miércoles, marzo 11, 2020

Déjate Llevar


No tengas miedo, si las cosas que debes hacer durante el día de hoy, no cumplen el tiempo que esperabas y surgen complicaciones. No tengas miedo, si hoy el día empieza más tarde para ti. No tengas miedo, si se te complican las formas y tú vida parece una montaña rusa, dónde nunca sabes si vendrá subida o una bajada que a lo mejor, esta vez los frenos no podrán ayudarte. No tengas miedo, porque todo lo que te sucede, detrás tiene algo mucho más importante, que el miedo en sí. No tengas miedo, porque nadie quiere hacerte daño, solo eres tú quién debe acordarse de que los frenos quizás no funcionan, pero tras el accidente que vayas a vivir, siempre habrá algo que de alguna forma podrás comprender porque tuviste que pasar por ello.



Este mundo igual que los demás, tiene muchos días por delante para mostrarte y enseñarte, que detrás de una montaña hay más montañas, que en cada una existen millones de caminos que te permitirán subir a la cima para ver a vista de pájaro, los secretos que cada mundo esconden y nosotros tenemos que aprender de ellos. Estar en la cima, será sin duda lo que más te habrán hablado, pues aquellos que siempre han permitido ser la base de la montaña, han idealizado estar allí arriba, como si eso fuese su único razón de SER. Pensando que solo los elegidos pueden subir, aquellos que un pájaro les ha invitado a subir. Olvidando que ellos emprendieron este camino para llegar a la cima, dónde allí arriba le espera lo inimaginable, pero dejaron de caminar, dejaron de fluir, no permitieron dejarse llevar, esta es la única norma que prometieron cumplir en cuando se pusieron a caminar.

Ningún pájaro decidió que solo uno podía subir, pues todos somos elegidos e invitados a subir, para recoger aquello que nos espera allí arriba. ¡Déjate llevar por las curvas de la vida! Cuando un héroe es considerado así, es porque su vida era distinta a lo que es ahora, porque su viaje empezó por una razón y siguió, para que sus sombras, sus enemigos fuesen reconocidas y amados, para luego convertirse en héroes, para aquellos que todavía no han dado el paso a caminar hacia la montaña. 

Cuando elegimos empezar a caminar hacia la montaña, debemos tener en cuenta de que no saber lo que puede ocurrirnos, dará miedo y en ocasiones llegarán pensamientos en que quizás quieras volver. Pero recuerda que, la evolución solo ocurre porque no se puede volver hacia atrás, si tanto miedo te da enfrentarte a quién realmente le tienes miedo, y crees que no estás preparado para caminar, ¿crees que se nos hubiera dado la oportunidad de hacer este camino? En el momento en que te dejas llevar, debes recordar que todo lo que llega en el momento que ocurra, es porque debe ser así, ni antes ni más tarde, justo ahora, porque es ahora cuando realmente puedes superar todos los obstáculos que se te presenten, solo debes continuar caminando, confiando en ti, en que llegarás a la cima y verás a vista de pájaro el secreto que la vida tiene preparado para ti. 

Claro que no es fácil, venir a vivir aquí, es complejo pero la diversidad que hay, nos hace recordar que el camino por muy difícil que sea, siempre encontraremos a alguien que querrá escucharla, y eso solo lo conseguiremos, cuando lleguemos al final del camino. No te bloquees, solo con el fluir del río, tendrás el poder de que cualquier elemento fue, es y será, lo que quieras ver sin tener que verlo. 

Florece, tú camino te espera – Universo.

Y por último, no te olvides de ser feliz.

Recomendación: Manel – Benvolgut.

HR.

HERO&Corporation.

domingo, marzo 08, 2020

El Espejo De Mí Vida - Capítulo 18


Estaba siendo un día maravilloso en el Zoo, después de almorzar, seguimos la visita, lo vimos todo y sin guía, empezó a gustarme eso de ir por libre. Me alegré mucho de volver a ver a los Delfines, esta vez no fue igual que hacía unos meses, pero me gustó igual. Cuando fui con el colegio, no vimos todos los animales, por ejemplo la zona de los réptiles apenas vimos nada, el guía quiso enseñarnos solo lo que le interesaba, en cambio, sin guía, podíamos verlo todo. 

