domingo, octubre 11, 2020

El Espejo De Mí Vida - Capítulos 51 y 52

 Capítulo 51

No quería darle la razón a José y quedar como una idiota ilusa, porque si él tuviese razón, ese sería la primera vez en mi vida que el corazón se me rompería por pensar en ilusiones. Aunque si lo piensan mejor, prefiero el significado de los tres maestros que el hecho de que lleguen tres abuelos que no conoces de nada, a darle regalitos a los niños. Suena a pederastia eso. En ese momento, tenía una fe muy fuerte de que mi explicación era real, tan real que la sentía lógica y coherente.

A la 1pm mi madre me vino a buscar, intentando hacer las paces debido a aquel día de que me dejó allí durante mucho rato, y me llevó a casa. Por el camino me decía que había visto algo raro en el salón y le parecía ver un regalo escondido. Así que al llegar al salón, empecé a buscar y detrás de las cortinas, había un regalo más de ellos. Lo abrí y efectivamente eran los rotuladores. Me alegré mucho en el momento, pensando que no me habían roto el corazón. Pero cuando se me bajó la emoción, me quedé mirando el lugar dónde estaba… del que suponía que debía estar el árbol, que mi padre ya había quitado. No me cuadraba.

-          Dary, ¿Cómo es posible que este regalo estuviese escondido detrás de las cortinas, si el árbol estaba al otro lado de la sala?- le pregunté.

-          ¿Has visto que papel de regalo más bonito, mi amor? – decía Uriel ofreciéndome un trozo que acepté.

Automáticamente vi la verdad con tan solo tocar el papel de regalo.

Mamá se fue a la librería Marisa a buscar los rotuladores, y la misma dependienta lo envolvió y mamá lo escondió detrás de las cortinas.

Miré a Uriel con los ojos emocionados de tristeza, me abracé a él pero de repente toqué el suelo dónde estaba el árbol y seguí viendo.

Mamá y papá se escaparon de casa la iaia Victoria, para colocar todos los regalos debajo del árbol, las galletas se las comió Frodo y la leche regaron una planta de la terraza. Entonces, volvían al piso como si nada.

Empecé a llorar. Uriel me abrazó y se quedó así un buen rato, con la otra mano tenía los rotuladores, mamá llegó, me puse de pie y tiré los rotuladores al suelo.

-          ¡Todo es mentira!- grité enojada, rápidamente subí las escaleras y me fui a mi habitación, Uriel fue detrás de mí, me tumbé en la cama y él me consoló.


Me quité los zapatos nuevos tenía ganas de tirarlas por la ventana y no saber nada más de ellos, pero al final me reprimí. Todo era una mentira. José tenía razón, eran los padres.

-          Mi amor, no todo es mentira, ¿sabes? La mentira solo es una forma de ver las cosas y entenderlas, pero lo que te dice José no es cierto tampoco, solo es inconsciencia, nada más. Los maestros que tú has conocido, ellos son tan reales como sientes el latir de tú corazón. Solo que, en esta dimensión, la gente perdió el sentido a creer en algo y a sentir esa creencia en suya. Por eso inventan cosas de la verdad, inventan que hay tres hombres grandes que una vez al año, reparten regalo a los niños, porque en el fondo, siguen sintiendo a los Maestros. Con la diferencia de que no son regalos lo que reparten, sino deseos, tres deseos que cada uno pide y que a lo largo del año, te ayudan a que lo consigas realizar. – dijo Uriel con todo su amor de su corazón.

-          ¿Por qué ocurre esto entonces? ¿por qué nos mienten?- dije entre lágrimas.

-          Dicen que la ilusión de un niño es capaz de crear cualquier cosa. Pero al hacerse mayores, deben dejar de jugar y ponerse a trabajar, perder la ilusión es la forma de que el niño deje de tener ganas de jugar y se ponga una corbata, una camisa, agarre un maletín y se vaya a trabajar. Eso según los de esta dimensión es crecer. Pero para nosotros, crecer es muy diferente. Jamás se nos ocurriría jugar con las ilusiones de los niños, para hacerles entrar en razón de que ya es tiempo de dejar eso y preocuparse por otros problemas. – contestó Uriel, su sinceridad era demasiado cariñosa pero aceptable.

Aquella tarde regresé a clase, me puse delante de José y le di un abrazo que se quedó tan parado que no sabía qué estaba pasando.

-          ¿Qué haces?- dijo José.

-          Darte las gracias, tenías razón. Los padres son ellos. – me sentía contenta.

-          ¡Ves!- dijo agradecido.

-          Pero no simplemente estoy contenta para saber que me han mentido lo que llevo de vida, sino que estoy contenta porque gracias a eso, ahora he aprendido algo muy importante. – le dije, se me quedó mirando con cara de no entenderme.- ahora sé qué debo hacer el resto de mi vida. Gracias, José.- dije.

-          No entiendo.- contestó.

-          Al contrario de ustedes, yo no me puedo permitir perder la ilusión de seguir sintiendo la magia dentro de mí corazón. Pues si así lo hiciera, me desconectaría de la vida que me espera y sería solo… una persona sin  nada más.- dije, pensando que me entendería pero no era así. José me miraba con una cara de raro.

