martes, noviembre 12, 2019

El Espejo De Mi Vida - Capítulo 2


Durante ese año no conseguí ningún amigo, solo eran compañeros, porque los amigos tras la escuela se veían, yo no veía a ninguno, solo a mi prima Sofía que estudiaba en otro centro, de mi misma edad (ella de febrero y yo de marzo), pero cuando mi abuela Filomena me venía a buscar junto a su hermana Cristina, ya venían de recoger a Sofía y la última en salir era yo, nos íbamos al parque del río Ter o a veces en casa de mi abuela o mí tía abuela y jugábamos hasta la hora de la cena, eso mejoraba mucho mi vida social, quizás no eran mis compañeros de clase, pero la pasaba muy bien con mi prima. Con ella, no me importaba jugar a cosas que a veces no hacía, pero ella se adaptaba también a mí, y casi todo el curso fue así. 


Un día en la clase, la María Teresa se presentó un Lunes con un nuevo compañero de clase, un canario amarillo que cantaba mucho y que no tenía nombre, pobre animal, no tenía una identidad propia solo una especie. 

-          Niños, a partir de ahora cada día vamos a cuidar todos del canario ¿de acuerdo? Los fines de semana, sortearemos quién se tendrá que quedárselo, porque no se puede quedar solito…- anunció la profe, yo me alegré mucho, porque yo crecí siempre rodeada de animales.

El reino animal para mí es como mi propia sangre, por eso el respeto que tengo por todos los animales, des del más pequeño hasta el más grande, es siempre y será siempre como si mi vida estuviese en juego. Cuando nací, en mi casa ya tenían un perro que era hembra y se llamaba Frodo, mi madre siempre ha sido muy fan del mundo Tolkien. Era una mezcla de pastor alemán con otra especie que no recuerdo, era obscura y marrón de pelo corto y de estatura grande. Pero energéticamente era como una amiga, con el cual jugaba mucho con ella, hasta el fin de sus días. 

Aquel fin de semana que nos tocó en casa cuidar del canario, durante el sábado todo fue bien, lo que pasó fue que el domingo a la noche, mi padre decidió cambiarle cosas al canario, y sin saber cómo, la jaula se rompió, por suerte no fue grabe porque el canario no se escapó solo que creo que era algo del sujeta comidas que no funcionaba bien y tuvo que usar pegamento. Pero claro, como aquel fin de semana, tuvimos a la familia en casa, la mesa de la terraza estaba aún dentro de la sala, y como era invierno, el arreglo de la jaula se hizo encima de esa mesa, en algún momento dado, mi padre dejó el pegamento muy cerca de mí, y yo que era una curiosa, agarré el pegamento y empecé a observarlo. Aún más curiosa, decidí morder los bordes con la alegría de saborear el pegamento. El susto que se llevaron mis padres el ver que me ahogaba al tragarme grandes cantidades de pegamento, ¡tuvieron que llevarme a urgencias en el Hospital General de Vic y todo! Recuerdo que me tumbaron en una camilla de dentista y me obligaron a vomitar la bola de pegamento que me había tragado, tenía forma de pelota de pin pon. ¡Dios! Nunca más toqué ese tipo de pegamento, hasta la adolescencia….

Ese verano la pasé en Cadaqués, cortesía del jefe de mi padre que nos dejaba su torreta hermosa cerca de la playa para pasar nuestras vacaciones de verano, ya que no podíamos hacer nada más. Allí me encontraba, rodeada de vegetación, ángeles y por primera vez tras haber encarnado, me vino a visitar el guía Anasiel (ahora es Maestro Ascendido). Todas las mañanas, después de desayunar se me presentaba debajo del árbol seco del jardín, para jugar y aprender cosas. Recuerdo que me acerqué al árbol con algo de respeto, ya que me aferré a la mano de Uriel sin dejar de observar la túnica blanca con tones verdes claros, y su pañuelo azul y dorado en la cabeza, sus ojos verdes como dos prados hermosos y su perla esmeralda en el centro de la frente, simulando así su tercer ojo. Llevaba una especie de bolso hecho de la misma tela que la túnica y del mismo color, y siempre se esperaba apoyando la espalda en ese tronco, era muy alto, pero se agachaba para no tocar las ramas con su cabeza. 

-          ¿Quién es?- le pregunté a Uriel, cuando me detuve un momento.

-          Es un amigo que ha venido a verte.- contestó Uriel con su tono más dulce, me acarició el pelo y le seguí.

Nos acercamos y Uriel y Anasiel se abrazaron comprendí que eran amigos, pero mi sorpresa fue ver que no tenía alas, su espalda estaba normal como los adultos, igual que los humanos, y pensé que era un amigo pero que vivía en mí misma dimensión.