Tras el recinto de las gacelas, vino el recinto más hermoso y el que me quedé totalmente impregnada tanto en ese momento, como el resto de mi encarnación, el recinto de los leones. 

Normalmente es uno de los recintos que a mucha gente le da miedo, sobre todo porque el León es muy grande y muestra mucho respeto. También porque la distancia entre la barandilla de seguridad y ellos, era de un charquito bastante pequeño y que según lo que se veía, no tenían intención de escapar de allí, ni acercarse mucho al público. Estar tan cerca del León de la sabana, aunque les pareciera temerario, a mí no me dio ningún miedo. 


Dicen que no hay que mirarle a los ojos al animal más importante de la cadena alimenticia, pues si así lo haces, no le muestras quién manda en realidad y le retas a saber cuál de los dos mantiene la posición en la cúspide. Eso dicen los humanos, el cuarto reino de este planeta que vive y tiene derecho a vivir también. Pero cuando vi al gran León de la sabana a tan solo cinco metros de mí, saqué pecho, muy calmadamente y le miré directamente a los ojos, con la cara de admiración, respeto y amor. En realidad aquella poca distancia no servía de nada, porque si me lo hubiese encontrado en su lugar natural, hubiese hecho exactamente lo mismo. ¿Se imaginan por qué?

El León se puso de pie, ignorando a la Leona (determiné que era su mujer por las caricias y muestras de afecto que se hacían), me miró a los ojos y se quedó inmóvil a los pies del charquito, mientras que nuestras miradas se conectaban. Dejé de escuchar a mí familia que hablaban de cosas, hasta que al final, el ambiente se disipó y entre nosotros no había nada. 

Hermano, hoy te veo. Gracias por caminar. Gracias por el caminar que realizarás y que ya has realizado. El reino animal, está contigo, siempre unidos. Somos hermanos. Amor, hermano.

Esas palabras entraron en mí corazón como un susurro del viento que entra por doquier y sin aviso, sin darme cuenta, se me escapaban las lágrimas de felicidad que sentía, aunque no recordaba el motivo del caminar a que se refería, me sentía como si hubiese a ver a un viejo amigo de aquellos que hace eones que no ves. Quise decirle algo, pero me puse a sonreír y él lo aceptó, y antes de poder hacer nada más, tuve que seguir a la familia que seguía con la visita como si nada. Me aferré a la mano de Uriel, mientras que caminábamos hacia el siguiente recinto que no recuerdo cuál era, aproveché que Uriel se había agachado para apoyarse en la barandilla para hablarle de lo sucedido.

-          ¿Qué significa?- le pregunté tras compartirle el mensaje.

-          Si el rey del reino animal te ve como un hermano, este es tú reflejo en esta vida. Cada vez que te encuentres con un león, acuérdate de este momento, para que llegue el día que se te revele la verdad ante tus ojos. Ahora el león y tú, trabajáis juntos – dijo Uriel se le veía fascinado y contento.

-          ¿En qué? – pregunté.

-          En misión y propósito. – dijo.

Uriel no dijo nada más, pues me puse a pensar en lo que había dicho Saint Germain, no encontraba el vínculo pero los Leones estarán trabajando a mi lado, en cuando fuese el momento. Por eso, a partir de ese momento, mis dos grandes animales, fueron y siempre han sido y siguen siéndolo, por una parte los Delfines y por otra los Leones.

Finalmente llegó el día de mi cumpleaños y aunque celebraba ya 5 años, tenía muchas ganas de que fuese al día siguiente, para empezar las clases. Fue un día muy bonito, porque esta vez no me quedé castigada a hacer la corona, de hecho nadie le había dicho a la María Ángeles que era mi cumpleaños, así que después de segunda hora, me dirigí hacia la mesa de la profesora.

-          Dime, ¿en qué puedo ayudarte, Laia? – dijo con entusiasmo María Ángeles.

