*Por cierto tenemos otro blog que hablamos sobre la verdad de Matías Destefano, aquí.
Escuché como muchos salían corriendo de ahí gritando… ese era el número final. Persecución sonámbula.
- ¡Ah!- gritaron las chicas y también algunos chicos…
- ¡Tranquilos, tranquilos…!- decía el Pepe.
- ¡Coño… se ha levantao!- escuché a una de las monitoras asustada.
- ¡Tranquilos, es solo… que será… sonámbula, nada más!- dijo el Pepe.
Pareciese que Pepe estuviera en el ajo, pero recalco, solo Uriel participaba.
- Si eso… no creo que camine…- dijo la monitora.
En ese momento noté el saco en mis pies, no llevaba zapatos ni calcetines, pero sabía que tenía que hacerlo espectacular, así que levanté una pata y empecé a caminar saliendo del saco por completo.
- ¡Coño!...- gritó la monitora y por el tono de voz que escuchaba se alejaba corriendo como el resto de la gente.
Solo podía dar unos cuantos pasos, eso de poner al descubierto las plantas de mis pies sabiendo que estábamos compartiendo, campito con las vacas que se cagaban en cualquier lugar, no me hacía ni puñetera gracia pensar en que uno de mis pies pudiesen quedar atrapados en alguna boñiga… así que sabía que solo podía caminar por encima de la esterilla.
Caminé decidida pero despacio, con los ojos cerrados, con el pelo revoloteado y con la ropa de calle (ni me atreví a ponerme un pijama en medio del bosque), dios… ahora que lo repaso… joder que cague, ¿no? Uno me enfocó con su linterna en los ojos, todo era blanco incluso viendo a través de mis parpados, pero continué, puse una mano como si quisiera atrapar la luz, fue entonces cuando noté la mano de Pepe que intentaba como calmarme… pero le piqué las manos, escuché que se quejó.
- Se te acaba la esterilla, mi amor. – me avisó Uriel.
Paré de caminar, me detuve, ronqué, me balanceé delante y atrás como si estuviera a punto de caerme hacía adelante, cuando al tercer balanceo, abrí los ojos y dije “BU”.
Todo el mundo, absolutamente todo el mundo… corría dirección a la cabañita destrozada, como si se fueran a salvar de algo. ¡Ay que risa me entró! Fue tan fuerte que me doblé riéndome como si no estuviera un mañana, revelándole a todos… que había sido TEATRO. ¿Recuerdan que me daban papeles protagonistas en el Tripijoc? Pues me podrían haber dado un Óscar en esa representación.
No saben lo bien que sentó ver a la María Carmen de la Trinidad y a sus secuaces muertas de miedo, estaban tan muertas que no me hablaron hasta la tarde siguiente, cuando volvíamos al bus caminando por el mismo camino que hicimos de ida.
- Laia, ¿De verdad que no eres sonámbula?- me preguntó una de sus amigas.
- ¡Jaja, no! Si cuando duermo no me suelo mover ni casi respirar…- le dije.
- Pues… ¿porqué lo has hecho?- preguntó asustada y curiosa.
Le miré pero no le contesté, esa mirada aún le dio más miedo. Aunque sabía que había perdido a las amigas de Torelló, porque no me volvieron a hablar… quizás pensaron que estaba <chalada> por lo que hice… lo agradecí tanto que ya no los volvería a ver nunca más. Me tenía que ir bien de ahí, había sido un mes de Julio horrible, creo que hubiera sido mejor otro mes de clases odiosas en secundaria, antes de esta experiencia, jamás volví.
Cuando estuvimos ya en el bus de camino de vuelta, no se escuchaba ni un alma hablar, todo el mundo incluso los monitores estábamos durmiendo la mona, porque resultó que mi numerito ocupó al final toda la noche y a las cuatro y media de la noche empezó a salir el Sol y nadie pudo dormir, ni veinte minutos. Nos pasamos la mañana, algunos pescando en el río, otros nos bañamos, y luego después de almorzar a buscar el Bus.
El conductor estacionó en el pabellón, tuvo que despertar a los monitores que nos despertaron a todos, yo lo sentí que ya habíamos llegado al sentir el motor pararse, abrí los ojos, despegué la cara de la ventana y me acomodé para salir de ahí y dar por terminada el mes de Julio.
Hubo otra cosa que me llevaba de esa experiencia de acampada, y fue que esa mañana haciendo una pequeña excursión al lado del río vi por primera vez una Nutria en su hábitat natural, la vimos mientras que hacía su nido o arreglaba algo en la presa que había construido en el río, ¡qué hermoso! Por el momento, no he podido volver a tener un placer como ese en plena naturaleza, aunque si que he visto cosas muy asombrosas y muy hermosas, que ya las compartiré a su debido momento.
