viernes, agosto 28, 2020

Aprender A Mirar


 Nacemos con ojos pero ¿realmente sabes mirar? Dicen que mirar lo aprendemos durante los primeros seis meses de vida, porque el ojo al nacer no está del todo desarrollado, pero ¿qué es mirar? Biológicamente hablando, la mirada nos da una perspectiva de aquello que nos rodea, para identificar así dónde nos encontramos, qué objetos tenemos a nuestro alrededor y qué personas o animales o cosas nos acompañan. Emocionalmente hablando, la mirada es el despliegue de energía que como un rayo de luz blanco penetra en un diamante, se vuelven todos los colores del arcoíris, por el cual eso le llamamos alma. Espiritualmente hablando, se dice que la mirada es la forma que el espíritu observa su proyección, todo aquello que al abrir los ojos, es solo una proyección de aquello que dentro de cada espíritu resuena, pues a fuera es el lienzo final al sueño soñado.

Pero, insisto ¿realmente sabes mirar? Mirar y observar no son lo mismo, aunque ambas provengan del mismo lugar, observar significa sentir lo que tus ojos proyectan, en cambio mirar es fijarse en el detalle que capta tu atención de tal forma que parece que te enamores de cada detalle que mires de cualquier cosa que mires.

Por ejemplo… ¿Qué ves cuando estás delante de la orilla de la playa? El sentimiento que sientes en ese lugar, es la forma que tú alma expresa lo que estás observando, pero para mirar, debes hacerte la pregunta ¿Cuántos detalles captan la atención de lo que estoy mirando aquí y ahora?

Ahora imagina que hace tres meses que no has ido a esa playa, ¿podrías describirla tal y cómo la recuerdas? ¡Aquí está el secreto! Cuanto más detalles mires, mejor será el recuerdo, eso es mirar, el hecho de recordar todos los detalles o algunos que nadie más pudo ver, es lo que llamamos mirada consciente o actos de consciencia. Para que lo entiendas mejor, ahora intenta recordar lo que hacías un día como hoy hace un año atrás, ¿Qué detalles recuerdas de ese día en particular? Si era un día como cualquier otro, seguramente no recordarás nada, será como si nunca hubieses pasado por ese día, ¿cierto? En cambio si era un día importante, recordarás cosas increíbles. ¿Por qué sucede? Es nuestra forma de mirar, sino recuerdas nada, estabas en piloto automático, sin prestar atención a nada, como un robot, haciendo las cosas por hacerlas y no porque dentro de ti haya un sentimiento para observarlas y luego mirarlas con consciencia.

Es importante que cada cosa que nos llame la atención, activamos la mirada consciente, pues cada vez que lo hagas, estarás mandando tú recuerdo de este detalle al guardián de tú registro Akashico, así en la próxima vida si tienes una vida plenamente consciente, podrás recordar esa playa que tanto te ha enamorado, a pesar de que tengas otro aspecto, otro nombre y quizás vivas en otro país y época de la historia humana, pero recordarás haber estado en esa playa, solo porque usaste la mirada consciente y aprendiste a mirar.

Recomendación: El Renacer – Lucas Cervetti.

 HR.

HERO&Corporation.

miércoles, agosto 26, 2020

Entre Mayas Y Gatos

 

El domingo con la conexión día 20 del YOSOY sobre el toroide a nivel emocional, comprendí de primera mano, porque tenemos un Aura o un escudo protector cada uno de nosotros. Al terminar la conexión y escuchar a mi yo superior Flor de Lys cantar las magníficas cosas que dijo (no lo recuerdo bien, pero se me quedó esto “la vida es eterna, el tiempo solo es un camino más”) comprendí la importancia del Aura en nosotros. Imagínense un arcoíris gigante que les envuelve desde los pies a la cabeza, y su única conexión con nosotros es el alto corazón (en el cuello dónde terminan el hueso del omoplato hay un hueco que se puede detectar el latido del corazón, ese es el chakra alto corazón). Este arcoíris en realidad se llama toroide, comúnmente llamado también Aura, que nos ayuda a protegernos del exterior y entre muchas cosas más…

Hace diez años atrás, recuerdo que cuando estaba en el colegio no interactuaba mucho con los compañeros de clase a nivel físico, porque estar al lado de ellos me hacía sentir muy mal emocionalmente hablando. Eso me ocurría si me quedaba al lado de ellos sin dejar mucha espacio entre ellos y yo, es decir cuando sin querer invadían mi espacio personal y al mismo tiempo yo invadía el de ellos. No me gustaba y por eso, siempre mantenía la distancia de seguridad de un metro o a 45cm como mínimo. Lo hacía porque cuando entraba en su toroide, veía cosas que no quería ver, porque no me tocaba verlas.

