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Nos despertamos el último día en eurodisney con algo de estrés, porque teníamos que volver a hacer la maleta y darnos cuenta de que después de almorzar y un poquito más tarde, teníamos que volver para casa, o sea para Manlleu. Así que me desperté algo negativa, porque no me quería levantar de la cama de la litera de arriba, mi abuela aprovechó para arreglar su maleta, mientras que yo intentaba despertarme sin entrar en shock ya que eurodisney era un paraíso muy importante para mí. Sabía que por lo lejos que estaba y lo caro que escuchaba que había costado el viaje, quizás cuando volviese a aquí, sería para llevar a mis propios hijos, así que cuando estaba a punto de entrar en el baño, me quedé quieta y me repetí a mí misma en voz alta “es tú último día, pero no pasa nada, ya sabes que volverás. Así que no dramatices, y aprovecha este día al máximo, que hoy montamos en pony”.
En el momento en que me encerré en el baño para hacer mis necesidades básicas, escuchaba detrás de la puerta la risa del arcángel Uriel, se había quedado pasmado mirándome como hablaba conmigo misma, dándome ánimos para no pasar ese último día como si fuera un castigo, ya que eso quería decir que en menos de 48h regresaría al colegio. No me sentía con buena vibra pensar en el nuevo curso, los miedos del primer día empezaban a tener vida dentro de mí corazón, pero me había puesto digna conmigo misa de que ese día sería espectacular, así que intentaba evitar en todo momento pensar en ello.
Después de desayunar, que comí bastante por el hambre que tenía. Esa noche, me había ido con Gabriel a entrar un ratito lejos de aquí, en un lugar en el bosque seguro desde otra dimensión, sin que mi abuela se despertase a la noche y viese que faltaba. En su lugar, pusimos un holograma que Gabriel me prestó (no solía hacerlo pero necesitaba practicar, porque me habían informado que la Unidad 23 pasaría un examen rutinario de entrenamientos el próximo lunes y tenía que entrenar un poquito si no quería que me mandasen a hacer el papeleo). La Orden de San Miguel sigue unos protocolos muy estrictos entorno al estar en forma física, a nuestros “enemigos” que nos toca normalmente enfrentarnos, no suelen ser personas o seres de esta dimensión, por ende la mayoría de veces, nos tenemos que enfrentar con monstruos de tres cabezas, matones de más de diez metros de altura, e incluso demonios de las profundidades del bajo Astral que se rebelan de su Estadio Habitual para favorecer la evolución humana en esta esfera. Por eso tenemos que estar muy en forma, tanto físicamente, mentalmente, emocionalmente y espiritualmente, no podemos dejar ninguna fisura energética para que ningún malechor se aproveche de ello y acabe mal con nosotros.
Si se pensaban que la humanidad está desprotegida, entre la jerarquía angélica y la orden de San Miguel Arcángel, esta esfera está muy bien protegida, por eso entes hostiles de las estrellas no llegan a pisar Tierra, porque antes se tienen que enfrentar a nosotros y nunca llegan a tocar Tierra. Ustedes no lo ven, y no es porque seamos “invisibles” somos visibles antes los ojos de todos, pero hay un factor mental que provoca que no puedan vernos como somos. Es decir, en vuestra mente hay la lógica que siempre tiene que darle un sentido a todo lo que uno ve con sus ojos, hay una categoría que ha desarrollado por si sola, que lo que hace es intentar poner una respuesta lo suficientemente acertada para que la mente no entre en crisis existencial y se protege. Es decir que la lógica, en la mayoría de las personas que no han despertado, tienen activado el factor necesito una explicación lo suficientemente razonable de lo ocurrido para no volverme loco y para hacer caso a esa petición, entonces la lógica le pregunta a la imaginación, cómo puede ayudarla y luego la imaginación inventa una razón, que para la mente piense que ha pasado así y continué creyendo que no hay nada “raro” en el mundo y siga dormido. Por eso para despertar hay que entrar en crisis.
