miércoles, septiembre 20, 2023

El Espejo De Mí Vida - Capítulo 181 [2T]

 

-        ¡Llamaré a sus padres y le diré que no la lleve así en clase! ¡Aquí no toleramos este tipo de comportamientos!- dijo la Assumpta, la directora.

La directora agarró el teléfono y su guía de contacto para llamar a la familia de la Saida, me pareció que no era buena idea, así que cuando ella pulsó los números y daba señal que incluso respondieron al otro lado, actué enseguida y apreté el botón para cortar la llamada.

-        ¿Hola? ¿Hola?- dijo la directora pensando que había pasado algo, entonces me vió y se le puso la cara de enojo.

-        Ella no ha hecho nada malo.- le dije mirándole a los ojos.

-        ¡Laia, qué sea la última vez que haces esto! – dijo la directora.

-        ¡Mira como va…!- exigió Anna.- ¿Acaso ves que ella debe ir así?- terminó.

-        ¿Acaso tienes el poder tu de decirle a ella que deba renunciar a su cultura?- le dije.

-        ¿Su cultura que le obliguen a taparse así?- dijo Anna.

-        No le has preguntado a la Saida si ha sido ella o su padre.- le respondí.

-        ¿Tan pequeña?- repitió Anna.

-        Tengo la misma edad que ella, y ella puede tomar sus propias decisiones, ¿verdad?- dije.

-        Si, eso es lo que impartimos aquí.- respondió la profesora.

-        Pues pregúntale…- le dije.

Aún la llevaba agarrada del brazo de malas maneras, le miró y empezó a gritarle y hablarle como si fuera un extranjero.

-        ¡Déjalo… ya se lo pregunto yo!- dije.

Me acerqué a la Saida, pero antes le agarré de la mano por dónde agarraba a la Saida y le hice un gesto para que la dejase de agarrar así y la soltó.

-        Saida, ¿puedes responderme a una pregunta, por favor?- le pregunté.

Estaba tan asustada que solo dijo que si con la cabeza.

-        El velo… ¿porqué lo llevas?- le pregunté haciéndole señas para que me entendiera.

-        Es mi religión, las niñas lo llevan para respetar a Allah. – respondió aunque estaba algo asustada.

-        ¿Ha sido idea tuya o de tu papá?- le pregunté.

No contestó. La directora y la profesora estaban a punto de perder los estribos, pero yo aproveché y al verla a los ojos directamente me di cuenta.

-        No ha sido ni por ella ni por su padre… solo ha tenido curiosidad.- dije.

-        ¿Curiosidad?- preguntó la Anna.

-        Saida, ¿ayer tuviste reunión familiar, verdad?- le dije.

-        Si… vinieron primos.- respondió.

-        ¿Lo ven? Le picó la curiosidad al ver a sus primas mayores con el velo y se sintió un poco mal.- respondí.

Se lo pregunté y así fue como pasó. Ella no me había dicho que se había reunido o que lo iba a hacer, pero simplemente lo sentí en el corazón y empecé a ver flashes de lo que ella vivió la otra noche e interpreté el mensaje.

A ella la dejaron en paz, aunque se la miraban diferente hasta que ella decidió quitárselo en el baño, no tenía que haber ocurrido, pero yo me llevé la peor parte, me castigaron el resto de la semana sin patio, estábamos a martes, así que cuatro días sin patio por haberme ido de clase sin permiso y haberle colgado el teléfono a la directora. En cuarto curso fue la primera vez que me quedé sin patio y ya era Noviembre, en todo lo demás estaba bien el curso por eso no entro en muchos detalles, porque no importan.


También me querían hacer un comunicado a mis padres, pero al final Carmencita simplemente no le dio tanta importancia y nunca se creó ese comunicado en mi agenda. Menos mal, porque mi madre con lo feminista que ha sido siempre… me hubiese crujido por intentar evitar quitarle el velo a una niña que solo se lo puso por curiosidad. La frase de Uriel que me había dicho era un mantra para mí “respeta y serás respetado”.

Ahora se van a pensar que estoy a favor del machismo, porque según la cultura europea, que una mujer lleve velo es algo inaceptable para la liberación de la mujer. Como dice mi padre, no se confundan de Paco… no estoy a favor del machismo, pero tampoco soy feminista ni feminazi. El velo para mi no significa algo denigrante para la mujer, si se lo pone porque la misma persona cree y quiere ponérselo por respeto a su cultura, si no se cumplen estas reglas, y ha sido obligada por el padre o el marido, allí si que me meto a liberar a la mujer. Por eso estoy a favor del velo si ha sido en voluntad propia, pero el Burka es inaceptable porque eso si que es decir que la mujer es algo insignificante, cuando todos sabemos que sin la parte femenina nadie de nosotros estaríamos aquí, pero eso no quiere decir que tenemos que ser diferentes a la energía masculina.

Mis ideales son igualitarios, tanto el hombre como la mujer, deben estar en igualdad de condiciones, ni el hombre es el malo de la peli, ni la mujer es la arpía del culebrón. Si queremos llegar a la 5D, debemos entender la ley del equilibrio de energía entre YING y YANG (Masculino y femenino) que todos llevamos dentro de nosotros. Reconocer que ambas fuerzas deben colaborar, eso es evolucionar el parámetro de discriminación, porque al hacerlo, sabes que todos somos iguales.