Por ejemplo, si me acercaba, y esa persona sin decir nada pensaba en gatitos, yo sin decirle nada solo entrar en su toroide, podía ver una imagen en mi cabeza de esos gatitos, como eran y porque pensaba esa persona en eso en aquel momento. El toroide está compuesto por energía y la energía son las emociones, cada recuerdo que tenemos es una emoción que se queda en el recuerdo, y se queda incrustado en el toroide. Por eso, aprendí a mantener las distancias de seguridad, pues podía ver cualquier cosa que la otra persona estuviese pensando, sintiendo o simplemente haciendo o quería hacer, a mí me parecía y siempre me ha parecido una intromisión y por eso según el grado de relación que tenga con esa persona, me separo o no.

Por eso cuando alguien me cuenta una experiencia, sé que es verdad, porque en cierto modo estoy viendo lo que el otro me cuenta, estoy viendo su recuerdo de aquella experiencia, ya les aviso que bonito no parece que sea, porque cuando me ocurre me siento como un ladrón de recuerdos, la persona no da su permiso para que yo pueda ver, pero ocurre porque mi toroide es más sensible y permeable a recuerdos y entre otras cosas. Incluso a pesar de estar a dos metros o más, puedo sentir las emociones de las demás personas que estén a mi alrededor y qué están pensando hacer en ese momento, antes de que lo hagan. Eso es un truquito que aprendí en la instrucción de guardiana hace 80.000 años. En muchas ocasiones es así como se atrapa a un malhechor infraganti, no usamos cámaras, ni micrófonos, usamos el toroide que es infalible.

En Julio del 2018 me ocurrió una cosa muy rara que nunca me había pasado y que tiene mucho que ver con el toroide, me encontraba en Girona en un taller de consciencia del SER, y al terminar de cenar, de repente me vino un recuerdo de una vida pasada de hace 12.000 años en Egipto. En ese tiempo yo hacía dos años que había vuelto a recordar casi el 60% de mis vidas anteriores (ahora es el 70% aún me queda mucho), pero lo que ocurrió fue muy extraño porque cuando terminé de ver ese recuerdo, el chico que estaba sentado a mi lado a mi derecha, me estaba mirando y con la mirada preguntó “¿Viste eso tú también?” nunca había recordado una vida pasada con otra persona, pues me di cuenta que lo que había recordado, él también estaba en ese tiempo y espacio en la misma posición que estábamos pero con los sexos opuestos. Yo siendo un hombre y él siendo una mujer, el recuerdo era que éramos marido y mujer y que “mi mujer” esperaba un hijo que iba a convertirse en el primer heredero al trono de faraón.

Durante mucho tiempo, pensé que sin querer me había colado en su toroide y había visto un recuerdo de una vida pasada de él, porque de Egipto no recordaba mucho en ese tiempo, pero luego me di cuenta de que no, de que realmente yo estuve también en esa vida y que de forma casi mágica, por así decirlo, ese chico era importante. Pues cuando volvimos a vernos más adelante, volvía a suceder con otros momentos de otras vidas, no tan lejanas esta vez, por ejemplo Roma, Escandinavia, Florencia… Lo curioso es que solo me ocurre con él y con nadie más, supongo que en algún momento lo entenderé mejor porque ocurre esto.

