EL BLOG DE LOS SERES DE LUZ CAMINANDO JUNTOS HACIA LA 5D. Mensaje del àngel (5€), Terapia emocional (10€), Canalización en directo (17€) si quieres un servicio envía un correo a laiafgali@gmail.com
En estos momentos que estás leyendo esto, es el momento
adecuado para empezar un camino muy importante en tú vida, y si quieres saber
de qué se trata, te aconsejo que sigas leyendo, porque el camino de los 33 te ayudará a descubrirte más y así conocerte por
fin como semilla estelar que eres.
Este es el mejor momento, porque todo está cambiando muy rápido, la humanidad
se está dando cuenta de todos los errores que hay en la sociedad y de aquellos
errores que cometió. Pero no es tarde todavía, entre los Seres de Luz, siempre
decimos que cuando es realmente tarde, es cuando el corazón deja de latir y el
cuerpo físico muere. Si estás leyendo esto, es que sigues en este plazo, así
que brinda por ti y empecemos a trabajar.
En los próximos meses, trabajaremos sobre las 33 vertebras del cuerpo humano, en cada
una nos detendremos dónde haremos una reflexión para que integres la
importancia del labor que debes hacer para integrar el aprendizaje en tú
espalda. Todo este trabajo energético-emocional que vamos a hacer, te permitirá
conseguir activar una vez por todas, todos los atributos que tenemos los Seres
Humanos para sentir al completo el espíritu vivo en nosotros, y ver que la
magia nunca ha dejado de existir. Recuerda que la energía no se destruye solo
se transforma, la Humanidad está en el proceso de cambio llamado Ascensión y para conseguirlo hay
que sentir los 33 atributos conectados en uno mismo.
Te preguntarás porque son 33 y qué significa en realidad
este número. Aquellos que sigan confiando en el Maestro Jesús (no hablamos de
la religión, sino de Jesús de Nazareth como maestro que camina entre nuestra
dimensión actualmente) recordarán que cuando él cumplió 33 años, fue cuando su
primera misión de vida consiguió completarla con éxito, pues vino para informar
a la Humanidad sobre la Divinidad del Espíritu, que en verdad eres. Todo lo que
necesitas para convertirte en un Dios en la Tierra está dentro de ti, nada está
fuera de ti, pero para reconocerlo antes tienes que fluir en la vida y aceptar
que todos los conflictos emocionales que has tenido, el único objetivo eran
ayudarte a aprender sobre ti mismo.
Despertar la conciencia es un proceso largo que tiene muchas
etapas, no están especificadas porque para cada uno es distinto, pero
principalmente en cada etapa es como si tú cuerpo se estuviera resistiendo a
esta apertura espiritual, porque el miedo le impide confiar, y por eso se
sufre. La mayoría de las personas le ocurre que acaban teniendo depresión o que
están en duda existencial, un
momento en que se replantean todo lo que han hecho que les haya conducido hasta
este momento, y que ahora no saben cómo continuar. Con cada etapa, se va
sanando las heridas y se va confiando, así que no te preocupes que si estás
pasando por algo parecido, hay luz al final del túnel.
Abrirse al universo no es fácil, si hemos recibido muchas
traiciones a lo largo de nuestra vida actual (y también las pasadas, que aún no
recordarás pero tu alma si). La consciencia es aceptar que el universo es
nuestro padre que cuida de nosotros, y para ello, tenemos que confiar en él, ya
que él se acuerda de nosotros des de la primera vida (en otros planetas), hasta
dónde te encuentras actualmente. No hay que hacer ningún ritual de iniciación,
tan solo es simple, solo debes confiar en ti. ¿Realmente confías en ti?
Vamos a hacer un pequeño ejercicio, intenta responder a esta
pregunta: ¿Cuántas veces en el día de
hoy has pensado algo que al final no has acabado diciendo por miedo a la
reacción de los demás? Si has respondido afirmativamente, que te has dado
cuenta que lo que piensas, lo que sientes y lo que dices es distinto, lo siento
pero no confías en ti, te traicionas aunque sea en algo pequeño, eres
incoherente. En cambio si la respuesta es negativa, ¡felicitaciones! Confías
en ti y eso quiere decir que eres coherente con lo que piensas, sientes y
dices. Esto es lo que vamos a practicar estos días, hasta que salga la
siguiente reflexión de este Camino de
los 33 o también llamado Camino de
la Serpiente.
