Durante el último día en Eurodisney, nos tocaba estar en Walt Disney Studios, una parte que tenía muchas ganas de saber, porque en teoría había escuchado que aquí es dónde te cuentan un poco cómo hacen algunas escenas de acción en las pelis, entre otras cosas. La primera imagen que me impactó, fue ver el tanque de agua con las famosas orejas de Mickey Mouse, y la forma en cómo estaba decorado, por un momento me sentí que estábamos en la Hollywood de América (les recuerdo que nunca he estado en Los Ángeles, no en esta vida, pero reconocí el lugar).
La primera atracción que nos subimos me gustó mucho, era como una especie de tren dónde te iban enseñando los diferentes platós de acción, hubo un momento en que el tren entró en una especie de túnel de agua, dónde de repente estábamos navegando como si estuviésemos en los troncos de una montaña russa y se detuvo. No podía entender lo que decía la guía porque todo era en francés, de nuevo me tuve que inventar la explicación según lo que iba viendo, creo que tampoco me equivoqué de mucho. Ese momento, nos quedamos quietos y en silencio esperando algo que iba a pasar a nuestra izquierda. Dónde había un muro de tierra, no sé cuanto rato después apareció una cascada de agua tan grande que nos mojamos un poco pero como hacía calor, se agradeció bastante.
La siguiente atracción, era en realidad un espectáculo de autos, dónde simulaban tiroteos, persecuciones, acrobacias de película, etc… Fue muy divertido, a mi estas cosas las adoro, el “como se hizo” y todas las acrobacias son increíbles, ya saben que de pequeña jugaba con autos de juguete, ese espectáculo era en realidad como estar dentro de una película, porque se sentía el calor cuando de repente algo salía ardiendo, un edificio o encima del canal que había de agua se encendía fuego. ¡Impresionante! El más curioso de los autos, había uno rojo que manejaba todo el tiempo al revés, y pensaba “¡Wow que destreza!” pero en un momento abrieron la puerta del auto y se ve como el conductor lo tenía todo al revés, en vez de estar encarado de cara al capó, estaba encarado de cara a la cajuela, por eso manejaba al revés. Me puse a reir, pero fue muy espectacular.
Nos subimos a un montón de cosas, a unos aviones, luego en Star Wars, a mi esa pelis no me acaban de gustar, no entiendo como George Lucas las empezó a grabar desordenadas, eso confunde mucho. Fuimos a un cine de 4D sobre la película Cariño, he encogido a los niños que me encantó, todo lo que es 4D con las gafas 3D son muy divertidas practicando el tercer ojo. Hubo un momento en que veíamos serpientes y ratas y cómo grité incluso en una ocasión intentaba darle un golpe o agarrarlo del cuello a la serpiente, pero era en 3D la imagen, así que se pueden imaginar yo intentando agarrar el aire. Me sentí ridícula cuando me di cuenta.
Hubo una atracción que sinceramente la pasé muy mal, no sé si en la actualidad seguirá en funcionamiento, pero no me gustó nada. No recuerdo el nombre, pero se suponía que con grupos de 25 personas entrabas en una especie de nave espacial, pero no sé de què peli era. Mientras que caminabas por una especie de nave espacial muy bien decorada, yo pensaba que aún no era la atracción que eso formaba parte de la cola, ya saben que estos lugares dónde esperas también hay temática de lo que vas a ver o hacer dentro de la sala. Se escucharon unos gritos en francés y la señal de alarma se activó, acto seguido las compuertas se cerraron, nadie gritaba aunque hablaban fuerte, empecé a angustiarme tanto que miré a mis padres y a mi abuela, por si tendría que ayudarles a socorrerlos. Pensaba que había pasado algo de verdad, algo malo a fuera y estábamos atrapados en ese lugar.
Empezó a salir humo, pero no sabía de dónde (era humo de efecto especial pero yo pensaba que había un incendio en una de las compuertas cerradas) y acto seguido el piso empezó a moverse igual que un terremoto. ¡Allí grité! Pero ni mis padres ni mi abuela se aferraban a la baranda, así que agarré sus manos como pude y les obligué a agarrarse fuerte en la baranda. Los rodeé como pude con mis brazos e intenté salvarles la vida.
- ¿Qué está pasando, Dary?- grité.
- Mi amor, tranquila. Esto forma parte de la atracción. Nadie va a morir. Mira… es todo artificial. – dijo Uriel para tranquilizarme.
- ¡Gabriel! ¿Dónde estás?- grité ignorando a Uriel.
- ¡Aquí, mi vida! ¿Qué te pasa? – dijo Gabriel.
Le di la mano y me aferré a él.
- ¡Rodéame, por favor!- le pedí.
Gabriel simplemente obedeció, su cara no entendía mucho qué me pasaba, pero tampoco se lo pensó, actuó en consecuencia.
Poco tiempo después todo pasó, las compuertas se abrieron y nada había pasado. En cuanto salí de allí, me sentí mal, me agobié tanto que me quedé dándole de la mano a Gabriel casi el resto de la tarde, ya que antes de subirnos a esa atracción ya habíamos almorzado. La última atracción del parque que nos subimos fue al Rock’n Roll, que buena fue, mi abuela no quiso subirse, así que se quedó esperando en la salida con las bolsas. Normal que no quisiera salir, si esta atracción te ponen dos veces boca abajo. Me gustó más esta, que el Space Mountain.
A las seis de la tarde, volvimos al hotel a buscar las valijas, el autobús con la guía de la agencia nos vino a buscar y nos llevó directamente al aeropuerto. Facturamos, y luego pasamos control de seguridad, pero a mi abuela la pararon porque llevaba unas tijeras de cortarse las uñas en el bolso, las tijeras se tuvieron que quedar en el aeropuerto. A las nueve de la noche, embarcamos de nuevo en Iberia, y a las once de la noche pasadas, llegamos al aeropuerto del Prat de Barcelona. Agarramos el auto que estaba estacionado en el parking, y nos fuimos para Manlleu.
