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viernes, febrero 09, 2024

El Espejo De Mí Vida - Capítulo 188 [2T]

 

Ernesto tenía algo particular en una de sus manos, le faltaba medio dedo, concretamente el dedo anular de la mano derecha. Nunca supe qué le pasó, pero a mi me daba un poco de cosa, no se si recuerdan que el verdadero motivo por los cuales empecé a usar cojín en la cama, fue porque tenía pesadillas. Había una entidad del reino de la obscuridad que me había amenazado con cortarme los dedos de la mano si no empezaba a usar cojín a la hora de dormir. Puede parecer una tontería ahora, pero en su momento… me daban miedo las personas que tuvieran un miembro amputado, por suerte, lo superé. Aunque en ese tiempo, fue mi primer contacto con alguien que le faltaba una pequeña extremidad y me daba cosa, cuando sin querer ponía esa mano encima de la mesa y movía el dedito… ay que mal la pasaba… pero no tenía la culpa él, eran cosas mías.

Me apetecía mucho la asignatura de Teatro, especialmente porque por fin había llegado un curso que estaba esperando desde que entré a este colegio, y es que todos los de este curso haríamos la función de Pastorets versión de Josep Maria Jornet i Bonet. El director serian dos el Ernesto y Toti, a la que pasaron dos semanas, fue cuando empezó el reparto de papeles, sin hacer ningún càsting directamente se sortearon los papeles.

-        ¿Que levanten la mano quién quiere ser de los 7 pecados originales?- preguntó Ernesto al curso.

Medio curso levantó la mano, normal era un papel muy solicitado entre ellos, yo también levanté la mano. Es que entre ser el ángel Gabriel (anunciador de los pastores, que en esta versión lo hacía cantando en un micrófono delante de todo el mundo) a ser uno de los 7 pecados originales, me quedo en demonio (aunque solo puedo serlo en una obra de teatro). No hubo otra que hacer un sorteo… en el primero uno tuvo que pensar un objeto de su estuche y esconderlo en su espalda, los que lo habían adivinado (yo incluida) pasaban a la siguiente ronda del sorteo. Y en esta segunda ronda, Toti escribió un número detrás de un papel que escondió, y preguntó… quién adivinaba el número seria pecado original (yo lo acerté y conseguí un papel muy interesante) el número era el 8.

-        Laia, tú harás de envidia, ¿te parece bien?- dijo Toti.

-        Genial, gracias.- respondí ilusionada.

El papel no lo supe hasta al día siguiente, que fue cuando nos repartieron los guiones, tenía que aprenderme un párrafo y luego tenía que aprenderme una coreografía y más tarde una actuación más pero era solo acción. O sea que en total, salía a escena unas cinco o seis veces, en toda la obra que está compuesta de 10 escenas más o menos, no estaba mal. Esta fue la primera obra de teatro en que NO fui la protagonista, pero en el Tripijoc siempre lo era, me gustaba pero me gustó aún más compartir escenario con mis compis.

En esta obra, aunque todo vaya entorno a dos personajes LLUQUET i ROVELLÓ realmente no es una obra para ser el protagonista, todos los personajes, excepto algunos pastores por ser tantos, tienen su momento de gloria en escena y eso me gusta mucho. Claro está que quizás SATANÁS tenga más letra que los 7 pecados, pero está bien integrado que ninguno se haga el prota.

-        ¡Mamá, mamá… me ha tocado ser de los 7 pecados originales!- le dije a mi mamá aquel mismo mediodía en que volví a casa con el guión en mano, con muchas ganas de estudiar de inmediato.

-        ¡Qué bien, hija!- dijo mi mamá, era de las pocas veces que se alegraba de algo que hacía.

-        Voy a hacer de ENVIDIA. ¡Es gracioso, porque yo no soy envidiosa!- le dije riéndome.

-        ¿Estás segura que no lo eres?- dijo mi madre para picarme en plan irónico.

-        No, no creo… pero tu…- le dije, y se puso a reír.

Mi padre también se ilusionó mucho con la obra, tanto que él insistió en hacerme los cuernos que tenía que llevar durante la obra. ¡Ay madre…! Mi padre es un fanático del papel maché, y la gente del curso que le tocó hacer de demonio, bueno optaron mejor para comprar unos cuernos, antes de intentar hacerlos ellos mismos. Y sinceramente, suerte tuve que mi madre no me tuvo que hacer el traje, porque era todo material de compra íbamos camiseta manga larga negra, leotardos negros (todo el día así) y una capa roja que tuvieron que comprar, pero al final el Tripijoc se lanzó una manito y nos la prestó. El tridente ya lo tenía el colegio, algo que habían conservado de largos años de hacer la obra, es que en verdad no teníamos equipo de vestuario especial, por eso los padres tuvieron que colaborar un poco.

-        ¿Repasamos el texto desde arriba, Laia? – dijo Uriel en la salita.

-        ¡Dale!- respondí.

Era mi primer ensayo, y como ya habíamos repasado tres veces, dejé el guión en la mesita de la salita, Uriel se puso a un lado. Me quedé un momento con los ojos cerrados para concentrarme, y cuando los abrí, caminé hacia la puerta de la terraza.

-        De esta pequeña fortuna, si la deseas es toda tuya. Del más rico, vuelvo ciego y del más pobre de hambre es mor. Todo este dinero, es para ti.- dije entonando y ya creyéndome encima del escenario en el estreno.

-        ¡Muy bien! ¡Bravo! – Decía Uriel con aplausos.

Parecía que había nacido para este mundo de la actuación, a pesar que ya les he contado mis pequeñas aventurillas en el teatro, esta vez me lo tomé diferente, quería estar a la altura del personaje, aunque solo tenía estas frases, quería que las demás acciones saliesen a la perfección. Aunque me lo tomé muy en serio, disfruté de cada momento y parte de la función, incluso de aquellos ensayos en que ni siquiera a los demonios nos sacarían al escenario. Pero si que era mi primera vez actuando en un pequeño escenario, eso para mí ya eran palabras mayores. De actuar siempre en el patio del Tripijoc o en la sala de juegos, a un escenario de verdad aunque fuese pequeño… era un salto importante, que empecé a plantearme si quizás de mayor podría ser actriz.


