La Jenny se tomó dos vasos de agua nada más entrar en el comedor, algo que estaba prohibido comer ni beber nada, sin que todos hubiésemos entrado, pero parecía que no podía aguantar. Después de cantar la canción de la lechuga todos juntos haciendo los gestos, empezamos a cenar.
- Mañana te toca dormir en la litera de arriba, Laia.- dijo la Jenny.
- ¿Crees que lo tenemos que hacer así? Yo estoy bien en la cama inferior…- le dije.
- ¡No, decidimos turnarnos y así lo haremos!- exigió.
- De acuerdo.- le dije por no discutir por ello.
El miedo que me daba dormir en la litera de arriba, era porque suelo moverme mucho y tenía miedo de caer en el suelo. Me daba miedo decirle, pensaba que se reiría de mí, de todas formas Uriel me miraba con cara de que intentase por todos los medios no dormir en la litera de arriba, que sino no podría garantizar mi seguridad. ¡Tan mono como siempre él es!
Después de cenar, tuvimos media hora de libertad, nos fuimos a jugar en la sala de baile, mientras esperábamos a los profesores que terminasen de cenar, aunque tuve que ir más tarde porque nos tocó recoger y barrer nuestra parte del comedor. Durante el juego de noche de ese día, nos dividimos en grupos y nos fuimos al bosque, fue realmente aterrador porque se suponía que se habían perdido cinco jóvenes hacía mucho tiempo en el pantano y teníamos que ir a buscarlos. Esta historia formaba parte del juego, no era que se habían perdido de verdad, solo era el juego, no se asusten.
Durante el trayecto que yo estaba agarrada del brazo de la monitora como si no existiera un mañana, del miedo que tenía. La oscuridad me asustaba tanto a esa edad, que aún no sabía cómo conseguía dormir por las noches, supongo que entre tata agua de piscina, juegos al aire libre e historias de terror, era ver la cama, tumbarse, cerrar los ojos y abrirlos siendo la mañana siguiente para volver a empezar. Ese juego de noche me asustó de verdad, porque uno de los chicos que representaba que se había perdido, era uno que me causaba mucha familiaridad y que solo había tenido el placer de conversar en una sola ocasión, era un chico llamado Gerard y que además estaba en sexto, él ya no volvía el año siguiente.
Cuando llegamos a una de los pequeños cerros de alrededor del pantano, y vi las cinco cruces de madera plantados en el suelo de la roca y en ella estaban los cinco niños en posición de muerte. Realmente me asusté tanto que lloré. Una parte de mí sintió que eso era real, pero el corazón me decía que era todo un guion, una película, que realmente no había muerto nadie. Pero yo no lloraba por eso, sino que esa imagen al ver a Gerard en el suelo, empecé a recordar algo aterrador…
Hacía mucho calor, pero era de noche y se podían ver unas estrellas muy brillantes en el cielo. Estaba tumbada en el suelo en silencio, mientras que escuchaba otros roncar, miré alrededor y vi tres hombres con el pelo largo dorado, pero con la vestimenta como si fuesen soldados de le época de 1700, porque parecían que llevasen el típico vestido de pirata pero a lo Noble. Me di cuenta que yo también era un hombre, a mi derecha tenía los pies de otro que estaba despierto, le miré, tenía el pelo pelirojo y su acento parecía del norte de las tierras, algo más cerrado. Habíamos acampado bajo los árboles.
- Si conseguimos ganar la batalla de mañana, la ruta que conecta el imperio Chino con nosotros, será nuestro.- decía el hombre con orgullo y gran pasión por ganar la batalla.
- ¿Crees que hacemos bien de creerlo?- le pregunté.
- Alejandro sabe lo que hace. El imperio Chino será nuestro o parte de él, ¿sabes lo que significa eso?- dijo alabando aún más estas ideas.