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más gente pueda trabajar en esto, muchas gracias. ¡Nos vemos muy pronto!
-¡Llamaré a sus padres y le diré que no la lleve
así en clase! ¡Aquí no toleramos este tipo de comportamientos!- dijo la
Assumpta, la directora.
La directora agarró el teléfono y su guía de contacto para
llamar a la familia de la Saida, me pareció que no era buena idea, así que
cuando ella pulsó los números y daba señal que incluso respondieron al otro
lado, actué enseguida y apreté el botón para cortar la llamada.
-¿Hola? ¿Hola?- dijo la directora pensando que
había pasado algo, entonces me vió y se le puso la cara de enojo.
-Ella no ha hecho nada malo.- le dije mirándole a
los ojos.
-¡Laia, qué sea la última vez que haces esto! –
dijo la directora.
-¡Mira como va…!- exigió Anna.- ¿Acaso ves que
ella debe ir así?- terminó.
-¿Acaso tienes el poder tu de decirle a ella que
deba renunciar a su cultura?- le dije.
-¿Su cultura que le obliguen a taparse así?- dijo
Anna.
-No le has preguntado a la Saida si ha sido ella
o su padre.- le respondí.
-¿Tan pequeña?- repitió Anna.
-Tengo la misma edad que ella, y ella puede tomar
sus propias decisiones, ¿verdad?- dije.
-Si, eso es lo que impartimos aquí.- respondió la
profesora.
-Pues pregúntale…- le dije.
Aún la llevaba agarrada del brazo de malas maneras, le miró
y empezó a gritarle y hablarle como si fuera un extranjero.
-¡Déjalo… ya se lo pregunto yo!- dije.
Me acerqué a la Saida, pero antes le agarré de la mano por
dónde agarraba a la Saida y le hice un gesto para que la dejase de agarrar así
y la soltó.
-Saida, ¿puedes responderme a una pregunta, por
favor?- le pregunté.
Estaba tan asustada que solo dijo que si con la cabeza.
-El velo… ¿porqué lo llevas?- le pregunté
haciéndole señas para que me entendiera.
-Es mi religión, las niñas lo llevan para
respetar a Allah. – respondió aunque estaba algo asustada.
-¿Ha sido idea tuya o de tu papá?- le pregunté.
No contestó. La directora y la profesora estaban a punto de
perder los estribos, pero yo aproveché y al verla a los ojos directamente me di
cuenta.
-No ha sido ni por ella ni por su padre… solo ha
tenido curiosidad.- dije.
-¿Curiosidad?- preguntó la Anna.
-Saida, ¿ayer tuviste reunión familiar, verdad?-
le dije.
-Si… vinieron primos.- respondió.
-¿Lo ven? Le picó la curiosidad al ver a sus
primas mayores con el velo y se sintió un poco mal.- respondí.
Se lo pregunté y así fue como pasó. Ella no me había dicho
que se había reunido o que lo iba a hacer, pero simplemente lo sentí en el
corazón y empecé a ver flashes de lo que ella vivió la otra noche e interpreté
el mensaje.
A ella la dejaron en paz, aunque se la miraban diferente
hasta que ella decidió quitárselo en el baño, no tenía que haber ocurrido, pero
yo me llevé la peor parte, me castigaron el resto de la semana sin patio,
estábamos a martes, así que cuatro días sin patio por haberme ido de clase sin
permiso y haberle colgado el teléfono a la directora. En cuarto curso fue la
primera vez que me quedé sin patio y ya era Noviembre, en todo lo demás estaba
bien el curso por eso no entro en muchos detalles, porque no importan.
También me querían hacer un comunicado a mis padres, pero al
final Carmencita simplemente no le dio tanta importancia y nunca se creó ese
comunicado en mi agenda. Menos mal, porque mi madre con lo feminista que ha
sido siempre… me hubiese crujido por intentar evitar quitarle el velo a una
niña que solo se lo puso por curiosidad. La frase de Uriel que me había dicho
era un mantra para mí “respeta y serás
respetado”.
