sábado, mayo 23, 2020

El Espejo De Mí Vida - Capítulo 30


-          Dary, necesito ayuda. Creo que me he roto el tobillo.- le dije susurrándole para que la familia no escuchara nada.

-          Ahora en el auto, llamo a un Maestro y vemos qué hacemos, tú apóyate en mí tanto como necesites. El auto está lejos. – dijo sinceramente Uriel.

Se me había olvidado que el auto lo habían aparcado en lo alto de unas escalinatas más empinadas de lo que recordaba, aunque hacía 24h que había pasado por allí y no me parecía tanto, pero claro, no estaba con un tobillo roto. Con la ayuda de Uriel en todo momento, subimos escalón por escalón haciendo intentar ver que en realidad no pasaba nada, aunque cada vez que ponía el pie en el suelo, veía las estrellas, les daba un abrazo y un beso y regresaba a la Tierra. Ese dolor, formaba parte de la experiencia que había decidido pasar, hacer ver que no ocurría nada, era la forma de decirles a mi familia lo fuerte que soy que me rompí un tobillo pero aún y así, no me quejo e intento seguir como si nada. ¿Cuántos serían capaces de hacerlo? 

Esto es algo que me sucede siempre que me rompo o me lastimo algo, el dolor es parte del proceso, por eso por mucho que grites no pasará hasta que aceptes que es parte del trabajo que estás aprendiendo, tampoco es que hayas hecho algo malo, solo que tenías que ver que de esa forma, hay más puntos de vista que debes fijarte para la próxima vez. 

-          Me asombra que no grites ni digas nada de momento a la familia, mi amor ¿por qué? – me preguntó Uriel cuando ya llegábamos al auto.

-          Recordé cómo eran las cosas en el frente, cuando era guardiana de luz en una guerra de hace mucho tiempo, allí me lastimé mucho, y aun así, tenía que seguir luchando para el bien de lo que fuese que estuviese defendiendo, hasta el fin de mis días, Dary. Así que lo de hacer escándalos no es lo mío…- le dije y ambos nos pusimos a reír.

-          Si, recuerdo que me dijiste que habías estado en una guerra muy importante, mucho antes de que nos volviésemos a encontrar. Pero no pensé que serías tan valiente incluso en estas circunstancias. Efectivamente, eres toda una guardiana. – contestó Uriel con una sonrisa de agradecimiento.

Uriel me ayudó a sentarme en el asiento de atrás derecho del auto, que iba lleno. Mari conducía, mi mamá iba de copiloto, en el medio estaba Juanito y al otro lado Jordi. Uriel disminuyó tanto su tamaño que pudo sentarse detrás del asiento del copiloto entre mis piernas, manteniendo así un poco en alto el tobillo, encima de una de sus manos, mientras que con la otra me agarraba la mano. El viaje de vuelta al piso, fue bajo el ritmo de uno de los temas del verano mix del radio casette del auto.


Al llegar al piso, los primos fueron los primeros en ducharse, luego fue la tita Mari y luego mamá me invitó a ducharnos juntas. Mientras esperaba mi turno, Uriel agarró sus anillos que los tenía dentro de su maleta de viaje, en teoría él también había venido a “desconectar” pero debido a la situación, tuvo que ponerse los anillos en los dedos y pedir ayuda. Me senté en el sofá, mientras que él se sentó junto a mí, estuve todo el tiempo observando cómo Uriel tocaba botones holográficos de la pantalla e intentaba hablar con un Maestro, para que nos indicara qué debíamos hacer. 

Le costó mucho porque no eran horas de conectar y sabían que estábamos de vacaciones, así que al final uno de los Maestros por el cual no supe el nombre en ese momento (ahora lo recuerdo como Hilaríon), se apareció en la pantalla holográfica para pasarnos consulta.

-          Gracias por atendernos, Maestro Hilaríon. Verás, hemos tenido un pequeño accidente en la playa…- Uriel le contó lo ocurrido, mientras que Hilarión ponía cara de interesante. - ¿qué debemos hacer? – terminó Uriel.

-          ¡Déjame verlo, por favor! – dijo Hilarión.

Uriel puso la pantalla holográfica cerca del tobillo y cuando vio que estaba aún más hinchado, su sorpresa me alertó de que era grave. 