Con el tiempo comprendí que el toroide hace muchas más funciones de las que me habían enseñado en otras vidas el Arcángel San Miguel y el Maestro Lonan, que son las dos cabezas que capitanean la seguridad de las guardias a nivel universal. Entonces, en un viaje dimensional de hace un par de meses, me encontraba con el Arcángel Jofiel y como él sabe mejor cómo funciona el mecanismo de recordar vidas, no me pude resistir a preguntarle…

YO: Cuando entro en el toroide de alguien, ¿por qué puedo ver lo que piensa o le sucedió a aquella persona?

JOFIEL: ¿Sabes cómo es posible que tú puedas recordar vidas pasadas?

YO: A través de la meditación, ¿no?

JOFIEL: No precisamente ocurre así, querida. Recordar significa que la energía que tú sientes y la que hay en tú espacio es idéntica a una situación que viviste en otra vida o en el pasado. Cuando ocurre eso, tú guardián Akashico comprende que estás alineado para entender a nivel emocional una experiencia que debes recordar. Por ende, él agarra el recuerdo en un rombo energético y a través del chakra corona, te pasa la información, hasta que llega al alto corazón y lo enfoca en el toroide, entonces, los demás Chakras reflejan ese recuerdo en la situación del presente en el que te encuentras, y así puedes ver lo que pasó hace vidas atrás y qué conexión tiene con lo que vives aquí y ahora. También es a través de la resonancia emocional, pero la intención es volver a vivir la experiencia con otros ojos.

YO: Pensaba que elegías tú mismo recordar las vidas, no pensaba que era a través de la resonancia.

JOFIEL: La resonancia es lo que todo está conectado con el todo, querida. Puedes elegir o dar el permiso para recordar, pero hasta que no estés en equilibrio y alineado, la resonancia no se activará y no recordarás nada.

YO: ¿por qué?

JOFIEL: Imagina que quieres llamar a tú mejor amiga, pero cuando está sonando el teléfono ella no te puede atender. Entonces, ¿qué haces?

YO: La vuelvo a llamar.

JOFIEL: Pero tampoco te contesta, porque está haciendo otras cosas y no escuchó la llamada. Cuando te alineas y estás en equilibrio, resuenas con la llamada de tú espíritu, alma y cuerpo para que el guardián de Akasha pueda enviarte un recuerdo, ¿comprendes?

YO: Si, lo comprendo. Es un llamado interior.

Por eso no recuerdo todo todavía, como he dicho actualmente solo recuerdo el 70% de quién fui, llegando a un máximo de 84 vidas unos 153.000 años aproximadamente, pero puede haber mucho más, todavía no sé cuando seguiré estando en resonancia para volver a recordar más, pero con estas conexiones del YOSOY me están ayudando a estar resonando todo el día, y es por eso que el domingo mientras cenaba en la cocina de mi casa, acompañada de mis padres viendo un documental de los secretos de los Mayas, tuve un recuerdo que quiero compartirles.

Me encontraba dentro de la nave de la Confederación Galáctica con el trabajo de la Gran Hermandad Blanca de crear los cuatro reinos de la Gran Perla Azul (la Tierra), después de haber conseguido evolucionar el Homo Sapiens a Homo Sapiens-Sapiens unos dos mil años más tarde, regresamos con la intención de observar sin bajar de las naves, cómo estaba yendo toda la evolución. Hacía poco tiempo que sabíamos que una civilización bastante lejana de la Tierra y de la Cruz del Sur estaba interesada en ser los primeros pobladores conscientes del proyecto Perla Azul, se hacían llamar los Mayas.

En la nave que acababa de regresar, no había tenido más contacto con ellos desde hacía 2.000 años, y el mundo que recordaba desde los ventanales de la nave había cambiado mucho, el reino vegetal estaba mucho más extenso, el mineral seguía siendo una maravilla en sus cuevas más impactantes, el animal vivía libremente miles de millones de especies algunas nuevas que se habían creado por deseos de las razas de animales y evolución en sí misma, el reino humano empezaba a tener algo más de capacidad para ser simple hombre de cavernas y empezar su largo viaje a la consciencia.