Ahora se van a pensar que estoy a favor del machismo, porque
según la cultura europea, que una mujer lleve velo es algo inaceptable para la
liberación de la mujer. Como dice mi padre, no se confundan de Paco… no estoy a
favor del machismo, pero tampoco soy feminista ni feminazi. El velo para mi no
significa algo denigrante para la mujer, si se lo pone porque la misma persona cree
y quiere ponérselo por respeto a su cultura, si no se cumplen estas reglas, y
ha sido obligada por el padre o el marido, allí si que me meto a liberar a la
mujer. Por eso estoy a favor del velo si ha sido en voluntad propia, pero el
Burka es inaceptable porque eso si que es decir que la mujer es algo
insignificante, cuando todos sabemos que sin la parte femenina nadie de
nosotros estaríamos aquí, pero eso no quiere decir que tenemos que ser
diferentes a la energía masculina.
Mis ideales son igualitarios, tanto el hombre como la mujer,
deben estar en igualdad de condiciones, ni el hombre es el malo de la peli, ni
la mujer es la arpía del culebrón. Si queremos llegar a la 5D, debemos entender
la ley del equilibrio de energía entre YING y YANG (Masculino y femenino) que
todos llevamos dentro de nosotros. Reconocer que ambas fuerzas deben colaborar,
eso es evolucionar el parámetro de discriminación, porque al hacerlo, sabes que
todos somos iguales.
Cuando llegó la hora del patio, me quedé sentada en mi sitio,
cuando te quedabas sin patio también te quedabas en parte sin desayunar, porque
solían ponerte tareas adicionales. Los demás agarraron su desayuno y se fueron
al patio a disfrutar de esos treinta minutos de libertad, pero Carmencita de
repente levantó la mirada del cuaderno y vio que quedaba gente, me giré y vi a
Sergi y a la Saida sentados en su sitio.
-Sonó el timbre, pueden irse ustedes dos.- dijo
Carmencita señalándoles.
Pero dijeron que no con la cabeza.
-No seño, nos quedaremos, por ella.- dijo Sergi.
Carmencita arqueó las cejas, yo también, que agradable
sorpresa, simplemente les dejó quedarse. Ella se fue de clase, y nos dejaron a
solas los tres, entonces, agarré el desayuno y comí, me levanté y empezamos a
jugar a la pizarra y con una pelota que se había quedado extraviada en el cubo
de basura. Fue el patio más divertido que había tenido nunca.
Pero al día siguiente se querían volver a quedar, pero no
pudo ser… Carmencita me dijo que agarrase un cuaderno y le acompañara. Me llevó
a la sala de profesores dónde estaba la Anna, ella agarró el cuaderno y apuntó
una frase.
-Quiero que copies 450 veces esta frase en estos
días que estas de penitencia.- dijo.
Agarré el cuaderno y la frase decía “No volveré a entrometerme en asuntos de adultos nunca más”, me
mandaron al comedor con los demás castigados y nos dejaron allí.
Cuando sonó el timbre, la Anna vino a buscarme al comedor
para ver cuantas había hecho, le enseñé el cuaderno y lo lanzó de malas maneras
en la mesa.
-¡Ni una has escrito! ¿Cómo te atreves?- gritó.
Le miré a los ojos y no le dije nada. Ella me envió a clase.
Al día siguiente tenía clase con ella, en un momento en que
todavía no había empezado la clase, me acerqué con el cuaderno y le dejé encima
de la mesa. Ella miró y leyó lo qué había escrito, se me quedó mirando.
-¡Por encima de mi cadáver!- me amenazó.
Cuando llegó el patio, me fui al patio. Diez minutos
después, apareció la Anna en el patio en la sorrera, hecha una furia.
-¡Estás castigada Laia, al comedor!- gritaba.
-No. Ya le he dicho que no.- le dije.
-¿Cómo qué no?- repitió muy furiosa la Anna.
-Me meteré en asuntos de adultos, si veo que hay
en peligro alguien inocente, ¿entiende? A usted lo que le jode es que la Saida
es de otra religión que no es la suya. ¿quiere que ella se pase a esta religión
obligándola a abandonar la suya? ¿Dónde está el respeto que intentan inculcar
aquí?- le dije, ya no lo aguantaba más.
Finalmente el castigo se terminó antes de lo previsto,
Carmencita vio que había sido un problema más grave y personal de la profesora
de música y ella se llevó las broncas y a mi una disculpa por parte de la
tutora, que también se disculpó con la Saida.
Faltaban dos semanas para las vacaciones de Navidad, y en
clase de plástica aprovechando que estábamos terminando el álbum de dibujo,
Carmencita nos dejó hacer un dibujo libre como contraportada del álbum. Nos
entregó una lámina blanca a cada alumno y nos dejó dos semanas para entregarlo.