-          Solo quiero decirte una cosa, hoy es mi cumpleaños.- le dije.

-          ¡Oh, felicidades!- me dijo, luego al resto de la clase – niños, feliciten a Laia que hoy cumple 5 años.- lo decía feliz y yo también me sentía igual.

-          ¡Felicidades!- dijeron todos.

-          Luego, en la hora de plástica, harás la coronita ¿te parece bien? – dije que si con la cabeza.- ahora, ve a continuar con tu manualidad.- de nuevo era arcilla, la adoraba.

En casa me esperaba una sorpresa en mi habitación, no sabía de qué forma pero, encima de la cama sin hacer, tenía un regalo envuelto en una vieja tela de color blanco y una tira de cuero como cordón. Por la forma, supe de inmediato que era un regalo de los Seres de Luz, porque en casa los regalos estaban envueltos en papel de dibujos. 

Entre Uriel y Anael, días antes fueron a buscar los libros necesarios para IÓN, ese fue el regalo, cuatro tomos uno de un color distinto y muy gordos, con más de 200pg, eran libros antiguos pero que cada uno formaba parte de los aprendizajes de la nueva escuela. Me quedé mirando las portadas dónde uno en particular me llamó la atención: Conocimientos y Armonías de los Cuatro Reinos de Gaia

-          ¡Oh, esta materia va a ser una de tus favoritas, mi amor! – dijo Uriel que me estaba observando.

-          ¿Por qué?- pregunté.

-          Te van a enseñar cómo se lleva la convivencia entre los reinos: animal, vegetal, mineral y humano. Es una de las clases más bonitas, te vas a pasar mucho tiempo en la naturaleza, observando y conociendo los reinos.- dijo.

-          ¡Wow!- solo pude decir eso.

Algo me decía a mí, que estudiar en IÓN no sería lo mismo que estudiar en la superficie de 3D. Aunque adoraba el colegio, raramente salíamos del aula, y no sé si a más gente le ocurría, pero para mí que el patio cada día era más corto. Pensar que en IÓN había solo una materia que debería salir del aula, para experimentar todo lo que nos contarían, ya tenía ganas de empezar, simplemente para saber que me tocaría la luz del Sol, mientras que estuviese abrazando un árbol, acariciando cualquier tipo de animal o incluso escuchando a una piedra, mis ganas se intensificaban por momentos.

-          ¡Lástima que tú profesor no sea el Maestro El Morya! Él es el mejor guardián de reinos que ha habido jamás en este planeta. – dijo Uriel su cara de elogio, se veía que quería lo mejor para mí.

-          ¿Por qué me suena su nombre? ¿lo conocía antes de encarnar? – le pregunté.

-          Sí, así es. – mostró una ligera sonrisa. – Pero tú misma me dijiste que no querías que te dijera cuál relación, que ya lo volverías a saber en cuanto le vieses la cara otra vez. – volvió a hacer una pausa, mientras que sus ojos me observaban, como si recordase a otra versión de mí, con la memoria totalmente recuperada, una versión de mí, lejos a su verdadera mirada de ausencia. – por eso conocerás a su hijo, él será tú Maestro – no dijo nombres.

No me bastaba con saber de ángeles y arcángeles, que además había guías, maestros y ahora hijos de maestros, que también debía reencontrarme o conocer por primera vez. Empecé a arrepentirme eso de haber escondido tanto, los motivos de mi vida, porque cuando un guía me decía que no podía decirme más, me entraban más ganas de saber de más. Pero por alguna razón les di esas claves, porque en cierto modo, confiaba en ellos y debía seguir confiando, para hacerme llegar hacia la gran revelación, que en cierto modo, tendría que suceder con el tiempo. 

-          ¿Hay alguna pausa entre clases? – le pregunté porque Uriel de momento fue el único que vio el horario, yo todavía no me atrevía.

-          Si, después de tercera hora tienes media hora libre. Puedes aprovechar para lo que te venga ganas de hacer, salir a pasear, ir al comedor a desayunar… lo que sea, con tal de no salir del recinto… - informó.


