domingo, enero 10, 2021

El Espejo De Mí Vida - Capítulo 65

 

El ángel aterrizó junto en la piscina de forma tan sutil que nada vibró, miré la puerta de la terraza por si mamá o papá había notado alguna cosa, al no haber ninguna novedad, me acerqué a ellos.

-        ¿Qué pasa?- pregunté interesada.

-        Oh, mis disculpas Laia, soy un emisario de Orión y le vengo a traer un mensaje de carácter urgente – dijo el ángel con unos formalismos que no estaba acostumbrada, incluso parecía que iba a inclinarse, en realidad parecía un mayordomo de aquellas películas de princesitas que a veces no tenía más remedio que ver en la televisión por poner algo.

-        ¿Qué ha pasado?- dije arrugando la frente, no era bueno tener noticias de allí.

-        Quieren invitarla a usted y a su ángel de la guarda a la reunión de Mintaka de urgencia que se realizará dentro de dos noches. Se les pide que vengan físicamente en el lugar. ¿confirmo vuestra asistencia a la reunión oficial de Estado? – dijo el emisario.

Arqueé las cejas en señal de sorpresa, ¿una reunión de Estado en Orión? ¡No entendí nada! ¿Por qué se me pedía mi presencia allí? Al recordar Mintaka, me acordé de lo que había hecho hacía pocas semanas, así que vi que era importante.

-        De acuerdo.- contesté.


El emisario dejó la invitación a Uriel, también formaba su nombre y sin decir casi adiós se fue volando tan rápido que no le pude seguir el rastro, volando por el cielo azulado de esa mañana de verano tan rica.

-        ¿Por qué tenemos que ir a Orión?- le pregunté a Uriel que miraba la invitación completa, era muy parecida a una invitación de boda.

-        Por lo que dice aquí, están convocando a todos los que sean miembros de la legislación de Orión, tanto el Consejo, la Orden Kármica y el Consejus Maximus. Todos en Mintaka. Parece muy importante, y tenemos que ir, mi amor – informó Uriel, por la cara que ponía de serio no parecían buenas noticias esa reunión tan grande.

-        Seguramente que querrán agradecerme que les salvé la vida, ¿no?- dije.

-        No, aunque estés en esta vida y no te acuerdes, sigues formando parte de la Orden Kármica en este planeta. Por lo tanto, se te invita en señal de colaborador de la Orden. – me informó.

¿Perdón? No pude responderle solo me quedé en blanco pero arrugando la frente, mi memoria no daba para tanto, no entendía ni media palabra de lo que estaban diciendo, pero por alguna razón teníamos que ir.

-        ¿Cómo iremos a Orión?- le pregunté.

-        Tengo que hacer un par de llamadas, seguramente que unos viejos amigos nuestros estarán encantados de llevarnos. – dijo Uriel.

-        ¿Qué viejos amigos? – se me escapó.

-        Los que están allí…- señaló el cielo pero no vi nada.

Esa noche llegó bastante rápido, pasadas las dos de la madrugada, Uriel y yo que ya estábamos cambiados y doblados, me ofreció la mano y nos fuimos volando por la ventana de la habitación, las estrellas brillaban con mucha intensidad durante el viaje astral. Nos dirigimos hacia el oeste, lejos de Manlleu y hacia los pies de una montaña que nunca me había fijado que estaba, al lado antes de cambiar oficialmente de municipio, nos quedamos esperando pisando el campo de maíz a una distancia considerable, sin dejar de ver las estrellas. Estaba tan intrigada de lo que podría pasar, que no me pude resistir a hacerme un montón de preguntas.

-        En cinco minutos llegarán… - informó Uriel.

-        ¿Quién?- dije.

-        He conseguido que un viejo amigo nuestro nos lleve en su nave. Cuando lo veas quizás te suene. – él sonrió como si fuese un niño con zapatos nuevos.

Dejé que el tiempo me dijera quién sería, pero al recordar que aterrizaría una nave, empecé a mirar alrededor por si acaso estarían personas viéndonos.

-        No te preocupes, estamos en otra dimensión, si por si acaso encontramos aventureros ni se darán cuenta de absolutamente nada, incluso si van drogados o bebidos, ni se enteran de nada… - dijo Uriel tan tranquilo.

-        Ok.- contesté.

-        ¿Estás nerviosa? – me preguntó Uriel.

-        No, tengo curiosidad más bien. Ya viajé en nave ¿recuerdas? – le dije.

-        Pero no en una nave como esta, es muy diferente a la de aquel día. Tenemos que cruzar más de 8.000k en tan solo media hora, ya te puedes imaginar a qué velocidad tendremos que ir, ¿no? – dijo Uriel arqueando las cejas de forma graciosa.

Entonces recordé una de las clases de IÓN de científica estelar, dónde nos tocaba calcular la distancia que había ente la Tierra y algunas constelaciones importantes, y Orión está a 12.000k aproximadamente. La K es la unidad de medida más universal sobre la distancia entre sistemas y constelaciones en el universo, hace muchos eones se aprobó hacer una cálculo especifico y universal para ubicar las civilizaciones. Por ejemplo 1K equivale a 120.000km y se suelen llamar kurbhas o Kuadrantes. (Si lo pasamos a KM son 1.440.000.000km aproximadamente).

-        Por allí vienen. – dijo Uriel señalando el firmamento.

