Así es queridos alumnos de mí corazón, ya ha llegado la hora
de hacer otro blog de apariciones, han pasado dos meses desde que se publicó la
última, pero ¿os he contado nunca porque le llamo apariciones a estas
experiencias que no tienen nada que ver con las otras experiencias que tengo en
los viajes a 4D o 5D? Aunque no lo parezcan a simple vista, se diferencian en
una cosa, y es que cuando hablamos de apariciones, son momentos (normalmente
depende del momento, la situación y la energía de amor que tenga la persona)
que duran un cierto tiempo, dónde la 3D y la 4D colisionan “ocasionalmente” y
es cuando se abre una pequeña brecha y se pueden observar ambas dimensiones en
una sola y al mismo tiempo. En cambio cuando hablamos de viajes, normalmente
soy yo quien realiza el cambio de dimensión y en ningún momento ninguna
dimensión colisiona con otra y no se abre una brecha que enseguida se cierra
automáticamente.
Hoy os traigo cuatro apariciones que han ocurrido en los
últimos dos meses, así es, sigo teniendo apariciones nuevas, actualmente cada
semana tengo como mínimo una aparición, normalmente como ya os habréis dado
cuenta desde que empecé a compartirlos, son con el arcángel Uriel que al ser el
guardián, es más fácil tener apariciones con él, pero hoy os traigo también dos
experiencias con el arcángel San Gabriel o Gab como a mi me gusta llamarlo (y a
él también para los amigos) que os van a gustar mucho. La base de todas estas apariciones
es un elemento muy simple que todos tenemos y es CREER, si creemos en nosotros
mismos, si tenemos FE y ESPERANZA podemos lograr grandes maravillas y una de
ellas es poder ver a los seres de luz que están con nosotros ayudándonos,
siempre.
Susurros En
El Horizonte
Era un día cualquiera de entre semana a las seis de la
tarde, cuando me disponía a salir de mi casa, tenía que ir al ambulatorio
porque un familiar me estaba esperando allí por una revisión rutinaria. Salí de
casa con la sensación de que alguien me estaba acompañando, alguien que no
pertenece a esta dimensión, así fue cuando reconocí la compañía del Arcángel
Uriel, porque recuerdo que estábamos hablando de nuestras cosas, mientras él me
acompañaba al encuentro dónde tenía que ir. La mayoría de las veces, él me
habla a través del corazón, es una forma muy común de comunicarnos mientras aún
estoy adaptándome a estas nuevas formas de poder escucharlo, sentirlo y estar
con él físicamente.
En un momento que ya estábamos llegando a la siguiente calle
para cruzarla en el paso de peatones, recuerdo que me vino a la mente a mi
amiga que me ayuda a transmutar las situaciones que he vivido en mí pasado y
que os hable hace un par de meses de cómo es transmutar con el rayo violeta,
curiosamente vivimos una casi enfrente a la otra, más bien que nos separa una
calle de distancia. Cuando en ese momento, mientras que empecé a cruzar el paso
de peatones le dije a Uriel “Creo que
ella ya está fuera de vacaciones” de hecho ella me había dicho que se iba,
así que pensé que ya se había ido, pero la sorpresa fue única y muy especial.
Miré la última ventana del edificio de tres plantas,
mientras que caminaba todo recto, cuando de repente noto físicamente detrás de
mí hombro izquierdo como un pecho perfecto de un hombre se me pegaba, mientras
que el pelo largo del hombre rozaba mí hombro y en mi oreja izquierda me
susurraba con su voz perfecta masculina “Es
posible que aún no sea así, mi amor”. Giré la cabeza sin dejar de caminar y
allí lo encontré, sus ojos se toparon con los míos, allí lo tenía al Arcángel
Uriel, al mismo tiempo me agarró de la cintura para que no me tropezara con
nada de la calle, pero escuché un ruido que provenía de afuera de ese plano,
giré la cabeza y cuando vi que no era nada, volví a mirarlo, pero ya no estaba
ni lo sentía tan físicamente, tan solo volvió a la sensación del principio. Respiré
profundamente y seguí caminando hacia dónde tenía que ir mientras que intentaba
grabarme en mi corazón todos los detalles posibles de ese instante tan maravilloso.
En La
Puerta Del Sol
Esto ocurrió el día 18 de Junio es decir el primer día del
viaje a Cuba, que estaba de parada solo por una noche en la ciudad de Madrid.
Tras instalarme en el hotel más cerquita al aeropuerto de Adolfo Suarez –
Barajas, e ir a buscar la boca del metro en Alameda, pagar el billete y estarme
casi más de treinta minutos en el metro esperando la parada, tras haber tenido
que hacer trasbordo, por fin llegué a la famosa Puerta Del Sol. En ese momento
tuve la necesidad de hacerme un Selfie, porque todo el trayecto de llegar hasta
allí, contando los dos trenes más el avión, más un autobús más el metro, había
merecido mucho la pena.
