- ¡Ay, Gabriel… lo siento pensé que eras la mujer del pantano que venía a secuestrarme!- le confesé algo avergonzada.
Gabriel empezó a hacer muecas para ver si la mandíbula estaba bien.
- Recuérdame que nunca te haga enojar, mi amor. ¡Qué golpe! – Dijo Gabriel.
Me eché a reír, me abalancé hacia a él, le di un beso en la mejilla, él me devolvió el abrazo y nos separamos. Me di cuenta de que era tarde en la noche, el Sol aún no había salido y todos estaban durmiendo.
- ¿Qué haces aquí Gabriel?- le pregunté.
- Me preguntaba ¿si te apetecía dar una vuelta conmigo por el complejo?- me ofreció la mano Gabriel.
Sin pensármelo mucho acepté, así que salté de la cama y me fui con él, antes miré si veía a Uriel, pero no estaba. Cuando estábamos en el pasillo, le detuve un momento…
- ¿Dónde está Dary?- le pregunté.
- Ha salido y me ha dejado a mí a tú cargo. – respondió susurrando.
Hacía muy poquito tiempo que a veces Uriel tenía que irse a la noche y me dejaba con Gabriel, fue cuando recordaba que él también era como una especie de guardián, pero su trabajo era un poco distinto. Por así decirlo, Uriel era el guardián oficial y Gabriel el sustituto. Finalmente tras caminar por una media hora, nos quedamos en un campo de futbol de hierba, Gabriel sacó de su bolso una manta la puso en el suelo, para quedarnos tumbados mirando las estrellas, que eran tan bonitas, mientras seguíamos conversando.
- Cuando Dary se entere de esto, no le va a gustar…- dije.
- No va a pasar nada porque una noche duermas menos, ¿no mi amor?- respondió él tan permisivo como ha sido siempre.
- Claro, pero eso quiere decir que quizás a las doce del mediodía tenga un sueño interesante… ¿qué le dirás a él?- le dije.
- Nada interesante, solo que nos apetecía ver las estrellas, en vez de soñar estando en ellas.- dijo y nos pusimos los dos a reírnos.
Sus ojos brillaban muy intensamente, eran verdes como nunca los había visto, automáticamente me puse algo nostálgica porque esos días que estaría allí, no podría ver al Chico. Pero estar en la compañía de Gabriel también era muy agradable, aunque sabía y sentía que él es mucho mayor que yo si contamos en años terrestres, él fue el segundo arcángel que nació en el universo, su forma de ser y la mía se parece mucho. Con él me sentía igual de joven, igual de adulta pero también igual de chiquita que él. Como si su alma y la mía fuesen almas gemelas, una conexión de mejores amigos aunque uno viva en otra dimensión y muchos de mis amigos de 3D no lo podía llegar a entender nunca o así lo pensaba en ese tiempo.
- ¿Ahora en qué dimensión te encuentras?- le pregunté interesada.
Gabriel pasó su brazo por debajo de mi cabeza, podía notar su presencia y su cuerpo muy físicamente, pero yo sabía perfectamente que no estaba en viaje astral, por ende yo estaba en 3D y él tenía que estarlo también.
- Estamos en la misma vibración, mi amor. He saltado para que estemos juntos un ratito. – respondió Gabriel con su sonrisa, su piel era blanquita pero sus labios siempre han sido algo más gruesos. Su sonrisa perfecta, con sus dientes blancos impolutos.
- ¿De verdad que estás en 3D?- dije sorprendida, levanté la cabeza de su brazo y le toqué el brazo.
- ¿No lo sientes? – preguntó.
- No noto la diferencia, ya sabes que te puedo dar un abrazo aunque estés en otra dimensión.- le confesé.
- Muy cierto, mi amor. Pero ahora si alguno de tus compañeros se levantase para ir al baño y nos mirasen por la ventana, me verían contigo.- respondió.
Miré al edificio de atrás, aunque aún estaba en sombras, la luz de las estrellas lo iluminaban, era la habitación, en ese lugar del campo de futbol, como era más alto que el resto de los campos del complejo, nuestra habitación parecía que fuese de planta baja.
- ¿Qué significa que saltaste?- le pregunté.
- Así es cómo se llama, cuando un ser de luz cambia de dimensión. Normalmente solemos saltar de 5D a 3D o subir a 9D. Es una forma rápida y eficaz de estar con nuestra gente cuando nos necesita, aunque solo se usa por una causa importante. – respondió.
- ¿Yo soy una causa importante para ti?- alcé las cejas en señal de sorpresa.
Gabriel me miró y dijo que si con la cabeza, empecé a reírme y le di un golpe flojo en el abdomen perfecto que siempre ha tenido.
- ¡Ay! ¿Qué pasa? Te estoy protegiendo, para mi es una causa importante…- dijo simulando que el golpe había sido más fuerte, bromeando como siempre hacía.
- ¿De qué? ¿De las abejas?- dije y me puse a reír.
Entonces Gabriel que estaba algo picarón, me agarró de la cintura y empezó a hacerme cosquillas, yo me retorcía de la risa. Él paró cuando se acercó tanto a mí, que nos quedamos en silencio mirándonos directamente a los ojos, como si estuviéramos hipnotizados uno del otro, algo que nunca había pasado, pero estaba pasando.
