porque lo estaríamos dando por esos tres años antes de terminar IÓN, se suponía que antes de graduarnos teníamos que saber qué civilizaciones más importantes viven en nuestra Galaxia, teníamos que aprender de sus costumbres y en alguna ocasión recibiríamos una visita especial de alguno de ellos. Mientras que en el colegio, en la superficie de 3D todavía se plantean la posibilidad de si existe vida en otro planeta, en IÓN es obligatorio pasar estas clases si el objetivo es integrarte en la Galaxia.

Un día en clase el Maestro Seraphis Bey nos estaba explicando la importancia que tenía el hecho de aprender de las demás civilizaciones, así que por la curiosidad que me inundaba siempre en el corazón, levanté la mano y cuando me dio permiso le hice una pregunta.

-        ¿Es posible que decidas nacer en este planeta, pero luego mueras en otro?- pregunté.

-        Si que es posible, siempre y cuando entiendas la civilización dónde vivas, aceptando sus costumbres y adaptándote a ese mundo. Muchos de vosotros lo haréis en algún momento de estas encarnaciones dónde os encontráis. – respondió Seraphis Bey.


No sentía que tuviera que ser mi caso, pero a Rita le pareció buena idea. Por un momento me agarró un poco de incertidumbre, me sentía así porque en realidad no sabía cuál sería mi destino y si sería en este planeta o en otro. Tanto Uriel como Gabriel me habían dicho que vine a ayudar al mundo con algo muy importante y que mientras no suceda eso, me estaría preparando para ello. Un día Gabriel me dijo “Aquí es dónde debes estar” así que intuí que no tendría que dejar el mundo, por el momento, eso me dio alegría pero ¿Y después de mi misión? Así que volví a levantar la mano y pregunté.

-        ¿Por qué es importante cumplir con las misiones que tengamos?- pregunté.

-        ¿Sabéis lo que significa tener una misión? – preguntó Seraphis, todos dijimos que no con la cabeza, así que él prosiguió.- Se le llama misión, cuando uno decide comprometerse a cumplir con algo importante que tiene que hacer, pero en verdad la palabra misión nos dice que el tiempo en que uno tiene que hacer eso que le han mandado, es decir, esa preparación y realización del trabajo, se le llama misión hasta que finalmente termina en un día llamado portal – respondió.

-        ¿Qué es un día portal?- preguntó Rita.

-        Es un día en que la energía que llega del universo al fundirse con la energía que emite el planeta, es tan fuerte que se pueda transformar algo de la materia con el menor esfuerzo posible. Para que lo entendáis, los humanos se fijan en aquellos días en que las fechas parecen ser iguales, es decir, un dos de febrero del 2002, esa “coincidencia” que así lo llaman, es un día portal, la energía de ese día es treinta veces más potente que cualquier otro día que no sea portal. Por lo tanto, usamos esa energía para anclar el trabajo de la misión que tengamos que hacer. – respondió Seraphis Bey.

A mi abuela no le gustaban esos días portales, decía que nunca traía buenas noticias, nunca entendí por qué lo decía. A pesar que tenía un contacto estrecho con el arcángel Chamuel, mi abuela era un poco supersticiosa no le gustaba mucho los jueguitos con el “supuesto demonio” cuando a veces la veías rezar a media tarde simplemente porque alguien llegaba a tarde o cualquier cosa parecida.

Cuando salimos Rita de clase, ya era la hora de volver a nuestras casas, ese día me había dicho Uriel que viniera hacia la cancha del juego de la rata, porque teníamos que entregar unos documentos a administración, así que me despedí de Rita a la puerta del comedor, ya que ella antes de irse siempre quería comer algo y yo me fui para el encuentro con Uriel. No tardé tanto como imaginaba, pero él ya estaba allí comiendo una bolsita de papas fritas, le di un abrazo y le agarré papas fritas.

Quedaban menos de seis meses para volver a entrar a la unidad 23 de la orden de San Miguel Arcángel, había tenido que esperar por dos años después de pasar los exámenes y ahora ya estábamos tan cerca que me pareció que simplemente estaba soñando. Solo quedaban entregar los últimos documentos que se tendrían que presentar unos meses antes de volver, además de que en dos semanas tendría que hacerme mi primer chequeo de salud para empezar a tratarme como una más de la propia unidad. Realmente me sentía muy contenta de estar allí haciendo esto, algo tan importante para mí que lo tenía que mantener en secreto, ¡ojalá lo pudiera decir a mis padres!

En cuanto regresamos hacia el metro Uriel me agarraba de la mano con firmeza y caminaba bastante rápido como si llegásemos tarde a algún lado. Le miré en varias ocasiones y casi me caigo por las escaleras.

-        ¿Por qué vas tan rápido Dary?- le pregunté.

No me escuchó siguió casi corriendo por las escaleras yo simplemente me apresuré a no caerme por ellas, en cuanto llegamos al andén de París, Uriel se detuvo, se agachó y empezó a señalar hacia un lugar, miré arrugando la frente, pero enseguida se me pasó, porque quién venia hacia nosotros era Gabriel con su sonrisa de siempre feliz de vernos, le dejé la mano y corrí hacia él, que me alzó al vuelto y me abrazó en sus brazos.