Se iba acercando las navidades, y eso quería decir que la noche del estreno estaba muy cerca. Mis padres estaban interesados en venir a la función de padres, y yo estaba muy ilusionada para mostrarles que esto se me da bien. Para que saliera todo perfecto, les dije a mis padres que la función era media hora antes de lo que era en realidad, ya que siempre se retrasaban como veinte minutos, esta vez, vendrían a la hora y me verían actuar, ya que mi aparición era en la quinta escena.

La función de padres sería a las nueve de la noche, qué raro fue ir a clase a las ocho de la tarde, que ya estaba todo oscuro, pero teníamos que terminar de cambiarnos en el baño, dejar las cosas en la clase, fíjense que miraba por la ventana para ver el patio y no se veía nada, todo estaba oscuro. Me dio algo, la verdad yo y la oscuridad en ese tiempo no éramos muy amigas, es decir que siempre respetaba cada uno su lugar. Tenía un poco de miedo pasar por los pasillos oscuros, solo se iluminaba nuestra clase al final del pasillo, no quedaba otra que hacer ver que me había alistado como guardiana para vencer esos miedos tan difíciles para mí. Pero ni se imaginan, porque terminaba corriendo por el pasillo como si e persiguiera un fantasma enojado o algo así… no veía pelis de miedo a esa edad, pero había vivido cosas que las pelis de terror parece caricaturas.

Gerard fue quién me maquilló, porque no podíamos ir al baño a maquillarnos, porque solo había luz en clase, así que decidimos los demonios maquillarnos por parejas. Y luego, dejamos las cosas allí, y nos fuimos hacia la sala de actos, pero nos llevamos una sorpresa, la puerta que llevaba a las escaleras dónde se suponía que siempre teníamos que ir, estaban cerradas con llave, no sabía cómo había pasado si habíamos entrado por allí. Las puertas no estaban automatizadas, no sabíamos qué había pasado, así que decidimos ir a probar si la escalera de los profesores si estaba abierta, pero tampoco… nos habíamos quedado encerrados en el penúltimo piso. ¡Ay madre! La función empezaría en diez minutos… y los demonios tenían que salir en la segundo o tercera escena… ¡ay madre!

Pasaron diez minutos, intentando gritar a ver si alguien nos escuchaba pero nada. La desesperación fue creciendo, hasta que al final escuché detrás de mí una risa que conocía demasiado bien, me giré y con tan solo la luz que emitía nuestra clase, pude ver en las sombras a Gämael apoyado en la pared mirándome directamente a los ojos mientras me mostraba en una de sus manos un juego de llaves.

-        ¡No van a ir a ninguna parte! ¡Ustedes son míos! – dijo Gämael seguido con la risa malvada.

-        ¡Dame eso!- grité, pero como los demás gritaban de desesperación y algunos lloraban ya, nadie se percató de esto.

-        ¡Se te da horrible interpretar la maldad! Tienes un corazón demasiado blanco para este trabajo, que se hace a través del arte de ser… malo. – decía Gämael regocijándose de su poder.

Intenté ir hacia él para quitarle las llaves, pero aparecía y desaparecía por el pasillo a su antojo. Miré hacía atrás para asegurarme de que nadie me estuviera viendo, entonces miré a mi derecha dónde estaba Uriel.

-        De acuerdo. – susurró Uriel.

Volví a correr hacia Gämael, pero cuando intentó desaparecer, en mis manos tenía una bolita de energía blanca azulada, que le atravesó el pecho y le impidió saltar, de sus manos se le cayeron las llaves. Gämael gritó de dolor pero cuando me vio que me acercaba, me atacó con una llave de judo, pero me agaché agarré las llaves, le di un puñetazo con la palma de la mano en el estomago y salió unos metros hacía atrás, impulsado por la energía de mis manos, y cuando se quedó mirando, me preparé para la siguiente llave, pero él simplemente gritó de rabia y desapareció.

Abrí la puerta, nadie supo porque tenía las llaves yo, les dije que las había encontrado en la mesa del profesor, y pudimos ir a la sala de actos. Los entrenamientos para estar en la Orden de San Miguel habían servido de mucho, y me alegraba que pudiese usar de esas herramientas, antes de permitir que él se saliera con la suya. La función fue una maravilla, con un pequeño percance, y es que cuando salí y tuve que decir mis frases, las dije sin problemas mirando al público. Con la luz no veía nada, pero vi como una mano se alzaba y saludaba (eran mis padres y mi abuela, ¡que bonitos!), pero al final vi cinco arcángeles, entre ellos estaba Miguel, Raffaello, Gabriel, Saryel y Melchizedeck. En el momento que fui a recoger el billete de 50 euros falso que me habían dicho que tenía que tirar en el suelo para mis frases… los cuernos que me hizo mi padre, eran de cartón piedra (su especialidad) pero pesaban mucho, pues a la que miré abajo para recoger el billete, los cuernos literalmente se me cayeron al suelo y la gente se empezó a reír. A mi me entró una vergüenza que recogí los cuernos y volví a mi lugar, ya lo decía Freddie Mercury the show must go on

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 Recomendación: Los Cocos de Cadi - Cuarteto COAC 2024. 


viernes, enero 26, 2024

El Espejo De Mí Vida - Capítulo 187 [2T]

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Me apresuré y le abracé por detrás, él aceptó ese abrazo colocando sus manos encima de las mías mientras le rodeaba la cintura. Sentir su dolor, me hizo sentirlo muy profundo incluso me dieron ganas de llorar, pero solo se me cayó una pequeña lágrima que disimulé secándomela rápidamente en la espalda de Gabriel.