De hecho no me entendió y enseguida cambió de tema y empezamos a hablar de otras cosas. Como por ejemplo, que al día siguiente Gerard regresaría a clase. Estaba algo nerviosa para ver cómo reaccionaría al verme tan preocupada, siendo yo el motivo de porque casi se muere por mi culpa. Pero tenía ganas de verlo y pedirle perdón. No podía vivir con esa llama encendida dentro de mí. Esa noche me costó mucho dormir.

A las nueve de la mañana, apareció en la puerta de la clase, con una venda en el cuello, nada más verlo ya se me giró el estómago. Gerard entró a la clase bajo los aplausos de los compañeros, contentos de verlo, yo me sumé, pero me miró, curiosamente se sentaba a mi lado, dejó la mochila, fue a buscar una carpeta en la estantería se sentó, pero ni me observó ni me dirigió la palabra en todo el día.

-          ¿Estás bien, Gerard?- le dije.

Pero no me quería contestar, quería ignorarme, pues hablaba con todos los demás, pero conmigo no quiso. Era comprensible. Así que no le dije nada más y me concentré en el día.

Durante el patio le seguí, quería conseguir por lo menos pedirle perdón a la cara, como tenía la venda no podía jugar a futbol con la clase, y se tuvo que quedar cerca de los profesores, ideal para pedirle perdón. Me acerqué a las jardineras, la zona dónde me tenía que quedar yo, él estaba allí aburrido, observando como los demás jugaban y él no. Me senté a un par de metros de él.

-          ¡Que aburrido, cierto!- dije para empatizar, pero solo me miró con sus ojos color cafés y me ignoró.

No perdí la esperanza, al día siguiente, le regalé un cuaderno porque sabía que le faltaba uno, con la iaia Filo fuimos a la Marisa y compramos uno para Gerard. Le conté que quería pedirle perdón y ella me aconsejó que con un regalo es más fácil. Se lo dejé envuelto encima de su mesa. Pero ese día, la Ramona me cambió de lugar y me puso con otro compañero. Me llevé el regalo conmigo, cuando vi que a él también le cambiaban de lugar. Y pensé en dejarle el regalo en su sitio para el regreso del patio.

Lo intenté hablarle durante el patio, pero tampoco hubo suerte. Al regresar a clase, el regalo que había dejado en su mesa, firmado con mi letra, ya no estaba, me alegré, porque eso quería decir que lo había aceptado. Hasta que fui a la basura a sacarle punta al lápiz y vi el regalo en la basura. Sin que nadie lo viese, agarré el regalo que estaba todavía envuelto y me lo guardé en la mochila. Me puse triste. Esa tarde, con la iaia Filo le mostré y se puso triste también. Pasaron semanas y no había suerte, hasta que finalmente no quería salir al patio y me permitieron quedarme en clase, a solas.

-          He perdido a mi mejor amigo, Dary. Lo he perdido para siempre.- me sentía muy triste, me dolía el corazón.

-          Yo no lo veo así, mi amor. Siempre hay esperanza. – dijo para animarme.

Me senté en mi lugar, puse la cara encima la mesa, sin ganas de nada, hasta que noté que alguien estaba delante de mi mesa. Levanté la cara y era Gerard.

-          ¿Somos amigos?- dijo con una sonrisa.

-          Si.- dije sorprendida pero decidida.

-          Amigos.- dijo contentó me ofreció la mano se la di y acordamos.

Así de fácil se solucionó. Ni regalos, ni nada. Como había tiempo todavía del patio, bajamos juntos y jugamos al pilla-pilla mi juego favorito. Ese recreo fue de los mejores de mi vida.


Durante ese mediodía, nos quedamos hablando de cosas, mientras que no nos venían a recoger. Entonces vino la madre de Gerard y al vernos se enojó, le tiró del brazo y le separó de mí.

-          ¡Ya está bien de hacerle daño a mi niño!- decía la madre.

-          Somos amigos, no le hago daño.- le dije.

-          ¡A los amigos no les intentas matar, niña!- dijo la madre.

-          Eso fue un error que no volverá a ocurrir.- dije conscientemente de lo que decía.

Pero antes de decir nada más, la madre de Gerard se lo había llevado hacia las profesoras y le advertían de que yo debía mantenerme alejado de él. Eso me puse triste. Entonces vino el Titi, me lancé a sus brazos y me puse a llorar. No tenía ganas de hablar, así que Uriel le habló por mí. El Titi se acercó a la madre que seguía discutiendo con los profesores.

-          Escúcheme un momento, ¿usted le ha pedido a mi sobrina que no juegue más con su hijo?- dijo el Titi, yo estaba en sus brazos.

-          Si, su sobrina es un peligro para este colegio, la intenté denunciar pero la directora no me lo permitió.- dijo.