-        ¿Qué haces en París?- le pregunté.

-        Me han dicho que ya has entregado los últimos documentos para entrar a la unidad, ¿verdad?- preguntó Gabriel, era extraño que estuviese contento sabiendo que me había puesto una cara siempre de preocupación en ese sentido, casi la misma que me puso el Chico de ojos verdes cuando le dije que quería regresar.

-        ¿Por qué estás tan contento?- le pregunté.

-        Por qué confío en ti, Laia. Sé que para ti esto es muy importante, así que dejo a un lado mis diferencias y simplemente quiero que sepas que estoy contigo, siempre. – respondió al bajarme de nuevo de sus brazos.

-        ¡Por fin lo has entendido! ¡Choca esos cinco!- le dije, y Gabriel los chocó con fuerza.

Uriel nos dijo que no agarraríamos el metro siguiente para Manlleu, esta vez iríamos un poco más tarde y aprovecharíamos para ir a una cafetería de la misma estación de 5D de París a tomarnos un rico desayunito a las cinco de la madrugada hora de 3D. Uriel se pidió un chocolate caliente y lo acompañó con un plato de frutas del bosque, moras, frambuesas, arandanos y otras frutillas que no supe identificar. Gabriel se pidió un jugo de mango con un croasan, yo me pedí el chocolate caliente y el croasan. En 5D la comida es el triple de exquisita, por eso es un placer poder comer en otra dimensión, en 3D con tantos químicos hemos perdido la esencia de la comida y por eso nos enfermamos más.

-        Gabriel, me dijiste que habías estado en una de las unidades hace tiempo ¿cómo fue tú experiencia en ella?- le pregunté.

-        Hace mucho tiempo formé parte de la unidad de Minerva, es decir la uno pero nunca he estado en una única unidad. Miguel me pidió que le ayudase en organizar las demás unidades y por eso he estado viajando de unidad en unidad, cuando decidiste alistarte hace mucho tiempo, no me gustó que lo hicieras e intenté convencerte de que no era una buena idea, pero contigo es difícil que cambies de opinión. Así que formé parte de la unidad 23, que es la misma que te asignaron en cuanto saliste de la instrucción hace mucho tiempo. – explicó Gabriel.

-        ¿Te viniste a la mía?- dijo que si con la cabeza - ¿Por qué? ¿te lo pedí yo?- le pregunté sorprendida.

-        No, fue iniciativa mía y más bien si tú madre universal me hubiera visto que te dejaba desamparada en una unidad, me hubiese cortado las alas y se las habría desayunado al día siguiente. – comentó Gabriel.


Nos pusimos a reír los tres.

-        Aún no la recuerdo a mi primera madre. – dije suspirando, me sentía algo nostálgica aunque no supiese ni quién era, ni qué nombre tenía.

-        Le han empezado a disminuir los recuerdos de vidas pasadas, hermano. Pero ninguna ha tenido algo que ver con ella, de momento. – le comentó Uriel a Gabriel.

Gabriel colocó su mano encima de la mía y me miró con sus ojos verdes y medio sonrió. Le devolví la sonrisa.

 

Capítulo 142:

En cuanto el metro arrancó para hacer la ruta hacia Manlleu, antes de ver el paisaje, me quedé frita en el regazo de Gabriel, él me acariciaba el pelo de forma tan suave que me sentía super relajada tanto que finalmente, me quedé dormida, aunque muy en el fondo podía escuchar la conversación que mantenía Gabriel con su hermano Uriel, lo notaba porque al hablar Gabriel le vibraba el pecho y mis orejas vibraban de tal forma que digamos que estaba con los ojos cerrados que me pesaban, pero con interés por lo que estaban hablando…

-        Uriel, te informo que Padre nos quiere ver esta misma tarde dónde siempre. Hay novedades sobre los últimos ataques de Gämael a los demás protegidos especiales. Ha organizado una reunión, por lo que yo no voy a asistir, me quedaré con ella, la tengo que proteger. – dijo Gabriel, noté que me señalaba a mí, porque puso su dedo índice encima de mi frente y se quedó quieto marcándome.

-        Descuida, Laia es importante para ti. Padre ¿lo sabe? – le preguntó Uriel.

-        Si, ya está todo hablado. – respondió Gabriel.

A veces me sentía entre la espada y la pared, ¿para qué había decidido volver a ser guardiana si Gabriel seguiría protegiéndome contra Gämael? Se suponía que al volver a la unidad, mi trabajo tendría que ser proteger al mundo de estas energías tan densas que se desvinculan del propósito de la humanidad y que causan demasiado daño a las personas. Pero si cada vez que Gämael intentase hacer de las suyas, tendría que echar las cuentas a Gabriel, sabía que estaba todo más perdido de lo que yo imaginaba.

Abrí un ojo y le miré, él estaba observando por la ventanilla, así que le agarré de la mano y me miró sorprendido, le hice un gesto para que se agachara, él obedeció y me ofreció su oreja justo delante de mis labios.

-        No estoy hecha de cristal ni de porcelana, soy más fuerte de lo que piensas. ¡Solo recuérdalo!- le dije.

