- Uy, tú tienes un cacao… ¿cómo se va enamorar de mí si soy su prima carnal? Gabriel… deja de tomarte esos cocteles tan fuerte que te tomas, que aunque no lleven alcohol algo te está perjudicando la mente. Pero ¿cómo se puede enamorar de mí? ¡no, no, no, claro que no! Gabriel… ¿qué inventas?- le dije.
Gabriel se sentó en mí silla dónde me tocó cenar agarró la copa de agua y le dio un sorbo.
- No, no, no… Gabriel… ¡es imposible!- le dije.
- ¿Eso crees? Pues bien que te ayudé a ponerle freno a Juanito, ¿no?- comentó Gabriel.
- Bueno si, pero eso fue diferente, el primo Juanito sabemos que no está bien…- le dije como excusa.
- Pero casi te viola con seis años, bueno no pude evitar que te abusara, ¿y también estaba inventando? – dijo Gabriel defendiendo su postula.
- Si, tienes razón. Si no hubiera sido por ti, quizás me hubiese violado con seis años, pero me ayudaste, gracias Gabriel. Pero Líon… ¡es que no me lo creo, vamos!- le dije.
Gabriel se levantó tan cerca que le podía sentir hasta el latido de su corazón que iba exagerado.
- Laia, está clarísimo que anda por ti. – confesó.
- Pues yo no lo veo, lo siento.- le dije.
- ¿Ah no? O sea, es el día de su boda, se supone que debe ser el día más feliz de su vida y esto parece un funeral. Y lo más raro no es que esté triste, sino que además tú le vas detrás y en todo momento te ha sonreído de corazón, te ha guiñado el ojo y además que contigo sí quiere bailar. Laia, ¡por favor! – confesó Gabriel.
Me quedé pensando en lo que había dicho y tenía algo de razón, esto en vez de una boda parecía un funeral.
- ¡Ay no,… tienes razón! ¿Qué hago?- le dije preocupada.
- Nada. Quedate a mí lado. – dijo Gabriel agarrándome de la mano, su tacto era suave como el terciopelo, me miró a los ojos, le sonreí.
- Ok. Me quedaré a tú lado si me dices… - le dije jugando con él.
Gabriel abrió los ojos como dos naranjas al mismo tiempo que arrugó el entrecejo escuchando lo que le iba a decir.
- Que soy <tú chica>.- le dije me mordí el labio inferior y él sin querer apretó las manos un poco.
- Em…. ¿Yo he dicho eso? – se hizo el tonto pero estaba como tonteando conmigo.
Sonreí, le dejé las manos y me giré para caminar hacia la mesa dónde estaba mi abuela la tía Cristina y el tiet Josep sentados hablando con la Rosa la abuela del novio. Pero no nos quedamos mucho tiempo, porque de repente el novio llegó a nuestra mesa, Gabriel me agarró de la mano y en cuanto le miré simplemente me fui con él a bailar. Nos lo pasamos tan bien él y yo, pero en algunas ocasiones el novio nos iba siguiendo, en todo momento le quería hacer caso a Gabriel, era mejor no darle más atención igual ya se arreglarían solos, aunque… tendría que aceptar él que es una locura.
Ya en el momento de la barra libre y que la mayoría de los invitados ya no sabían ni caminar rectos, o digamos solos, necesitaba tomar un poco el aire, había terminado de llover por fin, era de noche, muy entrada la noche, y en el pequeño porche que había al lado de la sala de baile se concentraban los fumadores, porque no dejaban fumar dentro del recinto. Gabriel y yo nos fuimos a tomar el aire pero nos separamos un poco de los fumadores, estábamos a solas, admirando como al fin se veían las estrellas en Julio, ¡qué maravilla!
- ¿Sabes dónde está Uriel?- le pregunté.
- ¿De verdad quieres estropear este momento tan bonito hablando de mí hermano? – se quejó Gabriel.
