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Me apresuré y le abracé por detrás, él aceptó ese abrazo
colocando sus manos encima de las mías mientras le rodeaba la cintura. Sentir
su dolor, me hizo sentirlo muy profundo incluso me dieron ganas de llorar, pero
solo se me cayó una pequeña lágrima que disimulé secándomela rápidamente en la
espalda de Gabriel.
-
Siento mucho que sufras por ello. No te mereces
alguien que te haga este daño. Eres demasiado bueno, ¿sabes? Como amiga tuya
que soy, acá me tienes para lo que necesites.- le dije.
Fue en ese instante cuando me di cuenta de que tenía los
ojos llenos de lágrimas, se río de mi propuesta pero simplemente me quitó las
manos de su cintura, se agachó y nos dimos un abrazo fuerte, de aquellos que
parece que vayas a fusionarte con la piel del otro. Fue en ese momento cuando
el arcángel Gabriel lloró desconsoladamente en mis hombros.
-
Hemos
pasado más de 20.000 años juntos, siendo ella y yo una pareja, incluso nos
hemos casado y tenemos hijos, pero… ahora las cosas son complejas, ella está en
una misión dónde yo solo puedo acercarme a ella por el trabajo, no podemos
intimar, igual ella también es complicado… - explicó, intentando recuperar
la compostura.
-
A mi no me preguntes, porque yo no me acuerdo de
nada de lo que es tener pareja, tengo diez años y medio y… me he visto con mi
Chico muchas veces en otras vidas, casada y eso, pero no tengo ni idea de todo
eso. – también le confesé.
-
¿No te has
enamorado todavía de alguien? – preguntó curioso Gabriel arqueando las
cejas.
-
La verdad es que… si. Pero me da vergüenza.-
dije.
-
¡Dale, que
estamos entre amigos! – insistió.
-
Bueno… tengo que decir que cuando estoy con el
Chico, me dan ganas de besarle todo el tiempo.- dije entre risitas.
-
¿De
besarle? ¿En serio? – dijo Gabriel arqueando las cejas en señal de
picardía.
Dije que si con la cabeza, pero Gabriel solo se puso a reír
y yo me uní a él, mientras que seguíamos caminando.
-
Deberías
esperar a besarle, antes tienen que tener permiso del consejo. – dijo
Gabriel.
-
¿Qué consejo?- pregunté.
-
El de las
llamas gemelas, si aún no tienen el permiso, deberán esperar. – respondió
el arcángel.
Todo el tema de reencuentro con la llama gemela va regido
por el consejo, que más adelante iremos hablando de ello, solo lo quería dejar
claro.
-
¿Cuántos hijos tienes con ella?- le pregunté.
-
Seis
hijos. – respondió.
-
Ay…
fíjate que mi abuela todavía piensa que los ángeles no tienen sexo… si te
conociera, creo que le daría un infarto si le dices que tienes además, seis
hijos.- dije mientras nos pusimos a reír como dos locos.
-
Es que las
religiones siempre han jugado en contra de nuestra evolución. ¿Sabes? Me alegra
que en esta vida no sigas compulsivamente a la religión cristiana, como hacías.
– comentó Gabriel.
Arqueé las cejas en señal de sorpresa, él se dio cuenta de
lo que había dicho y decidió seguir caminando sin contestar a mis preguntas. La
catarata era preciosa y bastante grande, miré arriba y me dieron ganas de ir
allí y saltar, pero era demasiado alto, me quedé mirándolo fijamente con algo
de miedo.
-
¡Ni lo
sueñes, Laia! ¡No te dejaré saltar! – ordenó Gabriel.
-
¿No te da morbo?- le pregunté.
Dijo que no con la cabeza, como si no quiera hablar del
tema, mientras que colocaba una toalla en la orilla del laguito que se formó de
la catarata y sacó de su bolso el desayuno.
-
Eso si que es raro… un ángel con miedo a las
alturas.- dije.
-
No me da
miedo las alturas. Pero tampoco quiero hablar de ello. ¿Por qué me preguntas
todo el tiempo sobre ella? ¿Qué interés de repente tienes no? – preguntó de
malas formas.
-
¡Epa…! ¿Y la educación, Gabriel? ¡A mi no me
hables así!- dije molesta.
Él siguió preparando el desayuno poniéndolos en platitos,
una delicatesen de frutas y torta fritas. Me senté a mí lado, mientras que no
podía dejar de mirarle a los ojos y preguntarme ¿por qué se había enojado
tanto? Empezamos a desayunar en un silencio bastante incómodo, de fondo se
escuchaban los pájaros y el agua de la catarata.
-
¿Te gusta
el Chico de ojos verdes? – preguntó Gabriel, su tono seguía siendo algo
grosero, le miré de malas formas.- contesta,
es importante. – insistió.
-
Es mono, y tengo que conocerlo un poco más,
pero…- no pude terminar, me interrumpió.
-
¿O sea que
vas a pasar de él? – dijo Gabriel tajantemente.
-
No lo sé. Cuando estoy con él, tengo ganas de
besarlo, pero… no sé Gab. ¿Por qué preguntas de esta forma tan grosera? ¿Qué te
pasa? – le pregunté preocupada.
-
Disculpa. –
susurró intentando cambiar sus emociones, intentando volver a ser el cordial y
amable y gracioso Gabriel. Cerró los ojos, respiró profundamente, me miró con
sus ojos verdes directamente a los míos y prosiguió.- Solo quiero saber más de ti, hemos hablado muy poco y me gustaría
aprovechar estos ratitos para conocernos mejor, ¿no? – dijo.
-
Vale.- dije.
Su mirada me provocó la risa, y él sin saber de mucho los
motivos de porqué me estaba riendo, también le saqué una sonrisita aunque fuese
pequeña.