Varios minutos más tarde, apartó la mirada con vergüenza, aunque su mirada cambió muy rápidamente de alegre a tristeza, se separó, y nos quedamos mirando las estrellas. Me acerqué a él, lentamente, hasta que caí rendida encima de su pecho abatida por el sueño que tenía. Lo último que recuerdo fue, cómo Gabriel me agarró en brazos y me llevó de nuevo a la cama, me ayudó a ponerme dentro del saco y se quedó allí conmigo agarrado de mi mano, hasta que Uriel regresó a las siete de la mañana para estar listo a las ocho y empezar el día allí.
Uriel se bañó en la piscina conmigo, cuando necesitaba estar un ratito sin nadie de 3D. Me quedé algo preocupada por la reacción de Gabriel en el campo de futbol, así que le compartí con Uriel lo que había pasado.
- ¡Le dije que te dejase dormir! – dijo Uriel indignado.
- ¿Sabes qué le pudo pasar allí?- le pregunté.
- No te lo tomes a mal, pero Gabriel está pasando por un momento delicado. ¿Recuerdas a su mujer? – preguntó Uriel.
- Si, la que le dejo, ¿no?- dije.
- Hace un par de semanas, me dijo que cuando está contigo, le recuerdas mucho a ella. Aún la ama tanto que le lastima todo lo que le haga recordar a ella. No te lo tomes a personal, pero es que tiene razón, te pareces mucho… - dijo Uriel.
Primera noticia, me parezco a su ex. ¡Genial!
- ¿Dónde está ella ahora mismo?- pregunté preocupada.
- Ella encarnó en este planeta, pero Gabriel no sabe ni le quieren decir, quién es.- respondió Uriel.
Eso me puso bastante triste, tanto que decidí salirme del agua y estar en la toalla. El Sol pegaba tan fuerte que me quedé traspuesta sin querer.
Mi mente se volvió loca, parecía que estuviese viendo un recuerdo cuando estaba escondida en ese armario viéndome a mi yo del pasado besar a Gabriel. No sabía por qué, pero mi mente no podía parar de recordarlo en bucle, como si fuese lo que ahora llamamos Gift. Al mismo tiempo que no podía parar de repetir las palabras “la mujer que consiguió dejar a Gabriel y dejarlo desamparado”.
Me desperté alterada, Uriel me miró pero no quiso decir nada, me senté en la toalla observando a la multitud como algunos se bañaban, otros jugaban a cartas y otros charlaban de sus cosas. En ese momento yo me encontraba algo aislada a ellos, necesitaba estar un poco a solas con Uriel.
- ¿Dary, puedes responderme a una pregunta con sinceridad?- le miré él estaba a mi izquierda.
- Claro, ¿qué quieres saber? – contestó Uriel.
- Cuando me tapaste los ojos dentro del armario, ese beso que vi que le daba a Gabriel, era ¿por qué era yo no su pareja? – le pregunté.
Uriel inspiró profundamente, desvió la mirada para concentrarse en uno de los hilos de la toalla que era más largo, jugueteó con ese hilo, mientras que estábamos en silencio.
- Por favor, ¡necesito saberlo!- le exigí.
- Fuiste su novia en esa vida. – respondió Uriel por su cara parecía que no quería hablar del tema, pero para mí eso me concomía por dentro.
Solo de esta forma, podía entender porque esa noche bajo las estrellas casi me da un beso en los labios. Quizás el tiempo no haya sido suficiente para que él, me dejase de amar.
- Le dejé…- susurré.
- ¡No fuiste su mujer, solo su novia! – rechistó Uriel.
Le miré sorprendida pero arrugando la frente.
- Gabriel antes de su mujer, salía con diferentes chicas y tú eras una de ellas. ¡Pero hace mucho tiempo de eso, mi amor! Ahora las cosas son muy diferentes. ¿Sentiste algo cuando intentó besarte el otro día? – respondió Uriel algo molesto y preocupado al mismo tiempo.
- Me gusta tenerlo de mejor amigo, pero no puedo responderte, porque no sé qué se siente cuando te besan.- respondí.
Me sentía demasiada pequeña como para pensar en besos, parejas e intenciones de algo romántico, a pesar de que sabía perfectamente que mi amor más profundo siempre había sido el Chico de ojos verdes. Si en el pasado estuve con Gabriel, motivos tendría, pero en esta vida solo tengo besos, abrazos y estancias disponibles solo para el Chico de ojos verdes, mi llama gemela.
Entonces me tumbé de cara al Sol, con una mano me tapaba la frente para que el Sol no me diese directamente en los ojos, fue entonces cuando vi en el cielo algo lejos una persona con alas volando, pero estaba sostenida sin moverse mirándome directamente, reconocí que era Gabriel, sonreí y simplemente volví al agua a jugar con mis compañeros.
A las ocho de la tarde dese mismo día, me tocaba ducharme, fue difícil hacerlo en un baño mixto y sin cortinas, pero no tuve más remedio que hacerlo. Después de vestirme, nos fuimos al comedor a poner la mesa, ese día me tocaba el servicio del comedor, mientras que esperábamos a que los demás entrasen, me senté en mi sitio a esperar a la Jenny porque comíamos siempre juntas. Solía comer en los banquitos, de cara a una fuente de agua que todo el mundo iba allí a rellenar las jarras de agua, se suponía que era agua de las montañas cercanas al pantano, de una en concreto llamada Puig de la Força (Cerro de la Fuerza).
Recomendación: La Torre Oscura - Película de Netflix.
HR.
HERO&Corporation.
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