-        Siento mucho que sufras por ello. No te mereces alguien que te haga este daño. Eres demasiado bueno, ¿sabes? Como amiga tuya que soy, acá me tienes para lo que necesites.- le dije.


Fue en ese instante cuando me di cuenta de que tenía los ojos llenos de lágrimas, se río de mi propuesta pero simplemente me quitó las manos de su cintura, se agachó y nos dimos un abrazo fuerte, de aquellos que parece que vayas a fusionarte con la piel del otro. Fue en ese momento cuando el arcángel Gabriel lloró desconsoladamente en mis hombros.

-        Hemos pasado más de 20.000 años juntos, siendo ella y yo una pareja, incluso nos hemos casado y tenemos hijos, pero… ahora las cosas son complejas, ella está en una misión dónde yo solo puedo acercarme a ella por el trabajo, no podemos intimar, igual ella también es complicado… - explicó, intentando recuperar la compostura.

-        A mi no me preguntes, porque yo no me acuerdo de nada de lo que es tener pareja, tengo diez años y medio y… me he visto con mi Chico muchas veces en otras vidas, casada y eso, pero no tengo ni idea de todo eso. – también le confesé.

-        ¿No te has enamorado todavía de alguien? – preguntó curioso Gabriel arqueando las cejas.

-        La verdad es que… si. Pero me da vergüenza.- dije.

-        ¡Dale, que estamos entre amigos! – insistió.

-        Bueno… tengo que decir que cuando estoy con el Chico, me dan ganas de besarle todo el tiempo.- dije entre risitas.

-        ¿De besarle? ¿En serio? – dijo Gabriel arqueando las cejas en señal de picardía.

Dije que si con la cabeza, pero Gabriel solo se puso a reír y yo me uní a él, mientras que seguíamos caminando.

-        Deberías esperar a besarle, antes tienen que tener permiso del consejo. – dijo Gabriel.

-        ¿Qué consejo?- pregunté.

-        El de las llamas gemelas, si aún no tienen el permiso, deberán esperar. – respondió el arcángel.

Todo el tema de reencuentro con la llama gemela va regido por el consejo, que más adelante iremos hablando de ello, solo lo quería dejar claro.

-        ¿Cuántos hijos tienes con ella?- le pregunté.

-        Seis hijos. – respondió.

-        Ay… fíjate que mi abuela todavía piensa que los ángeles no tienen sexo… si te conociera, creo que le daría un infarto si le dices que tienes además, seis hijos.- dije mientras nos pusimos a reír como dos locos.

-        Es que las religiones siempre han jugado en contra de nuestra evolución. ¿Sabes? Me alegra que en esta vida no sigas compulsivamente a la religión cristiana, como hacías. – comentó Gabriel.

Arqueé las cejas en señal de sorpresa, él se dio cuenta de lo que había dicho y decidió seguir caminando sin contestar a mis preguntas. La catarata era preciosa y bastante grande, miré arriba y me dieron ganas de ir allí y saltar, pero era demasiado alto, me quedé mirándolo fijamente con algo de miedo.

-        ¡Ni lo sueñes, Laia! ¡No te dejaré saltar! – ordenó Gabriel.

-        ¿No te da morbo?- le pregunté.

Dijo que no con la cabeza, como si no quiera hablar del tema, mientras que colocaba una toalla en la orilla del laguito que se formó de la catarata y sacó de su bolso el desayuno.

-        Eso si que es raro… un ángel con miedo a las alturas.- dije.

-        No me da miedo las alturas. Pero tampoco quiero hablar de ello. ¿Por qué me preguntas todo el tiempo sobre ella? ¿Qué interés de repente tienes no? – preguntó de malas formas.

-        ¡Epa…! ¿Y la educación, Gabriel? ¡A mi no me hables así!- dije molesta.

Él siguió preparando el desayuno poniéndolos en platitos, una delicatesen de frutas y torta fritas. Me senté a mí lado, mientras que no podía dejar de mirarle a los ojos y preguntarme ¿por qué se había enojado tanto? Empezamos a desayunar en un silencio bastante incómodo, de fondo se escuchaban los pájaros y el agua de la catarata.

-        ¿Te gusta el Chico de ojos verdes? – preguntó Gabriel, su tono seguía siendo algo grosero, le miré de malas formas.- contesta, es importante. – insistió.

-        Es mono, y tengo que conocerlo un poco más, pero…- no pude terminar, me interrumpió.

-        ¿O sea que vas a pasar de él? – dijo Gabriel tajantemente.

-        No lo sé. Cuando estoy con él, tengo ganas de besarlo, pero… no sé Gab. ¿Por qué preguntas de esta forma tan grosera? ¿Qué te pasa? – le pregunté preocupada.

-        Disculpa. – susurró intentando cambiar sus emociones, intentando volver a ser el cordial y amable y gracioso Gabriel. Cerró los ojos, respiró profundamente, me miró con sus ojos verdes directamente a los míos y prosiguió.- Solo quiero saber más de ti, hemos hablado muy poco y me gustaría aprovechar estos ratitos para conocernos mejor, ¿no? – dijo.

-        Vale.- dije.

Su mirada me provocó la risa, y él sin saber de mucho los motivos de porqué me estaba riendo, también le saqué una sonrisita aunque fuese pequeña.

-        ¿Qué piensas sobre tú llama gemela? – preguntó, estaba muy atento.

-        Es un poco raro, saber que estoy atada a alguien que apenas se deja conocer. Pero tiene su misterio que me tiene muy intrigada, el hecho de no darme el nombre, me tiene como enganchada en la historia, aunque ahora que he sabido que no estaré con él durante este curso… me ha chocado bastante. Esperaba estar en Ávalon con él y continuar dónde lo dejamos, porque a pesar de que lo he visto en el metro de regreso a casa, no ha habido mucho tiempo para hablar.- dije.

-        ¿Crees que deberías haberlo conocido más adelante? – preguntó Gabriel.

-        No, me gusta haberlo conocido con cinco años. ¿Hay tanta prisa porque él y yo estemos juntos?- dije.