-
¿Qué
piensas sobre tú llama gemela? – preguntó, estaba muy atento.
-
Es un poco raro, saber que estoy atada a alguien
que apenas se deja conocer. Pero tiene su misterio que me tiene muy intrigada,
el hecho de no darme el nombre, me tiene como enganchada en la historia, aunque
ahora que he sabido que no estaré con él durante este curso… me ha chocado
bastante. Esperaba estar en Ávalon con él y continuar dónde lo dejamos, porque
a pesar de que lo he visto en el metro de regreso a casa, no ha habido mucho
tiempo para hablar.- dije.
-
¿Crees que
deberías haberlo conocido más adelante? – preguntó Gabriel.
-
No, me gusta haberlo conocido con cinco años.
¿Hay tanta prisa porque él y yo estemos juntos?- dije.
-
No, para
nada. Si hasta que el Consejo de llamas gemelas no dé el visto bueno, en
realidad la relación amorosa no podrá empezar de verdad. – informó el
arcángel.
-
¿De verdad? ¿Tenemos que esperar que unos
maestros nos digan que estamos listos?- dije.
Gabriel dijo que si con la cabeza, pero nos echamos a reír
juntos.
-
¿Por qué?- pregunté.
-
Todavía
eres pequeña, y si te pregunto por tus sentimientos hacia él, seguramente que
no sabrás responder, ¿verdad? – dijo Gabriel.
-
Pues si, tienes razón. Solo tengo curiosidad,
pero no creo que esto sea suficiente como para intentarlo.- confesé.
-
Exacto,
aún el amor no se ha expresado, aunque has confesado que ganas de besarle
tienes, o sea que te gusta, aunque sea un poquito, ¿no? – dijo Gabriel.
-
Si. Creo que me gusta un poquito, pero… no sé
dar besos como los mayores.- dije.
-
No te
preocupes. Pasará cuando tenga que ser. – dijo Gabriel riéndose.
Le puse la mano encima de su hombro y le sonreír de forma
graciosa, él respondió igual.
-
Hablando de eso… ¿Cuándo te diste tú primer
beso?- le pregunté.
-
Uff… fue
hace mucho, pero no recuerdo con quién. – confesó.
-
¿No fue con tu mujer?- dije asombrada.
-
¡Que va!
La conocí en este universo, pero yo fui creado en el otro universo, en el
séptimo. En ese tiempo, yo era un espíritu muy rebelde, no quería compromisos y
me iba con cualquier mujer que me gustase. Estuve con más de doce antes de
enamorarme de verdad, y la única que se mereció mí corazón fue ella, mi mujer.
Desde entonces que no he estado con nadie más, ella me dejó y mis piernas,
entraron en cuarentena. – confesó Gabriel.
-
¿Vienes del séptimo universo?- dije asombrada de
nuevo.
-
Así es. Yo
vi nacer este universo, ¡qué maravilla! – respondió.
Para entender mejor como están puestos los universos
paralelos dónde se habla del séptimo universo, es mejor que vayan a nuestro
canal de youtube y busquen el video: EL ÁRBOL DE LA VIDA EXISTE.
Pasaron varios días, y llegó la mañana en que empezaba en la
superficie QUINTO CURSO de la Primaria. Iba como todos los años, con miedo, el
curso anterior fue muy bonito, y por estadística me tocaba una profesora que me
declarase la guerra y lo cierto es que no tenía muchas ganas. Así que mi padre
me levantó, mi madre como empezó a trabajar en el SEFED, ahora por las mañanas
mi padre se encargaba de mí, y por eso me llevaba al colegio puntual y en auto
(así me gusta contaminando el planeta, en ese tiempo no se hablaba tanto de
reciclar o de las emisiones de CO2 de los autos).
Para sorpresa, por primera vez, me tocó un tutor por el cual
le llamaremos Ernesto. Nos fuimos todos los compañeros de clase, ninguno había
repetido y no había nadie nuevo, así que novedades las justas por lo que se
veía. Subimos al segundo piso y nos fuimos a la puerta de la derecha y nada más
pasar, ya llegamos a nuestra clase, era la primera tras la escalera, muy fácil
de ir, además nos tocó la letra A. Otro cambio importante, fueron los pupitres,
ya no eran sillas enganchadas a las mesas, sino que eran mesas de uno, con
espacio para poner los libros en el cajón, y sillas normales, todo de color
marrón claro. Eso sí, ya no estaban las filas hechas de dos en dos, sino de
tres en tres, se hicieron dos bloques con tres mesas en cada fila, así que como
nos dejaron ponernos como queríamos, pues en tercera fila del bloque cerca de
la ventana, nos sentamos la Saida, yo en medio y el Sergi (aunque seguía en
Linares como de costumbre, empezó una semana más tarde).
El Ernesto nos hacía las materias de Naturales, Gimnasia y
Matemáticas. En Religión nos había tocado la Eugenia, ay madre… cuando lo dijo
Ernesto pensé “
ya faltaba la parte
complicada del curso”… la fama de la Eugenia se expandía como la pólvora, y
no tenía buenas críticas. Pero ese año teníamos una asignatura nueva, llamado
Teatro y la impartiría un nuevo profesor que había llegado al centro tras sus
prácticas en la escuela Rocapervera de Torelló, como tiene un nombre muy común
y no quiero que confundan personajes, le llamaremos Toti (no es su apellido, es
un mote que él mismo tenía de pequeño. Recuerden que no pongo apellidos para no
involucrar a las personas que salen en esta serie, porque esto es 100% real de
mi propia experiencia).
Recomendación: Coma - Documental HBO.
HR.
HERO&Corporation.