Miraba la copa de los árboles estaba a una altura de más de diez metros y poco más de altura, era impresionante. Caminaba cerca de la llanura, en silencio, escuchando los diferentes ruidos de animales que sobrevolaban las ramas de aquellos árboles, a lo lejos se escuchaba el viento como saludaba las hojas con alegría y al mismo tiempo sentí como a mí me daban la bienvenida, des del fondo de mí corazón, el latido empezó a ser más intenso.
Me sentía algo nerviosa, porque había leído en el manual que los árboles cuando conectas con ellos, te suelen contar historias del universo, su creación, guerras, las sembradas incluso historia de este planeta. ¿Qué historia me tocaría a mí escuchar? También me sentía así, porque era la primera vez que hacía algo así, seguí caminando en silencio, escuchando como mis pies se enterraban ligeramente en la tierra. Hasta que me quedé quieta delante de un árbol.
- Ho-la…- dije algo asustada.
Ese árbol notaba en el corazón que tenía que tocarlo, así que alargué la mano y le toqué el tronco.
- Si quieres escuchar mí historia, amada hermana, debes quitarte los zapatos y enterrar tus pies junto a mis raíces – escuchaba su voz dentro de mí corazón, era una voz de mujer.
- De acuerdo, soy Laia.- dije mientras me quitaba los zapatos y los calcetines me acercaba a ella y enterraba mis pies en el frío tacto de la tierra húmeda.
- Mi nombre es Arthlán, disfruta de mí historia. – dijo muy amablemente.
Coloqué mis manos en el tronco de ella, respiré profundamente por la nariz y esperé con los ojos cerrados, su historia.
Todo estaba oscuro, no había nada. Hasta que empecé a ver una estrella muy brillante en azul, era un planeta muy grande dónde los Seres de ese lugar tenían la piel algo azulada y una gigantes ojos cristalinos en verde o azul, vestían en túnicas de colores claros. Trabajaban la energía en sus manos y con el cuerpo, reconocí esos movimientos igual que lo que me enseñaba Gabriel en las clases de trabajador energético.
Las imágenes rebotaban a mí cabeza gracias a Arthlán. Ella terminó de enseñarme ese planeta y volvimos al presente, abrí los ojos y empecé a hacerle preguntas.
- ¿Qué me acabas de mostrar?- le pregunté.
- A los Arcturianos, una civilización que está a mucha distancia de aquí pero que tú les tienes un especial cariño, querida. – dijo ella con mucho amor.
- No sé quiénes son. – le dije.
- ¿Estás aprendiendo a bailar ancestralmente con la energía, cierto? – preguntó.
- Si, Gabriel me está enseñando.- contesté.
- El hombre que has visto, fue tú primer mentor en eso, Gabriel solo te está ayudando a que lo recuerdes. – informó.
- ¿Por qué?- pregunté.
- Este es un trabajo que algún día el mundo deberá aprender a realizar para aprender a SER como nosotros, Seres de Luz conscientes. – dijo ella.
Algo me decía que ella tenía razón, estaba recordando trabajos que nadie que conocía sabía de qué iban y que fuesen tan importantes, como aprender a canalizar la energía fluvial del planeta para fluir y convertirse en un Co-creador de realidades. <Un trabajo del futuro> así me lo presentaban la primera vez, y que algunos como nosotros, enseñarían al mundo a recordarles cómo funciona.
Me despedí del árbol dándole un beso y un abrazo, seguí caminando en silencio, hasta que de repente escuché unos gritos de lo que parecía una mujer, por el cual estaba sufriendo. Así que empecé a rastrear esos gritos, hasta que me escondí detrás de un árbol, para ver a dos Maestros uno enfrente del otro, hombre y mujer sin sus túnicas, completamente desnudos en medio de los Sistemas de Agartha. Los dos se miraban a los ojos, en silencio, mientras que el hombre que tapaba las exuberantes femeninas de ella que se encontraba de espaldas, le empezó a acariciar todo el centro de la columna, desde la nuca hasta las lumbares suavemente, la mujer empezó a suspirar pero parecía que era algo bueno. ¿Qué estaban haciendo? ¿Qué hacían desnudos?
Suavemente el hombre le besó en los labios con mucho amor, la mujer cerró los ojos, y se dejaron llevar por ese beso, que jamás había visto. No podía apartar la mirada de ellos, lo que hacían no lo había visto nunca. Así que me agaché y me escondí tras unos matorrales, para seguir espiándoles. El hombre lentamente se fue acercando a la mujer, sin dejar de besarla, hasta que ella se quedó sentada encima de él, encima de los matorrales que les tapaban hasta la altura de los pechos de ella. Parecía que se lo estaban pasando bien, pero no entendía nada. Escuché de nuevo esos gritos con la respiración entrecortada y ese baile que hacían arriba y abajo, que no entendía. Me quedé sin palabras, hasta que alguien me agarró del brazo y me giró.
- ¿Qué haces aquí?- susurraba Tzorelle.- regresa al grupo de inmediato, ¿no ves que esos dos necesitan intimidad?- exigía.
Me avergoncé tanto que a cuatro patas salimos los dos de allí sin hacer nada de ruido, no queríamos interrumpirles. Mientras que caminábamos de vuelta al grupo, no me pude resistir preguntar.
- ¿Qué estaban haciendo desnudos allí esos dos?- pregunté.
- Se estaban conociendo de una forma más íntima.- dijo Tzorelle no se pudo aguantar y se le escapó una sonrisa silenciosa.