-          Mi sobrina es la persona más especial que jamás conocerá en su existencia siendo humana, ¿sabe? Lo que le pasó se le llama posesión, por lo tanto, no es nadie para juzgarla, ella no era quién hacía eso, sino el demonio llamado como Gämael. Ni se le ocurre dejar que su hijo y mi sobrina no jueguen, porque son mejores amigos.- dijo el Titi.

-          ¿Usted me va a decir lo que debo hacer?- dijo la madre.

-          Me crea o no, acuérdese de la cara de mi sobrina.- eso fue lo último que le dijo, entonces le chocó la mano a Gerard, le guiñó el ojo y nos fuimos para casa la iaia Victoria.

 

Capítulo 52:

Al día siguiente Gerard me invitó al cumpleaños de uno de sus primos, invitó a algunos compañeros de clase, pero él quería que estuviese también, así que con Uriel aceptamos la invitación. La fiesta sería el sábado por la tarde, mi padre se puso en contacto por teléfono, que la conocía porque en su trabajo llevaba los papeles del trabajo de la madre de Gerard para saber dónde tenía que llevarme y a qué hora. Yo me puse algo nerviosa, a pesar de llevar tantos años con estos compañeros de clase, era la primera vez que me invitaban a un cumpleaños, su primo también iba a la misma escuela, pero un curso menos, se llamaba Kevin.

Los niños de un curso anterior no conocía a muchos, solo a dos, en primer lugar a una niña llamada Paula que se cambió de colegio en P4, porque sus padres son amigos de mis tíos y mis padres, y ella quería ir conmigo, al final el tiempo tomó caminos separados. Y otra chica llamada Elisabet, que conocí yendo a la logopeda que tuve que ir por haber nacido sin paladar ni campanilla, la María Gleva que no me gustaba su forma de trabajar. Mientras que a mí me daba la sesión, la Elisabet junto a su madre María Rosa, esperaban su turno que era una hora después que yo. Pero en realidad ella no sentía que tenía que hacerme amiga, algo me llamaba la atención de que no era una buena idea, y hacía caso a mí corazón, de todos modos la Elisabet también iba al colegio y la veía en el patio algunas veces en el curso anterior, cuando salíamos a la misma hora, que le costaba mucho hacer amistades, siempre estaba cerca de los profesores.

De todos modos, me puse algo nerviosa y Uriel lo notaba horas antes de la fiesta, incluso le había comprado un regalito a Kevin y a Gerard, a pesar que a Gerard solo lo hacía de cortesía, su cumpleaños era en verano, fuera del curso escolar. Según lo que había dicho mi padre, me llevaría en auto porque el lugar dónde vivía era en un bloque de piso en medio de la carretera principal de Vic a Manlleu, en el barrio de Vista Alegre. En realidad no estaba lejos de casa, pero por garantizar mi seguridad, él quiso llevarme en auto y lo acepté, no me quedaba otra.

Llegué a las cuatro de la tarde con los dos regalos en las manos, mi padre aparcó como pudo y bajó del auto para acompañarme al número del bloque, subimos tres pisos y delante de la puerta había una gran pancarta que decía “fiesta de cumpleaños de Kevin” llamé al timbre y esperamos a que nos abriesen. Disimuladamente le agarré fuerte del anunciador de Uriel, mis nervios alcanzaron su nivel óptimo como para empezar a temblar, intentando pensar qué le diría a Gerard. Pocos segundos después, la madre de Gerard abrió la puerta y me echó la mirada más rara que jamás olvidé, no la supe identificar si era amabilidad, descontento o enojo, pero me dejó pasar, mi padre regresó al auto y no supe nada más de él, tras decirme que a las siete de la tarde vendría a buscarme.

La casa era muy chiquita, un piso realmente pequeño para tantas personas que vi que había, entre familiares y amigos de Kevin y de Gerard, los encontré en el salón comedor, la mesa había mucha comida, patatas, dulces, snacks, cosas que normalmente uno no come por salud, pero en ese momento parecía el festín del azúcar. Al otro lado de la mesa que ocupaba todo el comedor, encontré a Gerard y a su lado un chico rubio que hablaban, me acerqué a Gerard.

-          ¡Hola Gerard! Gracias por invitarme. He traído regalitos, para ti y… para el que cumple años…- dije.

-          ¡Hola Laia!- se alegró de verme, aceptó uno de los dos paquetitos.- te presento a mi primo Kevin.- era el niño con quién hablaba le saludé sin emitir ningún sonido pero sonreí.- gracias.- dijo Gerard, Kevin agarró su regalo y lo abrieron.

-          He pensado que les gustaría…- dije.

Les había regalado coches en miniatura para jugar todos, los tres, porque a mí también me encantaban. Se alegraron mucho y empezamos a jugar los tres, se nos fueron apuntando gente de un curso menor y de la clase, me acuerdo que la Rosalba nos miraba con su mirada penetrante que no sabías nunca si lo hacía por desconocimiento o era digno de un misterio, pero siempre me ha gustado sus ojos color cafés, que intriga más hermosa.

-          Se aburre…- escuché un susurro la voz era masculina igual pero no era de Uriel, miré a mi derecha y vi un hermoso ángel vestido de violeta que me sonreía, seguramente que ya sabía de mí condición.- se pregunta ¿si pueden jugar a otra cosa?- dijo el ángel.

