martes, abril 01, 2025

El Espejo De Mí Vida - Capítulo 213 [3T]

 

Noté el brazo de Uriel rodeándome la cintura, mientras que prestaba atención a esas muchachas. Empecé a caminar para estar con las de mí grupo, pero esas muchachas interceptaron el camino y nos obligaron a pararnos.

-      ¡Mira, la rarita que todos hablan!- decía la chica rubia riéndose de mí.

-      ¡Si, si, es verdad! ¡La que le habla al aire!- dijo otra muchacha.

-      ¿Te llamas Laia, verdad?- dijo la muchacha rubia.

Le miré sin decirle nada.

-      Eres muy famosa, ¿sabes? – dijo la muchacha rubia.

-      ¿Famosa?- susurré arrugando la frente.

-      ¡Vamos, mi amor! – dijo Uriel susurrándome en la oreja.

Caminé para evitarlas, no se apartaron así que tuvimos que rodearlas, no me gustó nada esas formas pero decidí ignorarlas.

-      ¿Qué quería decir con que soy famosa, Dary?- le pregunté.

-      Tampoco lo he entendido. – la cara de preocupación me preocupó a mí.

Alguna vez me habían pillado hablándole a Uriel o algún ser de luz, pero nunca me había llegado el comentario <la rarita que le habla al aire> eso fue muy despectivo, no me gustó ese trato, ¿qué querían esas muchachas?

El viernes, nos tocó ir a escalar en una roca que había en un camino entre Tavernolas y Roda de Ter. Quería hacer escalada y estuve esperando mí turno, nunca lo había hecho en una pared tan alta ni en un lugar natural, me hacía especial ilusión, pero se tenía que esperar los turnos, que iban de dos en dos. Mientras que esperábamos, nos pusimos Uriel y yo a buscar un lugar cerca del río en privado para charlar de nuestras cosillas, porque las amigas de Torelló estaban con temas que no me interesaban en ese instante y quería estar a solas un rato.

¡Qué suerte fue la mía! Cuando nos cruzamos con el grupo de esas muchachas que el miércoles se rieron de mí. Nada más verme, ya me llamaron, no pude evitarlo y me paré, pensé que sería un buen momento para plantarle cara para disculparse, pero no…

-      ¿Por qué siempre estás sola?- preguntó la muchacha rubia.

La pregunta la interpreté mal, pero en realidad ella solo tenía curiosidad, no iba de malas en ese momento, así que no respondí.

-      ¿Por qué eres la rarita de clase?- preguntó la muchacha rubia de nuevo.

-      ¿Y tú? ¿Nadie te ha preguntado porqué eres tan gilipollas o qué?- le pregunté enojada, como se atreve a llamarme rarita de nuevo.

Entonces empezó a burlarse de mí y me dijo que hablaba igual que el Pato Donald. Todos los de su grupo que eran como ocho personas (hombres y mujeres) se rieron y le confirmaron lo que decía. Di un paso hacia adelante, pero Uriel me agarró del brazo para frenarme, me detuve, me quedé mirando a la rubia tonta gilipollas… detrás de ella, vi como aterrizó el arcángel Gabriel, me miró y empezó a caminar rodeando el grupito que estaba sentado en el suelo, colocó sus manos en mis mejillas, me dio un beso en la mejilla, y sin decirme nada, me fui con él, intentando reprimir la bronca que tenía dentro de mí.

Caminamos por el camino un trozo, lo suficiente como para quedarnos a solas…

-      ¡Hija de…! ¿Pato Donald? ¿De qué va esa gilipollas?- me quejaba.

Le di de hostias a una rama que estaba en el suelo contra el pavimento del camino, como si intentase darle de hostias a la tipeja esa… lo peor de todo es que se había reído de mí, sin motivo alguno…

-      Uriel ¿cómo permites que se detenga, tenías que haberla insinuado para que siguiera caminando? – le dijo Gabriel enojado.

-      ¿Cómo? ¡No pienso hacer eso! Ella es la que decide por ella misma si detenerse o seguir caminando, Gabriel. ¿Y tú, porque estás aquí abajo en vez de ahí arriba? – Uriel discutía con Gabriel.

-      Mí obligación es protegerla, ¿creo que es lo mismo que tú haces, no? – dijo Gabriel.

-      Claro. ¿Estás poniendo en duda mí trabajo? ¡Jamás lo intentes de nuevo, ok! Sé cómo tengo que trabajar. – le gritó Uriel.

Se quedaron ambos mirándose fijamente, hasta que agarré el palo y les di en el brazo, se quejaron los dos.

-      ¡Paren de pelearse muchachos! ¡La afectada emocional soy yo, no ustedes! – les grité.

Gabriel realizó un paso al frente me quería dar un abrazo, pero le apunté con la rama y se quedó quieto con las manos en alto.

-      ¡No acepto ningún abrazo, sin que se disculpen y se den uno ustedes dos!- les grité.

Uriel y Gabriel se miraron, les costó un poco pero aceptaron y se dieron un abrazo.

-      ¡Cómo vuelva a ocurrir esto delante de mis narices, pido cambio de ángeles guardianes! ¿Entendieron?- les exigí.