Se me quedaron clavados la mirada de Gabriel como si fueran puntas de flechas clavándose en mi corazón, a pesar de que parecía sorprendido pero intenso al mismo tiempo, se pasó la lengua por los labios y tensó la mandíbula. Entonces respiró profundamente.

-        Y tú recuerda que no luchas contra a mí, sino que luchamos juntos contra lo que haga falta. – respondió y entonces volvió a observar por la ventana.

Me desperté cuando mi madre me recordó que tenía que ir al colegio, ese día estaba más cansada de lo habitual y no quería ir, intenté fingir que no me encontraba bien, pero no funcionó. Como era habitual, llegué tras la hora del rezo, no era porque llegaba tarde, sino que lo hacía expresamente porque no quería rezarle a ninguna divinidad limitante y controladora. Cada vez que tenía que rezar en el colegio, me sentía como si tuviera una cadena en los brazos, Uriel siempre tenía que quitármelas y comentaba “tendrían que ver con nuestros ojos a quién realmente le rezan…” estaba de acuerdo con él.

Cuando pasó la primera hora, empezó a dolerme mucho la barriga, no podía ni estar sentada, levanté la mano y la Laura me dio permiso para hablar.

-        ¿Puedo ir al baño?- le pregunté.

-        No, esperarás al patio.- dijo la Laura.

-        ¡No puedo aguantar, me duele la barriga!- le exigí.

-        ¡Si te duele la barriga, ve a la portería para que te den una manzanilla!- dijo la Laura.

Uriel me ayudó a levantarme porque me dolía mucho y nos fuimos a la portería, con tan mala suerte que nos atendió la Patrocinio. Llamé a la puerta que estaba abierta, y ella sin despegar los ojos del periódico, me dio paso para entrar, me acerqué a la mesa dónde estaba y esperé en silencio a que terminase de leer el artículo.

-        ¿Qué quieres, niña?- dijo la Patrocinio con su amabilidad amarga y cruel que solía tener siempre con todo el mundo.

-        Me duele la barriga, ¿puedes llamar a casa para que vengan a por mi, por favor?- le dije.


La Patrocinio sin despegar la cara del periódico, me indicó una silla para que me sentara, obedecí en silencio. Cuando terminó de leer el artículo, agarró el auricular del teléfono y llamó, por un momento pensé que no me había costado tanto como pensaba, entonces se puso a hablar y un minuto después cortó la llamada con su sequedad y brusquedad que solía tener y que vi que era con todo el mundo, sin mirarme, suspiró, leyó un trozo más del artículo y pasó página entonces me miró un segundo.

-        Ve al comedor, les he pedido que te preparen una manzanilla. Luego podrás volver a clase.- dijo la Patrocinio.

-        ¿No puede llamar a mi madre para que venga a por mí?- le repetí subiendo el tonito.

-        ¡Baje el tonito! Si tan mala estás, deberás ir al médico, pero yo decido qué vas a hacer, así que ¡al comedor y a clase!- exigió.

Uriel me agarró de la manito y nos fuimos al comedor caminando lentamente. Vi por un momento la escalera de los profesores, dónde los alumnos no teníamos permiso para pasar, miré a ambos lados, como nadie había allí, simplemente le dije a Uriel que pasásemos por allí, hice un par de pasos, y noté como Uriel me agarraba del brazo y jalaba de mi, lo intenté dos veces pero él no me lo permitía.

-        ¡Demos la vuelta, no importa! – dijo Uriel jalándome del brazo hacia la otra escalera que estaba a la otra punta del pasillo.

Me dejé llevar finalmente. Me dejaron pasar al comedor, me senté en una de las sillas y enseguida me trajeron la manzanilla. Nunca había tomado ninguna infusión de hierbas, no sabía cómo me iba a sentir, Uriel inspeccionó el vaso como si buscase algo que no pudiese tomar todavía. Cuando lo olí, me vino un mareo y por un momento no quise tomármelo, aunque finalmente me picó la curiosidad y le di un pequeño sorbito. Casi lo escupo, ¡qué asco!

-        Tú sistema digestivo aún no está preparado para que tomes infusiones ni hierbas sagradas. ¡No te lo tomes que te sentirás peor! – me aconsejó Uriel.

-        Lo tendré que hacer, ¿y si me dicen algo?- le dije a Uriel.

-        ¡Déjamelo a mí! – dijo y de repente con una mano sin tocar el vaso, el nivel de la manzanilla bajó a la mitad.

-        ¿Qué haces?- le pregunté.

-        Alquimia, para disimular que te lo has tomado. – respondió Uriel.

-        ¿Cómo puedes enseñarme?- le pregunté.

Uriel empezó a reírse de mi pregunta, pero no respondió.

-        ¿Por qué no puedo tomarlo?- pregunté.

-        Las células de tú aparato digestivo todavía no han madurado lo suficiente como para que empiecen a conectar con la vibración de tú ADN. – explicó Uriel.

-        Pero si puedo comer sin problemas.- le comenté.

-        Si, pero algo como esto, tiene una vibración muy alta para ti y eso te produciría un desajuste importante de la energía vital que necesitas para hacer tus cosas día a día. – respondió.