Durante ese entrenamiento, lo repasamos absolutamente todo, usando tres juegos que nos gustan mucho…
- ¿Preparada? – preguntó el arcángel Gabriel.
- Si.- respondí tras respirar profundamente y mirarle a los ojos verdes.
- Cierra los ojos. – exigió.
Para asegurarme de ello, me puse una venda negra que él me prestó en los ojos. Me concentré, con mis ojos físicos no veía nada, pero enseguida empecé a verle a él como si fueran vibraciones de colores formando formas cada vez más nítidas, esos colores eran muy vivos, estaba viendo a través del tercer ojo.
- ¡Cuando quieras!- le dije.
- Muy bien. – Dijo, esperó unos segundos en silencio.- ¿Qué está pasando en el establo de los Ponys de tú hotel? – preguntó.
Entonces el tercer ojo empezó a indagar en el bosque tan rápido que parecían diapositivas super rápido, después llegué al final de la calle dónde estaban las cabañas del hotel, es dónde se encontraba el establo de los Ponys. Sin moverme del bosque con Gabriel, estaba viendo eso en directo.
- Dos ponys grises están de pie comiendo, mientras que los otros cinco están tumbados durmiendo. Hay uno que tiene una mancha blanca en el cuello, y otro que es clarito con unas manchas grises y una tenía forma de lobo en la pata derecha delantera. Uno es negro y llega una trenza nativa en el pelo y al final un lazo azul cielo. – respondí.
- De acuerdo.- respondió.
Sin dejar de concentrarme en el establo, Gabriel me lanzó una pelota pequeña, la vi, porque la imagen se fragmentó en dos, a la derecha seguía dónde los ponys, y a la izquierda veía a Gabriel lanzándome la pelota y la atrapé con la mano derecha.
- Bien… veamos ¿cómo te va si te digo… de apagar la vela que hay delante de la habitación de tú hotel desde aquí?- me preguntó Gabriel.
- Claro.- respondí.
En la imagen que estaba en el establo, retrocedí hasta la cabaña y vi el farol que iluminaba la entrada. Me acerqué como si me elevase del suelo con tan solo la mirada, y me fijé en algo.
- ¡Muy hábil, es una bombilla!- le dije.
Le vi sonreír y le tiré la pelota con fuerza la agarró con la mano izquierda.
- Hazlo igualmente. – dijo.
Sin tocarla, sentí la energía de la bombilla y de repente, se apagó.
- Quítate la venda, cambiamos de juego. – dijo Gabriel.
Gabriel se había llevado al entrenamiento su saco, es decir su bolso dónde llevaba todo lo que necesitábamos para cualquier circunstancia. De allí sacó dos velas blancas grandes y una botella de cristal vacía. Nos pusimos de rodillas enterrándolas en la tierra con algunas hojas que ya habían caído, y en el centro entre nosotros dos, colocó la botella de cristal, las velas las apartó.
- Esta botella hace unos minutos estaba llena de agua, ¿sabrías rellenarla de nuevo? – preguntó Gabriel.
- ¿la puedo tocar?- pregunté.
Gabriel dijo que no con la cabeza. No había ninguna fuente ni río para hacerlo, eso quería decir que tenía que usar las habilidades para rellenarla, tenía dos formas para hacerlo, él me había dejado escoger la forma que más complicada fuese, así que no me quedó otra que provocar lluvia solo en ese espacio dónde estábamos. La otra forma era agarrar una hoja seca del suelo, de aquellas de otoño ya anaranjadas, cambiarle el color de nuevo a verde, y extraer el agua de allí, devolviéndole la hoja a su elemento primordial, el agua, puesto que los árboles son un 99% de agua.
Usando la segunda opción de la hoja, solo tenía que transformar la materia en energía y darle un nuevo propósito. Mientras que la primera, la de la lluvia, solo tenía que crear de la energía a la materia.
- De acuerdo.- le dije.