-        No, para nada. Si hasta que el Consejo de llamas gemelas no dé el visto bueno, en realidad la relación amorosa no podrá empezar de verdad. – informó el arcángel.

-        ¿De verdad? ¿Tenemos que esperar que unos maestros nos digan que estamos listos?- dije.

Gabriel dijo que si con la cabeza, pero nos echamos a reír juntos.

-        ¿Por qué?- pregunté.

-        Todavía eres pequeña, y si te pregunto por tus sentimientos hacia él, seguramente que no sabrás responder, ¿verdad? – dijo Gabriel.

-        Pues si, tienes razón. Solo tengo curiosidad, pero no creo que esto sea suficiente como para intentarlo.- confesé.

-        Exacto, aún el amor no se ha expresado, aunque has confesado que ganas de besarle tienes, o sea que te gusta, aunque sea un poquito, ¿no? – dijo Gabriel.

-        Si. Creo que me gusta un poquito, pero… no sé dar besos como los mayores.- dije.

-        No te preocupes. Pasará cuando tenga que ser. – dijo Gabriel riéndose.

Le puse la mano encima de su hombro y le sonreír de forma graciosa, él respondió igual.

-        Hablando de eso… ¿Cuándo te diste tú primer beso?- le pregunté.

-        Uff… fue hace mucho, pero no recuerdo con quién. – confesó.

-        ¿No fue con tu mujer?- dije asombrada.

-        ¡Que va! La conocí en este universo, pero yo fui creado en el otro universo, en el séptimo. En ese tiempo, yo era un espíritu muy rebelde, no quería compromisos y me iba con cualquier mujer que me gustase. Estuve con más de doce antes de enamorarme de verdad, y la única que se mereció mí corazón fue ella, mi mujer. Desde entonces que no he estado con nadie más, ella me dejó y mis piernas, entraron en cuarentena. – confesó Gabriel.

-        ¿Vienes del séptimo universo?- dije asombrada de nuevo.

-        Así es. Yo vi nacer este universo, ¡qué maravilla! – respondió.

Para entender mejor como están puestos los universos paralelos dónde se habla del séptimo universo, es mejor que vayan a nuestro canal de youtube y busquen el video: EL ÁRBOL DE LA VIDA EXISTE.

Pasaron varios días, y llegó la mañana en que empezaba en la superficie QUINTO CURSO de la Primaria. Iba como todos los años, con miedo, el curso anterior fue muy bonito, y por estadística me tocaba una profesora que me declarase la guerra y lo cierto es que no tenía muchas ganas. Así que mi padre me levantó, mi madre como empezó a trabajar en el SEFED, ahora por las mañanas mi padre se encargaba de mí, y por eso me llevaba al colegio puntual y en auto (así me gusta contaminando el planeta, en ese tiempo no se hablaba tanto de reciclar o de las emisiones de CO2 de los autos).

Para sorpresa, por primera vez, me tocó un tutor por el cual le llamaremos Ernesto. Nos fuimos todos los compañeros de clase, ninguno había repetido y no había nadie nuevo, así que novedades las justas por lo que se veía. Subimos al segundo piso y nos fuimos a la puerta de la derecha y nada más pasar, ya llegamos a nuestra clase, era la primera tras la escalera, muy fácil de ir, además nos tocó la letra A. Otro cambio importante, fueron los pupitres, ya no eran sillas enganchadas a las mesas, sino que eran mesas de uno, con espacio para poner los libros en el cajón, y sillas normales, todo de color marrón claro. Eso sí, ya no estaban las filas hechas de dos en dos, sino de tres en tres, se hicieron dos bloques con tres mesas en cada fila, así que como nos dejaron ponernos como queríamos, pues en tercera fila del bloque cerca de la ventana, nos sentamos la Saida, yo en medio y el Sergi (aunque seguía en Linares como de costumbre, empezó una semana más tarde).


El Ernesto nos hacía las materias de Naturales, Gimnasia y Matemáticas. En Religión nos había tocado la Eugenia, ay madre… cuando lo dijo Ernesto pensé “ya faltaba la parte complicada del curso”… la fama de la Eugenia se expandía como la pólvora, y no tenía buenas críticas. Pero ese año teníamos una asignatura nueva, llamado Teatro y la impartiría un nuevo profesor que había llegado al centro tras sus prácticas en la escuela Rocapervera de Torelló, como tiene un nombre muy común y no quiero que confundan personajes, le llamaremos Toti (no es su apellido, es un mote que él mismo tenía de pequeño. Recuerden que no pongo apellidos para no involucrar a las personas que salen en esta serie, porque esto es 100% real de mi propia experiencia). 

Recomendación: Coma - Documental HBO.

HR.

HERO&Corporation.

 

viernes, enero 19, 2024

El Espejo De Mí Vida - Capítulos 185 y 186 [2T]

 ¡Bienvenidos a un DOBLE capítulo del Espejo de Mí Vida! Esperamos que la disfruten, no se olviden de seguirnos en redes sociales en las cuentas de IG estamos como @maestria_serdeluz y @Laia_Gali_HR 

CAPÍTULO 185:

-        ¡Has suspendido!- dijo el Maestro Saint Germain dos días después de la prueba.

¡Mierda! Gabriel también estaba en la sala del director, de hecho lo habían mandado a llamar, me sentí tan mal conmigo misma que quise llorar, pero me aguanté, me aferré a la mano de Gabriel que él respondió con seguridad, e intenté averiguar algo que me pudiese ayudar a mejorar.

-        Solo tenías una chance, si quieres volver a probarlo, tendrás que intentarlo el próximo año. Lo malo de Ávalon es que son exigentes y solo hacen una convocatoria una vez al año.- explicó Saint Germain.

-        ¿Qué voy a hacer durante el próximo curso?- pregunté preocupada.

