domingo, octubre 04, 2020

El Espejo De Mí Vida - Capítulo 50

 

La chica parecía joven, de unos 15 años, llevaba una túnica azulada con toques violeta, el pelo era castaño claro y le llegaba hasta detrás de las orejas, tenía el pelo algo corto de lo que había visto en Seres de Luz. Veíamos su rostro a través de un espejo, era muy hermosa, y sentía dentro de mí como un sentimiento de familiaridad muy grande, pero no recordaba dónde la había visto por última vez, ni siquiera sabía quién era.

-          La reconozco…- susurró el Chico de Ojos Verdes.- es… ella, ¿cierto?- me miró con ojos como platos.

-          No sé quién es, pero siento que es de la familia…- le susurré.

-          Creo que es… nuestra hija.- me dijo en la oreja él.

Me la quedé mirando a la chica, intentando identificar aspectos de mi físico y del suyo, efectivamente los ojos eran de él, la nariz y la boca míos, las manos una mezcla y el cuerpo la divinidad de los dioses usándonos a nosotros como moldes. Madre mía, esa era mi hija que vivía allí. Uriel ya me lo dijo al venir, viven algunos de nuestros hijos en este piso. Tengo hijos en 5D en Agartha.


De reojo vi a Uriel que llamaba a la puerta de la habitación de matrimonio que habíamos dejado atrás, como arte reflejo agarré con fuerza la camisa del Chico de Ojos Verdes y le empujé hacia la primera puerta de al lado, era un baño y cerré la puerta con cuidado.

-          ¿Qué haces?- preguntó él.

-          ¡Mójate la cara con el agua!- le exigí.

-          ¿Qué?- dijo.

-          ¡Uriel está viniendo hacia aquí y va a preguntar qué hago contigo en el baño! ¡Mójate la cara y le diré que te has mareado!- le dije.

-          Ok.- dijo se dirigió al grifo y se refrescó la cara con agua fría.

Agarré una toalla y se la di.

-          Ahora cuando venga, no le cuentes que la hemos visto. Esto es nuestro secreto. Creo que ella no tenía que estar aquí, todavía.- le dije.

-          Ah, de acuerdo. No diré nada.- contestó, se secó la cara con la toalla y alguien llamó a nuestra puerta.

-          ¡Adelante!- dije.

Uriel abrió la puerta y se quedó extrañado vernos los dos allí, pero cuando vio que el Chico se estaba secando la cara, dio dos pasos gigantes y le puso la mano en la frente.

-          ¿Te encuentras bien?- le dijo Uriel.

-          Si, solo me he mareado. Quizás, demasiada información…- dijo él.

-          Si, puede ser. Gabriel te espera en la terraza, deben volver. Al igual que tú y yo, mi amor.- dijo Uriel.

Nos despedimos con un abrazo, y me fui con Uriel por la terraza, quería usar la puerta pero Uriel exigía que fuese por la terraza. Él extendió sus hermosas alas blancas con las puntas grises, me agarró en brazos y empezamos a volar. ¡Qué sensación más hermosa! Pensaba que me dejaría en la plaza de la catedral, pero quiso volar hasta el hangar pero en Telos.

-          ¿Por qué no vamos en transporte?- le dije.

-          No agarré viaje de vuelta- dijo, su pelo volaba con el viento.

La noche de Reyes fue algo distinta al año anterior, como siempre pedí mis tres deseos, pero no lo vivía con igual atención que antes. Curiosamente se me quedó grabado la imagen de mi hija, ¿cómo era posible que yo siendo tan joven, tuviera hijos esperándome en ese piso? ¿Qué nombre tendrá? ¿Por qué Uriel quiso irnos por la ventana? Tenía tantas preguntas que decidí preguntárselas mientras que nos encontrábamos en la plaza, con la Iaia Filo, el Tiet Josep y mis padres.

-          Me dijiste que en aquel piso viven mis hijos, ¿Cuántos tengo allí?- le pregunté.

-          Solo tres hijos, pero tienes más. – contestó con sinceridad.

-          ¿Cuántos?- le pregunté.

-          Seis hijos de momento. – contestó Uriel, parecía no tener ganas de hablar del tema y se lo respeté.

¿Dónde estarían los tres que faltan? Era un misterio que no podría resolver aquella noche. Pero el viaje al departamento, me dejó bastante inquieta. Esa hija era muy hermosa, ¿qué hacía allí entonces?

