miércoles, julio 15, 2020

Perdoné Al Tiempo

Mis horarios son raros, lo reconozco, sé que muchos de ustedes deben pensar “¿Esta seguirá algún día algún horario o agenda en este mundo?”, cada vez que alguien me pregunta esto, me entra la risa, pero no para reírme de ustedes, sino de lo que ustedes creen que significa trabajar para la consciencia planetaria o de lo que ustedes están acostumbrados a vivir en sus tiempos. Comprendo que para llevar un negocio al día, deben seguir unos horarios y una disciplina regia para que nada se te escape y que todos los planes, salgan. Pero cuando decides trabajar para la consciencia planetaria, las cosas cambian y mucho…

Para empezar, tu jefe no está detrás de una puerta dónde puedes golpear y entrar cuando quieras, pues el jefe vive en algún lugar del universo, es más difícil ir presencialmente y decirle “disculpe, quiero un aumento” o “¿vio las novedades que hacen la competencia hoy en día?”… cuando trabajas para la consciencia planetaria, tus compañeros de trabajo se convierten en tú familia de luz, es decir, antiguos miembros de una familia que en otras vidas fuiste hermano, tío, sobrino, padre, madre…. Tampoco se encuentran cerca, la distancia quizás no es tanto como con lo del jefe, pero cuesta entablar una conversación seguida al mismo tiempo, porque puede que algunos ni se encuentren en tú misma dimensión.

Desde que volví a nacer, que detesté cualquier cosa que a mí me provocase una rutina, no me gustan y hago todo lo posible para que no esté en una. Cuando veía como papá regresaba del trabajo tan tarde y que no tenía muchas ganas de hacer nada solo de dormir mirando la televisión, y luego verlo más adelante con mi mamá, menos me gustó seguir una rutina. Pero tenía que ir al colegio, porque siendo chiquita es lo que tenía que hacer, y el colegio era rutina, seis horas de clase durante cinco días a la semana, por los cuales se impartían ocho materias, y que luego en casa tenías deberes que hacer para que al día siguiente te subieran la nota, que determinaba si pasabas de curso o te quedabas otro año en el mismo.


Rutinas que solo provocan, aburrimiento y pérdida del sentido. Yo de chiquita cuando me preguntaban “¿Qué quieres ser de mayor?” no me atrevía a decirles “no quiero seguir una rutina, quiero ser libre y trabajar de algo que no me estanque y que me den ganas todos los días de descubrir el mundo y aprender mucho de mí y del universo que nos rodea”. Aunque no lo decía a la gente, mis guías lo escuchaban resonar en el eco de mí corazón, el sonido y la luz daban su forma y poco a poco se iba viendo que mi deseo se cumplía, de chiquita cuando era verano, el tiempo parecía ser eterno, aceptando las horas de Sol y de Luna, pero al fin y al cabo eran 80 días libres, a mí antojo. Pero al inicio del curso, volví a sentir la rutina como si fuesen unas tijeras gigantes que solo querían cortar las alas de la ilusión de aprender, simulando que sus formas era aprender.

En 2013 fue la primera vez que pude elegir y con 20 años recién cumplidos, le dije a mi papá “quiero tomarme un tiempo”, se me quedó mirando con unos ojos que parecía que se le iban a caer de la cara, intentando comprenderme y me dijo “¿Quieres ser una NiNi?” y yo le decía que no con la cabeza y le dije “No, solo quiero tomarme el tiempo para vivir, pero vivir como a mi me gusta”. Pero no me entendió y empezó a decirles a los padres de los ex compañeros míos “mi hija no hace nada, ni estudia ni trabaja, solo… nada” creo que intentaba comprenderme pero nunca me preguntó que se lo explicase (ni ahora entiende lo que hago).

Me tomé ese tiempo para vivir, dejar de estudiar por un tiempo y preguntarme “¿Qué quiero hacer realmente?” a pesar de que seguir con el bachillerato o hacer una Formación Profesional no me daban muchas ganas, una vocecita interior dijo “Escribe” y empecé a escribir. Pero también empecé a viajar, mi abuela me invitó un fin de semana a Andorra, para ir a un balneario con ella y unas amigas, disfruté mucho y aprendí a relajarme, algo que no te enseñan en el colegio. Mientras que estaba en las escaleras dónde hay siete jacuzzis de distintos chorritos en Caldea acompañada de una vecina que recién la había conocido que se llamaba Joana y era de República Dominicana. Me di cuenta de lo rápido que los humanos queremos vivir la vida, nacemos para morir, pero ninguno muere para vivir. ¿Quién se atrevió a darle la vuelta al reloj del tiempo? ¿Quién quiere empezar a sentir el tiempo dentro de cada uno y no a fuera como si tuviéramos que cazarlo día a día? Si somos el tiempo, ¿Por qué siento que lo tengo fuera de mí?

Empecé a flotar mirando las estrellas dentro de la piscina de agua caliente, pensando en estas preguntas, como si esos puntitos que llamamos estrellas, tuvieran las respuestas, como si en realidad el tiempo, realmente fuese más manejable de lo que se imaginan. Un tiempo dónde se fusiona con nosotros, dónde ninguna de las partes tiene que buscar a la otra, pues ambas están fusionadas en un punto, que bombea cada gota de sangre por segundo.

Quizás les parezca que no tenga horarios, que a las nueve de la mañana estoy viajando entre dimensiones, en vez de desayunar y prepararme para encontrar un “trabajo”, que en la media noche ya esté tumbadita en la camita, esperando soñar con los angelitos y empezar de nuevo un día que el tiempo siempre te vaya manipulando, olvidándonos de las cosas que importan, como una sonrisa al ver el Sol en el cielo saludarte, un perro cuando te mira a los ojos en la calle y te quiere saludar, un arbolito que te saluda, una piedra en el camino que te recuerda porque viniste a aprender. Un abrazo, un baile, un beso,… olvidamos todo eso, la importancia que da un minuto, si se invierte bien su tiempo.

Si quieres trabajar para la consciencia, lo primero que vas a aprender es a soltar la creencia de que un reloj te manipula, y tendrás que aprender a perdonar al tiempo por no haberlo entendido como funciona todos estos años, darle un abrazo y prometerle que a partir de este momento, vamos a trabajar juntos y para hacerlo se necesita ser sinceros, ser cada uno una mejor versión de si mismo. ¿Vieron alguna vez algún ángel estresado? ¿Vieron alguna vez al Maestro Jesús o a Ghandi perder la sonrisa porque no llegaba a tiempo a algún lado?

Recomendación: I’m Forrest Gum – Soundtrack


HR.

HERO&Corporation.

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