Aquella misma noche mientras que Uriel me arropaba, no aguanté más y quise hablar de lo sucedido aquel día.
- ¿Puedes explicarme lo que ha pasado hoy, por favor? – le pregunté.
Al principio se resistía interiormente a contármelo, pero al final aceptó, le dejé un hueco en la cama, me abracé a su cintura y empecé a escucharle.
- No es la primera vez que Gämael trata de llevarte a su lado, como todavía no te has identificado entre si eres un ser de luz, un ser neutral o un ser de la oscuridad, él todavía tiene algo de autorización para ofrecerte trabajar para él, en la oscuridad. – dijo Uriel, su cara no era demasiado amable, estaba preocupado.
- ¿Por qué debo elegir? – le dije.
- Es solo saber qué papel quieres hacer para contribuir con el plan de este planeta, pues el universo está esperando a que elijas tú camino a seguir, elijas lo que elijas, tendrás un camino que hacer. Pero la decisión es tuya. – dijo Uriel.
- ¿Qué día tendré que elegir? – le pregunté.
- Antes de estas navidades. – dijo se le apagó la voz por un segundo.
- Entonces, ¿Por qué le has dicho que había llegado tarde? – le dije.
- Porqué en teoría ya has empezado a decidirte, en este periodo nadie puede enseñarte qué camino se te presentan delante de ti. Estamos pendiente de tú corazón que ya ha empezado a elegir, pero la decisión definitiva es tuya, y sabemos que no quieres estar con él. Por eso lo has visto hoy, lo has reconocido. – dijo Uriel.
- Si no sabía quién era… - dije pero me interrumpió Uriel.
- Conscientemente no, pero tú corazón sí. ¿Has sentido miedo cuando lo has visto? – preguntó.
Así era, sentía mucho miedo y no entendía porque.
- ¿Qué significa reconocer?- le dije.
- Significa que tú corazón recuerda que quién tienes delante ya lo conoces, pero en este caso, a pesar de ser la primera vez en esta vida, tú corazón lo recuerda de otras vidas. De la misma forma que sientes que conoces desde hace tiempo al chico de Ojos Verdes, es porque te acuerdas de él. Te lo he comentado a veces, Gämael lo has reconocido y doy fe de ello porque en todos los encuentros en otras vidas, he estado presente a tú lado. – contestó.
Una vez más, mis recuerdos me hacían la vida existente algo más atópica. La iaia Filo era una persona bastante creyente en Dios, de hecho ella era muy católica, en el colegio habían empezado a contarnos la historia de Jesús en clase de religión, una de las materias obligadas en un colegio católico. La forma en cómo describían a Dios y la historia de Jesús me parecía una historia que no se entendía demasiado bien, al mismo tiempo que si alguien hablaba de ello, sentía literalmente que alguien me agarraba del cuello y me costase respirar, limitándome así a ver algo que no entendía por la forma en cómo los demás le daban su punto de vista.
Dios fue el creador del universo y del mundo, creó los animales, vegetales, los minerales y la humanidad. En cambio Darwin (que así me lo hacían ver mis padres y mi familia de parte de mi mamá) dijo que la humanidad vino del mono, el mundo vegetal y mineral de un meteorito y el universo por un choque de átomos. En fin… historias solo historias… con hechos demostrables por ambas partes, pero para mí eran simples historias que te animaban a imaginar el punto de vista de Darwin y del quién inventó las religiones. Pero en realidad nada de eso me identificaba.
En una clase de religión que nos lo impartía la Ramona, ella estaba leyendo sobre la vida de Jesús en uno de los libros que nos habían hecho comprar. En ese momento, levanté la mano y ella me dio permiso para preguntar.
- ¿Por qué creen que Dios es el jefe del universo? – dije.
- Él creó todo lo que hoy somos, Laia. Por eso a él le debemos nuestra vida.- contestó, su cristianismo le estaba echando una mano.
- Según lo que dices, estás afirmando que él te dio la vida por lo tanto tú vida le pertenece a él, y según lo que hay aquí escrito en el libro, dice que Dios nos dio el libre albedrío, la capacidad para elegir nuestras propias decisiones. No entiendo.- dije.
Ramona leyó ese fragmento que era media página más abajo, los compañeros hicieron lo mismo, me miró con cara de no encontrar la respuesta, escuchaba a Uriel reírse y susurraba “¿A ver cómo sale la profe de esta?”.