-        En dos semanas te gradúas, tendrás que ir a un centro de recuperación, en alguna ciudad de Agartha que te pille cerca. Si necesitas referencias, estaré encantado de ayudarte.- respondió Saint Germain.

-        Hay uno en Amsha que te van a ayudar, mi amor. Si quieres te acompaño a inscribirte cuanto antes. – dijo el arcángel Gabriel preocupado por mí, que rico.

Me levanté de la silla y me puse a demabular por la sala, pensativa intentando acerme a la idea que por primera vez, perderé a mis amigos de vista por un año. Todo se había colapsado, nunca me había ido mal Agartha, pero claro, en la superficie las cosas iban demasiado bien, ¿y si estaba tomando menos atención aquí abajo y arriba más? ¿Y si en realidad no estaba destinada a ir a Ávalon? Me hacía mucha ilusión entrar, me había preparado con todas mis fuerzas, y suspender, me sintió horrible. No me sentía igual que suspender en matemáticas aquí en la superficie que suspender, algo tan importante en Agartha.

Perdí la esperanza, me tapé la cara con las manos y dejé que mis rodillas perdieran su fuerza para caer en el suelo, pero antes de que tocasen el suelo, sentí como Gabriel me agarró por las axilas y me sujetó con todas sus fuerzas.

-        ¡No aflojes ahora, mi amor! ¡Estoy contigo pase lo que pase, y juntos superaremos esto! ¿Confías en mí? – dijo Gabriel susurrándome en la oreja izquierda.

-        ¿Cómo? He perdido mi oportunidad.- susurré casi sin fuerzas, destrozada entre llantos.

-        Si estoy contigo, no lo has perdido. Te ayudaré en lo que me pidas, te prometo que así será. ¿Confías en mí? – respondió Gabriel.

-        Confío en ti.- dije mirándole a los ojos verdes.

De la emoción le di un beso largo en la mejilla, cuando le observé vi que se había sonrojado un poco y sin querer dibujó una sonrisa que intuí que era de felicidad. Volví a ponerme de pie y acepté la ayuda de Saint Germain, y nos fuimos de allí.

No nos dirigimos la palabra ni cuando estábamos esperando al metro, ni dentro de él, bajamos del metro en París, justo delante de nosotros había una pantalla con los siguientes metros que iban a llegar en sus andenes, una de ellas venía de Ávalon. Al verlo, me puse a llorar, me abracé al pecho de Gabriel, él me agarró en brazos y lo único que recuerdo es de quedarme dormida en sus brazos. Tanto llorar me cansó.

Papá me levantó a las ocho de la mañana para ir al colegio, esa noche había sido extraña, había descansado mucho tiempo, unas siete horas, pero me sentía más cansada. Me fui al colegio y todo el día estuve distraída, no podía parar de pensar en que había suspendido, Uriel estaba de rodillas a mi derecha, su cara de preocupación lo decía todo, y a la hora del patio no quise jugar con nadie, me quise quedar en las jardineras al lado de los profesores, en silencio.

Faltaban tres semanas para terminar el colegio en la superficie, hacía calor la primavera tenía su mejor color en el ambiente, se notaba que la alegría había regresado, pero para mí seguía siendo invierno. De repente apareció una mariquita que se posó en mi bata por la altura del brazo y empezó a subir hasta llegar al hombro. Con la ayuda del dedo de la otra mano la marquita se puso allí y se quedó quieta mientras la miraba. ¡Qué bonita que era!

-        Mira Dary, a pesar de que el invierno es duro y las mariquitas no salgan. Siempre para ellas hay esperanza para que cuando llega la primavera pueden salir a vivir y descubrir el mundo.- hice una pausa dramática, suspiré profundamente, la mariquita se fue volando y me levanté intentando mirar hacia dónde se había ido, pero la perdí, por primera vez sonreí y miré a Uriel.- como ha dicho Gabriel, no he perdido mi oportunidad, así que voy a entrar duro este año para que pueda entrar a Ávalon el año que viene.- le dije.

-        ¡Así se habla, querida!- dijo Uriel levantándose animado me dio un abrazo.

Me había olvidado la promesa que me hice en 2003, ser más positiva. Y esa mariquita me devolvió esas ganas de seguir luchando día a día por lo que quiero. La noche siguiente Gabriel me acompañó a Amsha a ese centro que me habían recomendado, me inscribí, por lo visto las clases empezarían a principios de Septiembre, me pareció bien.

Al día siguiente en el colegio, se iban terminando lentamente las clases, hacía tanta calor que ya nos habían dicho que la bata no era necesaria llevarla. ¡Qué alegría! Durante el parón del mediodía, me tocaba ir a casa a almorzar, mi mamá estaba en la cocina haciendo tiempo mirando dibujos, cuando fui hacia a ella a pedirle una cosa.

-        Mamá, ¿Puedo llevar ropa de verano? Es que tengo calor.- le pedí.

-        Claro. Ahora te preparo algo para que te cambies.- dijo, se fumó el cigarro, dejó la cerveza encima la mesa y se fue al piso de arriba, yo me quedé en la salita jugando con el Bilbo mientras de fondo tenía dibujos en la televisión.

Mamá bajó con un vestido tejano que me había comprado hacía poco, todavía no lo había estrenado, era un vestido tejano que se ataba detrás del cuello, dejando media espalda libre, y el vestido llegaba hasta las rodillas, muy fresquito pero a la vez muy bonito. Me fui a la habitación y mi mamá me ayudó a atármelo. Almorcé y me fui a clase a las 3pm.

Llegué a clase, me senté en mi sitio y la Carmencita llegó un minuto antes de que tocase el timbre. Empezamos la clase como si nada, pero de repente a los quince minutos, llamaron a la puerta y era la directora Assumpta. Carmencita fue a abrir y le dejó pasar, se pusieron a charlar ellas dos de algun asunto importante, ignorando a los alumnos, cuando de repente la directora me ve e interrumpe la conversación, se vino hacia mi mesa sin dejar de mirare frunciendo el ceño y poniéndose la manos en las cartucheras.