-          Chicos, ¿jugamos a otra cosa?- les sugerí y aceptaron.

El ángel me dio las gracias al ver a Rosalba divertirse, y yo también me estaba divirtiendo. Me olvidé por completo de los complejos que había en la clase por el Bullying y me di cuenta enseguida que la Júlia no la habían invitado, en cambio había muchos compañeros de clase como Nil, un gran compañero.

-          ¿Dónde está la Júlia?- le pregunté a Gerard.

-          No la invité.- contestó él rápidamente.

Me sorprendió, pero lo entendí.

-          Si la invitaba a ella, no te podía invitar a ti.- dijo Gerard, me robó el corazón, esto es una amistad señores.

Por Dios. ¿Hasta este punto era capaz la Júlia? Me molestó, pero ella misma se lo buscó.

-          No me gusta tener miedo, y ella solo es miedo.- confesó.

-          ¿Y conmigo?- le pregunté.

-          Tú no das miedo, tú eres mi amiga.- dijo y nos dimos un pequeño abrazo.

En realidad me emocionó, pero decidí no llorar. Nadie después de lo ocurrido pensaba que diría esto de mí, y menos él. Fue en ese momento, cuando me di cuenta que nuestra amistad era fuerte, pasase lo que pasase, siempre seríamos amigos, y así deseaba que fuese siempre.


Tras probar la torta de cumpleaños de Kevin, nos pusimos a jugar en un trozo de la calle que no pasaban autos, mientras esperábamos a que nuestros padres nos viniesen a recoger. Decidimos jugar al escondite, al cabo de unos tres turnos, nos cansamos y teníamos hambre, así que volvimos a subir al bloque.

Yo iba delante, guiando a la gente, porque Gerard se quedó abajo con otros y subimos las chicas, algunas tenían que ir al baño, y yo tenía hambre. Subimos al bloque, pero ocurrió una cosa que me dejó del revés. Al llegar a la puerta del tercer piso, no había pancarta, era raro, llamamos al timbre y las personas que vivían allí eran otras.

-          ¿Gerard?- dije.

-          Niñas, se equivocaron, aquí no vive ningún niño.- una mujer nos cerró la puerta en las narices.

-          ¿Qué ha pasado?- preguntó una de las chicas.- ¿Dónde están?- dijo.

Pensé que nos habíamos equivocado de número, pues había ambas puertas, así que bajamos abajo y vi el número.

-          Gerard, ¿qué número es tú bloque?- le pregunté.

-          El 11.- contestó.

Fue el mismo que entramos, y había ocurrido eso.

-          ¿Tercer piso, puerta A?- repetí.

-          Sí.- contestó Gerard.

Misma puerta, misma escalera. Volvimos a subir las chicas, y al llegar, vimos la pancarta en la puerta, nos quedamos las niñas plantadas observando.

-          ¿Qué ha pasado?- preguntó Rosalba.

-          No tengo ni idea.- le dije.

-          Todo esto no estaba hace un rato…- dijo otra niña.

-          Lo sé… no sé qué ha pasado…- dije.

Entramos y todo estaba en su sitio, el piso, nuestras cosas… todo en su lugar. ¿Qué había sido eso? Sabía que la respuesta no podría venir de nadie más que de Uriel, que durante la fiesta le había dejado con su forma angelical, sin hacerle mucho caso. Aprovechando que esperaba en la puerta a mi padre y estábamos “relativamente” apartados de los demás, hablé con Uriel.

-          ¿Qué ha sido eso de antes, Dary?- le pregunté.

-          Las niñas y tú habéis viajado en el tiempo, hacia el futuro. Dentro de dos años, Gerard se va a cambiar de piso. – contestó Uriel.

-          ¿Cómo viajar en el tiempo? ¿Con ellas?- pregunté.

-          El tiempo no es tan fijo como la gente de esta dimensión piensa o cree. Para que comprendas cómo funciona el tiempo, es como si el mundo fuese una bola gigante de plastilina, y el tiempo fuese las capas superiores de la bola de plastilina, puedes manipularlo a tú antojo cuando quieras y a dónde quieras. Eso es lo que has hecho, junto a las niñas. Has sido tú, quién ha realizado ese salto al futuro. – explicó Uriel.

Me dejó sin palabras.

-          ¿Yo, en serio?- repetí asombrada y algo preocupada por las niñas.- ¿qué pensarán de mi ahora ellas? ¡Oh, no…!- dije susurrando.

-          ¿Por qué te preocupan tanto, si mañana ellas no te dirán nada, estarán de nuevo detrás de las espaldas de Júlia? – dijo Uriel con poco tacto, algo inusual pero tenía razón, ellas mañana volverían a clase ignorando lo ocurrido hoy.

-          Tienes razón, Dary. Es mejor que no comenten nada, porque no sé ni qué decir. Nunca me había pasado esto… si quería darles más motivos para que ni se acercasen, este viajecito al futuro ya ha sido demasiado para ellas, ¿no?- le pregunté a Uriel, no dijo nada solo confirmó con la cabeza, así que me agarré a su mano y esperamos.