- ¡Que quejica que eres Gab!- me reí de él.
- Estoy a gusto contigo a solas, ¿algún problema? – su mirada era picaresca.
- Vaya amigo…- le dije le saqué la lengua.
Gabriel se apoyó en una de las columnas cónicas que había para estar más cerca de mí cara, sentí que me invadía el espacio personal pero no me preocupaba.
- Lo digo en serio, estoy muy a gusto aquí contigo, bajo esta noche, por fin lleno de estrellas. – su voz era amable pero con otro sentido más íntimo que no me disgustó, aunque el ritmo cardíaco me aumentó un poco.
- Si, al fin se dignaron a aparecer.- dije riéndome de la situación por amabilidad pero también me sentía algo nerviosa.
Nos miramos a los ojos sin decirnos nada, mientras que sentía como el calor iba empapando el ambiente.
- Las estrellas siempre brillan porque dentro de sus corazones irradian pureza, igual que tú. – declaró Gabriel.
Se me cortó el aliento de lo bonito que dijo, nunca me había dicho que mí corazón fuese tan puro como una estrella que brilla en plena oscuridad. Entonces noté como dentro de mí estomago las mariposillas empezasen a volar libremente dentro de mí, al mismo tiempo que sentía un pequeño hormigueo en mis labios, deseando unirlos con los suyos. Fue en ese instante cuando Gabriel se acercó un poco más, pero cuando estaba a punto de colocar sus labios encima de los míos, se detuvo.
- Quiero besarte, es lo que más deseo,… - susurró.
- Hazlo.- le susurré con la voz entrecortada.
- Pero, no puedo. Aún no, lo siento. – dijo, se separó para volverme a mirar a los ojos.
- ¿Por qué? ¿Por qué aún amas a tu ex? – le pregunté preocupada pero celosa.
Dijo que no con la cabeza, cerró los ojos un momento y los volvió a abrir, me miró con esos ojos penetrantes y verdes que me dejaron sin aliento de nuevo.
- Tienes 13 años, amor. No quiero estropearlo. – dijo Gabriel.
Di un paso atrás pero él me agarró de la cintura e hizo fuerza para que volviera a hacer ese paso hacía él, hizo tanta fuerza que me encajó en su cintura.
- Me encantaría besarte, te lo juro. Pero debo esperar, amor. Espero que lo entiendas. No quiero condicionarte. – dijo sincerándose, se le notaba que le dolían esas palabras que él mismo decía.
- ¿Condicionarme?- pregunté frunciendo el ceño.
- En unos años tendrás que elegir, así lo debemos hacer, amor. Sino te voy a condicionar y nada de lo que está en tú camino sucederá. – explicó misterioso como siempre es Gabriel.
- No entiendo nada de lo que dices, Gab. Pero me ha quedado claro que… no sientes lo mismo. – le dije apartándole la mirada.
Me clavó sus labios en mi mejilla, sentí ese cosquilleó por todo mí cuerpo. Sí que sentía lo mismo, pero lo que dijo no lo entendía. Luego nos separamos y nos volvimos a la fiesta, pero en ese momento vimos al novio coquetear con otra chica que no era la novia, y nos quedamos a espiarlo.
A las cuatro de la madrugada mis padres, mi abuela y el tiet Josep nos regresábamos a Manlleu. Cada uno decía algo sobre la boda, lo bien que se lo habían pasado, pero todos estaban en la misma conclusión en que el novio estaba muy nervioso y estaba algo desaparecido, pero que al final se habían casado y estaba todo bien. El camino a casa se hizo bastante largo, sobretodo porque teníamos que dejar a la abuela y luego al tiet Josep cada uno en su casa, aunque me fui derechita a la cama, Uriel estuvo conmigo todo el camino de vuelta y cuando llegamos a la habitación él hablaba conmigo pero tenía la mente en otra parte, en lo que me había dicho Gabriel.