Media hora después, entró la cocinera a retirar el vaso, solo le faltaba un culín que no quise aceptar y regresé a clase, el dolor se me fue un poco pero tuve que lidiar con ello durante casi todo el día. Finalmente se me quitó y pude estar pendiente de las clases, incluso las de la tarde, ese día no me tocaba ir al Tripijoc, así que me vino a buscar mi abuela, nos fuimos con la Pepeta hacia el parque Ángela Roca, dónde pude jugar un ratito con Uriel a la nuestra.

Me quedé sentada en la arena, observando el tobogán grande, mientras que Uriel me estaba ayudando a hacer un agujero con los pies. Pero luego me puse de pie y le indiqué a Uriel que viniera conmigo, él me empezó a seguir, subí al tobogán pequeño y bajé, me quedé sentada al final mirando al tobogán grande un buen rato. De repente Uriel se giró hacia el otro lado porque escuchó un ruido fuerte y yo simplemente corrí hacia el tobogán grande y empecé a subir las escaleras, hasta que finalmente me senté para tirarme, pero antes, me quedé un rato sentada allí arriba.

-        ¿Dónde se ha metido? ¿Laia? – me buscaba Uriel.

-        ¡Aquí arriba, Dary!- le grité.

En cuanto me vio dónde estaba, se vino corriendo para subir las escaleras, pero le hice un gesto para que no subiera, él insistía.

-        ¡No o grito!- le dije, se detuvo en seco.- ¡Retrocede, por favor!- le exigí y él obedeció.

-        ¿Estás segura de lo que haces? – preguntó Uriel preocupado por mi seguridad.

Le dije que no con la cabeza, pero ni se inmutó. La altura era considerablemente alta, me dio vértigo, me agarraba fuerte a la barandilla como si me fuera a caer, el corazón empezó a irme tan rápido que solo escuchaba eso. Mi abuela me vio, pero no me gritó simplemente se puso a mirarme, ella hacía tiempo que me animaba a superar ese miedo al tobogán grande, pero ella sabía que solo ocurriría cuando yo realmente me sintiera lista para hacerlo. Mi padre también lo había hecho algunas veces, pero solo ocurriría cuando yo lo viera necesario.


Mi problema con las alturas era considerable, ya había nacido con este problema, por ende se puede decir que lo traía de otras vidas pasadas, que por lo visto no tenía nada que ver con la vida anterior, sino que era de alguna vida más antigua, me daba esa sensación. Una muy parecida a la que sentía cada vez que me bañaba en el mar acompañado de un adulto, allí cada vez que buceaba me entraba como una especie de agobio, dónde no podía aguantar ni diez segundos bajo el agua, esa si que tenía origen en la vida anterior (ahora sé porque pero ya se los he compartido algunas veces, en 1912 yo morí en el Titanic).

Miré al cielo a ver si encontraba a Gabriel, sentía que estaba cerca y lo quería conmigo.

-        ¡Gabriel!- grité.

Escuché el abrir de unas alas con fuerza, miré en los tejados de las casas, hasta que lo encontré en una de ellas muy cerca al tobogán, me dije con la mano que viniera y él se alzó volando con sus alas blancas brillantes con las puntas doradas increíbles, se acercó suavemente a mí se agarró a la barandilla, tenía los pies a más de dos metros de altura del piso, le sonreí, pasé mis brazos alrededor de su cuello y le di un abrazo. Enseguida noté como mi culo dejaba de estar pegado al tobogán, así que le solté y pegué un pequeño grito.

-        ¡No!- le dije, Gabriel se detuvo.- ¡Devuélveme en el tobogán!- le exigí y él obedeció.

-        Pensaba que querías que te rescatase- dijo Gabriel.

-        No. Pero quiero que hagas una cosa por mí.- le dije.

-        Lo que sea. – respondió Gabriel enseguida.

Le mostré que se bajara y se pusiera al final del tobogán a esperarme, él simplemente acató mis órdenes.

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HR.

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viernes, junio 10, 2022

Perder Los Ojos Para Ganar Visión

 

Quedarse ciego es algo que nadie desea, pero existen muchas formas de estarlo, la mayoría lo son, pero no se dan cuenta de ello. Seguramente que habrán escuchado a hablar de la expresión “no es más ciego aquel que no quiere ver”, la humanidad está ciega, porque es capaz de negar la existencia de un ángel incluso cuando está delante de él hablándole. ¿Por qué se piensan que los ángeles no se presentan a cualquiera mostrando su verdadera naturaleza ante ustedes? Durante muchos años, he escuchado como la gente que confía en los ángeles, pero si se les acerca a hablarles, les da miedo lo que sienten y lo rechazan, incluso cuando se comunican a través de los sueños. ¿Saben a qué tienen miedo? ¡Al amor!

Ustedes dicen que para ver un ángel, necesitan tener pruebas de ello, una foto, una aparición, algo que les haga confiar que sí lo son. Pero es que los ángeles son amor en su estado más puro, y su única prueba solo puede verlo si son fieles a su amor interno. Yo no necesito pruebas para saber que hablo con el arcángel Gabriel, incluso cuando es una conversación en la 3D por Instagram, twitter o cualquier red social. No lo necesito, porque ya sé que es él, tampoco necesito pruebas, porque ya sé que es él, ¿saben por qué? Pues porque confío en él más que en cualquier persona, SER o cualquier civilización de este universo.