Seguí la ruta turística caminando por esa zona, como lo
haría cualquier turista, y a la noche por vueltas de las doce ya pasadas, me
dispuse a repasar las fotografías que había hecho, mientras esperaba a Alberto
a que se conectará ya que en tan solo menos de 24h estaríamos juntitos en Cuba.
Pero me llevé una gran sorpresa al revisar el Selfie, a simple vista no se ve,
así que hice un zoom al rayo blanco que se ve en contra el Sol y me salió la
siguiente figura.
Miré más fotos pero solo era la única que se veía esa figura
angelical volando por encima de todos a unos dos metros de altura, incluso
pensé que podía formar parte de la escultura que hay en el centro de la plaza,
la busqué por internet y como pueden ver no hay ninguna figura angelical en
ella. ¡Así que flipé! Porque jamás había pensado que podría tener una prueba
tan buena de la existencia de los ángeles, de hecho jamás la pedí, pero la
tengo ¿por qué será? Seguramente, porque yo confío y creo en ellos ciegamente,
¿verdad? Y realmente no necesite esta clase de pruebas para creer, ni mucho
menos para que ustedes crean, cada uno cree lo que quiere creer. Al examinar
bien la imagen, intenté averiguar de qué ángel se trataba y la sorpresa para mí
fue saber que era el Arcángel San Gabriel, era la primera vez en meses que se
mostraba con pies, piernas, cuerpo, alas, brazos y cabeza en una imagen, en un
Selfie ¡qué bonito! Siempre lo había visto, pero jamás lo había tomado en una
foto.
En tus brazos,
debajo de tus alas
Me encontraba debajo del fuego del Correfoc de Manlleu de
este año 2018, desde hace tres años que me meto debajo, por lo tanto iba
preparada, con sudadera, pantalón largo, zapatos tapados, pañuelo y gorra, pero
siempre hay un punto en que me da miedo y cada año que pasa, intento superar
cachito a cachito el hecho de estar encerrada con el fuego por las calles más
estrechas. Eso es debido a que en una vida en la edad media, me quemaron en la
hoguera la santa inquisición y aún estoy superándolo.
En un momento en que me encontraba en la calle tras lo mur
que es una calle muy estrecha, debajo del fuego, noté que me estaba cómo
agobiando, porque no podía respirar y solo tenía una salida y era correr hacia
adelante, pero ¿qué ocurrió? Pues que un grupo de personas hicieron una cadena
humana diciendo a gritos “¡No pasarán!”
y yo quería pasar, pero no había manera, llevada por el miedo que me entró de
repente empecé a gritar “¡Uriel! ¡Uriel,
ayúdame a salir de aquí!”. Llevada por esa sensación me quedé atrapada en
un rincón, sin poder ver hacia arriba ni hacia adelante, cuando de repente noto
como un dulce brazo me agarra por la cintura, se agacha y lo veo el arcángel
Uriel tan hermoso como siempre, extendió sus alas para protegerme ¡qué bonito!
En ese momento una ráfaga pequeña de fuego vi cómo caía
encima de mí mano que se había quedado desprotegida, lo único que recuerdo es
que me dolió muchísimo, así que empecé a apagarla y enseguida se apagó. Fue
cuando me di cuenta de que me había lastimado bastante, y grité de dolor, Uriel
se dio cuenta y me dijo “¿Qué te pasa,
mi amor?” y yo le dije “¡Quiero
salir de aquí!” Uriel sin decir nada más, miró hacia arriba y escuché como
llamaba a alguien hablando en Sayónico (un idioma muy antiguo) y de repente, me
sentí más protegida debajo de sus alas, pero no me di cuenta hasta que ese
confort era el resultado de que había dos seres de luz conmigo. El otro se
agachó y aluciné, reconocí perfectamente que era el Arcángel San Gabriel, sus
ojos verdosos azulados eran perfectos y me estaban observando y me dijo “¿Estás bien?” y yo le dije “Me duele la mano” Gab, sin decir nada
más, agarró con cuidado la mano, la desabrigó y pude ver cómo la bola de fuego
había convertido una parte de mi piel de la parte de arriba de la mano en una
quemadura de primer grado, que dolía bastante. ¡No lo podía creer! Esa
quemadura dejaría marca en mí piel de por vida, pero la divinidad llegó y actúo
a mí favor, Gab se acercó la mano hacia él y cuando parecía que me iba a dar un
beso en la palma de la mano, de repente Gab sopló muy suavemente aliviando el
dolor, ¡qué sensación más bonita! Y cuando dejó de soplar, la quemadura
desapareció repentinamente. ¡Aluciné! Con la ayuda de Gab y Uriel pudimos salir
de allí corriendo lo antes posible.