Caí redonda en la cama con la luz encendida, no tenía fuerzas ni para apagarlo, pero sentí los pasos de Uriel que se acercó a la cama y apagó la luz pequeña. Nunca le conté a Uriel lo que sucedió con Gabriel en la boda, no la parte en que casi me doy mi primer beso con él, sentí que no estaba preparada para dar explicaciones de ese tipo, de hecho se ha enterado al escribirlo aquí y ha flipado un poco.
Me giré en la cama de cara a la pared, noté que había colocado sin querer mi cabeza en el pecho de alguien, abrí los ojos, era Gabriel, se estaba haciendo de día y una pequeña y ligerita luz pasaba a través de las persianas que le iluminaban la cara, estaba dormido tan plácidamente que no quise despertarlo. Él de repente se giró hacia la pared quedándose de espaldas conmigo, mientras que seguía dormido, le abrigué un poco con la sábana, fue entonces cuando le vi el culo. Esa fue la primera noche que se tumbó conmigo completamente desnudo, era muy tentador pero no pude sacar la mirada de su culo perfecto.
Me quedé mirando el techo, me desvelé pensando <mí vida es demasiado complicada>. Por un lado la humanidad no quería mi presencia, por el otro el arcángel más hermoso y uno de los más famosos de la historia de este universo, se había enamorado de mí y yo de él. ¿Era un amor prohibido o imposible? Una humana como yo, con un arcángel tan hermoso como él es. Entonces me vino a la cabeza cuando le había dicho hacía un mes atrás “voy a empezar a pensar que te gusto” y él respondió “¿Una humana y un arcángel? Creo que ya sé el final de esa historia…” ¿no había sido una ironía como yo había pensado sino que lo pensó de verdad? Nuestra historia no podía ser, mucho antes de ni siquiera darle una oportunidad.
Con casi 14 años y debatiéndome entre si el universo permitiría un amor así de complicado, pero no me puse a pensar lo que podrían opinar el resto de las personas que me importan, si algún día esto llegara a salir a la luz. Aún nadie sabía mi faceta con los angelitos más divinos, ¿cómo llegarían a entenderlo sino creen ni en Dios?
- Aún no es seguro para ti, lo siento. – dijo el arcángel Uriel a la mañana siguiente.
- Me siento mal por ello, es como viviera escondiéndome. Necesito decírselo a alguien, ¡por favor!- le insistí.
- Aros no ha salido del psiquiátrico desde que entró con seis años, ¿quieres tú lo mismo y arruinar todo tú futuro? ¿Recuerdas porqué estás aquí y por qué te estamos enseñando todo esto? No es para que puedas ir a la universidad y luego tengas un trabajo, todo esto lo hacemos por ti, porque en el 2024 todo cambiará, y tú te has ofrecido para ser parte de ese cambio, ¿comprendes? – respondió con sinceridad Uriel.
- Parte del Bullying que sufro también es por esto, ¿sabes? Porque alguien me habrá visto hablar contigo y se alejan, porque se asustan… dices que me he sacrificado para que todo cambié, pero ahora veo el peso que eso trae y no me gusta, no me gusta estar tan sola, Uriel. No tengo amigos en esta dimensión, me voy a pasear al perro en el mediodía para que nadie se burle de mí en el parque a las cinco, no hablo con mis padres, y con mí abuela tengo una relación extraña, ella es creyente pero el tema de los ángeles no lo puedo ni sacar con ella. ¡Qué estupidez tener que estar en silencio sabiendo que me duele cada vez que tengo que hacer un trabajo en grupo en clase y nadie me pregunte si quiero ir con ellos! – le confesé gritándole y llorando en el final.
- Lo sé, voy contigo a clase y veo y siento lo que te hacen. – respondió Uriel dolido.
- ¿Qué lo sientes? Me he enamorado de un arcángel, pero incluso él me dice que es complicado. – le espeté.
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