- Dios es nuestro padre, y él sabe lo mejor para nosotros. Nuestra vida nació gracias a él. – insistía pero no entendía mis palabras.
- Jesús nació a través de él, pero nosotros… estás diciendo que toda esta magnífica creación del universo y de este mundo, fue idea de una sola persona, que luego, creó a los ángeles para que pudieran gestionarlo todo, ¿no? – ella dijo que si con la cabeza- entonces, para construir una casa ¿Por qué necesitamos a tantos constructores si con uno puede crearse un universo entero? – dije.
La seño se me quedó mirando con cara de sorpresa, la clase se quedó en silencio mirándola, esperando una respuesta.
- Laia, estás castigada. Después de clase, deberás quedarte aquí.- dijo y prosiguió con la clase.
Era la última hora de la tarde y ese día la iaia Filo me vendría a buscar, ¿cómo se lo iba a tomar cuando supiera la razón de porqué me castigó la profe? Ese curso había empezado de una manera que parecía que me hubiese mirado un tuerto, pero a la semana de empezar ya estar castigada por cuestionar las hazañas de Dios, nunca lo entendí.
Al ser una materia obligada, no pudo echarme de clase, pero se le cruzó entre ceja y ceja que debía respetar más a Dios, por eso el castigo fue copiar un capítulo del libro que hablaba del respeto hacia los demás, uno de aquellos que estaban al final del libro.
- Copiarás esto y mañana me lo tendrás que traer hecho, ¿de acuerdo?- dijo con voz autoritaria.
- No, me niego a hacerlo.- le dije.
- ¿Cómo dices?- gritó.
La Ramona me trajo el libro en la mesa, pero yo nada más lo agarré y lo tiré al suelo, lo mismo con las hojas que había traído.
- ¡Recógelo ahora mismo!- insistió pero ni me moví.
- ¡Mira, me puedes castigar de cualquier cosa menos de esto! ¡Incluso me puedes dejar sin patio, pero esto, no te lo consiento!- le dije enojada.
- ¡Soy tú profesora y harás lo que yo te diga! ¡Siéntate y copia!- insistía.
- ¿Ah si? En primer lugar, no puedes castigarme por poner en duda tus creencias, y luego hacerte el sermón de que te he faltado al respeto, si lo único que he hecho ha sido dar luz al tema de la religión, y dar mi punto de vista al respeto, sin ofender a nadie. Puesto que el cristianismo es una religión y la Biblia una historia ficticia. – le dije me sentía tan enojada e indignada que le dije todo sin pensar.
Uriel estaba de espectador, no quiso colaborar puesto que mi punto de vista es parecido al suyo. Entonces, vi al ángel de la Ramona, también estaba como Uriel, incluso hablaban entre ellos de cómo me las apañaba para explicarle lo limitada que estaba con su punto de vista, tanto que intentaba limitar a otros porque si.
- ¡Vas a quedarte una hora más, pero haciendo otra hoja de matemáticas!- dijo la Ramona, se sentó en su sitio y yo en el mío, pero no saqué el cuaderno de matemáticas.
- De acuerdo.- dije, me puse de pie y fui a la pizarra y empecé a dibujar.
La Ramona se levantó y empezó a mirar lo que hacía, con los brazos cruzados en el pecho y resoplando.
- Mira, te lo voy a mostrar para que entiendas mis palabras de lo que he dicho antes, con este ejemplo muy sencillo.- le dije intentando dar paz en el asunto.
Ella no dijo nada y empezó a escucharme.
- Este cuadrado es la clase, estos de aquí somos los alumnos, y esta eres tú.- me detuve para observarla, arqueaba una ceja pero poco más, y proseguí.- Imagina que las paredes de esta clase, sean tú universo y tú misma has creado cada tocho para formar la clase, pero al principio, solo estabas tú, cómo sentías que sin nadie a quién enseñar, tu trabajo no tiene sentido, decidiste crear mediante el fragmento de tus costillas, a los alumnos. Pero solo para que hicieran una cosa, obedecerte, puesto que tú prioridad es enseñar, y tus métodos son estrictos, dónde lo que dices tú, va a misa.- volví a observarla, se quedó curiosa como explicaba, se sentó en la mesa de uno de los pupitres y siguió escuchándome.- Si un alumno, pregunta ¿por qué fueron creados? Y tú les respondes para obedecerme, ¿qué clase de relación tendrían contigo?- le dejé pensando.