Al día siguiente en el colegio, la Rosalba y una niña más que había venido a la fiesta, efectivamente no me dirigieron la palabra, pero me estuvieron observando como si fuese la rara de la clase, y de hecho algo de razón tenían. Me di cuenta de que tenía que apartarme de ellas y de los compañeros de clase, no hacer vínculo con ellos, no hasta que estuvieran listos para recibir todo esto. Aunque me dolía aún más el corazón, así empecé a auto marginarme siempre que tuviera opción, la única compañía que aceptaba era la de los Seres de Luz.

Solo me permití amigos en IÓN, pues ellos estaban pasando por lo mismo o casi lo mismo que yo, y era un alivio hablar con Rita o con el Señor Ojos Verdes de estas cosas, de camino a París en el metro.

Dos semanas después de las vacaciones de Navidad, volví a IÓN, al final se me retrasó porque hubo un problema en administración y no me dejaban regresar. Durante el segundo día Tzorelle nos llevó de excursión por las tres horas de clase habitual, para irnos a los bosques llamados Sistemas de Agartha alrededor de IÓN. Según él, llegaríamos para comer y luego podría asistir a la clase de entrenamientos con el Maestro Lonan. Era la primera excursión del nuevo curso, y estaba muy ilusionada porque después de estudiar muchas especies de animales y plantas, al final empezábamos a practicar tal y cómo se nos había dicho.

-          Hoy hablaremos con los árboles.- dijo Tzorelle cuando llegamos a una pequeña llanura rodeada de árboles milenarios hermosos.- busquen un árbol y empiecen a conversar tal y cómo les enseñé en el manual.- informó.- vayan solos, y dejen que el árbol les llame.- decía.

No me quise alejar mucho porque los sistemas de Agartha son bosques muy frondosos, pero para que se hagan una idea, es como cruzar el Amazonas en una temperatura estable de 26ºC en primavera. 

Recomendación: La Mitad - JPelirrojo.

HR.

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viernes, octubre 09, 2020

El Magnetismo De Un Ser De Luz

 

Se ha escuchado muchas veces en los libros de historia y de religión antigua, que el momento en que se aparecía un ángel o un Maestro Ascendido delante de un grupo de personas, ellas sentían un mismo sentimiento que es muy parecido y se confunde mucho con el sentirse enamorado de alguien. ¿Alguna vez has sentido el magnetismo de alguien que emite una energía muy especial, que no sabes porqué pero no puedes dejar de pensar en ese alguien? Entiendo que muchos de ustedes no hayan tomado conciencia en un momento en que estaban delante de un Ser de Luz, pero seguramente que les habrá pasado con alguien que es un desconocido.

Para que lo entiendan mejor, cuando uno le ocurre eso, es el mismo sentimiento como si ya conocieras a esa persona de otro lugar, por eso se puede confundir en si ya te has visto con él o ella en otra vida, o en el sentido de que es o puede ser un nuevo amor en tú vida. Pues el sentimiento que les atrapa es en realidad, un AMOR tan profundo que a nosotros como personas, nos da la sensación de que nos hemos enamorado de esa persona. Pero en realidad, ese sentimiento tan puro, es el MAGNETISMO que desprenden los Seres de Luz, para que así reconozcas su llegada a tú grupito de amigos.

Antiguamente se acusaban a las brujas de hacer hechizos y enamorar a maridos que ya tenían hijos, y por eso la santa Inquisición la gran mayoría pensaban que eran hijos del mal y les llamaban brujas por hacer pócimas y hechizos a quién no debían sentir ese amor. Actualmente, se reconoce como Hechizo el sentimiento de magnetismo que tienes con una persona, pero en este sentido la verdad cambia, pues este MAGNETISMO es simplemente el AMOR propio. Lo que pasa es que los Seres de Luz, lo tienen tan desarrollado que nada más verlo en la distancia o a través de una pantalla como si fuese en el celular o la televisión, ya te enamora.


 

Es muy fácil de entender, pero complicado de llevarlo a la práctica, pues a muchas personas que conozco les ha pasado. No podemos olvidar que los Seres de luz ya están entre nosotros, camuflados a veces bajo otros nombres, pero se dejan ver ante ti, si te permites ver con el amor por delante y no de forma automática como solemos hacer la sociedad. Por ejemplo, Gab siempre ha estado divagando por la 3D y concretamente lleva más de 20 años visitando Manlleu todas las semanas, claro está que por aquí no se deja ver con su nombre universal, usa otro (que no voy a decir porque él no quiere que se los diga). Pero para que yo le reconociera, tuve que seguir mí camino, porque mientras que a mi me pasaban muchas cosas en la vida (ya lo verán en el espejo de mi vida), él seguía mis pasos, esperando y acompañando en silencio, tras una apariencia humana, pero siempre cerca.