Una nave gigante empezó a verse perfectamente sobrevolando a pocos metros de altura de nuestras cabezas, y a mesura que se iba acercando, no se escuchaba ni un ruido, los motores eran muy silenciosos y discretos eso eran puntos a favor para nosotros. La nave de forma triangular y blanca, aterrizó a unos diez metros de nosotros, entonces una rampa salió de la nada y de allí bajaron dos Seres de Luz uniformados de azul, con el pelo largo y rubio y los ojos azules, se acercaron a nosotros, uno de ellos llevaba una especie de cinta que cruzaba su pecho con insignias. Nos acercamos a ellos, lo suficiente como para terminar abrazados.

-        Nos alegra volver a tenerte en órbita, Laia. Déjame que me presente, soy el Maestro Ascendido Ashtar y esta es mi esposa la Maestra Ascendida Roxanne, y somos miembros del Comando Ashtar de la Hermandad Blanca. – dijo Ashtar, no había escuchado nunca ese nombre pero mi interior resonaba muy fuerte con ellos dos, tal y como me había pasado anteriormente con otros Seres de Luz, ya me conocían.

-        Es un placer. – dijo Roxanne.

-        Gracias por aceptar llevarnos.- dije amablemente pero mi cara decía claramente que no terminaba de encajar en el tiempo y espacio adecuados.


Como se nos echaba el tiempo encima, subimos a la nave, realmente Uriel tenía razón, esta era muy distinta a la que había subido hacía pocos meses. Me quedé bastante alucinada, nada más subir la rampa llegamos a un pasillo muy ancho, nos ofrecieron estar en el puente de mando, así que simplemente tuvimos que rodear el pasillo hacia la derecha y luego subir unas escaleras en forma de caracol, para llegar al puente. Dentro nos encontramos a más Seres de Luz vestidos de distintos colores, entre rojo, amarillo y verde.

-        ¡Capitán en el puente! – gritó una mujer que iba de verde.

Nos ofrecieron estar delante del cristal para ver en primer plano el viaje que íbamos a hacer, pero al final decidí quedarme un poco más atrás, al lado de dos Seres de Luz que al parecer manejaban la nave con botones y entre otras cosas. La verdad es que me sorprendió que la tecnología fuese bastante futurista, pero la entendía. Antes de partir, alguien me toco el hombro, me giré la mujer de verde me sonrió y yo me la quedé mirando.

-        ¡Me alegra de que estés de vuelta! Soy Janice la jefe del departamento de sanación y viejas amigas de tripulación. – dijo algo nerviosa porque tenía que volver a presentarse, por la cara que hacía, le era incómodo.

-        Un placer, siento no acordarme de ti, todavía.- le dije me puse triste al decirlo, me sentía una extraña pero al mismo tiempo me sentía en lo que quizás había sido un viejo hogar.

Me quedé contemplando sus cabellos lisos negros como el carbón, que desentonaba totalmente con los demás de la tripulación que mantenían el rubio platino perfecto.

-        No importa. ¿Si lo deseas, a la vuelta hacemos un chocolate caliente en la cafetería?- me preguntó Janice.

-        Claro.- contesté amablemente y con una sonrisa.

-        Perfecto. – contestó.

El Capitán Ashtar dio la orden para poder empezar el viaje y Janice tuvo que regresar a su puesto en el puente. A penas notaba nada, en cuanto vi que la montaña ya no estaba tan alta como se veía antes en el exterior, me di cuenta de que ya estábamos sobrevolando el cielo. Uno de los dos conductores giró a la derecha y se vio Manlleu iluminada bajo una noche estrellada de verano, parecía un sueño tanta belleza junta.


Entonces Ashtar le dio la palabra a Roxanne y le dio unas indicaciones a los conductores y al de ingeniería que acataron la orden de inmediato. Entonces, el suelo vibró por pocos segundos y ni me di cuenta que ya estábamos fuera en órbita, se veía la Tierra tan pacífica, girando como si nada y tan bella, que me emocioné, le agarré la mano a Uriel que me la aceptó, ¿cómo es posible que nuestro hogar sea tan lindo por fuera y por dentro? ¡Madre mía eso es lo que tienen que ver los astronautas en todas las misiones!

-        ¿A dónde vamos? – preguntó Roxanne a Uriel.

-        Mintaka. – contestó Uriel.

Roxanne dio las indicaciones a los conductores y el resto fueron estrellas y más estrellas, brillantes, lejanas y al final todo parecía difuminarse tanto que íbamos tan rápido que no había tiempo de ubicarse. Todo era negro con puntitos blancos brillantes.

En ese momento me giré para ver como trabajaban en el puente, con Uriel nos dimos una pequeña vuelta sección por sección, fue maravilloso. Cada uno hacía su trabajo, escuchando las indicaciones de Ashtar o Roxanne, pero también comentaban cosas de sus últimos trabajos. Entonces me puse a pensar ¿Cuántas personas serían capaces de prepararse para ver esto que yo estaba viendo con tan solos seis años de edad? Mientras que los humanos están pensando en si regresar a la Luna o intentar ir a Marte, y también intentan discutir otras alternativas de usar métodos de transporte hacia el espacio exterior, yo estaba disfrutando de otro viaje más en nave espacial, pero en este caso era hacia los confines de nuestras constelaciones conocidas.

-        ¡Es impresionante, Dary!- susurré para que no me escuchara nadie más que Uriel.

-        ¿Mejor que la otra? – preguntó.

-        Si, por supuesto. – contesté.- Hay mucha gente que pagaría mucho dinero por simplemente estar en una de estas naves…- dije.

-        La humanidad si se lo propone, quizás pronto se haga realidad, pero deberá aceptar las condiciones, pues si no lo hace, nunca podrá alcanzar estos viajes por sí solos. – informó Uriel.

Yo estaba de acuerdo con lo que había dicho.

Recomendación: After en mil pedazos - película en prime video.

HR.

HERO&Corporation.

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