-          ¡Deben ir a un hospital se ha roto el tobillo y habrá que intervenir!- dijo Hilarión su sorpresa era como si fuese demasiado urgente.

-          Pero no puedo decirlo en casa… quizás no nos manden a dónde quieren ustedes…- le dije.

-          No te preocupes, iremos nosotros dónde te manden. Díselo. Y nosotros te atendremos en el hospital. Uriel, en cuanto salgan, mándame un mensaje y enviaré a mis compañeros a socorrerla de inmediato. – dijo Hilarión.

-          De acuerdo. – contestó Uriel, cerró la pantalla holográfica.

-          Se lo voy a decir, en cuanto nos toque ducharnos.- le dije a Uriel.

Después de la ducha, mamá se empeñó en ayudarme a secarme con la toalla los pies, en cuanto vio el tobillo se quedó blanca.

-          ¿Qué te ha pasado?- dijo algo alterada.

-          Me tropecé y creo que me lo he roto, me llevas al hospital, ¿por favor?- le dije.

Me vestí, mamá también, antes avisó a toda la gente del piso, algo alterada, mi mamá es así, le cuesta mantener la calma en estos casos. La tita Mari se ofreció a llevarnos al Hospital San Juan de Dios. 

Al llegar al hospital, entramos por la parte de urgencias tal y como debía ser, mi mamá se fue a la centralita dónde le entregó la tarjeta sanitaria con mis datos y nada más ver mi nombre la chica que atendía llamó por teléfono.

-          ¡Ya llegó, parece grave!- dijo la chica.

Mamá no escuchó nada, porque se puso a hablar con Juanito que quiso acompañarnos, aunque no sabía qué sucedía (porque él nació con un pequeño retraso a nivel intelectual y estas cosas le costaban más de entender). No pasó mucho tiempo, cuando un celador, vino con una silla de ruedas para que pudiera sentarme y trasladarme por el lugar más fácil. 

De la puerta de entrada para los pacientes, salió un chico de apariencia de 30 años, muy alto y ancho de espaldas, con cabellos dorados hasta las orejas y perilla también dorada, unos ojos verdes muy brillantes. Vestía el uniforme de médico jefe de sala de trauma (de fracturas de huesos y articulaciones del cuerpo)

-          Señora Garcia, ¿es usted la madre de Laia, cierto? – dijo el médico, no miró la carpeta que tenía en su mano para saber mi nombre, cuando le miré él me miró y me guiñó un ojo, entonces comprendí que ese médico era Hilaríon.

-          Si, soy yo y ella es Laia, mi hija.- estaba preocupada.

-          Bien. Cuénteme, ¿qué ha sucedido? – le preguntó a mamá.

-          Mejor te lo cuento yo.- les interrumpí.

-          Claro. – dijo Hilaríon se agachó mientras le contaba lo sucedido, inspeccionó un poco el tobillo.- Vamos a mi consulta, para hacerle unas pruebas – dijo, se puso de pie y empezó a empujar la silla, mamá y Juanito vinieron conmigo, Uriel me agarraba la mano.

Desde que Hilaríon había dicho que teníamos que ir al Hospital en la pantalla holográfica, le dijera a mamá lo sucedido y Uriel informase de que íbamos a ese hospital, desde que salimos del piso para el hospital, pasaron solo 20 minutos, el tiempo suficiente como para que Hilaríon y su “equipo de seres de luz” se apareciesen en el hospital y nos estuviesen esperando, tanto la secretaria de la centralita, como el celador, él mismo y otro compañero que colaboró, todos ellos, eran Seres de Luz que habían bajado a 3D para acudir en mi ayuda. ¡Wow!





No era la primera vez que visitaba ese hospital, pero si que era la primera vez que entraba por urgencias. Si lo recuerdan bien, ese fue el lugar dónde me operaron en la boca cuando tenía 15 meses de vida, y allí pasaba consulta con Cati una vez por semana durante un tiempo, desde entonces que no había vuelto. El pasillo estaba abarrotado de gente por todas partes, entre pacientes y médicos o ayudantes de médicos, casi no se podía pasar, antes de llegar a su consulta número 23, me dejó delante del ventanal con vistas a las casas que había al otro lado del hospital, edificios de Barcelona. Varios minutos después, Hilaríon nos permitió entrar, él mismo me trajo hasta allí y un compañero que estaba dentro de la consulta y que resultaba ser un ayudante (también discípulo de él) cerró la puerta tras nuestra entrada.