Los Mayas solo hacía 500 años que habían llegado a la Tierra, y esa era la primera reunión por lo cual la Hermandad Blanca tomaría contacto con los Mayas, tras una primera reunión en la Cruz del Sur (en ese tiempo, mi hogar). Así fue como en una de las salas de reunión más grandes de la nave principal de la Hermandad Blanca, acudimos a tres Mayas, eran dos hombres que aparentaban tener unos 30 o 40 años, y una joven chica de 16 años que vestían tradicionalmente sus costumbres, empezaron a caminar por el centro de la sala hasta nosotros, más de veinte científicos que habían hecho posible la creación de la Tierra y sus reinos, para entablar por primera vez conversación con los Mayas.

En el pasado esta civilización no tenía por costumbre entablar conversaciones con ninguna alianza cósmica, debido a que querían permanecer con sus costumbres nativas, pero tenían una gran capacidad de transmitir la consciencia del SER de tal forma que parecían nuestros ancestros estelares. En ese viaje me acompañaba el Arcángel San Gabriel, que a su vez hacía de comunicador oficial ante esa presentación, me encontraba a la derecha de él, agarrándole la mano con firmeza, esperando en silencio a que me presentara delante de ellos. En el momento en que llegaron delante de nosotros, Gabriel se presentó y acto seguido me presentó, entonces, el hombre de la derecha se presentó, luego presentó al otro hombre y después a la mujer, que me miró directamente a los ojos aunque se encontraba un par de pasos atrás de ellos dos. Esos ojos, me dejaron sin aliento, eran hermosos, verdes y azulados la fusión perfecta del universo, pues sus ojos representaban la luz del universo.

El idioma que hablaban era complejo de entender, pero aprendieron a hablar Arcturiano (en ese tiempo era el idioma universal) y así pudimos entender por qué habían decidido venir a contribuir.

 

Estos recuerdos ocurrieron en menos de cinco minutos, fue intenso pero hermoso, no sabía los nombres, de hecho en otras vidas era penosa con los nombres, pero al volver al presente, me quedé asombrada. Entonces miré la televisión que decía “¿por qué vinieron los Mayas y por qué se fueron tan rápido?” me planteé la misma pregunta durante varios minutos intentando ver si recordaba algo más, pero no fue posible. Solo había conocido a la primera hija de los Mayas que había nacido en este planeta, y con eso ya me sentía como si hubiese visto a Dios, es una forma de decir… pero con razón.

Durante la conexión del lunes, no sé qué me pasó pero regresé algo inestable energéticamente hablando, de tal forma que Uriel tuvo que cuidar de mí, porque literalmente me caía al suelo. Además, recuerdo que fuimos a casa un momento a buscar una camisa para abrigarme porque tenía frío, mientras que a fuera ya de noche hacía 33ºC, no regresé bien de la conexión, estaba claro y la forma de anclar siempre me ha funcionado fue salir a caminar y hablar de lo que me estaba pasando y de cómo me sentía por según qué temas de la vida actual. Durante el camino hacia la estación, nos encontramos a tres gatos callejeros que se acercaron a mí y se dejaron tocar, y cada vez que aparecía uno, curiosamente anclaba la energía de la conexión. Entonces recordé otra cosa…

Hace 12.000 años aproximadamente, yo era un hombre que caminaba hacia dentro de un templo en Egipto, en la puerta me encontraba siempre al mismo gato que sentado en una de las columnas, me esperaba para entrar y rezarle a los dioses. El gato era negro con ojos amarillos, se me quedaba a mi derecha dejándome espacio, escuchando el mensaje que los dioses tenían para mí, y de fondo escuchaba el ronroneo del gato que me ayudaba a estar en armonía.

Hace unas semanas atrás, durante dos conexiones del YOSOY apareció este mismo gato en el nuevo lugar de conexión, haciendo exactamente lo mismo SIMBEI, recordé su nombre y desde entonces que no volvió a aparecer.

Recomendación: Lucifer – Netflix 5T.

HR.