No lo reconocí hasta que cumplí 23 años y él se apareció ante mí en Xauxa y se presentó, a pesar de que su nombre resonó desde lo más profundo de mi corazón, no supe su nombre que usaba recurrente para estar por el planeta, hasta ocho meses más tarde. El magnetismo que sienten las personas con ciertas “personas” que son bastante extrañas y que llaman la atención, si aprendes a mirar bien, te darás cuenta de que no se trata de una persona, sino de un Ser de Luz, y esa atracción que sientes muy parecida al enamoramiento, en realidad es la forma en que tú espíritu reconoce que ese ser de luz, es un ángel maestro, Elohim…

Este reconocerse tiene un propósito que debes encontrar, por eso el Ser de luz no se irá de ti, en cuanto te vea preparado, se te presentará a ti, no te dirá el nombre, porque tendrás que verlo tú y vivirlo. Porqué imaginen, si Gab me hubiese venido a decir ya desde el primer día “Hola, yo soy el Arcángel San Gabriel, y estoy aquí para…” ¿dónde estaría el aprendizaje que debes hacer para comprender lo que es la consciencia de la inconsciencia? Así es, no es lo mismo que te cuenten la experiencia que si la vives tú en primera persona ¿verdad?

El hecho de que se camuflen no significa que los gobiernos ya nos ocultan cosas y vivimos en una matrix que debemos salirnos, nada que ver… piensen en una cosa, si se apareciera un arcángel por ejemplo en una Iglesia y empezara a decir un mensaje, ¿Cuántas personas religiosas se agacharían para adorar al Arcángel? Seguramente que toda la iglesia, incluso los que ponen en duda la existencia de un universo espiritual. Por eso no se presentan así, todavía. Para aprender a ser una civilización de 5D, debemos aceptar que nosotros somos SERES DE LUZ que estamos pasando por el tránsito de HUMANO a SER DE LUZ.

De la misma manera que el Homo Sapiens evolucionó a Homo sapiens-sapiens, ahora la humanidad debe evolucionar y transformarse en SER DE LUZ. Y una de las cosas más importantes que debemos aprender es, a ser AMOR, algo que se nos da fatal, porque siempre tendemos a criticar a las espaldas a quién recién le diste la mano (yo me incluyo a veces me ocurre). Para poder evolucionar, debemos aprender a ser AMOR, por ende, debemos aprender a tener este magnetismo que nos atrapan, cada ser de luz llega a nosotros para enseñarnos algo importante, son nuestros profesores que nos están diciendo “eh, ¿se acuerdan que están terminando el curso de humano y el siguiente será para convertirse en Ser de luz?” es decir, como pasar de primaria a secundaria, nos recuerdan que hay que cambiar del colegio al instituto.

¿Por qué Jesús tenía tantos seguidores? El magnetismo de un Ser de Luz sería la razón de porque debemos evolucionar, porque el AMOR es la luz por ende, la luz es la vida eterna en el universo.

Recomendación: Internal Flight – Youtube.

HR.

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domingo, octubre 04, 2020

El Espejo De Mí Vida - Capítulo 50

 

La chica parecía joven, de unos 15 años, llevaba una túnica azulada con toques violeta, el pelo era castaño claro y le llegaba hasta detrás de las orejas, tenía el pelo algo corto de lo que había visto en Seres de Luz. Veíamos su rostro a través de un espejo, era muy hermosa, y sentía dentro de mí como un sentimiento de familiaridad muy grande, pero no recordaba dónde la había visto por última vez, ni siquiera sabía quién era.

-          La reconozco…- susurró el Chico de Ojos Verdes.- es… ella, ¿cierto?- me miró con ojos como platos.

-          No sé quién es, pero siento que es de la familia…- le susurré.

-          Creo que es… nuestra hija.- me dijo en la oreja él.

Me la quedé mirando a la chica, intentando identificar aspectos de mi físico y del suyo, efectivamente los ojos eran de él, la nariz y la boca míos, las manos una mezcla y el cuerpo la divinidad de los dioses usándonos a nosotros como moldes. Madre mía, esa era mi hija que vivía allí. Uriel ya me lo dijo al venir, viven algunos de nuestros hijos en este piso. Tengo hijos en 5D en Agartha.


De reojo vi a Uriel que llamaba a la puerta de la habitación de matrimonio que habíamos dejado atrás, como arte reflejo agarré con fuerza la camisa del Chico de Ojos Verdes y le empujé hacia la primera puerta de al lado, era un baño y cerré la puerta con cuidado.

-          ¿Qué haces?- preguntó él.

-          ¡Mójate la cara con el agua!- le exigí.

-          ¿Qué?- dijo.

-          ¡Uriel está viniendo hacia aquí y va a preguntar qué hago contigo en el baño! ¡Mójate la cara y le diré que te has mareado!- le dije.

-          Ok.- dijo se dirigió al grifo y se refrescó la cara con agua fría.

Agarré una toalla y se la di.

-          Ahora cuando venga, no le cuentes que la hemos visto. Esto es nuestro secreto. Creo que ella no tenía que estar aquí, todavía.- le dije.

-          Ah, de acuerdo. No diré nada.- contestó, se secó la cara con la toalla y alguien llamó a nuestra puerta.

-          ¡Adelante!- dije.