Quizás en alguna ocasión le haya hecho contestar alguna pregunta, pero porque adoro ver como recuerda cosas de otras vidas, que yo ya recuerdo pero que todavía no he compartido con nadie ni lo he escrito en ningún lugar. Hablar con los ángeles, es una de las cosas más hermosas que admiro mucho poder hacerlas en esta vida, poder colaborar con ellos y que ellos sin ninguna razón aparente hayan aceptado mi colaboración y me hayan aceptado en su vida, porque siempre que necesitan a alguien, si yo les puedo ayudar, siempre lo hago.

Cuando tenía 13 años, en el mes de Agosto, un día que hacía mucho calor, estaba en casa de mi abuela almorzando, cuando de repente mis ojos dejaron de funcionar y dejé de ver por un tiempo me quedé completamente ciega. Según los médicos, parecía que era un pequeño desprendimiento de retina, pero yo no fui al medico, simplemente me quedé tumbada en la cama, con la mano agarrada a la mano de Uriel y Gabriel, porque me decían “tranquila solo serán unos minutos, lo que te está pasando es que estás activando tú tercer ojo, ahora tus ojos físicos dejaran de trabajar y solo podrás ver a través de tú tercer ojo. Se cierran tus ojos externos, para ver a través de los ojos del corazón”.

Tal como dijeron así fue, cinco minutos después, recuperaba la visión sin problemas. Escuchar la voz de los ángeles en mi corazón, fue también muy hermoso, mi cuerpo se ha transformado gracias a la compañía de ellos, primero eran simples ayudas temporales, pero con el tiempo se volvieron chelas. Los ángeles siempre me han ayudado a avanzar en la vida, a sentir ese amor universal dentro de mí, a no limitarme en ninguna creencia externa, ni tampoco a convertirme en una fanática de algo que solo te atrapa en un círculo vicioso. Cuando sufría Bullying ellos estaban conmigo, agarrándome de los hombros para abrazarme cuando necesitaba a alguien, escuchando mis penas cuando necesitaba a alguien que lo hiciese, y sintiéndome acompañada cuando el resto de la gente me marginaba aposta y luego me preguntaban porque me auto-marginaba.

Como toda adolescente, uno quería ser aceptado por los demás, pero parece que el universo tenía otros planes mejores para mí, y así sucedieron. Mi confianza con los ángeles es tan grande y mi fe también, porque ellos cada vez que los he necesitado siempre han estado allí y NUNCA me han fallado. Quizás me tenía que quedar ciega para poder verlos y sentirme uno de ellos. Las habilidades se han ido desarrollando con el tiempo, al igual que pasó este sábado pasado…

Entre las 8pm y las 1am me encontraba de fin de semana en la playa con la familia, después de cenar y de la sobremesa tan espectacular de temas interesantes que tuvimos, empecé a sentir que mi vista estaba algo extraña. De repente empecé a ver las cosas que había a mi alrededor y las personas, como brillaban más de lo normal. Era de noche y todo parecía un gran faro de colores muy limpios y vivos que me cegaban los ojos pero si con 13 años me quedé en negro, esta vez me quedé en blanco. Me acuerdo que estaba con el ordenador, jugando a los Sims 4 en una familia que se llama Pancakes, con uno de los hijos de la pareja principal que ya es adulto y había encontrado pareja y que le puse Andrés. De repente me sucedió eso que no podía ni jugar a nada, al principio pensé que se me habían ensuciado mucho los lentes, me los lavé pero nada, hasta cuatro veces pero todo era igual, cuando me sacaba los lentes veía mejor pero también iluminado igual.

Después pensé que eran mis ojos porque había estado en la piscina y quizás con el cloro se me habían cansado un poco la vista (sería la primera vez), pero luego apareció mi padre y me dijo que él también veía las cosas como más iluminadas (pero en un 300% menos que yo), así que allí sospeché que no era un problema físico mío, sino que era algo mucho más allá. En ese momento el arcángel Uriel no estaba conmigo (se había ido sin despedirse, a veces lo hace y me pone negra) en su lugar estaba el arcángel Gabriel (por cierto ¿se han dado cuenta que los mismos arcángeles no se llaman “san” a si mismos?), y le pregunté “¿Qué está sucediendo?” y Gabriel respondió “A ver Laia, piensa un poquito. ¿Qué están haciendo ahora en Manlleu en la zona sagrada del paseo del Ter?” y yo le dije “Un concierto de música Techno”. Gabriel me miró con las cejas arqueadas como si ya tenía que comprenderlo todo, pero ni por asomo, así que dijo “El árbol que tienen allí ¿cuál es?”. Me quedé helada de golpe, el concierto estaba en la zona sagrada, dentro de ese espacio estaba el mismo árbol por el cual hemos estado meditando estos cuatros meses, con lo de la guerra de armonía, un día Gabriel me dijo que ese árbol era sagrado y que conectaba con el portal dimensional que están terminando de construir, para que los ángeles puedan venir a 3D.