-        ¿Qué haces así vestida, Laia? ¡No puedes llevar este vestido! ¡Ponte la bata de inmediato!- dijo gritando y exigiendo sin escucharme en ningún momento la Assumpta.

-        Pero, ¿por qué? ¡Es monísimo!- dije.

-        ¡Que te pongas la bata! ¡En el colegio no toleramos este tipo de vestimenta!- gritó la directora.

-        Pero si…- me cortó.

-        ¡Qué te pongas la bata YA!- gritó.


Me tuve que levantar, ir a por la bata que aún estaba colgada en el perchero y ponérmela con una cara de mala hostia, mientras que los compañeros se reían de mí.

-        ¡Qué sirva de lección chicos, aquí no toleramos vestir como una fresca!- se pavoneó la directora.

-        ¿Qué?- dije.

La clase se río de mí pero a carcajada limpia, parecía una pesadilla pero desgraciadamente era verdad.

-        ¡Dile a tú madre que no puedes ir a la calle como una fresca! ¿Tú sabes lo que pueden hacerte si te ven así? ¡Te pueden agarrar unos chicos malas y te pueden hacer cosas malas! ¿Vale?- gritaba entró en cólera, nunca le había visto así.

Yo miré de brazo cruzados hacia la ventana, quería que se callara, porque vi como la Carmencita no dijo nada, hasta que al final ella le invitó a marcharse de nuevo de su clase.

Carmencita intentó calmar a la multitud, cuando lo consiguió no pudo seguir con la clase.

-        Lo siento Laia… ¡Chicos no hagan caso de lo que dijo la directora! ¡Laia y cualquier niña puede ir como quiera! Así que Laia, quítate la bata… si vuelve yo me encargo…- dijo arrepentidísima de la situación Carmencita.

Le miré a los ojos, vi que estaba realmente arrepentida, así que le hice caso. La directora regresó pero Carmencita se enfrentó a ella y la directora se tuvo que ir con el rabo entre las piernas.

Cuando llegué a casa le conté lo que había pasado y mi madre se enojó tanto con la directora, que le escribió un comunicado en mi agenda pidiéndole una cita. Se lo enseñé a la hora del patio y la directora no quería ver a mi madre, pero cuando llegué al mediodía le dije eso a mamá y ella vino conmigo y pidió ver a la directora conmigo delante.

Sinceramente me sentí feliz que mi madre me defendiera tan bien como hizo, la verdad es que la imagen fue así, mi madre cantándole las cuarenta diciéndola incluso machista y maleducada y además le dijo carca a la directora por compartir a las nuevas generaciones la idea de que una mujer no puede ir vestida como quiera por miedo a que me violen o me hagan algo malo. La directora se tragó sus ovarios porque mi madre enojada… es capaz de volar el planeta entero de un chasquido. Ver a la directora sentada en la silla como si fuera una segunda piel, no tendría que sentirme así pero vi que se había hecho justicia. Al final y por primera vez, vi a la directora pedir perdón a mi madre.

-        No, no me tiene que disculpar a mí, sino a ella, a mi hija, que es a ella a quién le ha fallado.- exigió mi mamá.

-        ¿Me perdonas Laia?- dijo con su sonrisa más amable pero estaba asustada.

-        Si.- le dije pero terminé con un – no vuelva a criticar mi ropa, ni la de ningún compañero de este colegio, ¿vale?- dije.

-        Si, si, vale.- respondió.

A partir de ese momento la Assumpta no me volvió a joder… estaba más asustada que volviese mi madre a cantarle las cuarenta, ella intentó hacerse amiga mía. De hecho ahora cuando nos cruzamos por la calle, siempre dice “somos muy buenas amigas tu y yo” le digo que si porque no soy rencorosa y entiendo que fue educada con unos modelos que ya son muy antiguos, sé que si la gente quiere cambiar lo hace y ella lo hizo, por eso cuando lo dice, siento que lo dice de verdad y eso es importante. Aprender que todo el mundo la caga y que todo el mundo debería tener otra oportunidad para reparar sus errores y aprender de ellos. Que a veces, eso a la humanidad se les olvida.

Miren, para la Assumpta tenía que pasar por esto, para que ella comprendiera lo que significaba en realidad ir vestido en libertad. Cada uno tiene su estilo de vestir, pero quién somos cada uno de nosotros para juzgar por como se visten los demás. ¿Por qué pensamos que un motero que se ponga una camiseta de Metalica es una persona mala? A lo mejor es la persona más dulce que vayas a conocer en todo el globo, y ya la estás prejuzgando solo con el aspecto que tiene. ¿Qué pasa que si tiene un aspecto desagradable ya no tiene chance de hablar contigo o qué? Juzgar está mal, y eso es lo que aprendió la Assumpta aquel día, y cambió porque no volvió a hacerlo, aunque algún día si que se preguntaba porque yo llevaba a veces algún jersei que se me viera la barriga aunque fuese un dedo, y ya se ponía un poco mal… igual aprendió.

Otra cosa muy diferente es que a ti no te guste, por ejemplo, a mi nunca me han gustado los tops, y ahora se han vuelto a poner de moda, no los veo bonitos pero no juzgo a nadie por llevarlos, pero si que doy mi opinión cuando veo que hay tops que se pasan de sexualizar los cuerpos, sobretodo ahora que tenemos redes sociales y eso se ha puesto muy de moda tener un cuerpo “100 o aceptable socialmente” para encajar y obtener likes. 

CAPÍTULO 186:

Despedirme de 4rto de primaria fue doloroso, Carmencita había sido tan adorable que me dio un pequeño tirón el corazón. Me asustaba saber que quizás el próximo curso me tocaría una profesora que me declarase la guerra, con lo lindo que había sido cuarto curso. Fue el primer año que si que lloré cuando entregaron los claveles a los chicos de sexto curso, solo me faltaban dos cursos para irnos a la secundaria. ¡Qué mayores nos estábamos haciendo los de la clase!