Al terminar la cavalgata, fuimos como cada año a casa la Iaia Filo a poner la cesta para los regalos, me despedí de ella con un abrazo y acompañamos con el auto al Tiet Josep a su casa en el Barrio de Gracia. Al terminar, dejamos el auto en el Barrio Vilamirosa y nos fuimos de cenita en casa la Abuela Victoria.

Como cada año, la gran mayoría de regalos eran para mí, pero no me sentía merecida de todo lo que pedía, de nuevo el peso del pasado volvía a ser demasiado fuerte para mí. Cómo estaba tan harta de las vacaciones de navidad, me pasé toda la celebración encerrada en la habitación del Titi, solita allí, incluso me escondía de Uriel, me tumbé en la cama del Titi y me puse a observar el techo, en solitario, dejando que los recuerdos me inundasen la memoria.

Los ojos de mi abuelo Hilario me dolían en el corazón, se juntaban con los ojos del Chico de Ojos Verdes, una de cal otra de arena. La sangre de Gerard, casi a punto de irme presa por asesinato. Indefensa, pero posible para volver a la Unidad de la Guardia de San Miguel Arcángel. El nacimiento. Agua por doquier, hundiéndome en él hasta dejar de respirar. Enamorarme de nuevo del Chico de Ojos Verdes antes de ese hundimiento. La cara de mis hermanos irlandeses, viviendo en una granja cerca de Dublín. La cara de Gabriel Arcángel observándome con sus ojos dilatados verdes y azules a veces. Con mis manos dibujando esbozos en un pergamino antiguo y Da Vinci me enseñaba a ser artista como él. Un cuchillo en medio de mi pecho, sacándome la vida en un espectáculo delante de personas vestidas en taparrabos y plumas. Besando a los labios a un hombre con ojos azules, siendo yo un hombre también, en Alejandría. Casándome con una mujer con velo rojo cabello oscuro largo en Egipto. Llevar en brazos a mi hija que empezaba a caminar, en medio de un palacio con mucho calor en Ékaron. Naves espaciales, estrellas, vidas en otros planetas…


Entraba poco a poco al relax absoluto tirando atrás, tan atrás hasta que el tiempo dejase de contar, como si nada hubiese pasado y al mismo tiempo pasaba igual.

Soy una esfera luminosa azul verdoso. Ese es mi origen, que se divide y forma la copia exacta. Flotando en la nada, ni estrellas, ni vida, solo luz y oscuridad. Mi origen. Mi casa. Mi inicio.

-          ¿escuchas la canción que eres?- decía una voz femenina cantarina.

-          No, ¿quién eres tú?- le dije.

-          Yo soy tu.- dijo cantando.

-          No entiendo.- dije.

-          Mi nombre es Flor de Lys, y soy tú y tú eres yo. Yo soy. Juntas hemos vivido mucho en este universo, la pregunta es ¿ahora como quieres vivir?- dijo.

-          No entiendo. Mi nombre es Laia.- dije.

-          Solo es un nombre más de miles que has tenido, pero todos en su origen, van a mi, tú espíritu.- contestó.

-          ¿Estoy muerta?- dije.

-          No, sigues con vida.- contestó.

-          ¿Por qué cantas tanto?- le pregunté.

-          Pues porque en el resonar de mis notas, escuchas mis palabras a través del tiempo y el espacio, las ondas que el universo te ha ido constituido tal y como eres ahora, mi niña bonita.- contestó.

-          ¿Por qué estoy aquí?- pregunté.

-          Buscas una respuesta a tú pregunta, “¿por qué has vivido esto?” y has llegado a mi, a la fuente por el cual te nutres cada segundo de tú vida, es el origen de tú existencia. El yo soy. Buscas a alguien que te de una respuesta, y aquí llegaste, niña bonita.- dijo.

-          Entonces…- dije.

-          ¿Por qué piensas que has vivido tanto? – preguntó.

-          No lo sé, pero no me gusta sufrir tanto.- le dije.

-          ¿Te gusta el mar?- preguntó.

-          Si.- dije.