-          Por favor, siéntate aquí- dijo Hilaríon señalando la camilla en medio de la consulta.

Uriel me ayudó, por el otro lado el compañero también me ayudó, mamá no le permitieron tocarme, no querían complicar más las cosas, así que les ofreció asiento en dos sillas que había a un rincón de la camilla.

-          Soy el doctor Hilaríon y este es mí ayudante, con su permiso vamos a proceder a hacerle una revisión para averiguar qué se ha dañado realmente y cuál será la cura más adecuada para ella. Así que les pido que se queden allí y no hablen, en este caso, solo podemos hablar con ella, ¿de acuerdo? – informó muy amablemente Hilaríon.

-          Ok.- dijo pero su cara era de preocupación y algo extraña pero no quiso indagar, solo quería que yo estuviese bien.

-          No te preocupes, no creo que vaya a hacer nada, Hilaríon.- le dije.

-          Solo sigo el protocolo, querida. – dijo mientras se dirigía hacia a mi, se sentaba en un taburete que era demasiado pequeño para su altura gigante.- vamos a ver, voy a tocarte para ver qué te duele y averiguar cuanto está roto… ¿preparada? – alzó las cejas en señal de advertencia.

-          Si.- me aferré a la mano de Uriel con fuerza.

Hilaríon empezó a inspeccionar, me dolía bastante incluso sin poder controlarlo grité varias veces cuando, intentó poco a poco mover el tobillo, pero como vio que podía moverlo con dificultad, su cara de preocupación masiva que tenía empezó a disiparse.

-          Bien, por lo menos es una buena noticia, no está roto, solo parece un esguince. De todas formas, haremos placas para averiguar que el hueso este bien, y seguramente te vamos a poner una escayola. – dijo Hilaríon. 

La verdad es que podría haber sido peor, a tan nivel que quizás hubiese tenido que operarme, pero curiosamente solo era un esguince, las placas (rayos X) determinaron que era un esguince no muy grave, pero que me tenía que olvidar de tener un verano de piscina y playa, porque lo más probable es que me pasaría todo el verano con la escayola en la pierna. ¡A tomar por saco mí verano!

Recomendación: Vem Me Satisfazer - MC Ingrid.

HR.

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sábado, mayo 16, 2020

El Espejo De Mí Vida - Capítulo 29


Cuando llegó el lunes y papá ya no estaba, hacia las 10am todos se fueron levantando para desayunar algo ligerito, aunque yo no sabía qué era desayunar en casa, siempre desayunaba en el colegio. Fue entonces cuando vi que mis padres eran algo atípicos, porque en los armarios de la cocina del piso de mi tita había diferentes cajas de cereales, galletas, leche y cruasanes… algo que en casa, no había pero si que lo había visto en el supermercado y en las películas. 

Mamá aún dormía, le costaba levantarse, mientras que la tita Mari ya hacía una hora que estaba en la cocina preparando los desayunos, como era la primera vez que estaba en su casa, me llamó para que fuese con ella a la cocina.

-          ¿Qué sueles desayunar en casa normalmente, Laia? – me preguntó la tita Mari.

-          Em… no lo sé…- dije algo avergonzada.

-          ¿Cómo que no lo sabes? ¿Tú madre tiene que darte algo de desayunar cada mañana antes de ir al cole, no?- preguntó arqueando las cejas, mientras rebuscaba en cajones y estanterías más comida.

-          No, mamá nunca hace eso. Me levanto, me visto, agarro la mochila y para el colegio. Luego a la hora del patio, me tomo una mandarina o un plátano y hasta la hora de comer…- le dije.

La dejé con la boca abierta y parada, algo inusual, solía moverse por la cocina como si fuese un neutrón a tanta velocidad que no podías averiguar qué hacía exactamente. Mari dejó las estanterías y se dirigió hacia a mí, que me encontraba cerca de la puerta de la cocina, con una mano me agarró de la barbilla, obligándome a mirar hacia sus ojos, me dio un beso en la mejilla.

-          No te preocupes, aquí vas a desayunar lo que te apetezca.- dijo y me soltó para volver a las estanterías.