Creo que el verdadero dolor fue cuando cantamos la típica canción al final llamado Auld Lang Sygne (la hora del adiós traducido al español), y por primera vez tuve recuerdos de vidas anteriores con esa canción.

Estábamos sentados en círculo, los ropajes eran distintos, dorados y con poca ropa, como si fuese tribal. Cantábamos esta misma canción pero en un idioma antiguo que comprendía. A mi derecha tenía al Chico de ojos verdes agarrado de la mano cantando conmigo la misma canción, y a mi izquierda identifiqué a Uriel con los mismos ropajes.

Entonces paramos de cantar y un silencio se presentó ante nosotros, la plaza tenía estátuas de Poseidón y del dios Hydra, la plaza tenía relieves de piedra y había una ancla dibujada con rocas negras, era el símbolo de una de las plazas más importantes que había en ese lugar.

-        KHEFISLÍON – empezaron a susurrar todos cantando la melodía.

Acto seguido tembló la tierra pero nadie se alteraba, en silencio, esperando pero ¿qué esperaban? Se escuchaba la playa cerca, no sé cuanto tiempo pasó, pero hubo un segundo temblor aún más fuerte y después llegó el stunami. Vi como esa gran ola venía desde la lejanía podía verse como grandes palacios de gobiernos hechos de oro caían ante la fuerza de Poseidón, las calles se inundaban de agua y todo quedaba bajo el agua. Llegó a la plaza enseguida y con mucha fuerza, antes de que terminase de llegar, el Chico y yo nos abrazamos, aguantamos la respiración y simplemente la ola nos arrastró.

Recogí mis últimas cosas de esa clase que había sido muy feliz todavía con las piernas temblorosas y con lágrimas en los ojos. Había recordado algo horrible, que se me hizo muy pequeño el corazón. La abuela me vino a buscar, la saludé con tristeza, le tuve que explicar que no quería terminar el curso, pero se me pasó al final. Lo importante es que llegó el verano, la época más bonita y de más energía.

Tiramos muchos petardos en san Juan, me fui de colonías con el tripijoc cuatro días en el esquirol a revivir la leyenda de Serrallonga. Me despedí de mis amigos de IÓN y por primera vez andábamos solitos por Agartha, ya no hacía falta vigilancia de Hadas, podía ir a cualquier lado con un ángel, solo tenía que especificar cúal y a veces era Gabriel y otras Uriel. Si cuarto curso fue bonito, el verano fue largo sobretodo cuando empecé en el Anigami ese año, porque la Sandra también se quiso apuntar conmigo y eso fue más una tortura china que una buena experiencia.


Durante el verano, la Saida se fue muy pronto a Marruecos con su familia, el Sergi estaba en un esplai y la Salima salíamos a jugar pero la Sandra me tenía ocupada todas las mañanas. Ir al Anigami y verla era un suplicio, no podía más… no quería hacerme amiga de ella… el corazón me decía que no era buena idea y tenía razón, pero ella insistía e insistía e insistía. ¡Joder!

El primer día ella conoció a una amiga de mi edad llamada Agatha, pensé que me dejaría en paz, pero no, quería hacer piña las tres. Agatha me caía super bien, era muy parecida a mí, también ese año nos tocó el grupo con viejas amigas de mi prima Sofía como la Ariana y la Carol, me puse muchas veces con ellas porque intentaba no estar con la Sandra y no sabía cómo decirle más, que si me juntaba con ella terminaba discutiendo y diciéndole que no quería nada con ella, pero ella nada, tu, le entraba por una oreja y se le salía por la otra… tenía malas compañías y ella era la líder de esas compañías que no quería tener nada que ver. ¡Madre de dios que tortura!

 A la mañana discutía con la Sandra, a la tarde la Sandra venía a mi casa y quería ir en cleta por la ciudad. Mi padre le dejaba su cleta y yo iba con la mía, pero siempre era horrible, se saltaba los stops, iba en contra dirección y además dejaba abandonada la cleta de mi padre. Para terminar en el Puig con sus amigos (que no la tragaban tampoco) de clase, y se veía que ya eran adolescentes, fumaban, se drogaban e incluso rompían mobiliario urbano, así que yo agarraba la cleta y le decía a la Sandra que teníamos que irnos, pero ella no quería, hasta que un día me fui a casa de mi prima que vivía cerca y le invité a ir en cleta de mi padre, ella aceptó y fue diferente.

Pero claro, a la mañana siguiente tenía a la Sandra de morros para hacer el proyecto de fin de esplai juntas con la Agatha… teníamos que seguir construyendo nuestra tienda de cerdos, ya que ese año el espectáculo final iba sobre la época medieval. Con cartones tuvimos que crear nuestra tienda, pintarla y eso… que horrible fue. De las peores experiencias que tuve en ese lugar… y sé que no fue el lugar la culpa, sino fue mía porque le dije a mi padre que me quería apuntar, y la Sandra se enteró por su padrastro que la apuntó en plan “ya que son amiguitas”. ¡Noooo!

-        ¿Por qué me dejas tirada siempre?- preguntó la Sandra discutiendo conmigo.

-        ¡Es que no te aguanto, Sandra! No quiero estar contigo, ¿entiendes? ¡no quiero estar contigo porque estar contigo es delinquir y yo no quiero hacer eso!- le dije ya harta de todo.

Quedaban dos días para presentar la tienda en el espectáculo y en esta discusión todos los grupos del Anigami estuvieron de testigos.

-        ¿Delinquir?- preguntó asombrada aumentando el tono.

-        Si, delinquir. Te saltas los stops, vas en contra dirección. A la que tienes una oportunidad destrozas cosas de las calles. Robas e incluso mientes a la gente. ¡No quiero estar contigo!- le dije.

Entonces ella se puso a llorar, recuerden que había público.