-          Imagina que todas tus vidas, son olas del mar, que cada una viven cosas buenas y cosas malas, pero ambas se mantienen en el mismo océano, creando olas que viajan hacia la orilla de la vida. Las miles de vidas que has vivido, resuenan en ti, mediante recuerdos de vidas pasadas, pues algunas cosas que vives en tú vida actual, tienen un parecido a una que viviste en otro tiempo y espacio. Pero debes recordar que por muy buenas o malas que fuesen las vidas, deben mantenerse en armonía, ¿comprendes?- dijo

-          No.- dije.

-          Armonía es mantener el mar en calma, con las olas normales, para que no se produzcan inundaciones en la orilla.- explicó.

-          Ah, ahora si lo entiendo. Debo estar en calma.- dije.

-          La calma no es hacer nada, es aceptar que las cosas buenas y malas, como dices tú, deben ocurrir para que el mar de la vidas, tengan un ritmo constante de viaje a su orilla.- dijo.

Antes de que pudiera decir nada más, empecé a dejar de escucharla y no sé a qué tiempo o velocidad pasó, abrí los ojos y me encontraba de nuevo tumbada en la cama del Titi.

-          Qué sueño más raro…- susurré, me levanté y me fui de nuevo con la gente.

Al llegar a casa, me di cuenta de los regalos que faltaba uno, me quedé observando a mis padres esperando a decirles algo, pero al final, lo comprendí y me enojé con José. Porqué tenía razón, los padres son los reyes, porque los rotuladores era lo único que no había escrito en la carta de casa. No les dije nada a mis padres, aún tenía esperanza de tenerlo en casa la Iaia Filo, pero la verdad es que tampoco estaban allí.


Dos días después, volvimos a clase, intentaba pensar una respuesta a la posible pregunta de porque no llevaba los rotuladores, pero lo consulté con Uriel y decidí decir la verdad, los reyes no me habían pasado eso, se les debió traspapelar. La Ramona me preguntó en clase de plástica, y al recibir mí respuesta se quedó blanca. Curiosamente mi madre tenía hora con la directora por el temita, y la Ramona llamó a la directora de que al terminar quería ver a mamá por eso mi madre llegó a mi clase. La Ramona salió junto conmigo al pasillo.

-          Quería hablarle de Laia, por un regalo de reyes que debía llegarle y no lo ha traído hoy en clase.- hablaba la Ramona a mi madre, que puso los ojos como platos.

-          ¿Un regalo? ¿Qué regalo?- dijo mi mamá.

-          Unos rotuladores de doble punta, lo pedimos para continuar las clases de plástica.- contestó la Ramona.

Mi madre se giró y me preguntó a mí.

-          Laia, ¿En qué carta lo pusiste?- me dijo.

-          En la del colegio.- le contesté.

-          ¿Y por qué no lo anotaste en la de casa?- dijo ella.

-          Por qué si ya le ponía en esa nueva, los Reyes ya sabían qué debían traerme, ¿no? ¡Como son mágicos!- dije y de fondo se escuchó como a la Ramona se le escapó la risa disimuladamente, pues mi madre se quedó roja, tan roja que no quisieron decir nada más, ella se fue y a mí me mandaron de vuelta a clase.

Si los Reyes Magos poseen la magia, no hace falta decirles en miles de cartas lo que uno quiere ¿cierto? Y si José tiene razón, sería el fin de la magia o quizás el fin de la verdad que ando escondiendo dentro de mí. Pues si así fuese, ¿Cómo podría explicar que cada año esa noche veo a los tres Maestros Ascendidos que se suponen fueron a entregarle a Jesús en su nacimiento esos regalos para su camino a seguir? Para mí los Tres Reyes Magos, no son simplemente tres desconocidos que traen regalos a los niños y caramelos, para mí son los tres Maestros El Morya (Melchor), Metratón (Gaspar) y Afri (Baltasar) quienes entregaron el Oro, la iluminación del SER, la mirra, la transformación del SER, el incienso, el conocimiento del SER. 

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jueves, octubre 01, 2020

El Punto Que Lo Cambió Todo

 

Hace tiempo que me estoy dando cuenta de que la realidad es fácil de modificar, no es tan fija cómo nos enseñan de chiquitos, puesto que la realidad la creamos nosotros mediante las bases universales de la vida: palabras, intenciones y finalmente se convierten en una acción. En el universo se llama: sonido, luz, forma. Pero si cada uno de nosotros retrocede en sus memorias de esta encarnación ¿Cuándo fue el momento en que viviste un antes y después en tú vida y que de aquella acción toda tú vida tomó un rumbo distinto al inicio?