Curiosamente, el primer día de clase era un miércoles, eso quería decir que, ese chico de ojos verdes, estaría en el tiempo libre delante de la cancha para ver el equipo jugar al juego de la rata. 

-          ¿Todos los cursos tienen libre la misma hora? – pregunté.

-          Em… me temo que no. Pero los de tercer curso hacen una hora más todos los miércoles. Pero eso a ti, no te incumbe, todavía… ¿ocurre algo? – empezó a sospechar por mis preguntas.

-          ¿Sabes si los del último curso tienen esa hora más? – ignoré sus preguntas, solo quería que me contestase.

-          No, solo los de tercero. Los de último curso, hacen el mismo horario que los de primero, entran y salen a la misma hora ¿Por qué me preguntas esto? – dijo frunciendo el ceño.

¡Perfecto! O sea que cabría la posibilidad de volver acompañada de ese chico… eso me alegró aún más las ganas de que llegase al día siguiente, pero aún quedaba mucho día por delante. A Uriel no le contesté esas preguntas, no quería contarle nada, creía que había hecho mi primer amigo en el recinto y no estaba segura todavía para contarle, si todo fuese bien, acabaría sabiendo del tema, pero era bastante precipitado, sobre todo porque no sabía el nombre. 

¿Por qué no quiso realmente darme su nombre? Siempre he sido una niña que no hacía lo mismo que los demás, sentía en mi interior que debía saberlo, que algún día sabría el motivo de porque teníamos que seguir sin intentar saber el nombre. En un primer momento pensé, que eran las normas del recinto, quizás todos los amigos que haga allá no podré conocer sus nombres, por lo tanto quizás solo los pueda identificar por su aspecto o por su personalidad. Pero luego, observé a Uriel sin que él se diera cuenta de lo que estaba pensando, él me miró a los ojos y me sonrió, le devolví la sonrisa y entonces, lo comprendí. 

-          Si realmente debo descubrir porque estoy aquí, creo que será una gran historia para contar algún día a alguien que esté dispuesto a escucharla – le dije.

Uriel me agarró las manos, se agachó y me miró directamente a los ojos, tan puros y tan angelicales que no tenían nada de malo, solo luz, una luz radiante verde que dentro de mí podía sentir cuando una rama después de buscar el Sol sin descanso, decide crear su primera hoja verde, sabiendo que después llegará la Rosa.

-          Por el momento, mi amor, yo estoy dispuesto a compartirla contigo. – me sonrió, miró las manos que me las juntó y volvió a mirarme a los ojos con un amor tan grande que no sabía cómo expresarlo – Prometí aguardarte las espaldas una vez más, y así lo seguiré haciendo, cuidando de ti, siempre – de la alegría se le escapó una lágrima de sus lindos ojos, escapé una de mis manos para rescatar la lágrima entre la yema de mis dedos, él volvió a sonreír. – será la historia más bonita que jamás se haya escrito en siglos y siglos de humanidad, mi amor. No te olvides de poner mi nombre entre tus líneas, ¿vale? – nos abrazamos.

Para un ángel no es importante ser famoso, pero haber acompañado a alguien en su misión de vida y que además su protegido o protegida haya sido una persona brillante en su encarnación, como la valoración en el otro lado, es lo mismo que lo que se dice humanamente “es como ganar puntos con Dios”. Cuando eliges a tú ángel de la guarda, él se compromete a estar contigo hasta que termines esa encarnación, y si queremos podemos volver a elegirlo para la próxima, ellos viven a tú lado, y el guardián incluso vive contigo como si fuera tú pepito grillo personal, que los demás humanos no lo ven, pero tú sientes que está contigo y luego es cuando puedes ver.

Uriel, sentía que era un arcángel muy importante en mi vida. Aunque no me acordaba si me había acompañado en las anteriores, sentía el vínculo como si lo conociera desde hace mucho más tiempo, por el cual ni pueden imaginar, no si vemos las cosas como humanos, para ser un ángel hay que pensar y ser uno como ellos, no vale con creer, el secreto está en el sentir. 