En ese momento ella empezó a hacerme un montón de preguntas en plan “¿te gustan los cereales? ¿Te gusta el queso, el jamón, la leche, quiere un…?” tantas preguntas me pusieron tan nerviosa que se me cerraba el estómago, igual me estaba despertando y mi sistema digestivo no estaba muy por la labor, por eso, suelo esperar una hora después de regresar de un viaje tanto astral como dimensional, para darle tiempo a mi cuerpo a entender en qué dimensión estamos. Sino hago caso de las cosas, mi cuerpo lo expulsa todo por dónde ha entrado.

Cómo no sabía qué contestar en la mayoría de veces, la tita Mari me dio la chance de probar los distintos tipos de cereales que tenía, para ver cuál de ellos me gustaba más.

-          Este me gusta más…- le dije.

-          Bien, esto se suele tomar con leche, ¿cómo la quieres caliente, fría o templada?- me preguntó.

-          ¿Puedo probar con leche antes de que hagas el mío?- le dije.

-          Claro, prueba de este, es de tu primo Juanito.- dijo mientras agarraba una cuchara y probaba.

-          No, no me gusta con leche, ¿puede ser sin?- le dije.

-          ¿Sin?- repitió.

-          Si, no me gusta que esté mojado…- le dije.

-          Claro.- contestó su cara parecía que había visto una loca, porque era raro eso.


Lo que más me gustó fue que desayunamos todos juntos en la mesa del comedor, algo que tampoco había experimentado nunca y menos a esa hora, solo había experimentado esa sensación durante el almuerzo y las cenas. Mamá se tomó un café con leche, la tita Mari otro café pero solo, mientras que los demás primos eran cereales, zumo de naranja recién hecho, un vaso de leche (en mí caso aparte), cruasanes y finalmente queso. Eso para ella era un desayuno “ligerito”, madre mía, tenía que hacer la digestión de eso de varias horas para poder bañarme.

El plan era relajarse, y jugar mucho, aunque yo de noche tenía que seguir yendo a IÓN, me alegraba estar en el Prat de Llobregat porque eso quería decir que vería al chico de Ojos Verdes hasta Barcelona. Aunque ya era la última semana de clases, eso me alegraba mucho. Él se sorprendió porque no se esperaba que estuviese allí, pero le dije dónde me encontraba y se alegró.

-          Entonces, ¿te puedo ver en 3D por allí en la playa?- le pregunté.

-          No, ¡ojalá! Pero no, porque hace tiempo te dije que Barcelona no es mi última parada, tengo que hacer otro trasbordo. Lo siento…- contestó.

-          Lo comprendo… ¡Ojalá estuvieras más cerca!- le dije.

-          ¡Ojalá!- contestó.

Volví de esa noche, como si fuera una noche más, pero en realidad había sido la última noche en IÓN, oficialmente estaba de vacaciones hasta el 1 de Septiembre. Dos meses sin verlo… ¡qué duro se me hacía con tan solo pensarlo! A partir de ese momento, los viajes astrales solo pasaban a ser una forma de comunicación hacia el mundo de los sueños, solo hasta que fuese a finales de Agosto para empezar con la operación vuelta a las clases. 

Casi no desayuné porque no me entraba casi nada, la tita Mari se preocupó, mamá no parecía que fuese grave, así que seguíamos con el plan del día, ir a la Playa y pasarse todo el día allí, incluso la Mari había preparado la comida para llevárnosla. Era especial, porque en dos días, regresaríamos a Manlleu, así que hicimos algo diferente. Cargamos el auto de cosas de playa y nos dirigimos hacia la playa del Garraf, un lugar dónde hay cabañitas cerca de la arena, casi no había gente porque era un día cualquiera con un Sol y una temperatura importante, ya era verano la época de tostarse al sol y de jugar en el mar y con la arena a construir cosas.

Puse la toalla de Piolín al lado de la de Juanito y Jordi, esa toalla me la había regalado la iaia Filo cuando se fue de vacaciones con una agencia de viajes a la costa azul de Francia, ella no tomaba el Sol ni iba a la playa, pero me compró esta toalla muy interesante, porque de los looney toons es el que más me gusta, detrás de Bugs Bunny, claro. 