Miré la botella de cristal unos segundos, me concentré tanto que escuchaba el latido del corazón como un tambor que tapaba los sonidos nocturnos del bosque. Luego miré el cielo que estaba totalmente despejado, alcé la mano izquierda hacia el cielo, cerré los ojos respirando profundamente por la nariz, y visualicé un hijo de energía blanca que venia del cielo hacia mí mano. Cuando la tuve, abrí los ojos y me llevé la mano delante del pecho, el hilo de energía blanca era como un hijo de lana. Era blanca porque todavía no había tenido un propósito, venía directamente de la fuente divina de la creación, en algún punto remoto del universo, este tipo de energía estamos rodeados constantemente año tras año, y esta energía solo se renueva cada 31 de Octubre.
Empecé a hacer movimientos con las manos hasta que se creó una pequeña nube encia de nosotros, y pocos segundos después, con tan solo la señal del corazón, empezó a llover llenando la botella de cristal hasta la mitad.
- Es suficiente, gracias. – respondió con su sonrisa encantadora Gabriel.
Paré la lluvia de inmediato, nos había mojado un poco pero como hacía calor, aliviaba un poco. Para el último juego, me dio una de las velas totalmente apagadas, de hecho estaba por estrenar, nos pusimos de pie y nos alejamos un poco, nos miramos directamente a los ojos, y cuando contamos hasta diez, encendimos las velas con nuestras manos.
- Ahora, deberías transformar esta vela en algo útil para un combate. – dijo Gabriel.
- ¿Alguna sugerencia contra qué?- pregunté.
- Un demonio de clase alta. – respondió.
Gabriel lanzó la vela en alto y cuando la agarró, la vela se transformó en una vara de hierro. Yo simplemente coloqué la mano dónde estaba el fuego, le cambié el color a verde, y todo lo demás de transformó en el mando de una espada de fuego verde.
- ¡Lanza! – gritó Gabriel mostrándome hacia la derecha, al mirar había un demonio de clase alta que quería atacarnos (era como una simulación), y empezó el combate.
Fue un entrenamiento muy divertido, mientras que desayunaba lo iba recordando mentalmente, solo esperaba volver a entrenar así con Gabriel, que hacía mucho tiempo también formó parte de la Orden de San Miguel Arcángel, pero lo dejó tras la guerra de Orión. Estaba algo cansada, pero había valido mucho la pena, porque en realidad no nos fuimos a otra dimensión, todo pasó desde la 3D (recuerden que des del 22 de noviembre del año 2022 ya estamos en la 4D).
Lo que no he contado es que cuando regresamos Gabriel y yo a la cabaña del hotel, la bombilla de la entrada estaba apagada, mientras que las demás funcionaban perfectamente, cuando lo vimos, nos miramos y nos pusimos a reír.
Salí del comedor del hotel con muchas ganas, con mi padre nos fuimos al establo, él le pagó al señor y nos dejó uno de los ponys, a mi me pusieron un casco y me quisieron ayudar a subir, pero le dije que no al señor, solo me aferré a la silla, puse el pie izquierdo y me subí, uní el otro pie, agarré con fuerza las riendas hacia a mí para que el pony no caminase, me coloqué bien en la silla, el señor se quedó flipando, mi padre estaba peor, pero el señor le indicó a mi padre dónde tenía que ir y volver.
- Papá, agarrale del hocico, pero yo le doy la dirección, ¿vale?- le dije.
- ¿Sabes montar a esto?- preguntó mi padre.
- Si, así que hazme caso, sino quieres que te lastime. Está algo nervioso.- le dije.
- ¿De aquí?- preguntó.
- Si. Con suavidad, yo le indico por dónde y le doy la velocidad, pero intenta no caminar más rápido que él, los dos a la misma altura ¿vale?- le dije.
- Vale.- se puso algo nervioso mi padre.
- Respira tranquilamente, papá. Él escucha tú corazón.- le dije.
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