HERO&Corporation.

sábado, agosto 22, 2020

El Espejo De Mí Vida - Capítulo 43

 La Ramona a paso ligero me envió a la clase en cuanto tocó el timbre, ella me agarraba del brazo, me dolía pero parecía que ella estaba aún más asustada que yo, Uriel seguía conmigo, tampoco dijo nada, me vio que estaba en shock, no me podía sacar de la retina la imagen de Gerard muriéndose delante de mis ojos desangrado. Es algo que me quebró por dentro y que aún me cuesta superar. Pensaba que lo había matado, solo quería que estuviera bien, nada más. En ese momento, sentí de verdad qué era el odio hacia una persona que te ha hecho tanto daño, de hecho no era una persona, pues Gämael había hecho de todo mientras yo estaba encerrada en la jaula.

Los compañeros de clase estaban sentados en sus sitios, la Ramona sin dejarme del brazo se dirigió hacia la mesa, agarró las tijeras y me llevó al cubo de basura, para cortarme las uñas delante de todos, que los compañeros se reían de mí pero en sus ojos se veía el mismo reflejo de un monstruo, tenían miedo de mí, se reían para no llorar. Yo me sentí vacía y lloré en silencio.

Comprendí que mi vida había cambiado para siempre, la Laia que ellos conocían, dejaría de existir y el Bullying empezó realmente no por la Júlia, sino por la posesión de Gämael. Pero aparte de que se me rompiera el corazón de dolor, mientras me cortaban las uñas, me fijé el calendario que había justo delante.

-          ¿Diciembre?- susurré.

Uriel me escuchó y se acercó.

-          ¿Estamos en Diciembre?- volví a susurrar.

-          Sí, la semana pasada fue el puente de la inmaculada, quedan dos semanitas para las vacaciones de navidad, amor.- dijo Uriel, su tono de voz era tranquilo y con mucho amor, pero estaba muy preocupado por mí a la vez que contento por “recuperarme”.

No lo podía creer. Había estado poseída por dos meses. A mí me parecían cinco días. ¡Dios santo!

Cuando Ramona terminó de cortarme las uñas, nos fuimos fuera de la clase, vino una profesora a hacerles clase a los demás, yo me fui con la Ramona hacia portería. No entendía qué harían conmigo, hasta que por la puerta entró mamá acompañada de mi papá, estaban enojados por lo ocurrido, ni me dirigieron la palabra.

-          ¡Vayan al primer piso a hablar con la directora! Ella se quedará aquí, que espera a la psicóloga…- dijo Ramona.

 

La directora de ese momento era una monja muy hermosa llamada Roser (cómo mi bisabuela de parte de mí padre), que durante todo este tiempo intentó tranquilizar tanto a mis padres como a los padres de Gerard, mientras que su hijo mediano seguía en el hospital recuperándose. Ella intentó por todos los medios, que no me denunciaran y lo consiguió, al fin alguien que era capaz de jugársela conmigo. Por eso me encantaba, de hecho Uriel me comentó de que ella hablaba con ángeles, o sea que entendía más de lo que otros pudieran pensar lo que me sucedió.

-          Mi amor, ahora nos van a llevar con una psicóloga. Debes hacerme un favor, ¿ok?- dijo Uriel colocó sus manos encima de mis hombros y me miró directo a los ojos con mucho amor.

-          Ok, ¿qué quieres?- le dije.

-          No cuentes nada de que nos ves, ni mucho menos de lo que te ha pasado. Ella no entiende nada de esto, y si queremos ayudarte, debes dejar que lo hagamos nosotros, ella no te va a hacer bien. ¿ok?- dijo Uriel.

-          ¿Por qué no puedo decir nada?- le pregunté.

-          ¿Te acuerdas de tu primo Aros?- dijo Uriel.

-          Si, le cambiaron de colegio.- le dije.

-          No, le enviaron a un lugar mucho peor. Él contó a un psicólogo que nos ve y siente nuestra presencia, y ahora está encerrado en un psiquiátrico tomando pastillas para no conectar con su naturaleza, la luz. Él es un emisario como tú, pero está atrapado.- informó.

Sabía que veía igual que yo y conectaba igual que yo, pero saber dónde se encontraba me agarró miedo y cómo confío plenamente en Uriel, le prometí mantener la boca cerrada.