- ¿Desnudos?- repetí.
- ¿Te han hablado alguna vez del Tantra?- preguntó él.
Me detuve con las cejas arqueadas, él se giró y aceptó mi respuesta como un “ni puñetera idea”.
- Es la conexión sexual del universo, que te conecta con la creación y se manifiesta en la relación entre dos personas que sean pareja.- contestó Tzorelle.
- ¿Para hacer bebés?- dije.
- No, es para conectarse con la divinidad de la creación del Todo. Si quieren tener un bebé, es algo un poco diferente.- contestó él.
- Mis padres se piensan que los bebés vienen de la cigüeña pero últimamente mi madre me quiere enseñar el proceso del embarazo…- comenté riéndome, él se unió.
- Para conectar con el Tantra, no necesitas al principio tener pareja o cumplir un mínimo de edad. Tiene diferentes etapas y puedes empezar cuando lo sientas.- informó.
A pesar de tener casi seis años, me picaba la curiosidad, así que Tzorelle al volver a IÓN me dejó un libro introductorio que te explicaban cómo funcionaba todo eso y porqué era importante aprenderlo antes de centrarte en que algún día, cuando sería mayor, me convertiré en madre. Sentía curiosidad, así que al volver ese día de IÓN le dejé el libro a Uriel para que me lo guardase.
- ¿Qué haces con esto? – me preguntó Uriel.
- Tzorelle me ha recomendado que lee este libro – le dije.
- ¿Por qué? – preguntó Uriel, en este instante parecía más un padre que un arcángel guardián.
- Siento curiosidad y sabes muy bien que en Agartha no existen los límites del saber, sea cual sea. – le recordé.
Su cara de “eres demasiado pequeña para hablar de sexo” se le quedó impregnada durante casi todo el día. En el recreo, mientras estaba cerca de las profesoras, él intentó sacarme el tema.
- ¿Por qué de repente tienes curiosidad por el Tantra? Eres un poco pequeña para empezar esto, ¿no lo crees? – decía algo preocupado Uriel.
- De hecho… te tengo que contar una cosa…- le dije y le conté lo que había pasado, flipó.
- ¿Por eso te entró la curiosidad? – preguntó arqueando las cejas.
- Si, ya sabes que soy muy curiosa.- le contesté.
Uriel me contó que no era muy normal que con casi seis años ya estuviese interesado en temas como este, en el 2000 no se hablaba de Tantra, ni tampoco de según qué cosas sobre las relaciones conyugales. No quería decir que quisiese crecer ya, sino que según el libro decía que el primer nivel de Tantra se podía empezar a cualquier edad, Tantra no quiere decir sexo, es una comunicación con la energía creadora sexual del universo, una relación que si en el futuro tengo que se mamá, debería empezar a relacionarme. Una vez más, nadie de mí edad estaba en el mismo nivel de vibración en el que me encontraba, así que tenía que leer el libro y hacer mis conexiones en horas en que no hubiese nadie cerca. El lugar fue mí habitación, ya empecé a encerrarme sin que mis padres estuviesen que controlar todo el tiempo, y según el libro, el primer nivel era una meditación.
- Para meditar con la energía universal creadora, se necesitan dos cosas, la primera un objeto muy querido que te represente y la segunda mantener la calma y la consciencia en toda la conexión – decía el libro.
Uriel vigilaba que nadie me viniese a molestar, era un momento delicado, para vuestra información esto es sin quitarse nada de ropa, pero estar cómodos, como el pijama o ropa de casa.
- Entonces usen una canción que les relaje y escuchen con atención el ritmo de la canción en su corazón – decía el libro.
Activé el radio casette y sonó la canción de Sarandonga una de mis favoritas. Respiraba profundamente y me dejé llevar sin perder la conciencia, hasta que perdí el sentido del espacio y el tiempo y empezaron a llegar imágenes a mí cabeza.
Un par de ojos de lobo que me miraban fijamente. La nieve derretirse en la frente. La brisa de la primavera anunciando un verano con esperanza. Las olas del mar en la orilla. Una carretera y una persona corriendo hasta el fin de la vida. Un par de ojos de lobo que me miraban fijamente.
La canción terminó y sin darme cuenta, había perdido el sentido tanto, que me sentía hiperventilando. Había tenido mi primera conexión con la creación universal. Ese lobo era mí amor, me reconocí en esos ojos. Me puse a leer.
- Ver animales en las visiones, es una buena noticia de quién te representa en la energía universal de la creación. – decía el libro.
El Tantra tiene muchos niveles, nunca es tarde para empezar a ser sexualmente universal. Ya me entienden.
Ese nuevo curso en IÓN estaba siendo algo muy distinto al curso anterior, estaba a punto de cumplir un año allí y solo podía pensar en una cosa, en el primer día que pisé estas tierras y que además conocí al Señor Ojos Verdes. El día de mi santo fue algo nostálgico, porque cuando estaba en la hora libre, no pude evitar ir solita a ver el entrenamiento del juego de la Rata y regresar al lugar dónde todo empezó. Me llevé algo para tomar de la cafetería y me senté junto a un arbolito como si el Señor Ojos Verdes estuviese a mí lado.
- Un año menos falta, para que volvamos a estar los dos en un mismo lugar…- susurré.
Algo me decía que quizás no era un simple amigo, aunque era chiquita para entender, quizás mi alma, ya entendía lo que es el amor.
Recomendación: Paradise - Coldplay
HR.
HERO&Corporation.
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