Entonces me dijo “estás conectada al ángel de Manlleu y él te está mostrando lo que está pasando en esa zona en estos momentos, pero también te está mostrando la apertura del portal. No te ilusiones, solo ha sido una prueba, pero parece que todo va sobre la marcha”. Eso confirma que las puertas del portal dimensional se están abriendo, el primer grupo de ángeles está a punto de bajar, la pregunta aquí es ¿Están listos para verlos? 

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martes, junio 07, 2022

El Espejo De Mí Vida - Capítulo 140 [2T]

 

No pude decir ni hacer nada, me quedé petrificada, mientras que los demás se miraban las caras y me miraban a mí, que sin hacer ningún ruido empecé a llorar, porque se me escapaban las lágrimas. El Titi se levantó y vino a abrazarme, ni respondía, me miró a los ojos fijamente.

-        Ya lo hablamos esto tendría que suceder… pero voy a seguir viéndote desde el otro lado. En algún rincón dónde la música suene, escucharás mis notas repicar en algún instrumento angelical, allí estaré para ti, Laia. No me iré, solo me haré invisible. – dijo el Titi entre abrazos y besos en la mejilla, yo al final lo agarré fuerte y simplemente lloré encima de sus hombros.

Esa noticia me rompió el corazón casi por completo, perdería a un gran tío que era el único que podía mantener estas conversaciones, con la abuela Filomena solo hablábamos de ángeles y con el tiet Josep del universo. Pero con el Titi era el único que a la hora de comer venían sus hermanos arcángeles y compartían charlas y platos deliciosos con nosotros ¿y se tenía que ir? ¿Ya habían pasado los tres años de prorroga? Y aún me sentía menos lista que antes para dejarlo, no quería.


Cuando llegó la noche, no entré en viaje astral, estuve toda la noche llorando abrazado a Uriel. De repente sonó el teléfono por la madrugada, mi madre atendió era mi tio Rafalé diciendo que al Titi se estaba ahogando con su propia saliva y tosía que incluso perdió el conocimiento, vino la ambulancia a buscarlo y se lo llevaron a urgencias. Mi madre junto a mi padre y yo nos fuimos a urgencias, pero tardó tanto en saber qué le pasaba que me quedé frita en la sala de espera.

Al día siguiente me desperté en casa mi padre se encargó de mí, me fui al colegio sin saber muy bien cómo estaba el Titi, todavía no tenía noticias. Casi ni presté atención en clase, no pude volver al mediodía a casa por eso mi padre me pagó un tiquet del comedor y no pude ver a mi tio Rafalé hasta las cinco de la tarde, me llevó a la gestoría dónde trabaja mi padre y me dejó allí, él tenía que ir en bus al hospital de Vic. Tuve que esperar a que mi padre terminase de trabajar para ir con él al hospital.

-        ¿Qué le pasa al Titi, papá?- le pregunté preocupada.

-        Los médicos le están haciendo pruebas, pero al parecer pinta la cosa bastante mal, porque los pulmones no le funcionan correctamente.- explicó mientras manejaba.

-        ¿Por qué?- pregunté muy preocupada.

Mi padre sabía que a pesar de tener la edad que tenía, siete años y medio, era la suficientemente madura de mente que entendería todo eso, por eso me lo contaron directamente y digamos que podría haber habido un poquito más de tacto, pero es que mi padre digamos que carece de ello en estos momentos.

-        Es posible que tenga una enfermedad muy letal.- respondió papá.

A partir de aquí dejamos que el hilo musical del cassette que había en el auto ambientara el camino, miré por la ventana y solo pensaba en el Titi, por lo que intuí sabía que todo el proceso había empezado y que no había cambiado respecto a cómo lo quería hacer, por eso me enojé con él y por un momento me quería bajar del auto y volver a Manlleu, pero por el otro lado sabía que si hiciera eso, no me lo perdonaría nunca, así que simplemente hice de tripas corazón y me tuve que enfrentar a ello.

Mamá estaba en la entrada del hospital fumándose un cigarro junto al Alfonsito, la última vez que estuve allí el Titi me recibía con los brazos abiertos alzándome hacia lo más alto, se me escapó una pequeña lágrima mientras sentía como mi corazón se desgarraba en silencio en mi pecho. ¿Saldría con vida de allí? ¿Pasaría el resto de los cuatro meses encerrado en una habitación de hospital comiendo esa bazofia y teniendo unas malas vistas a la ciudad de Vic? ¿Este era su final en 3D?

Subí los cinco escalones de la entrada temblando, mi madre me dio la mano pero no se la acepté, no quería que nadie me tocase, solo le di la mano a Uriel que la aceptó sin rechistar. Mientras que esperábamos el ascensor vi a lo lejos en un pasillo largo, una cama de hospital con una sábana tapando por completo el cuerpo de alguien, me quedé fascinada viéndolo, nadie de mi familia se percató de ello, a su lado estaba su ángel de la guardia algo triste porque ya había terminado su trabajo por estos lares, pero contento porque el hombre o la mujer fallecida ya no sufría y estaba alcanzando la luz eterna.