A mi no me fluían las ideas, así que empecé a ver qué hacían
los demás. Era curioso ver que todas las niñas de clase dibujaban lo mismo, una
casa con gente, paisajes y cosa por el estilo, mientras que los niños dibujaban
que jugaban al futbol, coches y algún personaje de anime (no solían tener mucho
arte pintando pero quedaba bien). Aún me entraron más dudas, y una de ellas fue
¿Por qué dibujan tan parecido todas las niñas y los niños? Yo sentía que tenía
que descuadrar esa estadística por así decirlo, pero no sabía qué, pero si que
sabía con qué, haría un dibujo directamente con plastidecors.
Me fijé en la lámina, era blanca, luego me puse a respirar
profundamente y cerré los ojos, y pensé ¿qué puedo pintar y que sea algo que de
verdad siento en el corazón? No salía nada, abrí los ojos y me desilusioné.
-Mi amor,
si me permites, estas planteando mal la pregunta. El arte no responde a
preguntas de la mente como ¿qué puedo pintar? Sino que responde a sentimientos
del corazón ¿qué siento que quiero pintar? – sugirió Uriel.
Volví a cerrar los ojos, respiré profundamente y dije solo
con el pensamiento ¿qué siento que quiero pintar? Abrí los ojos, agarré un
color y me puse a una esquina a dibujar cuadrados, cada uno de un color
distinto, eran pequeños, porque tenía que empezar por allí. Como si estuviese
manejada por algo más fuerte que mi propio entendimiento, seguí pintando
cuadraditos, primero una fila, luego otra fila y así hasta tres. No pude continuar,
porque el timbre me desconectó de lo qué hacía, y cuando me quería levantar, me
di cuenta que tenía ocho niños de clase mirando mi dibujo.
-¿Qué hacen?- dije.
-No, ¿qué haces tú? ¿qué pintas?- preguntó la
Xenia.
-Aún no lo sé, pero ¿queda guapo, verdad?- dije
ilusionada.
Al no responderme la miré, arrugaba la frente, todos estaban
así, no lo entendí.
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En cuarto curso en el colegio no tuve ningún problema de
integración o del Bullying, de hecho es uno de los cursos que mejor recuerdo
con una sonrisa, volvía a ir a clase con una sonrisa en la cara desde muy
pronto a la mañana. Pensaba que la Júlia me había jodido, pero a la que ella se
fue, la alegría volvió a tener protagonismo. Cada dos por tres, desde nuestra
clase, se escuchaban los gritos de la profesora del B que les gritaba a sus
alumnos y no parecía que fuese muy amable, esa tutora era la Eugenia, no tenía
mucha fama. De hecho las tres profesoras que no eran muy amigables y que todos
hablaban a sus espaldas, eran la Eugenia, la Tina y la Vicky.
Llegó Octubre demasiado pronto, cuando uno se lo pasa bien
el tiempo corre que da gusto voltearse y recordar lo que uno vivió. El primer
viernes de cada mes, como era tradición en el Tripijoc, el grupo de grandes
teníamos que ir a la piscina, fue tan divertido volver a esa rutina, imaginen
que eso lo dice una persona que NO tiene rutinas actualmente porque me estancan
en el trabajo que tengo que hacer. Al terminar, como era costumbre también, mi
papá me vino a buscar en el auto, la Sandra se vino con nosotros, la dejamos en
su casa y mi papá estacionó el auto en casa, pero aunque ya era más de las ocho
y media de la noche de un viernes, nos fuimos al bar porque mis padres junto a
mi tio Rafalé habían quedado a tomarse algo.
Dentro del bar, entró una niña de un año mayor que yo, era
un poco más rellenita, llevaba una trenza morena que le llegaba hasta media
espalda, solía hablar que las S las pronunciaba de una forma que me relajaban
un montón (como si fuera ASMR), para decirle a su padre que su madre ya quería
que fuese a cenar. Hablaban en Marroquín, en ese momento pedí a mis padres por
salir un rato en la puerta del bar, para que me diese un poco el aire, allí
salió la niña que se quedó allí también a esperar a su papá.
-Hola.- dije algo tímida.
-Hola.- dijo también igual de tímida.
-Me llamo Laia, ¿y tú?- le pregunté.
-Salima.- respondió.