La psicóloga llegó y cuando me miró me quedé atrapada observando quién le aguardaba las espaldas… un ángel con alas negras casi rotas. Otro ángel caído. Ahora cuando veía uno, me agarraba miedo a pesar de que este no era Gämael, ni se presentó solo observaba y deducía igual que la psicóloga, no quería verlos. A los caídos no. Uriel me agarró de la mano yo le agarré con fuerza, comprendió lo que veía nada más mirarme a los ojos, con la otra mano me acarició suavemente la mejilla y me dio un beso en la cabeza.

-          Si estás conmigo, no te va a suceder nada, mi amor. Yo cuido de ti. – dijo Uriel, sus palabras reconfortaban suavemente mis pequeñas esperanzas que mataban el miedo de a poquito.

-          Toma asiento.- decía la psicóloga casi sin mirarme, sus formas eran secas y el ambiente empezó a volverse muy incómodo.

La sala parecía una sala de interrogatorios de una película policíaca, una mesa con cuatros sillas alrededor, una lámpara del techo que enfocaba la mesa y el resto paredes negras que no se podía ver dónde se encontraba la puerta de salida. Uriel se sentó a mi izquierda, yo me senté sin dejar de agarrarle la mano, la psicóloga que llevaba consigo una carpeta con todo mi expediente académico y con la información sucedida en los últimos meses, mientras que en la otra silla se sentó el ángel caído, sus ojos asustaban.

-          ¿Sabes por qué estás aquí, Laia?- preguntó la psicóloga.

Cada pregunta o cosa que decía la psicóloga no podía contestarle directamente sin antes esperar la respuesta de Uriel.

-          Quiere saber porque has herido a tanta gente de repente – comentó Uriel.

-          No.- contesté.

-          Desde hace dos meses, que tú actitud en el colegio ha cambiado mucho. Pegas a tus compañeros y les arañas como si fueras un gato. ¿Por qué lo haces? – dijo la psicóloga.

-          Mejor no digas nada. – comentó Uriel.

Me encogí de hombros y le miré sin decirle nada.

-          También he visto que contestas a los profesores y no haces lo que te piden, ni siquiera la tarea. ¿Tienes algo al respecto que decirme? – dijo la psicóloga.

-          Les cuesta entenderme.- dije.

-          ¿en qué sentido?- preguntó la psicóloga.

-          Cuidado, pero mantén la calma, mi amor – comentó Uriel.

-          Usted ¿qué cree?- le dije.

La psicóloga puso los ojos en guardia, al escucharme que lo había tratado de usted, algo que no es nada común en España.

-          Me gustaría que me lo dijeses tú misma.- insistía la psicóloga.

Uriel decía que no con la cabeza así que me quedé callada mirándola, en un silencio demasiado incómodo.

-          ¿Por qué miras tanto a tú izquierda, sino hay nadie más con nosotros? – preguntó la psicóloga.

-          Solo contemplo.- dije.

-          ¿El qué?- preguntó ella.

-          El espacio. Usted dice que solo estamos usted y yo, pero ¿cómo puede estar tan segura de ello?- le dije.

La psicóloga sin entenderme empezó a mirar la sala, Uriel me apretó la mano, sabía que me estaba pasando de la raya en ese momento tan peligroso, mientras que el ángel caído me observó y empezó a mostrar una pequeña sonrisa debajo de su nariz.

-          ¿Ves algo que yo no vea?- preguntó la psicóloga.

-          Pregunta trampa, mi amor. Cuidado. – comentó en alerta Uriel.

-          ¿Cómo puede estar tan segura que estos papeles que tiene delante y la silla en la cual se encuentra sentada, existen? – le pregunté.

-          Porque los puedo tocar.- contestó la psicóloga sin entender la pregunta.

-          ¿Y el aire?- le dije.

-          Estas preguntas son demasiado difíciles para ti, ¿por qué las haces?- preguntó la psicóloga.

-          ¿Usted qué cree?- le dije.

 

El resto de la entrevista me quedé en silencio, intentando ver si comprendía mi última pregunta, pero comprendí que no había tenido tanta suerte. La entrevista duró como una hora, la psicóloga harta de no escucharme y de no comprenderme, decidió tomar unas medidas para que hiciera la tarea en casa todos los días.