-        Llora lo que quieras, yo ya te lo he dicho. Soy buena persona, no me meto con nadie, no haga nada malo a nadie, y como soy una persona que cumple sus promesas, vamos a hacer una cosa, terminamos de hacer esto pero a la que el espectáculo termine… olvídate de mi, ¿vale?- le dije clarito.

-        ¡Vale!- dijo intentando hacerme creer que si me hace chantaje emocional conseguía algo, y me fui por el otro lado.

Entonces vi a Agatha y le paré.

-        ¡Ah por cierto, que quede clarito…! Agatha, si sigues con ella, acabarás entre rejas. ¿Te gustaría eso?- le dije.

-        No, ¿por qué?- dijo ella inocente sin saber nada.

-        Pues no te juntes con ella, porque terminarás así.- le dije y me marché al pabellón grande a continuar con pintar la tienda que quedaba poco ya.

Nadie del Anigami le hablaba, nadie del Tripijoc le hablaba, nadie ni de su clase o lo que habían sido de su clase, le hablaban. Ahora pensaran que soy una Bully pero, es que si ella hace cosas malas… lo siento pero es que no puedo. Tengo personalidad y es una de las cosas que mi madre gracias a dios me ha enseñado y valoro con mucho amor, sabía que si seguía con ella, terminaríamos entre rejas, aunque yo no hiciera nada, sería cómplice y le tuve que decir así, no me gusta montar espectáculos. No quedó otra, pero funcionó.

La Sandra no me molestó en todo el verano, y pensé que lo había logrado, hasta que ella ya no pudo venir más al Tripijoc por tener 14 años y todavía estaba en quinto de primaria. Había repetido tantas veces que nos llevaba tres años de ventaja, casi cuatro. El resto del verano, estuve con la Salima y el Sergi hasta que se fue de vacaciones a Linares cuando se acercaba Septiembre. En casa habíamos puesto la piscina en el patio y la Salima venía las tardes a bañarse, que maravilla y alegría, primero nos bañábamos en la piscina tantas veces como queríamos, y después a las siete, nos vestíamos e íbamos una vez por semana a Can Crespi en la plaza a buscar un helado y nos lo tomamos en casa de la Salima viendo series de Disney Channel.

A veces me invitaban a cenar y podía degustar de la comida musulmana, sobretodo cuando en el piso de abajo se mudaron dos de sus primas que curiosamente ya conocía por el colegio Dounia y Layla.

El verano se iba disipando y septiembre llegó tan rápido como inesperado, el nuevo centro de recuperación era muy distinto a IÓN. Mi primera vez fuera de un centro oficial para seguir preparándome para el futuro, para ese 2024 que tanto empeño tenían los Maestros Ascendidos, sentirme en esta situación todavía me costaba admitir que había fallado algo que no podía volver a pasar. Me jugaba demasiado, la vida de muchas personas, el destino de una esfera, el futuro de miles de millones de humanos… no me podía permitir fallar algo tan importante como unas pruebas de acceso a estudios superiores como lo era Ávalon.

El Chico tenía que esperar un año más, ¡qué mal! Lo echaba tanto de menos, esperaba poder compartir los recreos con él y seguir conociéndonos, pero la situación era la que era, y Gabriel se había empeñado en acompañarme al nuevo centro todos los días que tenía que ir. Al ser un centro diferente, solo tenía que ir tres días a la semana, domingo, martes y jueves. El resto, tenía libertad para viajar por Agartha o pasar tiempo con Gabriel que estaba encantado y yo también, porque nunca está mal pasar tiempo con amigos, ¿verdad?

El horario era de 2:30am a 4:45am y lo único que iba a hacer allí era aprender a superar la maldita prueba. Cada día era un aspecto importante en tener en cuenta, y los días que no tenía clase, aparte de pasar tiempo con Gabriel, también le pedí que me fuera poniendo a prueba, porque así podría estar más preparada. El metro solo tenía dos paradas o tres si lo agarraba desde Manlleu directamente o des del Hangar, o sea que tardaba como diez minutos en llegar, luego teníamos que caminar cinco cuadras y listo.

Al día siguiente después de empezar, no tenía clase, así que Gabriel aprovechó y nos fuimos de excursión a los Sistemas de Agartha, me quería enseñar una catarata muy famosa que normalmente había gente pero al ser un día normal, estaríamos más a solas. Acepte con la ilusión de conocer lugares naturales cerca de Amsha. Mientras que íbamos caminando, empezamos a charlar…

-        ¿Sigues en contacto con… tu mujer?- le pregunté en ese tiempo me faltaba algo de tacto, la verdad.

Gabriel se paró y se giró un momento para mirarme con cara de asombro.

-        No sé qué contestar a eso, la verdad. – respondió Gabriel.

-        ¿Por qué?- pregunté.

-        Ella me dejó, se supone que no debería ir detrás de ella si no quiere estar conmigo. Pero… si tú pregunta es si sé dónde está… la respuesta es si. Pero desear o tener contacto con ella… no puedo responder a eso. – respondió tan sincero como es siempre.

-        No lo entiendo. ¿No quieres estar con ella? ¿Sigues enojado por ello?- pregunté arrugando la frente.

-        No estoy enojado. Pero es que ella, aún no ha dicho nada por si quiere perderme de vista o mantenerlo. – respondió Gabriel.

Cada vez que abría la boca lo entendía menos, así que él siguió caminando yo le seguí.

-        ¿O sea que si que se ven?- pregunté.

-        Técnicamente si, pero solo por el trabajo. A nivel personal, aún no se sabe nada. – por fin confesó.

-        ¿Y si te dijera de volver?- pregunté.

Gabriel volvió a detenerse, respiró profundamente, se giró, me miró a los ojos que noté la conexión que teníamos.

-        Si ella quiere volver, volvería con ella, porque yo también quiero. Y deseo que volvamos des del minuto cero en cuanto me dejó. Respeté su voluntad, pero vivir así… me parte el corazón. – Confesó el Arcángel Gabriel.

Recomendación: Hija de la Naturaleza - Canción de Lau Rodriguez. 

HR.

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