domingo, enero 17, 2021

El Espejo De Mí Vida - Capítulo 66

 

Nada es imposible, así lo decía el Titi cuando algo impactante e imposible se presentaba ante sus narices y yo acaté su mantra sin darme cuenta casi, pero con mucha razón. La humanidad todavía estaba lejos de todo esto, pero tampoco eso significa que no lleguen nunca a hacerlo. Aunque solo tenía seis años de vida, sabía que tenían razón los Seres de Luz, ya me había dado cuenta de que en muchos aspectos los humanos no acababan de entenderme.

Mientras seguíamos esperando a llegar a Mintaka o por lo menos acercarnos, Uriel y yo nos fuimos a la cafetería, curiosamente tenía hambre. Bajamos las escaleras de caracol, para volver al pasillo central circular, a la segunda puerta a nuestra derecha, entramos y llegamos a una cafetería bastante grande, dónde pudimos ver el resto de la tripulación que había a bordo, unas treinta Seres de Luz, entre ellos dos ángeles.

Nos sentamos en la barra, nos atendió un maestro que estaba limpiando varios vasos con un trapo.

-        ¡Hola Uriel! ¿Cómo te va todo? – dijo el camarero mientras que chocaban sus manos fuertemente y yo me quedaba observándoles sin entender nada.

-        ¡Hola Malk! ¿Bien y tú?- contestó Uriel con una sonrisa muy agradable.

El camarero habló largo y tendidamente con Uriel, intentaba comprender su conversación, pero me desconecté en el momento en que hablaron de hijos. A pesar de que era algo inusual hablar de que los ángeles también se pueden casar y tener hijos, humanamente se piensa que los ángeles no tienen vida propia y siguen solteros toda la eternidad… ¡qué pereza! No me imagino no poder estar con el Chico de Ojos Verdes simplemente porque religiosamente se diga que los Seres de Luz no tienen vida propia, por no tener libre albedrío… efectivamente, la humanidad debe cambiar y mucho…


Agarré mi zumo de frutas que normalmente me tomaba en 5D, como la conversación seguía en auge, decidí caminar por la cafetería, mientras que observa a los miembros de la tripulación. Todavía era nuevo para mí estar allí, pero me sentía muy tranquila y muy normal, como si realmente llevaba demasiada experiencia estando allí.

En una mesa que estaba vacía y cerca de un ventanal que se podía ver perfectamente la noche estrellada y las estrellas del espacio exterior, me quedé allí esperando y disfrutando de las vistas. Hasta que un ángel que no era Uriel, me interrumpió.

-        ¿Echabas de menos estar aquí arriba? – dijo, el ángel llevaba la túnica de color azul, sus alas eran grandiosas blancas con las puntas plateadas.

-        No lo sé, pero creo que si…- dije para ser amable.

-        A ti siempre te han gustado los viajes estelares, querida. – dijo con una sonrisa de complicidad.

-        Disculpa pero… ¿quién eres?- le pregunté.

-        Yo soy el Arcángel San Miguel y es un placer volverte a ver guardiana – dijo me ofreció la mano y la acepté.

¡Mierda era mi jefe y no le había reconocido!

-        ¡Saludos!- dije me puse firme para saludarle golpeándome con el puño derecho el corazón.

-        Descansa, no estamos en ningún acto oficial, querida. Puedes relajarte. – dijo entre pequeñas risas.

-        Lo siento, me he puesto algo nerviosa… Es la primera vez que te veo…- le dije.

-        Descuida. Pero me puedes llamar Mic, así me llaman los amigos - informó.

Técnicamente ya era guardiana, pero como ya les dije, tenía que seguir entrenando porque era demasiado chiquita para entrar de nuevo en una unidad.

-        Me alegro que vayas a volver a la unidad cuando cumplas la edad mínima, querida – dijo admirando mis actos.

-        ¿Por qué lo sabes?- la curiosidad me pica demasiado, lo sé…

-        Tus hazañas son noticias en el universo y corren como el viento, querida. Eres especial, muy especial. Aunque no lo entiendas ahora, todo lo que haces, da vueltas por el universo y en cualquier rincón saben de ti. Mientras que tú ves puntos sin conexión, en realidad todos saben de ti y pronto tú sabrás de ellos… a su tiempo, claro. – explicó de tal forma que me dio vergüenza pero también no entendía nada.

-        No entiendo, ¿por qué ocurre esto?- pregunté.

-        Pronto lo sabrás, querida… - me miró a los ojos y se puso a reír.

Entonces empezamos a charlar un ratito de otras cosas, mientras que el viaje se hacía cada vez más corto.

-        ¿Así que el arcángel más importante del planeta Tierra se encuentra en realidad escondido dentro de una nave de la Hermandad Blanca?- pregunté intrigada por saber la respuesta.

-        No me escondo, solo estoy de paso por aquí. – dijo riéndose de mis palabras. – Curiosamente vamos a la misma dirección – concluyó.

-        Mintaka.- dije.

-        Orión, yo me bajo antes que tú. Dios quiere que recoja unos documentos del planeta Tierra y se los entregue personalmente – dijo.

Se me cambió la voz y la compostura cuando escuché la palabra Dios, él lo iba a ver directamente. Quería preguntarle más cosas, pero Uriel nos interrumpió y me tuve que ir con él, porque ya estábamos llegando, así que nos fuimos a la puerta de salida a esperar.

-        Dary, ¿Dios se mueve por el universo también?- le pregunté.

-        No lo suele hacer, todas sus visitas van a su casa. – contestó Uriel.

-        Ok. – contesté y cambié de tema.