-          Ya entiendo por dónde vas, Laia. Sé porque no haces los deberes y contestas a los profesores. Sí, y creo que lo hemos detectado a tiempo para que te podamos ayudar.- realizó una pausa mirándome mientras se rascaba la barbilla un pelo negro largo que se había olvidado de quitar.- Sí, creo que es por esto…- hablaba sola, Uriel y yo nos pusimos algo nerviosos, no lo sabía en ese momento pero de su diagnóstico determinaba el estado mental para toda la vida.- no realizas la tarea y haces estas preguntas extrañas, porque no entiendes los temas a seguir en clase, para ti todo esto es demasiado avanzado, tú vas más por detrás, un curso atrás.- dijo la psicóloga.

Abrí tanto la boca que podía anidarse un oso durante todo el invierno de la pavada que acababa de determinar a todo el problema. A Uriel también le pilló de sorpresa, dejar a un arcángel sin palabras es raro, muy raro y más si de los nueve hermanos es el que más habla, todavía más, pero Uriel no articulaba ni un cuarto de palabra, ni una silaba ni nada, se quedó en silencio casi igual que yo.

Lo fuerte fue, que vimos como escribía en su informe en borrador “un caso de retraso mental”, eso aunque no era muy consciente de la repercusión que iba a dar a partir de ese momento, mi expediente estaba manchado con una mancha que sería demasiado difícil de limpiar, algo que incluso me impidió seguir con mi vida como si nada.

-          Así que no te preocupes, Laia. A partir de mañana, te traeré unos cuadernos de un nivel más bajo para que puedas seguir aprendiendo, y una cosa más… para que puedas atender en clase, voy a preparar un cuadrante con las materias y las horas para que al terminar cada hora, pongas una pegatina para saber cuánto has prestado atención en clase, si lo has hecho bien, una pegatina verde, no demasiado bien será amarilla y si no lo haces será roja. – dijo entusiasmada como si hubiera resuelto el caso más complejo de la faz de la historia.

No pude decir nada, no me escuchaba de todas formas, me echó de la sala para que volviese a clase como si nada hubiese pasado. ¡Madre mía ni se imaginan el cabreo que agarré! De camino hacia la clase, que nos dejaron a solas a Uriel y a mí, no me pude resistir decir lo que pensaba en medio del pasillo mientras que los demás estaban en clase.

-          ¡Por favor Dary, dime que ha sido todo esto una broma pesada porque no me lo creo! ¿Cómo puede pasarme todo esto? ¿Cómo es posible que haya determinado eso, si me aburro en clase porque voy más adelantada? – le dije enojada y desesperada por encontrar una explicación.

-          Estoy como tú, mi amor. Pero no te preocupes, juntos encontraremos la forma de decirle la verdad a la psicóloga.- decía Uriel para calmarnos a los dos.

-          ¡No quiero que me atrasen un curso, ni que me adelanten tampoco, me quiero quedar junto a mis compañeros! Ellos me necesitan, y lo sabes, Dary.- le dije.

-          Lo sé, y no te irás si es lo que deseas.- contestó firmemente Uriel, lo abracé antes de subir las escaleras.

Con tan solo un curso en IÓN, tenía los conocimientos básicos de un niño de sexto de primaria, volver atrás era impensable, ya me aburría en clase, pero al entender por qué me encontraba con ellos, me daba igual lo demás, solo quería seguir aprendiendo lo que el tiempo me estaba ofreciendo, comprender las emociones humanas en un grupo social. Pues si me estaban dando esa chance, era por alguna razón que tendría mucho que ver con mi propósito y misión de vida.

Intenté evitar decir algunas cosas, para no terminar ingresada en un psiquiátrico y terminar como Aros, pero no sé si tener ese diagnóstico también era algo peor que terminar ingresada en un centro especializado. 

Recomendación: La vida de Pi - Palícula en Movistar+ (creo en Netflix también).

 HR.

HERO&Corporation.

¿Un Demonio Siempre Ha Sido Malo?

  ¡Feliz año a todos! Dejamos atrás el año del infinito (2+0+2+4=8) y nos vamos centrando en el año de la divinidad (2+0+2+5=9). El año pa...