El día de mi cumpleaños fue un día denso y raro, en el
colegio cuando Vicky se enteró que era mí cumple, por costumbre la cumpleañera
tenía que hacer su corona de cartulina con pegatinas y lo tenía que llevar en
la cabeza durante todo el día. Adoraba ese día, porque siempre fui la mayor de
las chicas, era la primera en que cumplía años… y hacer esa corona, aunque las
manualidades no me gustaban demasiado, esa me encantaba. Llegué a clase con una
sonrisa de oreja a oreja, pensando “voy
a hacer la corona en medio de la clase… Yuhu…” pero al ver que las clases
eran como siempre, y Vicky no decía nada de la corona, cuando faltaban minutos
para el recreo, la profesora se dirigió a la clase…
-
¡Hoy tenemos que felicitar a la Laia que es su
aniversario!- todos me felicitaron aunque la cara de amargada que hacía la
profe parecía más todo lo contrario.- ah por cierto Laia, tú te quedas sin
recreo, te quedas aquí a hacer tu .- dijo.
-
¿Qué? ¿Me castiga?- le dije sin saber porque.
-
Si.- es lo único que dijo.
¿Cómo se le puede negar a una niña de 4 años ir al recreo
sin motivo con la excusa de hacer su corona de cumpleaños? Sigo sin entenderlo
tras el paso del tiempo… pero Uriel y yo nos quedamos sin recreo para hacer la
puñetera corona que ya no me apetecía hacerla. Si me pasase ahora, le mandaría
la mierda y me hubiese ido al recreo y luego ya lo hubiese hecho… ¡Qué gente,
eh! ¡Dios!
Fue extraño notar la soledad de la clase, solo la presencia
de Uriel animaba ese silencio, mientras que él pegaba circulitos de colores, al
no haber nadie, le permití ayudarme, si alguien lo hubiese visto, seguramente
que me hubiesen llamado loca porque hubiesen visto los objetos moverse solos
sin motivo. ¡Qué risa me entra nada más pensarlo! En algunas ocasiones, se lo
permito a Uriel y mola ver como lo hace, claro que para mí no vuelan los
objetos solos.
-
Ya tengo 4 años, ¿Cuándo va a ocurrir aquello
que dijo Anasiel?- le pregunté.
-
Mi amor, todo llega, siempre llega.- contestó
con mucho amor.
-
Estoy curiosa, Dary…- le dije.
-
Quizás sea el momento de darte mí regalo ahora…-
comentó, rebuscó en su bolso, igual que el de Anasiel pero en rojo, y sacó un
paquete mediano envuelto con un lazo rojo.- ¡Feliz cumpleaños, mi amor!- dijo
entregándome el regalo que acepté.
Deshice el lazo que era de terciopelo y lentamente el papel
de regalo que era un trapo se desenvolvió solo, mostrando así dos libros viejos
pero bastante gruesos. Miré los títulos:
1. Reinos de Gaia
2. Humanidad
Parecían dos volúmenes de coleccionista para adultos, la
letra era pequeña y no tenía dibujos, eran dos libros como los que leía mi
madre cada noche antes de acostarse.
-
Dentro de un año, empezarás a ir por la noche a
una escuela llamada IÓN (zona encarnada) dónde te van a terminar de preparar
para que aprendas las cosas de esta encarnación por antelación. Mientras tanto,
entre Anasiel y yo te vamos a preparar para que estés lista para esa escuela.-
su cara de ilusión era más grande que la mía, le di un abrazo ya tenía ganas de
empezar.
Sé que puede parecer mucho, pero para mí era lo ideal, me
sentía preparada por esas clases particulares con mis guías, ya saben que Uriel
no autorizaba nada (ni ahora lo hace) sino me veía preparada para hacerlo y
después de consultarlo con todo el grupito de Seres de Luz que trabaja conmigo.
-
Mañana mismo, cuando te vayas a acostar, vas a
aprender a meditar para que con el tiempo consigas doblarte en el
tiempo-espacio y luego más tarde puedas hacer como nosotros, viajar entre las
diferentes dimensiones.- informó Uriel.
-
¿Por qué no hoy?- le dije ansiosa.
-
Porque hoy, te hemos preparado una pequeña
fiesta de aniversario, es tú día, no te queremos estropearlo, debes aprender a
festejar cuando toca.- dijo entre carcajadas que yo también expresé.