-      ¡Si! – dijeron Uriel y Gabriel.


Tiré el palo en la cuneta, y fue en ese momento cuando se me escapaban las lágrimas, Gabriel me dio un abrazo que acepté con mucho gusto. No quise hacer la actividad de escalada, se me quitaron las ganas por completo, me habían insultado sin venir a cuento de nada, mí estado de ánimos estuvo muy mal durante toda la mañana, deseaba que se terminara la actividad. Fue en ese momento cuando Gabriel también enojado por la situación se le escapó… “¡no se lo perdonaré a la María Carmen de la Trinidad, lo que le ha hecho a mi protegida!”. Me quedé mirándole la cara, Uriel hizo lo mismo.

-      ¿Quién es esa?- dije.

-      La que te ha llamado Pato Donald, se llama así- respondió Gabriel.

Nos pusimos a reír Uriel y yo, después Gabriel se unió.

-      ¿Pero quién se llama así en pleno siglo XXI?- dije descojonándome viva.

¡Ala ya tenía una archienemiga para las vacaciones! Y sin buscarla… eso viene solo… por el porvenir de la existencia, señores… no es coña, fue muy duro porque me estuvo torturando todo el verano. Ese fue el motivo por los cuales, decidí en muchas ocasiones no asistir a las actividades y quedarme en casa, total a mi madre le dieron el trabajo y en casa por la mañana no había nadie.

Era una tortura, no había día que no intentase burlarse de mí, hasta tal punto de que las amigas que estaba haciendo en Torelló, me entraban dudas de si realmente me querían a su lado por quién era o porque les daba pena que esté sola. Por eso la mayoría de veces iba sola junto a Uriel y Gabriel, cuando saltó la primera vez me reconfortó, sé que saltó porque cada vez que alguien me insultaba sin venir a cuento de nada, creando el Bullying que yo quería que desapareciese, Gabriel se quedaba a mí lado junto a Uriel. La situación no mejoraba, pero me sentía mejor, fue en ese momento cuando experimenté su cariño especial hacía a mí. Sé que lo hacía por compasión, pero en realidad el Arcángel Gabriel debido a su energía tan pura, no puede abrazar ni tocar a cualquier persona, porque puede lastimar a la persona un montón, debido a la energía que él es. Pero conmigo, eso no ocurre, porque su corazón y el mío tienen la misma pureza.

Al final supe que la María Carmen de la Trinidad, sabía de mí existencia porque los compañeros de clase le habían contado sobre mí, ella estaba cursando un año más que yo pero no era de mí colegio, sino que iba a la escuela Casals-Gracia. ¿Cómo era posible que una persona de otro instituto supiera que a mí en clase me hacían Bullying? ¿No se suponía que no era nadie?

-      ¿Ella conoce a alguien de mí colegio?- le pregunté a Gab.

-      No directamente. Pero sabe lo que te hacen. – respondió Gab.

-      ¿Por qué? ¿por qué se burlan de mí? ¿Es por la posesión que pasó de Gämael cuando tenía seis años?- volví a preguntarle.

-      No, eso ya lo sanaron. Es alguien que te tiene mucha envidia. Estoy investigando un poco más para saber quién es, porque no lo tengo ni yo claro de quién puede ser. – respondió Gab.

-      ¡Si hombre!- dije incrédula de mí.

-      ¡Pues claro! Tú energía es un caramelito, Laia. Y tú sabiduría… una bendición del creador. – dijo mirándome a los ojos.

-      ¿Me estás vacilando, Gab?- le dije arqueándole una ceja.

-      ¡Jamás se me ocurriría! Solo digo la verdad, amor. – dijo desafiándome con la mirada.

Me puse a reír, siempre acabábamos igual últimamente.

-      Muchos piropos me echas últimamente,… voy a empezar a pensar que te molo…- le dije riéndome.

-      ¡Una humana y un ángel! – se puso a reír por unos segundos y prosiguió- creo que este cuento ya me sé el final… - terminó de decir Gab.

-      ¿Cuánto hace que no te has enamorado de alguien?- le pregunté.

-      ¿Acaso he dejado de estarlo? – preguntó.

-      ¿Aún de tú ex? ¡Vaya por dios!- dije y me reí.

-      Si, lo sé… me va el rollo masoquista, ¿qué le voy a hacer? Le abrí mí corazón y parece que a pesar de que me dejó hace ya 13 años, sigue viviendo en él…- suspiró mirando la cuarta pared.

-      Para sufrir como un enamorado de esos que ponen en las telenovelas… ¡ay Gabriel, serás el arcángel más hermoso que he visto, pero aún te falta mucho para aprender del amor conyugal!- le dije.

Gabriel me miró fijamente a los ojos sin dejar su rollo cómico que había adquirido la conversación.

-      ¿No tendría que ser al revés? ¡Eres tú la que ha decidido volver a nacer! – dijo sarcástico.

-      Pero eso no se pierde de vida en vida.- le comenté.

-      ¿Ah no? ¡ya hablaremos cuando te guste alguien! – dijo Gab.

Le saqué la lengua y él volvió a reír. 

HR.

HERO&Corporation.

 

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