Después de la digestión del almuerzo y de pasarnos todo el tiempo intentando construir un foso de agua en la orilla y terminamos rebozados en arena al dente, nos dejaron bañarnos con la bandera verde, sin peligro alguno, yo al ser tan chiquita y no saber a veces nadar bien, me tenía que quedar en la orilla, como máximo hasta las rodillas y allí jugaba cuando no había nadie más conmigo. Aunque Uriel no se despegaba de mí, tras el incidente en la piscina de que casi me ahogaba, siempre que iba a un lugar con agua, estaba más pendiente de mí que de cualquier otra cosa. Curiosamente Uriel se había puesto un bañador rojo, eran unos pantalones bastante ajustados dejando así sus pectorales y piernas hermosas al aire, sus alas estaban también radiantes, intentaba esconderlas tras su gigante espalda pero al ser tan grandes, era algo imposible. 

-          Dary, ¿jugamos a saltar olas?- le pedí.

-          ¿Las sabrás saltar? Son muy grandes…- decía Uriel.

No eran tan gigantes pero podía sin problemas.

-          Si, si que puedo.- le dije sin recibir su respuesta me dispuse a meter los pies en el agua y caminar, Uriel me siguió.

En el momento en que llegué a un punto en que el agua me llegaba hasta las rodillas, me detuve, Uriel me agarró de las manos, pensaba que era para saltar la primera ola pero no fue así.

-          De acuerdo pero lo haremos juntos, son muy altas y no quiero que te lastimes, ¿de acuerdo? – dijo Uriel preocupado.

Era protector pero esa actitud no se lo había visto nunca, era raro, pero no quise darle importancia.

-          Ok, yo te doy de las manos y a la que cuente tres, salto y tú me ayudas a saltar más alto ¿te parece bien así? – le dije.

-          Si. – dijo, su cara de preocupación aumentaba.


Nos preparamos para la que venía en menos de diez segundos hacia nosotros, Uriel se colocó detrás de mí le di las manos que las agarró con fuerza, y cuando vi que estaba muy cerca empecé a contar hasta tres, y me puse a saltar, Uriel me agarró con tanta fuerza que volé, la ola pasó por debajo de mis pies, incluso me estuve unos microsegundos sostenida en el aire, a merced de cualquiera que nos estuviese viendo, quizás vería algo que le perjudicaría de por vida. Cuando la ola pasó, Uriel me regresó al agua, y seguimos jugando y riendo, él también aunque no quería perder la concentración. Yo me lo estaba pasando demasiado bien que parecía malo para la salud.

-          Wey…- decía Uriel tras una carcajada cuando me subía como si en realidad no fuese tan pesada como decían mis padres.

-          ¿te diviertes, Dary?- le dije en un momento en suspensión en el aire.

-          Sí, ¿y tú? – la respuesta era clara con tan solo mirarme.- ya veo que si.- dijo contento.

En ese momento vino una ola tan chiquita que salté sin avisarle, él no lo vio y a la que volví a poner los pies en el suelo, noté como el tobillo derecho crujía y en vez de acabar de pie, caí de culo en el agua, suerte que no era profundo. Uriel no me había agarrado porque había como un pequeño descanso, cuando me vio en el suelo, con la pierna derecha hincada y mi mano estaba encima del tobillo acompañada de mi cara de dolor, se puso de rodillas en el agua y su cara de preocupación volvió.

-          Mi amor ¿estás bien? ¿Qué te pasa? ¿Te duele algo? – igual que una madre, pero lo agradecí que se preocupara, con un brazo lo pasó detrás de mi espalda y con la mano derecha la intentó poner encima del tobillo que me dolía, pero grité de dolor.- Ui, ya veo… tenemos que irnos a la toalla, ¿quieres que te lleve?- dijo.

Me quedé mirándole con cara de ¿Qué vas a hacer qué? Delante de todo el mundo…

-          Mejor camino, ¿me ayudas?- le dije.

-          No, yo te llevo. – dijo mientras que sin pedirme permiso empezó a agarrarme para llevarme en brazos, pero le puse una mano en su pecho y le aparté.

-          Dary, no saben nada de ti, no te pueden ver. Si me ven que de repente, regreso a la toalla, medio volando, mi familia va a pensar cosas horribles… mejor camino, me apoyo en ti y así pasarás más desapercibido, ¿ok? – le dije.

-          Tienes razón, me olvidé de dónde estamos. Te ayudo. – dijo ofreciéndome su brazo, dónde me apoyé y mientras que daba pequeños saltos hasta llegar a la arena, me fijé que nadie estaba mirando.