A partir de ese momento, mi vida tomaba un rumbo distinto,
Anasiel tenía razón, ahora tenía dos vidas en una que eran necesarias para lo
que había venido a hacer. Fue cuando empecé a tener problemas de sueño, hasta
ese momento, de noche podía descansar, pero esas “vacaciones” de integración ya
habían terminado y tenía que aprender cositas importantes, por eso de día
seguía en la escuela el Carme Vedruna, aguantando a la profe de P4 y de noche,
con Anasiel y Uriel aprendiendo sobre la historia de la humanidad, desde su
creación hasta su propósito actual y el equilibrio de los cuatro reinos:
Animal, vegetal, mineral y humano.
Así fueron mis inicios como alumna dimensional, y de hecho
gracias a esto, he conocido a gente muy importante y he tenido al alcance de mi
mano a un gran conocimiento, que me he preparado para la misión que ya se
inició en la actualidad. Quiero que queden claro estas dos vidas distintas una
a la otra, para que no se hagan un lío, recuerden dos vidas en una sola.
Ese verano empezamos a veranear en Sitges, gracias a que uno
de mis tíos, su pareja tenía unos terrenos allí en medio de la naturaleza y ese
lugar me ayudó a comprender la terminología reinos que se organizaba Gaia (dejé de llamarla Tierra). Porque
allí cohabitaban los cuatro reinos en tres terrenos y una cabañita de madera
muy hermosa e humilde. Durante el mes de Agosto, estuve allí casi “viviendo” pero
como siempre había gente de mi familia… entre ellos mí tío Hilario, con él le
podía preguntar dudas que no entendía de las dos “materias” que impartía con
Uriel y Anasiel, él era el “profesor de apoyo”.
Una mañana que había salido el Sol hacía nada, él me sacó de
la cama para irnos a la parte más alta, cerca de la puerta de salida, porque
los terrenos hacían cuesta abajo, para ver la magia del primer rayo de Sol
directo que salía tras una pequeña montañita que nos apartaba bastante de la
civilización.
-
Un buen equilibrio, entiende que el primer rayo
del Sol es la esperanza y su sombra su libro, y tú la pluma con la que vas a
escribir tú historia.- dijo.
-
Titi, ¿cuál
es mi historia?- le pregunté.
-
Cierra los ojos e imagina, y cuando lo tengas,
abre los ojos y obsérvalo a fuera.- explicó, sus enseñanzas eran muy poéticas y
hermosas aprovechaba cada momento para aprender de él, el único que tenía en 3D
y en mi familia.
Esta era su forma de decirte “todo lo que eres, ya eres tú propia historia, solo debes escribirla
para ser creada”. El momento de escribir, la estás imaginando y cuando
terminas de escribirla, la ves a fuera.
-
¿Y cuál es tú historia?- le pregunté.
-
Observa en mis ojos y verás el reflejo.-
contestó.
Le miré a los ojos y tras hacerlo, en un momento en que
estábamos a solas, sin familiares ajenos a todo esto cerca, de su espalda
salieron dos alas gigantes blancas hermosas. Me quedé impresionada.
-
¿Eres un ángel?- le dije.
-
Mi nombre es Humiel (Arcángel Salvador), y pronto voy a regresar a
mi estado original.- contestó.
Dicen que los ángeles no tienen alas, quizás no lo hayan
experimentado o algo les distorsiona su verdad, pero yo todos los ángeles que
puedo ver, muestran sus alas en algún momento.
-
¿Por qué estás aquí?- le pregunté curiosa y
feliz, de hecho me había acostumbrado tanto a estar rodeada de ángeles que ver
a tú propio tío que es uno, era como si la unión con el mundo angélico
realmente no fuese tan separado como se puede comprender al principio.
-
Vine por tu madre, soy su ángel guardián, de la
misma forma que tienes a Uriel. Pero encarné, porque ella todavía no puede
verme así, de la misma forma que tú lo haces. – un suspiró interrumpió sus
palabras, me miró a los ojos con la bondad más pura y prosiguió.- también estoy
aquí por ti.- dijo.
-
¿por mí?- pregunté sin querer, él solo lo
confirmó con la cabeza.- ¿por qué?- le pregunté.
-
Muy pronto el mundo que conoces va a cambiar de
una forma que nada de lo que ahora ves, solo serán recuerdos. – se detuvo y me
tocó el corazón con el dedo índice.- solo esto, va a poder ayudarlo para que no
se desvíe del camino por el cual ya está destinado a cumplirse.- dijo.