Sonreí amablemente ella respondió igual, tenía los ojos
negros pero vibraba super bien. Me pregunté a mi misma “¿Por qué siempre
conozco a amigos de Marruecos?” el universo tenía una forma muy peculiar de
mandarme señales, pero esa no la pude identificar todavía.
-¿Vas a mi colegio, verdad?- me preguntó la
Salima.
-Si, te vi en el patio alguna vez. ¿Estás en
quinto, cierto?- le dije.
-Si, y tú en ¿cuarto?- me pregunté dije que si
con la cabeza y sonrió.
Como dos niñas que no se conocían de nada, solo de vista en
el colegio, de repente nos pusimos a jugar, pero antes entramos y le dije a mis
padres si podía ir a la plaza de Dalt Vila a jugar con la Salima, aceptaron y
nos pusimos a jugar al escondite y entre otros jueguitos más, hasta que mis
padres decidieron volver a casa y vinieron a buscarme. ¡Qué divertido fue!
Nos hicimos íntimas, tanto que un día me invitó a ir a su
casa, curiosamente ella vivía encima del bar en el tercer piso. Conocí a su
madre Yamina y a su hermana pequeña Karima, su padre no recuerdo el nombre pero
no era muy sociable, de hecho casi no hablaba ni español, su madre super amable
y maravillosa que siempre la tengo en el corazón, siempre me invitaba a pastas
o comida tradicional marroquina. Con ella descubrí la gastronomía de Marruecos,
como el pan, cus-cus, postres y pastas caseras, sopas de verduras super ricas,
y el cordero hecho al Sol.
Me empapé de esa cultura, todavía más no sabía qué pretendía
el universo hacer conmigo, pero en casa de la Salima me sentía miembro de esa
familia, sin olvidar mis raíces andaluzas y catalanas. De hecho pude comprender
mejor la cultura de la Saida, porque en realidad de la Magrebí poco se sabía
cuando hubo esta llegada masiva de inmigrantes, y pensé que al igual que ellos
habían hecho un esfuerzo muy grande para integrarse aquí, yo tenía que hacer el
mismo esfuerzo para integrarme en su cultura de una forma en que quedase
grabado en mi corazón una cultura maravillosa.
-¿Qué son las culturas, Dary?- le pregunté una
noche que intentaba conciliar el sueño.
-Una
cultura no es más que un grupo de personas que viven de una cierta forma su
existencia. Sin olvidarse que en la esencia siguen siendo humanos, aunque viven
en distintos países. Cada país tiene su forma de hacer las cosas, si juntan
todas las culturas, la humanidad podrá comprender quién es en realidad. No
debería dividirse esta esfera por países o continentes, sino por culturas,
aunque en el fondo siguen siendo humanos. Es importante que entiendas que
ninguna cultura es mayor a la otra, ambas tienen el mismo derecho a existir, y
la función principal de las culturas es que aprendan a respetarse. –
explicó el arcángel Uriel.
-¿Las guerras que hay es porque no se respetan y
quieren dominar?- pregunté.
-Así es, mi
querida Laia. Hay personas que tienen una responsabilidad muy importante, que
es cuidar de su región, pero tienen miedo de fusionarse con las demás culturas
del mundo, por eso al no entender esa cultura, sea por su idioma o su forma de
vivir, se crean conflictos, malentendidos y acaban desgraciadamente en guerras
que siempre las guerras son lo peor… porque nunca gana nadie, siempre se
pierde, da igual qué cultura gane, mientras hayan victimas mortales, siempre se
pierde. – respondió Uriel algo taciturno.
-¿Por qué los ángeles no actúan para tener paz?-
pregunté preocupada.
-No es tan
simple. Mientras que tú nos veas y trabajes con nosotros, la mayoría de las
personas nos tienen miedo, y tienen miedo de ser ellos mismos. La paz mundial
no es algo que nosotros, los ángeles podemos dar a este mundo, es algo que debe
fluir entre ustedes. – le interrumpí.
-¿Por qué con lo divinos que son, ustedes se
aparecen con esas alas y ya saben de quién vienen?- pregunté.
-Las
creencias han sido la mayor fuente principal de las guerras. ¿Tú sabes cuantas
veces ha habido un conflicto de guerra en la humanidad a lo largo de la
historia que han dicho “en nombre de DIOS” solo existe un DIOS y es el mío? Por
ello han matado a gente, la humanidad se está preparando para llegar a la
iluminación, pero no lo podemos hacer nosotros, los ángeles solo les cuidamos y
solo podemos ir ayudándoles si nos piden ayuda. El libro albedrío es sagrado
para nosotros, la paz mundial es un trabajo interno muy importante que
esperemos que pronto se haga, mi amor. – respondió.