-          Me alegro que estés aquí, Dary. Gracias. – le dije después le apretujé tan fuerte que se quejó en plan broma y dejé de hacerlo.

El vínculo, nunca se podrá romper.

Recomendación: Now or Nevers - High School Musical.

HR.

HERO&Corporation.
 

domingo, marzo 01, 2020

El Espejo De Mí Vida - Capítulo 17


La cara de preocupación de María Teresa se me quedó gravado en mi memoria, incluso con el paso del tiempo, sabía que ese día no se me olvidaría nunca, porque ya me estaba enojando. ¿Dónde se había metido mí madre? Empecé a preocuparme, pensando que quizás le habría pasado algo a alguien de la familia.

-          ¿Qué habrá pasado, Dary?- dije cuando nos sentábamos ya en el suelo de la sala de portería, junto a tres personas más de tres edades distintas y que además ambos eran hermanos, dos niñas y un niño.

-          Estoy preguntando a Humiel, pero no me responde. Pero tú tranquila, que pronto vendrá, de todos modos, yo estoy acá contigo. ¿me oyes? – dijo las comisuras de sus labios se ladearon en el sentido contrario a lo acostumbrado, dando así un reflejo de tristeza, junto al frunce de ceño, marcando la arruguita en la frente.

Me abracé a sus cintura, de una forma en que ninguno de los niños que se encontraban allí, pudieran percatar que allí también había ángeles. Entonces, intenté contactar con Humiel de la forma en cómo Uriel me había enseñado. Cerré los ojos y me imaginé a mi madre. No sabía dónde podría estar, pero lo que mis ojos vieron si que no me puso de buen humor, más bien aumentaron mis ganas de enojarme con ella.

-          ¡La veo!- susurré. – Veo a mamá, Dary…- dije.

-          ¿Dónde está? – Me dijo.

-          En casa, en el sofá, durmiendo la siesta. – dije con cada palabra, el enojo aumentaba y terminé arrugando la frente igual que él, cuando abrí los ojos para mirarle a Dary.

-          ¿En serio?- repitió en señal de sorpresa.

Lo confirmé con un gesto. Volví a cerrar los ojos, para seguir visualizarla, que roncaba muy a gusto, abrazada con la almohada como si la vida se terminase así.

-          ¡Despierta, ven a BUSCARME!- le grité inconscientemente como si realmente estuviese a su lado, enojada.

Mamá abrió los ojos, miró la hora y salió de la casa con lo puesto. Volví a abrir los ojos.

-          Ya viene para aquí…- le dije.

Mientras que conectaba y tal, ya eran las 7:15pm los nenes se habían marchado no hacía ni diez minutos. En ese tiempo que no paraba de ver la puerta de salida, si se abría y que curiosamente fuese mamá, la hermana Patrocinio que se ocupaba de la portería por las tardes, salió de su rinconcito tras leer el periódico y se quedó a mi lado. 

Estudiar en un colegio de monjas es lo que pasaba, si te quedabas a almorzar o muy tarde después de clase, que te tocaba entablar conversaciones con las Hermanas, por los cuales no todas eran demasiado amables. La Hermana Patrocinio, era una mujer de más de 80 años, que por problemas de espalda iba igual de inclinada que la torre de Pisa, con unos mocasines dónde un zapato tenía plataforma y la otra era normal, una graduación de gafas tan potente que no veía ni tres burros en celo, y a pesar de no impartir clase, iba con la bata de profesora. Esa bata al final acabé odiándola, llegaba hasta las rodillas, por debajo se veía la falda cristiana que le sobresalía, una tela blanca con líneas verticales finas de color verde. Por lo menos, no iban como había visto en las fotos, vestidas como si fueran monjas de un convento, esa forma de vestir había caducado para ellas desde los años cincuenta. 