Cuando cumplí 14 años, la vida me mostró uno de los dones que nací con ellos en esta vida, y fue lo que llaman los Seres de luz el arte de la palabra escrita, que para nosotros lo conocemos como la escritura o creadora de historias. Este arte es uno de los siete artes sagrados que el universo valora como si fueses tu propio dios, puesto que las palabras se definen como actos de creación, en realidad cuando hablas, aunque uses la palabra “Hola” ya estás creando algo, sea un saludo en tú propia proyección de tú realidad, como una conexión con otra persona que quizás lo estés conociendo en ese momento, o puede que sea un viejo amigo que hace tiempo que no ves. El simple acto de saludar a alguien, ya estás creando una línea de conexión entre tú y aquella persona, que en el entramado del tiempo y el espacio, pueden sugerir distintas conexiones, es decir que quizás mañana te vayas de pesca con ese amigo que acabas de conocer y juntos hagan actividades, para seguir conectando y al final resonando.


Ser guionista, en mí caso, siempre me ha fascinado, porque creo historias desde cero, me defino como un “dios” dónde los personajes se mueven en un espacio y un tiempo determinado, y que estos personajes tienen sentimientos, la energía que les ayuda a tomar acción de los conflictos emocionales que tienen. El universo tiene razón, es uno de los siete artes que te definen como un “creador”, pero hubo un día en que mí camino se desvió por completo y tomó otra forma más sagrada de seguir “creando mi realidad”. Ese día fue el pasado 17 de Febrero del 2015 hacia las ocho de la tarde, fue un momento muy importante que se me quedó grabado en el corazón, como si fuese un calendario andante.

En ese tiempo, estaba pasando por la depresión que ya les conté una vez o varias, estaba empezando a retomar un poco las ganas de hacer algo con mí vida, porque no tenía ni estudios, ni trabajo, ni pareja, pero si familia. El único trabajo que me gustaba, era seguir creando los capítulos de la telenovela Historia de la Humanidad (link aquí), pero debido a la depresión, toda la inspiración para crear el capítulo 1x09 de HDLH se habían esfumado, lo poco que había escrito en un folio lleno de posits no tenían mucho sentido a cómo continuar la historia, así que lo dejé aparcado por varias semanas. Planteándome la gran pregunta “¿Valgo para ser guionista y ganarme la vida con esto?” lancé esta pregunta al aire, sin querer recibir la pregunta porque estaba pasando por un día muy duro, solo quería ver documentales de cualquier cosa, e intentar pasar el resto del día sin moverme mucho de la silla del ordenador.

De repente, recibí una llamada de un número privado. Mi celular raramente recibe llamadas, la gran mayoría son de mis padres en casos necesarios, como… “¿me dices qué decía la lista de la compra de la nevera, se nos ha olvidado?” y esas cositas cotidianas familiares. Recibir esa llamada era extraño, porque no doy el número a extraños y pensé que ya me querían vender algo, así que contesté sin muchas ganas. La sorpresa fue que no me querían vender nada, sino ofrecerme un trabajo, uno que cambiaría mí vida por completo, porque quién me llamó fue un director de series de TV, de la cadena de TV3 (una muy importante en Cataluña) que me ofrecía un trabajo como guionista en la serie que estaba pensando hacer en Barcelona.

¡No me lo podía creer! ¡El trabajo de mí vida con tan solo 22 años! El despegue de mí carrera como guionista ya en la pantalla chiquita… ¡Wow! El productor me empezó a hablar del proyecto con gran interés, le escuché de tal forma en que parecía que me sacaría de esa mierda de año que estaba pasando y que ya quería que fuese fin de año, y solo estábamos en Febrero. El productor había llegado a mí gracias a los capítulos de la telenovela en la pg web que les puse el link antes, y recuerdo que me felicitó y dijo textualmente “de verdad, te felicito por tus guiones porque están muy bien escritos, tienes talento, chica”. Parecía que la pregunta que me había planteado, tenía respuesta. El productor me daba la oportunidad de trabajar con él, pero que tenía a cinco guionistas más seleccionados para hacer una selección definitiva dónde agarrarían solo a dos para el proyecto, la reunión sería en Madrid, y me dijo que al día siguiente me llamaría.