Las puertas del ascensor se cerraron y el silencio se apoderó de nosotros, mi mamá me miró me acarició el pelo.

-        Tienes que ser fuerte, Laia. El Titi está muy enfermo y quizás a partir de ahora se le empiece a caer el pelo, espero que no te impresione verlo así.- dijo mi mamá.

Por favor el pelo no… es lo que pensé. Eso significaba el diagnóstico más horrible del mundo, el Titi tenía Cáncer de pulmón. Al parecer mi abuelo materno que se llamaba Hilario también lo sufrió cuando mi madre tenía catorce años, estuvo casi seis meses agonizando en un hospital, mi abuela como ya les dije, sufrió Cáncer cerebral, y ahora mi tio favorito, el angelito de la familia quería volver a pasar por ello… no sabía si darle un abrazo o gritarle descaradamente.

El ascensor llegó a la quinta planta, giramos a la izquierda su habitación estaba a la mitad del pasillo a la derecha, compartida con otro señor que padecía algo parecido. En cuanto lo vi tumbado en la cama, llevaba el respirador de nariz puesto, parecía muy débil y tosía mucho. Sus ojos se encontraron y yo simplemente me quedé quieta a un par de metros de su cama, con un brazo lo estiró y con la mano me hacía el gesto para que fuera con él pero yo me había bloqueado totalmente y no me moví. Al final me quedé sentada en la silla que había a los pies de la cama, le había tocado ventanilla.

Me quedé allí sentada todo el tiempo, sin decirle ni darle ningún beso, sintiendo como se desgarraba mi corazón, como si Gämael hubiese encontrado la forma de quitarme la vida sin que yo me diese cuenta de ello que tenía una de sus garrar desgarrándome el corazón físicamente. Sabía que eso marcaría un cambio muy fuerte en mi vida y no me veía capaz de seguir adelante con ello.

Finalmente me quedé a solas con él, fue cuando él se dignó a hablarme, insistía con los brazos para que fuera a él pero yo no me quería mover de allí.

-        No me quiero despedir de ti, Titi. Duele demasiado aceptar que ya no estarás más. ¿Por qué tienes que irte de esta forma? – le pregunté entre lágrimas.

-        Pensé que sería la mejor forma para que se puedan despedir de mi.- respondió, le costaba hablar por la tos que le interrumpía sus palabras.

-        Estás creando una brecha emocional en la familia que quieres que ¿cure yo?- le dije.

-        Ellos aprenderán a vivir sin mí, solo estaba de paso, ya lo sabes. – respondió el Titi.

-        ¿Y yo? ¡Yo nunca aprenderé a vivir sin ti!- le grité, estaba muy molesta se me caían las lágrimas.

-        Ven, dame un abrazo.- exigía.

-        No.- le dije y me fui al pasillo.


Noté enseguida un abrazo, miré y era Gabriel agachado delante de mí abrazándome con sus mejores intenciones. Era consciente de que estaba en medio del pasillo del hospital, abrazando a alguien, pero es que me di cuenta que los demás también veían a quién abrazaba, la única diferencia era que no había sacado sus alas a pasear y además se había cambiado de ropa, vestía camiseta blanca, un cinturón dorado y pantalones vaqueros.

-        ¿Qué haces?- le dije.

-        Estar contigo en la misma dimensión. – respondió Gabriel.

Simplemente me aferré más a sus hombros y él me llevó en brazos hasta el lugar de los ascensores, mi familia se había ido a fumar a la entrada.

-        No sabía que podías hacer esto de… venir a 3D.- le dije.

-        Si se trata de una urgencia para ti, soy capaz de cazarte la luna, Laia. – dijo mostrando una de sus sonrisas maravillosas.

Me sentó en la sala de espera del pasillo de los ascensores que era una sala cuadrada muy amplia, él se agachó para estar delante de mí, aparentemente la sala estaba vacía. Colocó sus manos encima de mis rodillas y me miró con esos ojos verdes intentando captar toda mi atención, con la yema de uno de sus dedos, me lo pasó por la mejilla para secarme las lágrimas.

-        Comparte conmigo todo lo que sientes, mi amor – dijo Gabriel.

-        No me siento lista para esto, Gab. ¿No hay alguna forma de retrasarlo? – le pregunté.

-        Lo siento pero ya no está en nuestras manos, solicitan su presencia de nuevo al coro y de forma bastante urgente. – respondió Gabriel diciendo que no con la cabeza, también estaba algo triste.

-        ¿Va a ser siempre así esta vida?- dije algo más arisca.

-        ¿A qué te refieres? – preguntó Gabriel.

-        Pues que la gente que me importa siempre me abandone.- dije.

Le agarré las manos, quería sentir que estaba allí conmigo y que no desaparecería como hacía otras veces. Él respondió con fuerza al agarrarme las manos.

-        ¿Sientes mis manos? – dije que si con la cabeza y él prosiguió.- a pesar que haya momentos en que no me veas o no sientas mi presencia, siempre estoy allí contigo, en las buenas y en las malas, mi amor. – respondió Gabriel.

-        ¡No me gusta haber vuelto a nacer! – dije enojada.