- Empiezo a pensar que después de tantas grandezas, llegar al imperio Chino puede ser nuestra ruina. No hemos cruzado medio Persia para perder ahora todo.- dije.
- ¿Cuestionas las ideas del gran Alejandro el Magno?- preguntó el hombre frunciendo el ceño.
- Solo quiero que sea seguro.- comenté.
Antes de inspirar tras lo que dije, me encontré con el hombre que tenía los ojos oscuros, me estaba amenazando con un cuchillo en la yogular, su rodilla estaba encima del pecho, notaba su peso que me aplastaba.
- ¡Eso es traición y se paga con la vida!- susurró.
Regresé del recuerdo sin saber cómo terminaba, pero me asustó tanto que seguí llorando y gritando como si me estuviesen persiguiendo, pero es que el grupo empezó a arrancar a correr no sabía porque y casi perdía el brazo de la monitora. Al llegar de nuevo al complejo, nos mandaron a la sala de baile, allí nos contaron que los niños sus fantasmas divagaban por el complejo y que durante esa noche mientras dormíamos vendrían a buscar a algunos de nosotros. Entonces nos mandaron a dormir.
Le di las buenas noches a la Jenny y me quedé mirando los muelles de la litera de arriba pensando, por las sensaciones que tenía, Gerard de los mayores del Tripijoc era el hombre pelirrojo que me amenazó en esa vida, pero que ahora no compartíamos absolutamente ningún tipo de relación. Me pregunté ¿traicioné realmente a alguien tan importante como Alejandro Magno? ¿Fui capaz de venderle la cabeza? No conocía la historia al completo, pero si que conocí un poco de refilón que existió un rey después del antiguo Egipto llamado Alejandro y durante uno de los momentos más importantes del imperio Romano. A pesar de la historia de noche, me quedé frita antes de poder volver a ver a Gabriel y charlar con él.
Al día siguiente desperté con ganas de ir al baño, aún era un poco pronto por lo visto no nos habían despertado. Me levanté y le pedí a Uriel que me acompañase al baño. Al volver, me metí otra vez en la cama, pero volvía a levantarme y miré la litera de arriba, la Jenny no estaba. Miré por toda la habitación y la mitad de las camas estaban vacías, no tenía ni idea de qué hora era, pero el resto dormía plácidamente.
- ¿Qué ha pasado? ¿Dónde están los demás?- le susurré a Uriel.
Antes de que respondiera me acordé de lo que habían dicho que pasaría con el juego de noche, los espiritus se los llevarían.
- ¡Ha sido una noche muy dura, mi amor! Tus compañeros ya no están contigo hasta el próximo curso… - dijo Uriel preocupado.
- ¿Por qué?- dije.
La Maribel apareció por la puerta, al verme a mi en medio de la habitación se acercó rápidamente bastante preocupada.
- ¿Te encuentras mal, Laia? ¿Tú también?- dijo la Maribel.
- No, no, yo estoy bien, Mari… pero ¿qué ha pasado? ¿Dónde están los demás?- pregunté susurrando.
- En el hospital.- respondió la Maribel.
La Maribel despertó a los demás veinte minutos antes de lo normal, avisándonos que había reunión antes de desayunar importante. Nos teníamos que vestir ya con el bañador e irnos a la sala de baile, nuestro punto de reunión. La cara de Pep y los monitores eran un Cristo, estaban tristes y muy preocupados.
- Vuestros compañeros no regresarán del hospital, porque se han intoxicado debido a que el agua de la fuente no es potable. Si algunos de ustedes se encuentra mal, que nos lo haga saber, pero nosotros seguiremos con el plan previsto, mañana como estaba planeado, después de almorzar volveremos a Manlleu. ¿Alguna pregunta?- dijo Pep, en estos casos siempre era el portavoz.