Esperé la llamada y a la misma hora me llamó, diciendo que habían descartado a dos, por los cuales yo seguía siendo uno de los candidatos, y que al día siguiente se haría otra reunión para elegir definitivamente los dos guionistas. Me dijo que sino me llamase, quería decir que me había quedado fuera, pero sería la tercera de cinco elegidos. Esperé la llamada todo el día, nerviosa perdida, pensando en las mil formas que podría pasar al decirme que me agarraban… pero la llamada no llegó… me quedé fuera.

A pesar de que no me agarraron al final, no me rendí, seguí escribiendo los capítulos, porque pensé “si me han llamado, pueden volver a hacerlo para otro proyecto” aunque las ganas de escribir no eran muy altas, me lo tomé con calma para dejar el capítulo 1x09 HDLH impoluto (soy muy perfeccionista, lo reconozco). En septiembre de ese año, vi la serie que me habían ofrecido en TV3 (Merlí), se convirtió en una de las mejores series de España y Cataluña, incluso se ha llevado a países de habla hispana traducida al español. Me quedé a las puertas, pero eso me dio grandes chances de que mi talento es real.

Pero ahora echando la vista atrás, pienso en algo muy distinto… aquel año 2015 no tenía que descubrir mí talento como guionista, sino que tenía que descubrir la verdad de porque había elegido volver a encarnar de nuevo, y que el hecho de ver ángeles y Seres de Luz, no era un don simplemente, pues tenía algo más que tenía que descubrir. Entonces, entré en un dilema ¿qué es lo que realmente vine a hacer en esta encarnación, a mostrar mi talento como guionista de series de TV o el don de ver a los Seres de Luz? Las dos cosas, son trabajos compaginables con todo, pero son dos caminos completamente distintos, uno te lleva a la fama y el reconocimiento, y el otro al servicio al universo y al destino del planeta, su ascensión. ¿Cuál de los dos tenía que elegir?

Aquí la pregunta no era ¿Cuál de los dos caminos se me dan bien? Puesto que ambos salen desde el fondo de mí corazón, tenía que elegir ya que empecé a pensar en todas las horas invertidas en estudiar en Agartha y en las pocas que había invertido en formarme como guionista. Todo lo que ya realizaba en mí día a día, que aunque haberme quedado sin nada que hacer, salía de casa para ir a casa de mí abuela que vivía a tres manzanas de mí casa, y curiosamente me encontraba con problemas, una persona que no le arrancaba el auto y tenía que ayudarle a empujar el auto por la carretera. Una anciana que tenía un problema con un perro que se le había puesto dentro de su casa y estaba abandonado, ir a comprar en el super la merienda, y ver que de repente a pocos metros de ti un auto empieza a arder por recalentarse el motor y un fallo técnico.


Aunque eran cosas que la policía y los bomberos podían solucionar, mientras ellos no venían y eran avisados por la gente, yo siempre me detenía (y sigo haciéndolo) para ayudar, en uno de estos casos, tuve que hacerle la reanimación cardio-pulmonar porque el conductor se le había parado el corazón en medio de la calle, y me habían enseñado a hacerlo el arcángel Raffaello. Cuando llegaban los profesionales, la policía llegó un punto en que se acostumbraban a verme en medio siempre, pero recuerdo un día que los de la ambulancia me felicitaron porque salvé la vida de ese hombre de casi sesenta años, porque ellos no hubiesen llegado a tiempo.

Lo vi claro que mi trabajo es el Servicio al Universo, a pesar de que de vez en cuando seguiría haciendo los guiones de la telenovela en tiempos que pudiese dedicarme a ello (porque son procesos largos de muchos aspectos a observar y narrar). Pero el camino que había elegido y que iba a seguir y seguiré hasta el fin de mi existencia, fue, es y será el Servicio al Universo convirtiéndome en aquello que muchos no optarían hacerlo, en una trabajadora de la luz junto a los Seres de Luz y sobre todos con los ángeles y toda la jerarquía angélica. Que aunque me encuentre con muchas personas que siguen creyendo en que no hay nada más allá de esta dimensión y después de la vida, no significa que para el resto del Universo no exista. A mí me importa mucho el reino humano, animal, vegetal y mineral que existe en este planeta y en las demás civilizaciones del Universo. Esto es lo que me hace sentirme realizada, hacer el YOSOY por ejemplo, ayudar a la gente en mis guardias, estar tiempo con mis alumnos enseñándoles a gestionar sus emociones, creando videos en youtube sobre la Consciencia del SER, contestar mensajes de ustedes en redes sobre sus dudas a situaciones que estén viviendo. Esto es mi vida, mi felicidad, mi camino a seguir.