Coloqué los brazos cruzados en el pecho y me puse de morros, a pesar de tener siete años y medio, a veces actuaba como tal. Gabriel intentó agarrarme de nuevo las manos intentando descruzarme los brazos pero se dio por vencido, así que se sentó a mi derecha, pasó su brazo izquierdo por mi cintura y me enganchó a él, caí hacia su hombro mientras que me dio un beso en la frente.

-        Es duro, lo sé. Pero viniste para algo grande, mi amor. Después de que tardaste un poco en terminar de convencerme, al final tengo curiosidad por lo que vienes a hacer, por eso estoy aquí contigo. – dijo Gabriel.

Le miré arrugando la frente, él se río de mí.

-        ¡Olvídalo! – terminó.

-        Ustedes, los ángeles son mis mejores amigos que tengo. Mientras que el mundo de esta dimensión y de esta época parece que tengan miedo a conocerme y me dan la espalda, ustedes simplemente me dan los brazos que mi corazón necesita en los momentos adecuados, como este. ¡Ya sufro bastante! ¿No lo crees?- le dije.

-        Pero ¿aprendes de ello? – respondió.

-        Solo que la oscuridad es realmente muy triste y duele mucho.- le comenté.

Me aferré a su cintura para quedarnos en silencio un buen rato, hasta que me recompuse y escuché el sonido de las puertas del ascensor que se abrían y volvían mis padres. Gabriel al dejarlo de tocar, había vuelto a su maravillosa 5D, seguía allí conmigo pero para los demás era un fantasma invisible. Me fui con mis padres, al llegar de nuevo a la habitación, sin esperar nada más me lancé a darle un abrazo al Titi.

-        Perdón. Te quiero mucho Titi.- le susurré.

-        Y yo a ti, Laia.- respondió poniendo una mano encima de mi cabello.

Vi como miraba detrás de mi, volteé la cabeza y vi a Gabriel a un paso detrás, volví a mirar al Titi, le mandó un guiñó y le dijo sin articular palabra “Gracias Gabriel”, entonces escuché la sonrisa de agradecimiento que Gabriel siempre hacía como cortesía para devolver ese agradecimiento. 

Recomendación: El Reto de Summer - Netflix.

HR.

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jueves, junio 02, 2022

Frecuencias Armónicas De Una Ciudad

 Hoy les presentamos un ejercicio que pueden hacer ustedes mismos encima de un mapa de sus ciudades. ¡Atentos!

En el centro de cada ciudad, existen unos edificios sagrados que emanan constantemente la energía del planeta y del territorio dónde se encuentran, cada uno de esos edificios tiene una misión y un propósito y es el hecho de albergar la armonía cosmo-universal de nuestro planeta. Recuerden que estamos en un proceso muy importante, dónde la humanidad y todo el planeta están ascendiendo a 5D, por ende, tanto nosotros como humanidad, como lo que nos rodea también se está transformando segundo a segundo.

Si dibujamos un punto en la plaza del centro de sus ciudades, y luego trazan una línea en vertical y otra en horizontal, tendríamos a nuestro alcance las dos energías más importantes que provienen del universo: positiva (de norte a sur) y negativa (de este a oeste). Con otro color, en la línea vertical, deberíamos dibujar siete círculos que estuviesen distribuidos por la línea positiva, a eso les llamaremos Chakras de la Ciudad. En la línea horizontal deberíamos dibujar una onda de frecuencia que cruzase toda la negatividad, a eso le llamaremos tiempo.


Cada uno de los Chakras están unidos a un rayo, des del norte hasta el sur, son los colores: azul, rojo, verde, amarillo, violeta, rosa y naranja. Cada rayo equivale a un tiempo separado de otro rayo, trazando líneas en horizontal separando cada Chakra conseguimos los cuadrantes de energía sagrada. Este espacio sagrado es el más importante de toda la ciudad, porque el objetivo principal es mantener la armonía, es decir la estabilidad o equilibrio energético, un ejemplo sería ir al lugar y analizar lo positivo y lo negativo que ofrece ese lugar energéticamente hablando. Analizando las personas que viven allí, para saber si se está manteniendo una armonía correcta, recuerden esta fórmula: “AR=T·e3”. [Energía armónica es igual al tiempo por el espacio tridimensional].

Se analizan las personas a nivel emocional, es a través de las emociones, cuando la energía sagrada se manifiesta en el espacio tiempo, si estas zonas no cumplen con la armonía, la ciudad tiene carencias y falencias importantes, normalmente una de ellas se manifiesta enseguida en la materia, solo hay que ver qué noticias ocurren en la ciudad y cuales se repiten con mayor intensidad, si es así, ese es la carencia energética que hay que tratar. Espero que este ejercicio de hoy les ayude a entender mejor las energías de sus ciudades, de momento esto es lo que compartiremos en el día de hoy. Para cualquier duda, comenten o mándenme un mensaje privado por Instagram @laia_gali_hr .

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Recomendación: Stranger Things – Netflix (no me cuenten nada aún ando por la t2).

HR.

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Cuando No Te Permiten Sacar La Sabiduría

  A veces no te das cuenta, de que hay tres atributos que las personas tienen y que son esenciales para que el fluir de la vida, haga su e...