- Yo mando.- contestó.
- ¿Y si alguien quiere saber qué hay fuera de esto?- le dije.
- Le ordenaría que no lo hiciera.- dijo segura de si misma.
- Ahora imagina que tú eres un alumno y te gusta explorar más conocimiento, pero la profe solo da una materia y a ti te gusta matemáticas, pero ella no te permite estudiar matemáticas, ¿qué harías y como te sentirías?- le dije.
Se quedó pensando… pasó un rato antes de que contestase, mientras que tardaba, me regresé a mi sitio e intenté hacer los deberes que había dicho de matemáticas, mientras que ella se quedaba delante de la pizarra, pensando la solución.
- ¿Soy una mala profesora por obligarles a hacer lo que yo diga y no permitirles imaginar más?- me preguntó, su cara ya era algo más consciente del problema.
- Para nada eres mala, recuerda que si Dios nos dio el libre albedrío fue porque quiere que seamos más que sus esclavos. Él no quiere eso, quiere personas creadoras como él es.- le dije.- Pero lo importante aquí es que te has dado cuenta del problema, y eso ya es un comienzo.- terminé.
Ella no me dijo nada más, y a la media hora del castigo, me permitió irme, aunque antes de marcharme, le puse la mano en la espalda.
- No te preocupes, haremos como si esto no hubiese sucedido.- le sonreí.
- ¿Laia, que haces en clase?- la Iaia Filo preocupada porque no bajaba, le permitieron subir.
- Iaia, hola, pues… nada que…- dije pero Ramona me interrumpió.
- Estaba castigada, pero ya ha terminado el castigo. Perdona por no avisar.- dijo Ramona.
- ¿Castigada?- dijo la Iaia.- ¿Por?- terminó.
- Se le olvidó hacer los deberes de matemáticas.- dijo Ramona.
Esa lección le dejó bastante impactante porque nunca más se puso de esa forma ni conmigo ni con nadie de clase, en ese tiempo dejaba que los alumnas fuesen libres. Aunque la cara que me ponía cuando me miraba, era extraña, como si fuese especial, porque de repente, siempre que ella necesitaba un voluntario me pedía que lo fuera yo. Al día siguiente, nos tocaba hacer una prueba de lectura, pues con las demás clases haríamos una hora de comprensión lectora, dónde habría dos profesores, dónde un grupo leerían libros para avanzados y los otros para los que les costase leer. Se suponía que en primero de primaria tenías que saber leer, los requisitos mínimos eran, seguir el relato con el dedito y atascándote en cada palabra. Para que así fuera, los tutores tuvieran que hacer una prueba a cada alumno del curso, dónde tenían que leer un texto con tiempo marcado.
Ramona me llamó, me dijo lo que tenía que hacer y cuando me lo indicó empecé a leer, pero le tuve que detener.
- Lo siento, pero ¿puedes quitar el dedo por favor, me estás haciendo perder? Gracias.- le pedí.
- Sí, claro. Hazlo tú.- me dijo.
- No, no lo necesito, ya sé leer sin el dedito.- le dije.
Se pensaba que era un farol, así que volvió a poner el tiempo a cero y me avisó, entonces empecé a leer, bastante fluido, solo me atascaba en alguna palabra larga y algo rara, se quedó alucinando porque además, tardé la mitad de lo que normalmente ocurría. Así que fui con los del grupo avanzado, me gustó pero la profe que me tocó fue ni más ni menos que la Patrocinio. ¡Válgame dios y el cristo de la vega!
En ese momento me vino a la mente lo que me dijo Uriel al
inicio del curso ¿Qué quieres aprender realmente en el colegio? Mientras que
los compañeros de clase leían en voz alta un libro gigante con muchos dibujos y
cuatro líneas para leer, me quedé pensando sobre lo que había hecho durante
esas dos primeras semanas de clase.
AVISO IMPORTANTE: La próxima semana NO ABRÁ CAPÍTULO, solo instagram live para hacer la meditación del día 25 de Julio (fuera del tiempo) hacia las 15h de españa. Siguanme cómo @laia_gali_hr en instagram para saber las novedades. Gracias.
Recomendación: Dark soundtrack - Serie de Netflix (áun no la miré pero adoro la música)
HR.
HERO&Corporation.
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