¿Crees que tú vida hubiese sido distinto si hubiese sido uno de esos dos guionistas? Seguramente que sí, ahora mismo estaría haciendo otra serie o intentando financiar la mía, pero no estaría haciendo lo que realmente me convierte en quién soy y he sido siempre, una emisaria al Servicio del Universo. Continuar por ser guionista simplemente, solo estaría buscando fama y reconocimiento, en cambio en el Servicio al Universo, buscas ayudar a la gente que te necesita y da igual de qué alcurnia te sientas, si estás en peligro o necesitas la ayuda del Universo, siempre nos tendrás contigo. La fama y el reconocimiento, solo es una expresión del YO (ego) en cambio el Servicio al Universo es usar el YOSOY (ego y corazón unidos en un mismo fin). 

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domingo, septiembre 27, 2020

El Espejo De Mí Vida - Capítulo 49

 

Me acerqué despacio y sin hacer ruido con los pies hacia el respaldo del sofá, para tocar esos cabellos con rulos hasta detrás de las orejas. Estaba algo mayor, había cambiado un poco por tener solo 11 años, pero me alegraba de tenerlo allí. No me pude resistir, cuando le miré la nuca y vi que tenía una peca, rocé suavemente dos dedos de la mano izquierda por allí suavemente, viendo así como la carne se le volvía de gallina, el tacto era como… electricidad. Entonces, él se giró y sus ojos verdes me observaron.

-          Hola.- susurré algo avergonzada.

-          Ho-la…- decía también susurrando, como si le faltase aire.

A pesar de que había pensado muchas veces en contestar sus cartas, decidí mejor hacer esto, le pedí a Uriel y al Titi que organizaran una quedada entre el Chico de Ojos Verdes y yo, para que le pudiese contar todo lo sucedido a la cara. Y aquí estaba él, preocupado por mí, pero alegre de verme de nuevo tras todo lo sucedido.

-          Lo… siento… quería… contestar tus cartas…- le dije con algo más de voz.

Él no dijo nada, solo se puso de rodillas en al sofá y me abrazó tan de sopetón que me quedé tiesa sin saber qué hacer con mis brazos. Pero sentir su abrazo, provocó que mi corazón latiese muy rápido y profundo, de nuevo me faltaba el aire.

-          No importa, te entiendo. Me preocupé mucho por ti, contaba todas las noches que no te veía en el metro, con la esperanza de encontrarte y poder abrazarte.- dijo el Chico de Ojos Verdes.


En realidad es que esa fue nuestro primer abrazo, nunca nos tocábamos en ningún sentido. Siempre manteníamos las distancias, porque no nos gustaba ocupar el espacio personal del otro. A partir de ese momento, cada vez que nos encontrábamos, sería a través de un abrazo. Me senté a su lado en el sofá, me puse a su izquierda y empezamos a hablar, le conté todo lo que había pasado sin dejarme nada, le confesé todo lo que sentí y el miedo que me provocó pasar por todo eso. Él me escuchó, inclinaba la cabeza y escuchaba con mucha atención cada cosa que le decía, se le veía preocupado por mí. El Titi tenía razón, le importo. Y él a mí también.

Gabriel y Uriel se quedaron en una de las habitaciones del principio, para dejarnos a solas y así poder hablar con tranquilidad.

-          ¿Qué onda Gabriel?- le pregunté.

-          Ah, él es mi ángel de la guarda.- contestó con su sonrisa que hacía demasiado tiempo que no veía.

-          ¡Un buen ángel tienes!- le comenté gracioso.

-          Sí, aunque es más viejo del que recuerdas…- dijo.

-          ¿Cómo?- dije.

-          Gabriel siempre ha sido importante para ti, eso él me cuenta de ti. Pero este, es más viejo del que tú… recuerdas.- contestó.

-          ¿Sabes mis recuerdos?- le pregunté arrugando la frente.

-          No, no lo sé, pero eso comenta Gabriel, cuando hablamos de ti.- informó.

¿Hablan de mí? Me sentí como una famosa de la televisión, Gabriel y él tertuliando sobre mis vidas pasadas.

-          Nunca te he preguntado una cosa… ¿recuerdas tus vidas pasadas?- le dije.