Los familiares estaban avisados, incluso los que seguían bien sin estar hospitalizados y sin síntomas. Porque la notica llegó a la prensa y los padres tenían que estar informados. Ese día vimos algunos canales de televisión como televisión española, TV3 y algunas comarcales como TVO el de la comarca de Osona. Hacían entrevistas a los dueños del complejo, hasta vimos a la policía investigando la fuente y también clausurándola. Por lo visto y por lo que nos enteramos, algunos padres habían denunciado porque resulta que los dueños del complejo no avisaron de que de esa fuente no se podía beber, no había ningún cartel ni nada.
Me preocupé bastante por la Jenny, le iba preguntando dos veces al día a la Maribel si sabía cómo estaba, porque al parecer era de las más graves, lo último que supe antes de volver a Manlleu, fue que se estaba recuperando mientras que los demás ya estaban a punto de volver a sus hogares. La noche antes de volver a casa, estuvimos en la discoteca del complejo, justo después de terminar el juego de noche. A mitad de las canciones, me estaba divirtiendo mucho con mis amigos, hasta que noté que alguien me agarraba de la mano derecha, miré y allí estaba Gabriel, miré alrededor seguían bailando como si nada, Gabriel me mostró la señal de silencio con el dedo índice en sus labios y luego me dijo con la mano que fuera con él, simplemente me dejé llevar.
Gabriel me llevó a fuera de la sala de la discoteca y nos fuimos a sentar en unos columpios que había, yo me senté en uno y él se quedó detrás de mi para columpiarme. Ya había aprendido a columpiarme hacía tiempo, pero no me importó. Luego frenó el columpio y se agachó a mi izquierda, su cara la tenía muy cerca de mi, me miró con ojos llorosos.
- Me quiero disculpar contigo, Laia. Mi comportamiento no es el adecuado últimamente, porque estoy pasando por complicaciones y no quiero lastimarte. Tú eres muy importante para mí, y no quiero lastimarte. – dijo Gabriel.
- ¿Por qué?- pregunté me sorprendió bastante su actitud.
- Cuando te miro y te observo, me acuerdo de nuestro pasado y me pongo triste, me acerco muchas veces porque me siento atado a ti de alguna forma, pero ahora volviste a nacer y sé que debo estar marcando las distancias, pero me cuesta mucho. – confesó.
Evidentemente que hablaba de esa vida juntos que sin querer me había topado en este lugar, pero no pensé que aún sentía cosas, a pesar de mi edad el corazón ardía diciéndome que todo lo que decía era verdad. Pero me daba mucho miedo admitirlo, porque si era así, ¿qué pasaría con el Chico de ojos verdes? Me sentía atada de forma inexplicable a los dos, pero uno como mi pasado y el otro como mi presente.
- ¿Vas a desaparecer?- le dije preocupada.
- Solo mantendré más las distancias, es mejor para los dos. – respondió, se le cayó una lágrima por la mejilla y a mí literalmente noté como se me desgarraba el corazón.
No pude decir nada. Gabriel se levantó, me dio un beso en el nacimiento del pelo, me acompañó de vuelta a la puerta de la discoteca, le di un abrazo y después desapareció ante mis narices. Volví a dentro sin muchas ganas de bailar, en cuando terminó el momento de la discoteca nos fuimos a dormir, cuando ya tenía el pijama puesto, esperaba a Gabriel pero no vino estuvo toda la noche custodiándome Uriel.
A la mañana siguiente, antes de ir a desayunar, tuvimos que armar la valija de nuevo. Al terminar, la Maribel me ordenó que hiciera la valija de la Jenny, así que con la ayuda de Uriel la hicimos. Dejamos las habitaciones, las valijas quedarían en una habitación con llave, fuimos a desayunar, luego a dar un paseo, después a la piscina y al ir al comedor a almorzar, aproveché que estaba bastante sola en la mesa para hablar con Uriel.
- Dary, ¿dónde está Gabriel?- le pregunté.
- Ha decidido no custodiarte así como yo por un tiempo largo, a partir de ahora en las noches también estaré contigo. – respondió Uriel.
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HR
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