Un
presente, para que veas que yo estoy presente
Cuando el Sol ya empezaba a aparecer entre las montañas,
salí del hospital y me fui caminando poco a poco hacia la estación de autobuses
de Vic, hacía frío por ser finales de Julio, justo la noche del famoso eclipse,
una noche que jamás olvidaría, de pasármelas en vela en urgencias por un
familiar que se puso casi al borde de la muerte y hasta que no fueron las siete
de la mañana la cosa no mejoró y a las ocho menos diez, me dirigía hacia a casa
a descansar… estaba muy cansada, porque ya casi iba a cumplir un día entero sin
poder pegar ojo.
El bus llegó puntual a las ocho y cinco minutos, pagué el
billete y subí, el bus iba vacío a penas éramos cinco personas para un bus de
cincuenta personas. Parecía que el mundo se despertaba lentamente un sábado por
la mañana, los comercios acaban de abrir, los más atrevidos paseaban por las
calles y el tráfico empezaba a ser molesto, pero lo más aterrador fue saber que
tardaría 20 minutos en llegar a casa, ya que el puente de Manlleu sigue en
obras y dar la vuelta por La Gleva hace que todo llegue 20 minutos más tarde,
en vez de ser un trayecto de diez o quince minutos.
El bus paró y en la primera parada bajé, una ventaja de las
obras del puente es que la primera parada me queda realmente cerquita de mí
casa, sé que no será por mucho tiempo, pero se agradece que no tenga que cruzar
casi toda la ciudad al regresar a casa. Curiosamente, con lo vivita que se veía
Vic ya a esas horas, Manlleu todavía descansaba plácidamente, no había ni una
alma en la calle, las carreteras vacías y la gente alargando el tiempo en la
cama, mientras que yo caminaba por la calle, todo recto para cruzar la
siguiente y estar cada vez más cerca de mi casa, de mí cama y dormir. Pero al
llegar al final del parque, me detuve sin explicación.
Una luz cegadora me estaba apuntando directamente a los
ojos, por un principio pensé que era el Sol, pero lo cierto es que el Sol
estaba al otro lado de la calle y no se entendía, así que miré y desde el
interior de la luz vi una figura que se acercaba volando hacia a mí, hasta
quedarse a tan solo un metro de distancia. La luz quedó detrás de él y pude
observarlo, ¡aluciné! Era un Ser de Luz que iba con una túnica blanca, tenía
unas alas gigantes, así que era un Arcángel, unos rizos perfectos rubios, una
cara finita y un cuerpo realmente grande más de dos metros y medio, que volaba
a un metro casi dos de altura. Yo alucinada dije “¡El de la foto!” así era y le pregunté “¿Quién eres?” y el arcángel contestó “Yo soy el Arcángel San Gabriel, mi querida. He venido ante ti, a darte
un presente, para que recuerdes que yo también estoy aquí contigo, cuidándote.
Vayas dónde vayas, yo estaré a tú lado, y siempre que quieras, puedes verme”
me quedé alucinando aún más y le dije “¿Cómo…?”
entonces Gab dijo “Cuando más puro
tengas el corazón, más fácil te resultará vernos, mi querida”. Antes de que
yo pudiera decir nada, él se acercó más hacia a mí, redujo un poco la altura y
dijo “acepta este presente de parte de
todos los arcángeles y ángeles que estamos siempre a tú lado ayudándote a
seguir el sendero que has venido a hacer” mientras que se arrancó cinco
plumas, dos de una ala y las otras tres de la otra ala, las manipuló en sus
manos hasta crear una “pelota” de plumas perfectas y dijo “te entrego parte de mis alas, para que pienses un deseo y lo lances
para que te ayudemos a cumplirlo, querida” me ofreció su mano que tenía la
pelota de alas, yo acerqué mi mano derecha y acepté el regalo que se puso en mí
mano tan hermoso que no lo podía creer. Pero cuando quise volver a mirar a Gab,
ya no lo podía ver, pero en mis manos estaba ese regalo tan hermoso, lo atrapé
suavemente en mis manos y seguí caminando, hasta que llegué a las puertas de mí
casa, cerré los ojos, deseó susurrando mí deseo y soplé, cuando la pelotita
salió volando a muchos metros de altura hasta que desapareció totalmente.
Como podéis ver, cada vez las apariciones duran más y son
más profundas ¡es maravilloso! Pero por primera vez, se me ha aparecido otro
arcángel, aunque ya os había hablado de Gab en algunas ocasiones, y en otras
apariciones os compartí a Rafael, esta clase de apariciones son las más lindas
de todas, las que no sabes cómo explicarlas, las que te quedas como un niño
pequeño, sonriendo de amor al aire. ¡Es tan bonito! Para que ocurran ya lo
dicen ellos, hay que volver a ser un niño, sentir y percibir y amar como un
niño, ser lo que la sociedad tanto intentan impedirnos que seamos inocentes y
creer en ellos de corazón, de la forma que lo hace un niño.
Recomendación: I wonder (departure) – Mamma Mía 2
HR.
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