No entendía la relación de mí corazón con el mundo, que a
esa edad todavía no sabía si la Tierra era tan grande como parecía escuchar a
los demás seres de luz, tan solo era una niña de cuatro años que intentaba
crecer, pero esas palabras no parecían una forma de no quitarme la ilusión de
seguir creciendo, más bien, las interpreté de la forma que estaban relacionadas
con las palabras de Anasiel y Uriel. Si el mundo iba a cambiar, y mi corazón
tenía que ser la herramienta para ayudar a la Tierra, empecé a comprender más
la preparación que había empezado antes de empezar de verdad, con lo que mis
guías decían tú propósito de vida.
-
Mantén el corazón así de puro y tú visión será
el cambio que este planeta va a tener que vivir.- dijo, no me asustaban sus
palabras, solo notaba un peso, por así decirlo encima de mis hombros, no me
había dado cuenta de que eso era la responsabilidad
que ya desde aquel momento formaba parte de mí.
-
¿Mí corazón puede cambiar el mundo?- le
pregunté.
-
Tú corazón VA a cambiar el mundo, pero hay más
niños y niñas que ya están colaborando con esto.- terminó de decir.
No le pude preguntar más, porque en ese momento llegó mi
madre y nos pusimos a jugar a cositas, para disimular. Pero sus palabras me
dejaron bastante interesada, pero a la vez con miedo ¿qué pasaría si en algún
momento mí corazón dejase de ser puro? ¿Qué le pasaría al mundo entonces? ¿Por
qué mí corazón es tan importante para el mundo?
La estancia en Sitges me dieron unas vacaciones diferentes a
las de Cadaqués, al tener todos mis tíos refugiados en ese lugar tan mágico que
parecía de cuento, y tener además a mis primos, que de parte de mi madre somos
muchos, pude compartir con ellos la felicidad que sentía al estar con toda la
familia, jugando, comiendo, contando cuentos, experimentando en la naturaleza e
ir a la playa todos juntos. Aunque no pensaba que ese eran el inicio de las
vacaciones de mi infancia, pensaba que quizás era el único año que podríamos
estar allí de esa forma, mostrando y sintiendo la felicidad fluir por todo
nuestro cuerpo.
Por primera vez la familia estaba toda reunida, ya que la
gran mayoría de mis tíos y mis primos viven en el Prat de Llobregat, una ciudad
al lado de Barcelona, curiosamente dónde está el aeropuerto. Me di cuenta de
que efectivamente era la más pequeña de más de veinte primos de todas las
edades, desde cuatro hasta los 25 años, incluso algunos ya estaban a punto de
casarse y emprender sus vidas. Pero entre nosotros, en realidad no existía la
diferencia, me llevaba como mucho cuatro años con el primo que nació antes que
yo y muchísimo comparado con mi primo José, el más mayor de todos. En realidad
solo éramos tres chicas, el resto chicos, algo extraño pero no importaba,
porque nadie jugaba a los roles que veía en clase, es decir, que los chicos no
solamente jugaban al futbol, tenis, al escondite o cualquier juego que era
propio de los niños, y las chicas jugasen solo a muñequitas y a cosas de
princesitas. Todos jugábamos a cualquier cosa, sin especificar roles, porque
entre nosotros no existen las diferencias, todos somos iguales.
Ellos me enseñaron a nadar, jugar al futbol, tenis, ping-pong,…
mientras que yo les enseñaba a respetar a los animales más chiquitos, allí fue
cuando me empezaron a fascinar las hormigas y su sistema de comunicación y
organización, todos trabajando para todos, unidos entre sí para ser solo
UNIDAD. Dónde normalmente viven, no tenían tantas vistas de tantas especies de
animales que en realidad hay, aunque no sabía muy bien qué eran, les enseñé a
observarlas de tal forma que cualquier animal pudiera mostrarse sin miedo a
ellos. Cada primo tenía algo que aportar a la unicidad que creábamos juntos,
era mágico.
Además que formar parte de esta familia es enfrentarse a lo
que yo algún día quería ser, y era no perder jamás el humor y las ganas de
seguir caminando. Esta familia me enseñó muchas cosas durante toda mi infancia
y ahora ellos siguen aprendiendo conmigo cada día, por eso, los amo con todo mi
corazón.
Recomendación: Serie Creedme (Netflix).
HR.
HERO&Corporation.