Cuando llegó la hora del patio, me quedé sentada en mi sitio, cuando te quedabas sin patio también te quedabas en parte sin desayunar, porque solían ponerte tareas adicionales. Los demás agarraron su desayuno y se fueron al patio a disfrutar de esos treinta minutos de libertad, pero Carmencita de repente levantó la mirada del cuaderno y vio que quedaba gente, me giré y vi a Sergi y a la Saida sentados en su sitio.

-        Sonó el timbre, pueden irse ustedes dos.- dijo Carmencita señalándoles.

Pero dijeron que no con la cabeza.

-        No seño, nos quedaremos, por ella.- dijo Sergi.

Carmencita arqueó las cejas, yo también, que agradable sorpresa, simplemente les dejó quedarse. Ella se fue de clase, y nos dejaron a solas los tres, entonces, agarré el desayuno y comí, me levanté y empezamos a jugar a la pizarra y con una pelota que se había quedado extraviada en el cubo de basura. Fue el patio más divertido que había tenido nunca.

Pero al día siguiente se querían volver a quedar, pero no pudo ser… Carmencita me dijo que agarrase un cuaderno y le acompañara. Me llevó a la sala de profesores dónde estaba la Anna, ella agarró el cuaderno y apuntó una frase.

-        Quiero que copies 450 veces esta frase en estos días que estas de penitencia.- dijo.

Agarré el cuaderno y la frase decía “No volveré a entrometerme en asuntos de adultos nunca más”, me mandaron al comedor con los demás castigados y nos dejaron allí.

Cuando sonó el timbre, la Anna vino a buscarme al comedor para ver cuantas había hecho, le enseñé el cuaderno y lo lanzó de malas maneras en la mesa.

-        ¡Ni una has escrito! ¿Cómo te atreves?- gritó.

Le miré a los ojos y no le dije nada. Ella me envió a clase.

Al día siguiente tenía clase con ella, en un momento en que todavía no había empezado la clase, me acerqué con el cuaderno y le dejé encima de la mesa. Ella miró y leyó lo qué había escrito, se me quedó mirando.

-        ¡Por encima de mi cadáver!- me amenazó.

Cuando llegó el patio, me fui al patio. Diez minutos después, apareció la Anna en el patio en la sorrera, hecha una furia.

-        ¡Estás castigada Laia, al comedor!- gritaba.

-        No. Ya le he dicho que no.- le dije.

-        ¿Cómo qué no?- repitió muy furiosa la Anna.

-        Me meteré en asuntos de adultos, si veo que hay en peligro alguien inocente, ¿entiende? A usted lo que le jode es que la Saida es de otra religión que no es la suya. ¿quiere que ella se pase a esta religión obligándola a abandonar la suya? ¿Dónde está el respeto que intentan inculcar aquí?- le dije, ya no lo aguantaba más.

Finalmente el castigo se terminó antes de lo previsto, Carmencita vio que había sido un problema más grave y personal de la profesora de música y ella se llevó las broncas y a mi una disculpa por parte de la tutora, que también se disculpó con la Saida.

Faltaban dos semanas para las vacaciones de Navidad, y en clase de plástica aprovechando que estábamos terminando el álbum de dibujo, Carmencita nos dejó hacer un dibujo libre como contraportada del álbum. Nos entregó una lámina blanca a cada alumno y nos dejó dos semanas para entregarlo.

A mi no me fluían las ideas, así que empecé a ver qué hacían los demás. Era curioso ver que todas las niñas de clase dibujaban lo mismo, una casa con gente, paisajes y cosa por el estilo, mientras que los niños dibujaban que jugaban al futbol, coches y algún personaje de anime (no solían tener mucho arte pintando pero quedaba bien). Aún me entraron más dudas, y una de ellas fue ¿Por qué dibujan tan parecido todas las niñas y los niños? Yo sentía que tenía que descuadrar esa estadística por así decirlo, pero no sabía qué, pero si que sabía con qué, haría un dibujo directamente con plastidecors.


Me fijé en la lámina, era blanca, luego me puse a respirar profundamente y cerré los ojos, y pensé ¿qué puedo pintar y que sea algo que de verdad siento en el corazón? No salía nada, abrí los ojos y me desilusioné.

-        Mi amor, si me permites, estas planteando mal la pregunta. El arte no responde a preguntas de la mente como ¿qué puedo pintar? Sino que responde a sentimientos del corazón ¿qué siento que quiero pintar? – sugirió Uriel.

Volví a cerrar los ojos, respiré profundamente y dije solo con el pensamiento ¿qué siento que quiero pintar? Abrí los ojos, agarré un color y me puse a una esquina a dibujar cuadrados, cada uno de un color distinto, eran pequeños, porque tenía que empezar por allí. Como si estuviese manejada por algo más fuerte que mi propio entendimiento, seguí pintando cuadraditos, primero una fila, luego otra fila y así hasta tres. No pude continuar, porque el timbre me desconectó de lo qué hacía, y cuando me quería levantar, me di cuenta que tenía ocho niños de clase mirando mi dibujo.

-        ¿Qué hacen?- dije.

-        No, ¿qué haces tú? ¿qué pintas?- preguntó la Xenia.

-        Aún no lo sé, pero ¿queda guapo, verdad?- dije ilusionada.

Al no responderme la miré, arrugaba la frente, todos estaban así, no lo entendí.

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