Uriel abrió la puerta y se quedó extrañado vernos los dos allí, pero cuando vio que el Chico se estaba secando la cara, dio dos pasos gigantes y le puso la mano en la frente.

-          ¿Te encuentras bien?- le dijo Uriel.

-          Si, solo me he mareado. Quizás, demasiada información…- dijo él.

-          Si, puede ser. Gabriel te espera en la terraza, deben volver. Al igual que tú y yo, mi amor.- dijo Uriel.

Nos despedimos con un abrazo, y me fui con Uriel por la terraza, quería usar la puerta pero Uriel exigía que fuese por la terraza. Él extendió sus hermosas alas blancas con las puntas grises, me agarró en brazos y empezamos a volar. ¡Qué sensación más hermosa! Pensaba que me dejaría en la plaza de la catedral, pero quiso volar hasta el hangar pero en Telos.

-          ¿Por qué no vamos en transporte?- le dije.

-          No agarré viaje de vuelta- dijo, su pelo volaba con el viento.

La noche de Reyes fue algo distinta al año anterior, como siempre pedí mis tres deseos, pero no lo vivía con igual atención que antes. Curiosamente se me quedó grabado la imagen de mi hija, ¿cómo era posible que yo siendo tan joven, tuviera hijos esperándome en ese piso? ¿Qué nombre tendrá? ¿Por qué Uriel quiso irnos por la ventana? Tenía tantas preguntas que decidí preguntárselas mientras que nos encontrábamos en la plaza, con la Iaia Filo, el Tiet Josep y mis padres.

-          Me dijiste que en aquel piso viven mis hijos, ¿Cuántos tengo allí?- le pregunté.

-          Solo tres hijos, pero tienes más. – contestó con sinceridad.

-          ¿Cuántos?- le pregunté.

-          Seis hijos de momento. – contestó Uriel, parecía no tener ganas de hablar del tema y se lo respeté.

¿Dónde estarían los tres que faltan? Era un misterio que no podría resolver aquella noche. Pero el viaje al departamento, me dejó bastante inquieta. Esa hija era muy hermosa, ¿qué hacía allí entonces?

Al terminar la cavalgata, fuimos como cada año a casa la Iaia Filo a poner la cesta para los regalos, me despedí de ella con un abrazo y acompañamos con el auto al Tiet Josep a su casa en el Barrio de Gracia. Al terminar, dejamos el auto en el Barrio Vilamirosa y nos fuimos de cenita en casa la Abuela Victoria.

Como cada año, la gran mayoría de regalos eran para mí, pero no me sentía merecida de todo lo que pedía, de nuevo el peso del pasado volvía a ser demasiado fuerte para mí. Cómo estaba tan harta de las vacaciones de navidad, me pasé toda la celebración encerrada en la habitación del Titi, solita allí, incluso me escondía de Uriel, me tumbé en la cama del Titi y me puse a observar el techo, en solitario, dejando que los recuerdos me inundasen la memoria.

Los ojos de mi abuelo Hilario me dolían en el corazón, se juntaban con los ojos del Chico de Ojos Verdes, una de cal otra de arena. La sangre de Gerard, casi a punto de irme presa por asesinato. Indefensa, pero posible para volver a la Unidad de la Guardia de San Miguel Arcángel. El nacimiento. Agua por doquier, hundiéndome en él hasta dejar de respirar. Enamorarme de nuevo del Chico de Ojos Verdes antes de ese hundimiento. La cara de mis hermanos irlandeses, viviendo en una granja cerca de Dublín. La cara de Gabriel Arcángel observándome con sus ojos dilatados verdes y azules a veces. Con mis manos dibujando esbozos en un pergamino antiguo y Da Vinci me enseñaba a ser artista como él. Un cuchillo en medio de mi pecho, sacándome la vida en un espectáculo delante de personas vestidas en taparrabos y plumas. Besando a los labios a un hombre con ojos azules, siendo yo un hombre también, en Alejandría. Casándome con una mujer con velo rojo cabello oscuro largo en Egipto. Llevar en brazos a mi hija que empezaba a caminar, en medio de un palacio con mucho calor en Ékaron. Naves espaciales, estrellas, vidas en otros planetas…


Entraba poco a poco al relax absoluto tirando atrás, tan atrás hasta que el tiempo dejase de contar, como si nada hubiese pasado y al mismo tiempo pasaba igual.

Soy una esfera luminosa azul verdoso. Ese es mi origen, que se divide y forma la copia exacta. Flotando en la nada, ni estrellas, ni vida, solo luz y oscuridad. Mi origen. Mi casa. Mi inicio.

-          ¿escuchas la canción que eres?- decía una voz femenina cantarina.

-          No, ¿quién eres tú?- le dije.

-          Yo soy tu.- dijo cantando.

-          No entiendo.- dije.

-          Mi nombre es Flor de Lys, y soy tú y tú eres yo. Yo soy. Juntas hemos vivido mucho en este universo, la pregunta es ¿ahora como quieres vivir?- dijo.

-          No entiendo. Mi nombre es Laia.- dije.

