Lo que ves es lo que es, pero lo que no ves es aún más lo
que es. Yo nací con una venda en los ojos que se quitó al cumplir la mayoría de
edad, al ver que el amor es muy distinto a los cuentos de hadas que te cuentan
cuando eres pequeña. Pero a mí nunca me ha gustado los cuentos de hadas, ni ser
la mala, sino que a mí cuando me contaban esas historias, me fijaba más en lo
que le pasaba a los otros personajes, que parecían para mí “más humanos”,
cuando decían que no podían amar porque eran personas del servicio, esa
humanidad es con lo que he crecido, y por lo tanto no me he idealizado esa
historia de amor con el famoso príncipe azul, que nunca aparece. ¿Para qué
engañarnos?
Siempre te dicen que eres una ilusa por creer en ilusiones,
pero si ya desde pequeña vas viendo que el personaje más “humano” es aquel que
aparece en segundo plano, entiendes que el príncipe azul se puede convertir en
rana, pero quién se mantiene a tu lado en segundo plano, es más real que el príncipe
rana. Pero aquí es cuando empiezas a ver lo ciegos que están algunos, cuando
tienen a su lado a quién más aman y prefieren seguir errando, creyendo en el príncipe
rana. ¿Y qué puedes hacer? ¡Nada puedes hacer! Sigue tú camino, en algún momento
se le caerá la venda y se dará cuenta de la verdad del cuento, que no está
equivocado solo hay una persona que sí que lo está, creyendo en amor dónde no
lo hay.
Sigue tú camino, tú decides qué hojas quieres que se queden
o dejas que el viento se las lleve, tú decides qué rocas se quedan para
tropezar pero que sea un tropiezo que no tengas que lamentar con el tiempo. He
lanzado tantas piedras en el río y aquí estoy, fuerte, caminando sin mirar
jamás en caer, ¡Aquí estoy! ¡He vivido las entrañas de la vida que se me otorgó!
Y he lamentado caer una y mil veces, pero jamás he vuelto a tropezar malamente,
todos mis tropiezos han sido por una razón que he aprendido y volver a caer, ya
sé que cuando ocurre debo saltar lo más lejos posible para no tropezar de nuevo
en algo que ya no merece la pena sacrificarse. Pero ¡Aquí estoy! Esperando,
serena y paciente, a qué caiga esa naranja de las ramas de los árboles, para
que caiga encima de mis manos, para protegerlo de que no quede estrellado
contra el suelo de piedras, porque me importas.
He dejado caer sandías más pesadas y más grandes que
Júpiter, pero ninguno me ha importado como la naranja que sé que está a punto,
es solo cuestión de tiempo para que termine de madurar y empieza a caer hacia
la dirección correcta dónde su único corazón late con fuerza con la fuerza del
amor. Es solo cuestión de tiempo, es solo cuestión de tiempo, es solo cuestión
de tiempo, que caigas en las manos correctas, las mías. Es solo una prueba más,
de que la estrella y el corazón laten en armonía cuando estoy contigo, bajo la
copa de tú árbol, refugiada del Sol y yo esperando, Serena y Paciente, a que
llegue ese momento en que empiezas a caer a tú destino.
No te quejes de mí, no es culpa ni de mi corazón ni del
tuyo, entonces quéjate al señor destino que nos está uniendo desde que las
estrellas tuvieron ojos y una bonita sonrisa que ofrecer, tú no serás el príncipe
rana, porque la rana ya la desterré hace un par de años de mis tierras, y te
dejé conmigo por una razón, que en ese momento desconocía y que ahora empiezo a
comprender. ¡No estás ciego! ¡Déjate caer suavemente acariciada por el viento
encima de mis dulces manos! Yo te prometo que no lamentarás quedarte, solo
lamentarás no haber venido antes… ¡No temas, yo te protejo y lo sabes, aquí
estoy, siempre he estado!
Recomendación: Ancud – Cambia.
HR.
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