Era domingo pero ya oficialmente era medianoche, así que tan solo faltaban ocho horas para levantarse, agarrar las cosas y regresar a clase, empezando el nuevo curso de 4rt de Primaria, esta vez me tocaría estar en la letra C. Esa fue la primera noche que antes de empezar un curso nuevo, pude dormir como un tronco, debido a que el viaje de vuelta de París me dejó grogui y con una oreja tapada que se me destapó al día siguiente. Me olvidé de tomar chicle cuando despegábamos.
Los nervios del primer día de clase, florecieron con las mismas incertidumbres, y con la misma pregunta de todos los años ¿La profesora será buena o mala? De nuevo me tocaba profesora, ya no sabía si algún año me tocaría un profesor como tutor. Esta vez había un cambio en mi casa, debido a que mi madre empezó a trabajar como repartidora de correspondencia en una empresa privada de cartas y publicidad, mi padre sería el encargado de levantarme, prepararme y de llevarme al colegio a la mañana y a la tarde. Por primera vez, empecé a desayunar en casa antes de ir al colegio, aunque fuese leche con Cola-Cao. Por lo menos se me hacía menos pesado esperar a la hora del patio, y el desayuno del patio también cambiaba mucho.
Lo que no me gustaba era, que mi padre me llevaba siempre a tiempo a clase, eso quería decir que siempre llegaba a la hora del rezo, algo que como ya saben, detestaba. Y otra cosa era que mi padre tenía como mala costumbre, agarrar el auto para hacer distancias cortas, gastar gasolina por cinco cuadras, lo veía innecesario pero yo no le podía decir eso, me tenía que callar.
Con la bata puesta y una mochila que pesaba como un demonio, entré por la entrada del año anterior, ya iba a entrar y salir por allí hasta sexto de primaria, y me fui al patio a buscar a mis compañeros de clase. La profesora que rondaba la jubilación, alzaba un palo con un folio que decía 4rt C. Me animé cuando recordé que en ese curso la Julia ya no estaría más en ese colegio, y me cuestionaba muchas cosas sobre cómo serían ahora las relaciones con los compañeros de clase, esperaba que fuese todo a mejor. Pero mientras que llegaban los compañeros, deseaba que en ningún momento entrase por la puerta del patio la Júlia y me hubiese dado falsas esperanzas, pero por suerte ella ya no vino más.
Ese curso volvía a ser especial, porque subiríamos una planta más, se había acabado estar en la primera planta, ahora seríamos alumnos de segunda planta, por encima de nosotros ya no había más plantas, eso quería decir que habíamos entrado a la zona de los mayores del colegio. Cuando subí a la segunda planta, me sentí mayor, pero fue bonito, ya no éramos ni los pequeños ni los mayores, éramos los medianos, nadie se podía meter con nosotros. Subimos por las escaleras negras y después nos desviamos a la izquierda (quedando una planta por encima de dónde estaban los de primero curso de primaria), nuestra clase era la primera puerta que encontrábamos, al entrar, nos dejaron sentarse como queríamos, y yo me senté con la Saida que me alegré mucho de volver a tenerla en clase, al igual que Sergi, Gerard, José, la Xènia y Arnau.
- ¡Bienvenidos a 4rt de primaria! Yo soy vuestra tutora, me llamo Carmen- dijo la tutora (nosotros la conoceremos como Carmencita, para que no la confundan con la de segundo).
Como ya he comentado antes, Carmencita rondaba la jubilación, más de sesenta años tenía segurísimo. Llevaba el pelo cardado en rubio (de abuela), unas gafas con mucha graduación de pasta antiguas (aún y así no veía bien), llevaba sonotone en las dos orejas, era muy alta, con un cuerpo más bien parecía un pino porque los brazos eran secos y el cuerpo normalillo, aunque bastante desproporcionado la verdad. Llevaba la bata verde de rayas típica del colegio pero con hombreras (que ya no se llevaban), pantalones de tela con la raya, y zapatos negros con un poco de tacón, todo al estilo abuela de los años ochenta.
Mi primera impresión fue bastante de preocupación, pensaba que a mitad de curso se nos iba a morir, porque encima Carmencita no parecía que estuviese muy bien de salud, pero bueno, la directora veía que ella era buena y yo no tuve más remedio que comérmela con patatas.
- Este año, como pueden comprobar, tienen dos alumnos nuevos, por favor, pónganse de pie y preséntense.- dijo Carmencita.
Se levantó una chica muy guapa, que llevaba el pelo largo liso, tenía la piel tostadita y era bastante alta, casi de mi estatura (yo seguía siendo de las altas de la clase), la vi un poco tímida.
- ¡Hola! Yo soy Sara, y vengo de Melilla. No hablo catalán, pero espero aprender pronto.- la voz de Sara casi no se le entendía porque era tímida, pero que lindo nombre.
Luego se levantó un chico que ya se le veía que era magrebí, hablaba en español pero no se le entendía mucho.
- Yo… soy… Abdelkarim… Karim. Soy de… Marruecos. – dijo le costó mucho presentarse.
Había otro chico que venía de Marruecos, pero no hablaba ni una pizca de español, tenía un ojo totalmente ciego (incluso lo tenía con sangre, pero en realidad era que había nacido contaminado por unas aguas cancerígenas, porque su madre al estar embarazada bebió de esa agua y él salió así) se llamaba Mohamed, bautizado en la clase como “El nuevo” porque ya teníamos uno, pero es que al mismo tiempo era quién tenía el número nueve en la lista de alumnos.
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HR.
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