-          Aún no. Pero un hada me dijo que pronto será.- contestó.

-          A mí me dicen que lo tendré que olvidar, pronto.- dije entre carcajadas.

-          ¿Y qué recuerdas?- preguntaba intrigado.

-          Bastantes vidas, pero son cosas sueltas, por el cual en algunas te puedo identificar directamente.- dije y él me miró con mucha atención.

-          Eso me dicen a mí, que tu y yo, nos conocemos de otras vidas… aunque yo solo recuerdo este nombre, por el cual siempre te nombro.- informó algo triste al final como si quisiera saber más.

-          Yo no recuerdo los nombres, solo veo imágenes. Nada más.- dije.

La tranquilidad duró muy poco, porque Gabriel y Uriel llegaron a nosotros y se apuntaron a la conversación, Uriel se sentó delante del sofá en el suelo, mientras que Gabriel agarró una silla del comedor y se sentó a observarnos. Yo me sentía algo incómoda y me quedé callada.

-          Bueno, ¿ya se lo han preguntado, o no?- dijo Gabriel, todos le miramos con el ceño fruncido.

-          ¿Preguntar qué?- dijo Uriel.

-          ¿Por qué están aquí? En este departamento.- dijo Gabriel.

-          Pues no, todavía no.- dijo el Chico de Ojos Verdes.- hablábamos de otra cosa, que… ya no importa.- terminó.

A pesar de que Gabriel era de confianza, no me interesaba compartirle mis recuerdos pasados delante de él. Así que me quedé callada, simplemente. El Chico de Ojos Verdes me miró a los ojos con cara de haber salvado la situación y les seguimos el rollo a los arcángeles que por alguna razón tenían algo que decirnos.

-          Dinos tú, Gabriel ¿por qué estamos aquí?- preguntó el Chico.

-          Esta es vuestra casa. Aquí es donde vivían cuando esperaban regresar a la superficie entre encarnación y encarnación. – informó Gabriel.

Me giré y empecé a ver las puertas del pasillo y a contarlas, había más de ocho, por los cuales identifique que la mayoría eran habitaciones.

-          Junto a sus hijos, que siguen viviendo aquí, algunos de ellos. – dijo Uriel.

-          A ver… yo cuando te dije Uriel que quería quedar con él – señalicé al Chico de Ojos Verdes- no pensaba que me traerías a mi casa, bueno a nuestra casa.- dije.

-          Bueno, eso es porque todavía niegas quién eres, querida Haia… - decía Gabriel.

¿Haia? No me identifiqué en su momento.

-          Mi nombre es…- miré al chico de Ojos Verdes y me quedé muda…- ok, no importa.- dije.

-          Es mi apodo favorito, querida Haia. Hace tanto tiempo que te conozco, que no te puedo nombrar de otra forma… - dijo Gabriel con cierta gracia inexistente.

-          Siento no sentir lo mismo, Gabriel. – le dije algo molesta.

-          Mi amor, no te preocupes por mi hermano, no sabe comportarse a veces…- se disculpó Uriel.

Crucé los brazos en el pecho y le miré a Gabriel con indiferencia.

-          ¿Ha sido idea tuya traernos aquí, Gabriel?- preguntó el Chico, arqueó una ceja, parecía que no estaba muy contento tampoco.

-          Si, espero que lo entiendan, pero es que… - le interrumpió el Chico.

-          Es que ¡nada, Gabriel! No puedes decirnos estas cosas, ¿sabes? No recordamos quienes somos, pero ¿te pensabas que al volver aquí iba a servir? Además, ¿por qué tienes tanto interés en que recordemos?- le dijo el Chico, ya molesto.

-          No soy yo simplemente. Hay más seres de luz que apuestan por ustedes. Son muy importantes, ni se imaginan hasta cuanto. – comentó Gabriel.

Miré a Uriel con cara de “espero que tú no estés también con esto” de repente me miró a la cara y dijo que no con la cabeza, me había escuchado telepáticamente, algo que a veces funcionaba. 

 

-          ¡Pues no estoy de acuerdo, Gabriel! – se alzó el Chico enrabiado.- ¿Cómo nos puedes hacer esto? Solo somos amigos, ahora… ¡No me condicionarás, eh! Te lo dije un día y te lo repito hoy… ¡No lo conseguirás!- se enojaba palabra a palabra, que hermosura.