En realidad quedaban muy pocas Hermanas en ese colegio, yo terminé conociendo a dos de ellas que incluso fueron profesoras de mi madre, cuando tenía ocho años. La Hermana Sofía y la Hermana Montserrat, dos Solecitos increíbles. Incluso la Hermana Montserrat, había impartido clase a mi abuela Filo, cuando ella tan solo tenía cinco años, en ese tiempo ella era la mayor de todas, y a pesar de que seguía viviendo en el cuarto piso de ese colegio, bajaba las escaleras y las subía con la ayuda de un bastón, parecía que tenía casi 100 años y se movía muchísimo. También había hecho algo de vínculo con la Hermana Asunción, que en ese tiempo era la directora de la escuela, ella no conocía a nadie de mi familia, pero Uriel hablaba muy bien de ella. 

Estas Hermanas por normas de conducta del centro, teníamos que llamarlas así y después del nombre, pero conmigo era diferente, a mi todas y cada una de ellas me decían su nombre y nada más. Era extraño, pero ningún ser de luz, dijo ni realizó nada, solo sus corazones sentían algo, diferente y revolucionado. Así es como un día la Hermana Asunción y la Hermana Montserrat me lo dijo y como eran Solecitos, y mi corazón sabía que no mentían, las creí. 

Entre ellas estaban algunas que no veían esa luz de amor en nada, y entre ellas estaba la Hermana Patrocinio, cuando se acercó a mí, me obligó a levantarme para hablar conmigo.

-          ¿Tu madre se retrasa así siempre?- dijo Patrocinio con un tono muy desagradable.

-          Le cuesta llegar puntual.- contesté intentando no mostrar que la estaba defendiendo, pero tampoco dándole razón a ella, no con ese tono despreciable que no me gustó.

-          Quizás con otros padres estarías mejor…- insinuó.

Yo abrí los ojos, porque no me podía creer lo que dijo. Seguro que iba a llamar a las autoridades en cualquier momento. 

Una niña de ocho años, se encontraba bajo las escaleras de esa misma portería, pero era a la tarde y en una época mucho más antigua. Llevaba un oso de peluche y una fotografía de una mujer de treinta años muy hermosa. La niña lloraba desconsoladamente, mientras que una de las novicias, la llamaba “¡Patrocinio, ven a comer!” pero ella se negaba, quería quedarse allí, hasta que la novicia la arrancaba de allí y se la llevaba.

La miré a los ojos con tanta fuerza que pude ver todo eso. Me quedé muda, cuando Uriel puso sus manos encima de mis hombros, se agachó para hablarme en la oreja, pero di un paso hacia adelante y él me dejó.

-          No, no quiero estar con otros padres. Ellos me aman y yo a ellos, a su manera, pero lo hacen. Pero siento mucho, que usted no pudiera estar con su mamá, cuando más la necesitaba, porque estaba muy guapa en la fotito.- le dije sin apartar la mirada de la suya.

-          ¿Cómo dices?- se quedó pasmada y su voz empezó a ser más amable.

-          Seguramente, que en algún punto de su vida, sabrá porque ocurrió. Tenga fe.- le dije dándole la mano que había quedado en medio de su cintura.

No sabía mucho porque había visto eso, pero di en el clavo, sus ojitos se emocionaron para no darme la razón, decidió volverse a la portería, justo en ese momento, mamá al fin apareció en la puerta. Le dieron paso para pasar la segunda puerta electrónica, y cuando me acerqué a ella y vi sus ojos de recién levantada, me paré a un metro de ella, que venía a darme un abrazo.

-          ¡No quiero que me vengas a buscar más, mamá! ¡no me toques, estoy muy enojada contigo!- le grité allí mismo, ella paró y se quedó allí pasmada también.- ¡Vamos, vamos a casa!- le dije me adelanté ella me siguió y nos fuimos a la calle.



Tuve que darle la manito a mamá para ir por la calle, pero nos fuimos en silencio. Aunque ella sacaba temas, yo le ignoraba. ¿Cómo podía haber hecho algo así? Esperaba que tuviera una razón para hacerlo, pero no la dijo, sus ojos lo decían todo, igual esperaba a que lo dijera, pero tampoco.

En la Plaza de Dalt Vila, me quedé quieta y la obligué a frenarse, ella se giró e intentó seguir, pero le dejé la mano.