-          Vamos a la toalla.- le dije y Uriel acató mis órdenes. 

Me senté con cuidado, intentando pensar cómo se lo diría a mamá, pero no se me ocurría nada, solo pensaba que quizás había sido un mal gesto y que por hoy ya había suficiente playa hasta el día siguiente, aunque eran más de las 6pm. Uriel no se separó de mí en ningún momento, en la toalla, le invité a sentarse a mi lado, me rodeó con los brazos en mi espalda mientras que hacíamos tiempo hasta las 7pm que habían decidido marcharse de allí. 

Intenté levantarme como si no me doliese tanto, no les dije nada a la familia, no quería preocuparles, esto era como clase de entrenos, había días en que regresaba con agujetas y algunos moratones debido a un entrenamiento duro, y no decía nada porque no sabía cómo contarlo. Pero esto si que podía explicarlo, salté una ola lo hice mal y me lastimé el tobillo, fácil de entender sin explicar nada de Uriel. Pero no dije nada, dejando tiempo para ver si me pasaba. 

Me vestí Uriel en todo momento me ayudó, me costaba estar de pie, me dolía bastante y vi que el tobillo había empezado a hincharse y también se puso rojo. En el momento que estaba todo recogido, empecé a caminar, era peor que antes, me agarré muy fuerte al brazo de Uriel y empecé a caminar.

Recomendación: Acuerdate de mí - Morat.

HR.

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jueves, mayo 14, 2020

Resolviendo Conflictos


Nos encontramos en el mejor momento para parar nuestras vidas, respirar profundamente por la nariz y darnos cuenta de ¿por qué llegamos aquí en este estado? Ahora no importa el futuro, ni el presente, solo importa el pasado y el aquí y ahora, dos tiempos que nos cuestan reconocer que todos los que están leyendo esto, tienen un pasado. ¡Bienvenidos al examen más importante de sus vidas! Que por mucho que intenten evitarlo, miren cómo se encuentra el mundo ahora, parado literalmente. Llevamos dos meses así, queridos alumnos de mí corazón, y aunque no se sienten preparados (que si estamos así es porque sí que lo estamos, solo que la mente nos distorsiona tanto que no lo vemos), el examen ya ha empezado y tiene varias partes.


Hoy nos vamos a centrar en la segunda parte, porque la primera era la lectura del “examen” dónde hemos tenido durante un mes y medio el tiempo suficiente de concienciarnos de que tocaba examen y para continuar, debemos aprobar. El temario no lo tenían que estudiar ajeno a ustedes mismos, pues la segunda parte de este examen ya os lo mostramos en el título de esta reflexión. Por lo tanto, todo el temario ya lo tienen incrustado dentro de ustedes mismos, todo aquello que les ha pasado durante esta vida (y si recuerdan más vidas también) debe pasar a examen. Además que por primera vez en 15.000 años aproximadamente no hay que morir para pasar este examen, que se suele dar en el momento en que desencarnas y te vas a 4D. 

Conflicto: Situación emocional no resuelta y que pueden estar implicadas varias personas, tanto a nivel familiar, amistad, trabajo o social.

Función principal: Tomar consciencia de la situación, identificar los distintos puntos de vista y determinar el punto neutral, para poder comprender ¿por qué ocurrió esto?

Objetivo principal: Una vez comprendido, se debe aceptar, sanar, reconocer y luego transmutarlo. Pero esto se debe aplicar a todos los puntos de vista afectados en el conflicto.

Imaginen que yo me enojo con mi mamá por un tema, y mientras que voy al cuarto a reflexionar sobre lo que ocurrió, y realizo todos estos pasos que les he mostrado, en el momento de la transmutación no se puede realizar, si la mamá sigue enojada pero no reflexionó absolutamente nada. En la parte del objetivo principal, es cuando todos deben dar su granito de arena y contribuir, en el caso de que NO se realice, la situación no podrá ser transmutada, por lo tanto, siempre saldrá el mismo enojo por la misma situación. 

Entonces allí es cuando puedes ayudar al otro a que se dé cuente de la situación y empiece a trabajar en ello (si es que quiere y no te envía a la mierda). En el caso que ni así quiera hacerlo, pues entonces, estás atado a ese conflicto hasta que el otro, se dé cuenta y se lo trabaje. 