-          No hace falta ponerse así, porqué les dé una ayudita…- contestó Gabriel sin bajar del burro.

-          ¿una ayudita? ¡nos acabas de decir, que tenemos hijos en común y que además vivimos aquí! Esto es demasiado.- dijo el Chico.

Antes de que dijera nada más Gabriel, el Chico se fue del salón y agarró una de las puertas del pasillo y se encerró en una habitación. Gabriel se fue a la terraza, abrió sus alas, estaba enojado y se echó a volar, dejándonos a Uriel y a mí con una cara de ingleses perdidos en medio de un país que no entendemos el idioma.

¿Será por esto que no le gustan las condiciones? El corazón daba un fuerte latido en mi pecho, afirmando que era cierto lo que pensé. Algo me decía que tenía que ir con el Chico y así me levanté y caminé hacia la puerta, llamé dos veces y entré.

La habitación dónde se encontraba era una de matrimonio, ¿cómo supo que esa era nuestra habitación? Él se tumbó en la cama, en el lado izquierdo, se arrugó con la almohada y lo escuché llorar. Me tumbé a su lado, le abracé y me quedé allí en silencio.

-          Si debo recordar, lo haré en su momento. Pero, Gabriel… no tiene razón en esto, no necesito una ayuda, solo tiempo. Nada más. Me importas mucho, y tengo miedo que si recuerdo, no estés en mis recuerdos.- confesó el Chico de Ojos Verdes, tan machote que se veía y en el fondo, es un ángel divino.

-          Pase lo que pase, seguiremos siendo amigos.- le dije.

-          ¿Y si el camino de la vida nos desmarca?- dijo él sus ojos estaban vidriosos, se me rompía el corazón poquito a poquito.

-          Buscaremos la forma de adaptarnos al otro.- le dije, quería animarlo pero no lo estaba consiguiendo.

Algo de razón tenía, Gabriel nos estaba presionando tanto que apenas podíamos hacer nada que no fuese observado o venerado por un Ser de Luz. ¿Por qué tanta atención en nosotros? Aunque no lo entendía en ese momento, algo me decía que sería algo que teníamos que hacer en el futuro.

-          ¡A mi tampoco me gusta que me presionen!- le dije resoplando.- no sé qué les pasa a los Seres de luz, pero me da la sensación de que esperan demasiado de nosotros, algo que ni tú ni yo sabemos qué es.- dije.

-          ¡Exacto! – respondió él.

-          Si tanto esperan de nosotros, ¿por qué no nos comparten esa información? Porqué así quizás los entenderíamos.- dije quejándome de esos divinos Seres de luz que siempre nos ayudan.

-          ¡Pero nada de condiciones!- dijo él.

-          ¿Qué te pasa con las condiciones?- le pregunté.

-          Crean ataduras por demasiado tiempo, y yo, todavía no quiero atarme a nada. No me siento preparado para hacerlo.- respondió.


Empezamos a conversar de otras cosas, y mientras intentábamos pensar en otros asuntos más actuales, escuchamos la puerta principal abrirse y cerrarse de golpe. Volvimos al salón, Uriel se encontraba en la terraza observando el paisaje, pero Gabriel se había ido, pensamos que era Gabriel quién se había marchado por la puerta, pero recordaba que no era por allí dónde pasó. Así que le agarré de la mano al Chico de Ojos Verdes, le indiqué con la otra mano que me siguiera pero en silencio y empezamos a caminar hacia la puerta principal, al parecer había entrado alguien a lo que decían, que era nuestra antigua casa.

Me sentía como si entrasen a robar en mi propia casa, y que solo él y yo defenderíamos lo nuestro con garras y dientes si hiciera falta. El corazón me iba tan rápido que perdí la cuenta de los latidos, lentamente pasito a pasito, y sin hacer ruido al caminar, nos fuimos hacia la primera puerta a la derecha que estaba entreabierta, miramos disimuladamente para ver si había alguien, era una habitación individual. Efectivamente había un Ser de Luz a dentro, pero no era Gabriel, ni Uriel… era una chica muy hermosa que estaba rebuscando en los cajones de su armario algo que buscaba con mucha prisa.

PD. El martes 29 de Septiembre, Instagram Live classe nº4 de trabajador Energético a las 6:15pm (Hora de España). Cuenta @laia_gali_hr 

Recomendación: Major Lazer - All my love.

HR.

HERO&Corporation.

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