-          Solo es un nombre más de miles que has tenido, pero todos en su origen, van a mi, tú espíritu.- contestó.

-          ¿Estoy muerta?- dije.

-          No, sigues con vida.- contestó.

-          ¿Por qué cantas tanto?- le pregunté.

-          Pues porque en el resonar de mis notas, escuchas mis palabras a través del tiempo y el espacio, las ondas que el universo te ha ido constituido tal y como eres ahora, mi niña bonita.- contestó.

-          ¿Por qué estoy aquí?- pregunté.

-          Buscas una respuesta a tú pregunta, “¿por qué has vivido esto?” y has llegado a mi, a la fuente por el cual te nutres cada segundo de tú vida, es el origen de tú existencia. El yo soy. Buscas a alguien que te de una respuesta, y aquí llegaste, niña bonita.- dijo.

-          Entonces…- dije.

-          ¿Por qué piensas que has vivido tanto? – preguntó.

-          No lo sé, pero no me gusta sufrir tanto.- le dije.

-          ¿Te gusta el mar?- preguntó.

-          Si.- dije.

-          Imagina que todas tus vidas, son olas del mar, que cada una viven cosas buenas y cosas malas, pero ambas se mantienen en el mismo océano, creando olas que viajan hacia la orilla de la vida. Las miles de vidas que has vivido, resuenan en ti, mediante recuerdos de vidas pasadas, pues algunas cosas que vives en tú vida actual, tienen un parecido a una que viviste en otro tiempo y espacio. Pero debes recordar que por muy buenas o malas que fuesen las vidas, deben mantenerse en armonía, ¿comprendes?- dijo

-          No.- dije.

-          Armonía es mantener el mar en calma, con las olas normales, para que no se produzcan inundaciones en la orilla.- explicó.

-          Ah, ahora si lo entiendo. Debo estar en calma.- dije.

-          La calma no es hacer nada, es aceptar que las cosas buenas y malas, como dices tú, deben ocurrir para que el mar de la vidas, tengan un ritmo constante de viaje a su orilla.- dijo.

Antes de que pudiera decir nada más, empecé a dejar de escucharla y no sé a qué tiempo o velocidad pasó, abrí los ojos y me encontraba de nuevo tumbada en la cama del Titi.

-          Qué sueño más raro…- susurré, me levanté y me fui de nuevo con la gente.

Al llegar a casa, me di cuenta de los regalos que faltaba uno, me quedé observando a mis padres esperando a decirles algo, pero al final, lo comprendí y me enojé con José. Porqué tenía razón, los padres son los reyes, porque los rotuladores era lo único que no había escrito en la carta de casa. No les dije nada a mis padres, aún tenía esperanza de tenerlo en casa la Iaia Filo, pero la verdad es que tampoco estaban allí.


Dos días después, volvimos a clase, intentaba pensar una respuesta a la posible pregunta de porque no llevaba los rotuladores, pero lo consulté con Uriel y decidí decir la verdad, los reyes no me habían pasado eso, se les debió traspapelar. La Ramona me preguntó en clase de plástica, y al recibir mí respuesta se quedó blanca. Curiosamente mi madre tenía hora con la directora por el temita, y la Ramona llamó a la directora de que al terminar quería ver a mamá por eso mi madre llegó a mi clase. La Ramona salió junto conmigo al pasillo.

-          Quería hablarle de Laia, por un regalo de reyes que debía llegarle y no lo ha traído hoy en clase.- hablaba la Ramona a mi madre, que puso los ojos como platos.

-          ¿Un regalo? ¿Qué regalo?- dijo mi mamá.

-          Unos rotuladores de doble punta, lo pedimos para continuar las clases de plástica.- contestó la Ramona.

Mi madre se giró y me preguntó a mí.

-          Laia, ¿En qué carta lo pusiste?- me dijo.

-          En la del colegio.- le contesté.

-          ¿Y por qué no lo anotaste en la de casa?- dijo ella.

-          Por qué si ya le ponía en esa nueva, los Reyes ya sabían qué debían traerme, ¿no? ¡Como son mágicos!- dije y de fondo se escuchó como a la Ramona se le escapó la risa disimuladamente, pues mi madre se quedó roja, tan roja que no quisieron decir nada más, ella se fue y a mí me mandaron de vuelta a clase.

Si los Reyes Magos poseen la magia, no hace falta decirles en miles de cartas lo que uno quiere ¿cierto? Y si José tiene razón, sería el fin de la magia o quizás el fin de la verdad que ando escondiendo dentro de mí. Pues si así fuese, ¿Cómo podría explicar que cada año esa noche veo a los tres Maestros Ascendidos que se suponen fueron a entregarle a Jesús en su nacimiento esos regalos para su camino a seguir? Para mí los Tres Reyes Magos, no son simplemente tres desconocidos que traen regalos a los niños y caramelos, para mí son los tres Maestros El Morya (Melchor), Metratón (Gaspar) y Afri (Baltasar) quienes entregaron el Oro, la iluminación del SER, la mirra, la transformación del SER, el incienso, el conocimiento del SER. 

Recomendación: Abaout a mile - Calling your name.

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