Los conflictos se originaron expresamente para que no fuesen egoístas y realizaran las hazañas sin tener en cuenta la importancia del otro” – Maestro Metatrón.

Cuando hablamos de conflicto, debemos referirnos a la 6D que los guías que trabajan allí se hacen llamar los arquitectos, ellos nos crean estas situaciones para ayudarnos a crecer en nuestro sendero universal. Todos los conflictos están creados mediante la constante observación de la orden del karma situado en el cinturón de Orión. Esta relación es muy importante, ya que a la hora de resolver los conflictos es responsabilidad nuestra, solo que Orión revisa si la acción está en equilibrio entre karma y Dharma, para informarle al arquitecto de los resultados obtenidos. Pero recuerden, siempre el fin será aprender sobre aquello que no reconocemos dentro de nosotros mismos. Los guías solo nos ofrecen su ayuda, para que nosotros algún día, podamos hacer su trabajo.

Lo de echar balones a fuera y culpar al otro de todo lo que te sucede y hacerte creer que tú eres perfecto, que no has hecho nada, en realidad si que tienes razón, no estás haciendo nada para aceptar que tú también tienes parte de responsabilidad de todo lo sucedido, al igual que los otros que estén involucrados. Nadie se salva, incluso los guías tienen su tanto por ciento, solo que normalmente a quién afecta más es a la 3D, que es el lugar dónde se plasma todo lo que queremos aprender en la materia. Por lo tanto es importante recordar siempre el objetivo principal. 

De todos modos sabemos que si queremos solucionar o resolver un conflicto, tendremos que aceptar la responsabilidad de que en el problema habrá emociones de por medio y que tendremos que identificar, y escuchar para comprender la situación en sí. Se entiende que a muchos no les hace ni pizca de gracia, el hecho de aceptar que existen las emociones, pero es que es necesario en la vida o ¿se piensan que son un robot? En el colegio desde hace unos cinco o diez años que están empezando a enseñar el sistema de cómo funcionan las emociones en nuestro cuerpo, pero hasta que la sociedad no se dio cuenta, imagínense la cantidad de personas que no es capaz ni a enfrentarse cara a cara a sus propias emociones. Si conoces a alguien que si le pasa nada, se hace la victima siempre o si le preguntas ¿qué tal? Y no sabes qué le pasó en el día y él te grita y te desprecia agobiado y sin tener ganas de seguir charlando… esas son las personas que no han aprendido a entender sus emociones. 

Se deduce que eso ocurre, si cuando en la infancia incluso siendo un bebé ya de más de un año, los padres y los profesores, no le enseñaron educación emocional, por lo tanto ahora de grande no sabe qué le pasa a cada rato, y normalmente se polarizan tan rápido que no te da tiempo a hacer nada para que se armonice, bueno hay algo, tener paciencia, porque suelen tener una actitud difícil ante los cambios. 

Para empezar a saber cómo debemos resolver un conflicto, la base de todo serán las preguntas. Que se encuentran en tú cabeza y resuenan en tú corazón, pero para hacer un ejemplo, ¿desde qué punto de vista estoy viendo esto? ¿Soy víctima o victimario? ¿Me importan los sentimientos del otro? Estas preguntas ayudaran a indagar en el asunto, y por favor, no tengan miedo, y no se llenen de excusas como “el pasado enterrado está” porque lo que provocarían es que se quedarían atrapados en este conflicto durante toda la vida, y después al morir, les quedaría como deuda pendiente para la próxima vida, es decir como “materia para septiembre”. 

En el momento en que ya no hayan más preguntas a resolver en este conflicto, será cuando ya estén preparados para transmutarlo. Pero si siguen habiendo preguntas, todavía no está preparado para la última fase. No se preocupen si le dan vueltas y vueltas durante meses o años, cada uno tiene su tiempo de reconocimiento y asimilación de cada situación, si alguien les dice que está “obsesionado” en realidad será que le estás haciendo de espejo a que aquella persona tiene algo sin resolver o que le cuesta ver, y que tú que si te estás enfrentando a ello, piensa que tener miedo es “normal”. Pero el miedo solo te hacer SER IRRESPONSABLE y hacer tonterías. 