Comprendí que debemos hacerlo nosotros como HUMANOS,
conseguir la paz mundial y la primera tarea para realizarlo es respetar y
conocer las distintas culturas que forma la humanidad. Algo que seguimos
cateando, porque siguen existiendo guerras en el mundo.
-¿Qué puedo hacer para que consigan esa paz mundial?-
le pregunté.
-Respetar a
los demás y serás respetado, no te cierres a la expresión del amor, que aunque
muchos solo quieran entender el lado amoroso, el amor tiene muchas vertientes y
es el vencedor de todas las dudas, que al fin y al cabo pueden terminar con las
guerras. – dijo Uriel.
-¡No lo entiendo!- dije.
Uriel se puso a reír, me acarició el hombro.
-No te
preocupes por eso, siempre es un placer ayudarte. – respondió Uriel.
La Salima me había abierto las puertas de su casa y de su
corazón, y su madre también al igual que toda su familia. Ellos respetaban que
no fuera de su cultura, ni de su religión, mientras que yo intentaba adaptarme
a ellos, tanto a su comida como las horas del rezo. Nunca he presenciado ese
momento, pero respeté en todo momento cuando la Salima tenía que dejar de jugar
o quedar veinte minutos más tarde, porque era la hora del rezo, y la cultura
islam rezan cinco veces al día. Particularmente su familia no era de costumbres
recias, más tarde fui comprendiendo que dentro del islam hay más o menos
personas que se lo toman más en serio o no.
Una de las cosas que más me llamaban la atención, era el
velo de las mujeres, su madre cuando yo visitaba a la Salima, tenía que ir
rápido al cuarto a cubrirse la cabeza. No lo entendía, pero lo acepté, pero al
mismo tiempo veía a la Salima sin el velo y me entraron dudas de si ella
terminaría igual o no.
-Oye, ¿Por qué tú aún no llevas velo?- le
pregunté.
-Todavía soy pequeña, mi padre me dice que cuando
sea una mujer, tendré que llevarlo.- respondió la Salima.
-¿Y no te pregunta si lo quieres antes?- le
pregunté curiosa.
Me miró pero no dijo nada, su mirada era inocente, eso
quería decir que no tenía otra opción o no había encontrado otro motivo.
Al día siguiente en el colegio, apareció la Saida con el
velo, y me quedé un poco a cuadros. ¿Ya era mujer? ¡Tan pronto! Quería
acercarme a ella y preguntarle, pero cuando vino la profesora de música la Anna
y vio que lo llevaba… puso en silencio a la clase del “disgusto” que le había
hecho sentir a la profesora solo por llevar el velo.
-¿Dónde vas así, Saida?- preguntó de malas
maneras.
La Saida era un poco tímida y no respondió, no delante de
todos.
-¡Respóndeme, Saida! ¿A sido obligada a ponerte
el velo?- preguntó la Anna su tono de voz aumentaba por momentos, su enojo se
veía reflejado en los ojos en sangre.
La Saida solo se encogió de hombros y desvió la mirada al
suelo por vergüenza.
-¡Ven conmigo!- la profesora la agarró de la mano
y se la quiso llevar de clase.
-¿A dónde se la lleva?- le pregunté.
-¡Laia, siéntate!- me exigió.
-¿A dónde va?- le exigí.
Me cerró la puerta en las narices dejando la clase sola. La
puerta era de cristal y se podía ver qué sucedía en el pasillo, se la llevaba a
través de las escaleras de profesores mal agarrada del brazo como si hubiese
hecho algo malo.
-No, no, no… ¿qué le va a hacer, Dary?- le
pregunté susurrándole.
-¡Vamos, ve
tras ella! – gritó Uriel preocupado.
Abrí la puerta y me fui, me daba igual meterme en líos, pero
mi mejor amiga no había hecho nada malo. La clase ni se dio cuenta de que me
había ido, armaban jaleo sin control ninguno.
PD1. Esto es en memoria a las victimas de los terremotos que han ocurrido en Marruecos. (No estaba programado así, pero el universo lo tiene todo conectado).
PD2. Estas dos semanas solo pondremos el Espejo de Mi vida.
Recomendación: Figa Flowars - que no s'acabi (Canción).