-          Oxalc, amada Laia. Deja que me presente, yo soy Anasiel, tú guía espiritual.- dijo con una voz muy hermosa que captó mi corazón enseguida que era todo AMOR.


Uriel me había hablado de los guías espirituales, aunque no reconocía bien las dimensiones, recordé que un guía vive normalmente en 4D, así que realmente no era de esta dimensión. Simplemente sonreí y le di un abrazo, me enganché a su cintura que le vino por sorpresa, cuando Uriel dijo que me dejaba con Anasiel a solas, para que hablásemos, y yo sin ningún problema, me aferré a la mano del guía y le miré a los ojos con una sonrisa de felicidad.

Anasiel caminó a mi lado por el jardín, entre la plaza del garaje que se encontraba el auto de mis padres, y un gato negro que se unió a nosotros, se arrastraba por las piernas de Anasiel, como pidiéndole que le tocase, así que él se agachó y le tocó la cabecita y el gato empezó a ronronear… era la primera vez que veía un gato negro, había visto gatos alrededor de mi casa, pero la gran mayoría eran grises o mezclados con blancos y marrones… pero negros me quedé un poco impresionada. Anasiel me pidió que me sentara en el pasto y así lo hice.

-          Pronto vas a cumplir cuatro años, mi querida. ¿Sabes lo que significa?- me preguntó, sus dientes blancos relucientes sonreían con mucho amor, mientras que el gato gozaba con el masajito de Anasiel.

-          Que seré un año más mayor…- dije inocentemente con unos ojos de angelito, Anasiel se le escapó una pequeña carcajada, le provocó gracia y yo sonreír, intentando conseguir que el gato quisiera también disfrutar de mis masajes…

-          Es tiempo de que aprendas más sobre lo que tú camino te va a mostrar cuando sea el momento, mi querida.- el silencio se presenció entre nosotros, yo le miré a los ojos, su cara había cambiado, era de felicidad pero parecía que algo no iba bien, porque la seriedad ya le estaba robando parte de su terreno.- ¿Recuerdas alguna cosa antes de nacer? ¿de cosas que elegiste aprender en esta vida?- me preguntó, curioso.

-          Estoy aprendiendo a bailar con Gabriel.- le dije.

-          Y más cosas que deberás aprender muy pronto, querida. – comentó – te estás preparando porque tienes una misión muy importante que hacer, y lo harás, cuando aprendas todo lo que te enseñemos. Mi llegada, es tan solo el inicio de lo que te espera, pero nosotros siempre que necesites nuestra compañía, estaremos contigo, ayudándote ¿comprendes, querida?- dijo Anasiel, preocupado por lo que estaba diciendo.

No me estaba pidiendo permiso, porque ya lo había hecho con volver a encarnar, solo me estaba informando que según ellos ya se habían terminado mis “vacaciones” de integración de esta encarnación y mi espíritu y mi alma junto a mí cuerpo estaban preparados para empezar a “formarme” al puro estilo de un Ser de Luz. 

A partir de los 3 años, mi memoria empezó a ser permanente, es decir que antes de esa edad, recuerdo momentos sueltos, pero ya con tres añitos, mi memoria empezó a captar la información de todos los días, aunque como todas las mentes, solo me acuerdo de lo importante, eso sería crucial por lo que me esperaba y yo en realidad no me lo esperaba así. 

-          Pero ¿recuerdas quién fuiste en otras vidas?- me preguntó con un poco de insistencia Anasiel.

-          No mucho. Sé que vengo de un planeta muy azul… que no recuerdo el nombre – ese era Arcturus- que estado aquí en épocas donde las mujeres iban con muchas capas y hacía mucho frío y era todo muy triste…- me refería a la Edad Media- también en algún lado dónde iba con falda y con el pecho descubierto, siendo un niño, con el pelo rubio hasta las orejas y…- eso era el Antiguo Egipto unos 12.000 años aproximadamente- pero poco más, y un barco que se inundaba.- el Titanic.

Eran flashes que pensaba que podía ser imaginación, porque durante esos años, me había centrado en la vida que me tocaba vivir en ese momento, y esos flashes eran como pequeñas creaciones para creerme ser de otras partes de este planeta y del universo. Aunque entender la inmensidad del Universo me costó varios años comprenderlo… cuando te sientes una aguja dentro de un globo aerostático, es difícil comprender quién fuiste y quién eres, si a tú alrededor solo hay aire, y tú una simple aguja que si se mueve puede pinchar el globo. 

Recomendación: Two Feets - BBY.

HR.

HERO&Corporation.

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