-          ¿Por qué no has venido a las cinco a buscarme?- le dije con los brazos cruzados en el pecho.

-          Lo siento mucho, cariño… me he quedado dormida en el sofá.- contestó.

Mi enojo ya estaba por las nubes, cuando en ese momento vi que venía delante de nosotros el tito Hilario. Corrí hacía él, que me estaba mirando y él me recibió con un abrazo fuerte que me alzó por los aires, pero al abrazarlo, empecé a llorar como si no hubiese futuro para mí.

-          ¿Qué te pasa, querida? – dijo preocupado Humiel.

-          ¡Mamá no piensa en mí! – dije entre llantos, mientras que ella venía detrás.

Mientras que mamá le contaba a su querido hermano lo sucedido y su cara de enojo también aumentaba hacia ella, yo me quedé llorando. 

Ese día fue el más horrible de mí vida, por la mañana casi me ahogo en la piscina municipal, y por la tarde, mi madre casi me abandona en el colegio. ¿Pero qué clase de padres había elegido compartir esta encarnación? Comprendía que papá no podía, pero mamá, si, y eso me cambió por completo, porque a partir de ese momento, me prometí a mí misma ser más responsable de mí misma, intentar molestar lo menos posible, porque según mamá… no le importaba nada mi existencia. Entonces, comprendí que mamá sufre de egoísmo y desde ese momento que nuestra relación se ha visto muy afectada, conservo la relación, pero el vínculo madre e hija, se borró. 

-          ¡Te has pasado, hermana! ¿Cómo se te ocurre hacerle algo así? ¡Tienes una responsabilidad, eh! Sino podías recogerla, avísame a mí y yo voy a por ella. Salgo antes del trabajo, solo para hacerme responsable de mi sobrinita ¿vale? – Se agradecía ver al Titi echándole la bronca a mi madre, en él siempre he podido confiar.

Pero como era de esperar, mamá no quiso decir nada, se quedó callada, con el cigarro en los dedos. 

-          ¿No venía su abuela a recogerla a las cinco? – preguntaba Hilario.

-          No puede todos los días, hay días en que debo ir yo.- contestó mamá.

-          Pues ahora no, iré yo a por ella y me la traeré a casa. Luego la pasas a recoger en casa, ¿ok? – propuso Hilario.

Mamá aceptó, a mí me pareció perfecto, pero no me resultaba justo. Porque como ya he dicho, Hilario tenía que salir del trabajo antes, para venirme a buscar, y mamá que no trabajaba, no podía venir a buscarme. Comprendí que no quería venir a buscarme, por eso, cualquier plan mejor que ella, era mejor. Además, así me aseguraría poder jugar con alguien que comprende todo este mundo dimensional, ya que mamá, no empezó a jugar conmigo, hasta mucho más tarde. 

Una vez más, el ángel Humiel me sacó las castañas del fuego. De la forma en cómo nos encontramos, me di cuenta de que estaba yéndose para el colegio, es decir, que había escuchado el mensaje de ayuda que tanto Uriel como yo le habíamos enviado de forma telepática. En este caso, escuchó a Uriel que le pidió que viniera urgentemente a buscarme, y que luego, ya hablarían con mamá, pero no fue así, porque mamá, me escuchó a mí. Comprendí que conservaba también algunas formas de comunicación típicas de ser de luz, pero que no solía usar como algo habitual. No en este tiempo. 

Papá cuando lo supo durante la noche, también le cantó las cuarenta a mamá, de tal forma que papá al verme afectada por la situación, me prometió que para mí cumple iríamos a un lugar en familia todos juntos. 

-          ¿A dónde te gustaría ir? – me preguntó papá.

-          ¡Al zoo!- contesté contenta.

-          ¡Pues iremos al zoo!- dijo papá.

-          Y quiero que venga la Abuela Filo y el Tito Josep. – dije.

-          ¡Bien!- contestó.

El fin de semana antes de mi cumpleaños, nos fuimos al zoo de Barcelona.

Recomendación: Selena Gomez - The heart wants what it wants.

HR.

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Cuando No Te Permiten Sacar La Sabiduría

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