A pesar que la idea de Dios que mi abuela tenía en el aspecto religioso, no tenía nada que ver con lo que yo había vivido durante esa boda. ¿Por qué andan tan equivocados los humanos con el concepto Dios? Según la clase de religión del colegio, Jesús llegó para salvar el mundo y pasó por una especie de… crucifixión. Esa idea me daba miedo, por eso las religiones nunca me gustaron en esta encarnación, la humanidad siempre busca un salvador y cuando Dios les concede la petición, lo matan clavado a una cruz de madera y lo torturan hasta debilitarlo, pero ¿qué clase de FE es esta?

-        Dary, ¿por qué los humanos tienen miedo de nosotros de los que vemos el reino de Dios y colaboramos? – mis preguntas eran demasiado profundas para una persona, pero un ángel era como tener la gran enciclopedia universal sobre el funcionamiento del universo en el que vivimos.

-        No entiendo tu pregunta, amor – contestó frunciendo el ceño un segundo.

-        A Jesús lo mataron, y venía a enseñarles la vida universal. Dios les manda el mejor de sus maestros y la humanidad lo mata por hablar de Dios. ¡Eso está mal! Si tenían miedo de él, entiendo porque los ángeles están ocultos a ellos, y nosotros que estamos colaborando… ¿qué pasará? ¿tendrán miedo también o nos tacharán de locos como a Aros?- dije.

-        Interesante pregunta, mi amor. El hecho de colaborar ya te pone en riesgo ante el resto de la humanidad que siguen viviendo sus vidas, pensando que lo que hacen es importante para la sociedad en el cual nunca están felices. ¿Crees que tienen miedo? – me preguntó.

-        Si, cuando veo a un compañero que termina encerrado en un psiquiátrico, me pregunto ¿por qué nos tratan así? Dicen que estamos locos, pero solo es la Divinidad lo que los demás dicen Fe. ¡No lo entiendo y es muy injusto!- dije algo molesta.- ¿A mí también me va a pasar lo mismo que a Aros? ¿Soy carne de psiquiátrico?- dije arrugando la frente cruzando los brazos delante del pecho.

-        Lo evitaremos en todo momento, mi amor. Pero el riesgo que tienes al haber aceptado todo esto, verás las recompensas con el tiempo, en el momento que se acerqué tú misión y propósito de vida. Allí si que deberás ser valiente. – informó Uriel.

-         ¿Qué va a pasar entonces?- pregunté.

-        Te van a dar el permiso para mostrarte tal y como eres, van a saber de ti y van a saber todo esto. Muchos colaboradores saldrán a la luz y entonces el gran trabajo tan solo empezará a hacerse. ¿Sabes en qué categoría te pusieron? – dijo Uriel sus ojos mostraban más divertimiento que pavor, era extraño pero intrigante.

-        No.- dije.

-        Como pilar de conciencia. Tendrás que enseñar a la humanidad a ser una sociedad consciente de luz. – dijo.

Uriel contó también que este trabajo lo había elegido antes de encarnar, por eso tanto misterio para saber la misión y el propósito, puesto que el trabajo no tiene nada que ver con esas dos cosas, solo es algo que según los ángeles “prepara lo inevitable”.

La sala de reuniones de Mintaka era muy hermosa, una cúpula de cristal hecha con triángulos de hierro, dónde a fuera se veía naturaleza divina y muy hermosa. Dentro de esa sala había unos 1.000 seres de luz en total, cada uno tenía asignado un asiento, en ese momento me sentí algo sola porque Uriel tenía que sentarse en otro lugar, pero solo iban a ser por pocas horas. A pesar del lugar que era hermoso, me gustó mucho ver a los seres de luz, la gran mayoría no eran de la misma civilización (no solemos decir “especie” porque es despectivo igual que “extraterrestre”), pero todos se llevaban muy bien y por respeto todos hablaban el mismo idioma, uno llamado Arcturiano, que curiosamente entendía perfectamente.

-        ¿Es tú primera vez aquí? – preguntó un chico joven con el cabello rubio con rulos, los ojos eran azules y era bastante alto a pesar de que estaba sentado a mi derecha, vestía un mono azul.

-        Si, ¿y tú? – pregunté.

-        Vengo por quinta vez en los últimos dos eones. Soy Arcturiano, ¿y tú? – me ofreció la mano y se la acepté con una sonrisa que él mismo copió con educación.

-        La Tierra.- dije.

-        Oh, de Gaia… ¡Muy interesante! Me llamo Amour.- se presentó.

-        Mi nombre es Laia. Un placer.- dije con educación.

Me quedé mirándole directamente a los ojos mientras arrugué la frente.

-        Que nombre tan interesante, ¿qué significa?- le pregunté curiosa de mí.

-        Significa <la batalla del amor>- él sonrió y le respondí igual.

-        ¡Qué bonito!- se me escapó.- quiero decir, interesante…- dije para arreglarlo.

No pudo responder, porque nos interrumpieron. Un ser muy alto con el pelo largo pelirrojo y con los ojos algo más grandes que de costumbres violetas, como el director de IÓN, Saint Germain. Nos mandaron a callar a todos los que estábamos reunidos en esa sala, para dar comienzo la reunión.

-        Queridos hermanos, bienvenidos a lo que va a ser la última reunión en Mintaka de nuestro Concilio. Pues al terminar la reunión, Mintaka no va a permitir visitantes por los próximos tiempos y hasta que los hostiles dejen de amenazarnos con destruir nuestro legado. – dijo el Ser, puso a todos en vigilia, puesto que nadie se lo esperaba.

Recomendación: I don't know your name - Andrea.

HR

HERO&Corporation.

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