El mes de Julio tampoco fue tan horrible, si quitamos la experiencia del Anigami, el día 13 de Julio del 2006, mi primo Líon se casaba en San Julià de Vilatorta, en una casa del campo llamada Santa Margarida. Fue una tarde extraña, con lo lindo que era el lugar con caballos, grandes campos y bosques para hacer una boda civil de ensueño, curiosamente ese día llovió absolutamente todo el día y toda la noche. El lugar era Medieval pero ¡A la mierda las fotos en plena naturaleza! Se tuvieron que hacer en el comedor, en la entrada del lugar.
Recuerdo que yo fui a la boda vestida con una camisa blanca y pantalones marrones con muchos bolsillos (adoraba los pantalones así), iba con la misma ropa que la otra boda de Mayo. Mi mamá llevaba un vestido color carne y mi papá un traje sin corbata con la camisa naranja. Recuerdo que fuimos ahí con mi abuela y el tiet Josep, los llevamos nosotros en el auto. Nada más aparcar vi a los caballos y ya me enamoré del lugar, de hecho me acerqué a ellos, y uno que era especialmente blanco se acercó y se dejó tocar, ¡qué hermoso momento!
En el momento en que estaba con los caballos, se dejó ver el sol al mismo tiempo que llovía brevemente. Lo integré como una forma de decirme la madre naturaleza la bienvenida a ese lugar mágico. Ah por cierto, lo que voy a hablar ahora de esta boda, hay partes que nadie vio, por eso se sabrá la verdad aquí, porque nunca lo conté a nadie de la familia, hasta hoy.
Caminamos por el caminito hasta llegar a dentro, la gran mayoría de los invitados ya habían llegado, mientras que nos saludábamos todos en la entrada a dentro, antes de entrar vi que el auto de la novia ya estaba aparcado al final del camino. Según la hora no llegábamos tarde, pero la ¿novia ya estaba ahí? Qué raro, así que me apresuré pensaba que quizás había pasado algo, pero dentro no estaba la novia.
- ¿Qué hace el auto de la novia aquí?- dije.
- La han escondido, porque el tiempo no ayuda.- dijo mí tía.
- Ah…- respondí.
Ok, la novia ya estaba ahí pero escondida en alguna parte del recinto, ahora solo faltaba saber si el novio ya estaba aquí o por el camino.
- ¿Y el novio?- le pregunté.
Se encogió de hombros mí tía, me la quedé mirando.
- ¿Qué pasa?- le dije.
- Aún no ha aparecido y debería haberlo hecho hace como cuarenta minutos.- respondió ella.
Su actitud era extraña, su hijo no venía a casarse y estaba tranquila, más bien la vi como contenta, ¿acaso no querían que se casase? Si estuviéramos en Barcelona, quizás un atasco sería una buena excusa pero en medio del campo, un sábado por la tarde tranquilito… no había otra excusa posible que quizás… el novio se lo habría pensado mejor… lo importante era que la gente no se había percatado aún de ese problema, pero mi mente se adelantó a los posibles acontecimientos, y en todas había una novia triste, frustrada y sola, llorando porque le habían plantado en el altar.
Diez minutos más tarde, y después de saludar a toda la familia, incluso a los primos de Líon, Eddy y Willy de parte de mí tía (que ni me acordaba de sus nombres), por la ventana vi al novio plantado delante del auto de la novia, me lo quedé observando, no tenía una cara de felicidad, más bien estaba triste mientras con la otra mano rebuscaba en su bolsillo algo que tenía pero que no pude llegar a ver. Él miraba hacía la cocina, como si intentase ver a su futura mujer a través de los muros grandes del complejo, pero empezó a caminar le seguí de ventana en ventana, esperando a que entrase, pero cuando lo vi irse andando más allá de dónde estaban los invitados, no pude evitar salir y seguirle a dónde iba.
Se quedó sentado en una roca delante de los caballos, puso la cabeza entre sus rodillas, y cuando volvió a levantar la cabeza, estaba llorando. Nunca lo había visto así.
- ¡Soy un cobarde, soy un puto cobarde!- gritó.
Me escondí entre los árboles, cuando vi que volvía al lugar, le volví a seguir, pero antes de entrar, se detuvo volvió a ponerse las manos en la cabeza, miró a los lados, yo estaba escondida entre los árboles. Me preocupé tanto por él, que antes de que entrase, me puse en el camino.
- ¡Líon, espera!- le grité, él se giró y de golpe se le iluminó la cara.
- ¡Laia, que alegría verte!- dijo tenía los ojos vidriosos, me agarró de las manos con fuerza.
- ¿Qué te pasa? ¿Por qué estás triste?- le dije preocupada.
Él suspiró mirándome a los ojos.
- No quiero ser un cobarde… pero… ¡es complicado! – dijo lleno de dudas.
- Es normal sentirse así, casarse es importante.- le dije pero me interrumpió.
- No, no, no… yo no… no voy a casarme…- dijo.
Me quedé muda, no podía articular palabra, se le veía tan enamorado de ella… ¿qué había pasado?
- Necesito tú ayuda, no quiero casarme con Flora- confesó.
S
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HR.
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