Como por ejemplo, en las últimas semanas estoy durmiendo bastante mal, por una simple cosa, que me cuesta apagar la luz en el momento que tengo que cambiar de dimensión. Desde la muerte de mi abuela, que tengo pesadillas (ahora ya no pero me ha costado la vida enfrentarme a ellas), porque cada vez que cerraba la luz, me encontraba dentro del ataúd, con ella. ¿Miedo? ¡Mucho! Y era tonto, porque la incineramos. Pero cómo viajar entre dimensiones es algo bastante delicado a nivel energético, mi cuerpo viajaba al pasado en 4D (por la simple razón de que no pudimos despedirnos de ella en un tanatorio por la situación que estamos pasando) y me encontraba a su lado, con el cuerpo frío, inerte, casi abrazada a ella… algo muy espeluznante que prefiero no explicar en detalle, porque me sigue dando cosita. Pero estuve así, durante cinco días, por los cuales dos días dormí como pude, ya ni viaje ni historias… hacía tonterías, me quedaba sin dormir, o intentándolo con la luz encendida (algo difícil, porque al cambiar de dimensión se recomienda apagar las luces porque en 4D y 5D son cegadoras).

De todos modos, conseguí enfrentarme a ello y la cosa bajó mucho, pero me sigue dando cosita cuando es el momento de apagar la luz, porque pienso “¿va a suceder de nuevo?” prefiero mantener el recuerdo de cuando seguía entre nosotros que ver eso otra vez. O también, esperarme a que pase la prueba de 4D y verla en un viaje en otras situaciones. ¿Y qué pasa ahora? Pues como la vibración todavía está conmigo de haber perdido a alguien muy querido, curiosamente el salón de espejos que somos todos, me recuerda en ciertas películas y series, que no terminé de solucionarlo, tan solo empecé el duelo. Por eso, capítulo que se me aparece en la televisión de cualquier serie hay una muerte, y además hay un ataúd con un personaje dentro “atrapado”. 


Así que sigo haciéndome preguntas y poco a poco voy haciendo el duelo, aunque ahora solo son recuerdos, donde todavía me cuesta comprender que se fue. Me suele costar estas cosas, lo reconozco. Es difícil para mí, llorar o pensar que ya no la voy a ver más, porque cada muerte de un familiar que he tenido, tras unos meses (U horas en algunos casos) siempre he acabado viendo al “espíritu” en el otro lado. Perdón que sea un poco seca, pero es la verdad de lo que siento, lloré dos veces, yo creo que es porque al ver al otro lado, y comprender que la muerte solo es un paso que todos tenemos que hacer, pues ya no es un gran abismo sin saber qué pasa más allá. ¿hay un Dios? ¿hay cielo o infierno?... la verdad es que trabajando como pilar de consciencia y que además trabajo en estos casos como guía que ayuda a hacer el traslado al otro lado, pero yo enfocado a los familiares que se quedan en 3D. Pues claro, las cosas cambian, conozco al famoso “ángel de la muerte” y no es como lo dibujan en los juegos (la parca) no da miedo, más bien todo lo contrario, es tan guapo que le dirías que si a todo. 

Lo conozco porque ya me he tenido que enfrentar cuatro veces a la muerte yo solita en esta vida, y solo se puede conocer si has tratado con ella cara a cara una vez, su forma de pasar “invisible” es mucho más efectiva que las apariciones de cualquier otro guía. Cuando tengo que trabajar de guía fúnebre, ya no te lo encuentras a Azrael (así se llama) no suele pasar por los tanatorios, su trabajo ya ha terminado allí, pero en los hospitales y residencias, en dos años que he estado visitándola a mi abuela allí, lo he visto rondar a varias ancianas y ancianos en más de diez ocasiones, por los cuales unas ocho personas decidieron irse con él. 

Ahora me encuentro resolviendo este conflicto, que a su vez comparto con mis padres y familiares de parte de mi padre. Por el momento, no se puede determinar quién va mejor que el otro, porque todavía nos cuesta asimilar que ha pasado de verdad. Normalmente los conflictos tienen un tiempo de espera, una vez ya se haya empezado, para pensar o asimilar lo ocurrido y encontrar la solución. 

Recomendación: Ara som gegants – Joan Dausà.
HR.

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¿Un Demonio Siempre Ha Sido Malo?

  ¡Feliz año a todos! Dejamos atrás el año del infinito (2+0+2+4=8) y nos vamos centrando en el año de la divinidad (2+0+2+5=9). El año pa...