Capítulo 99:
El Titi empezó a toser bastante cuando llegamos a la cuarta
planta, yo en cambio me sentía algo cansada pero me gustó subir tantas escaleras.
Al llegar, vi al Alfonsito, Rafalé y por sorpresa estaba mi tito Juan y mi tita
Trini que habían venido des del Prat de Llobregat en tren. Después de
saludarnos, nos fuimos hacia uno de los cuatro pasillos, casi llegar al final
nos fuimos a la izquierda, llamamos a la puerta y entramos. En la habitación
estaba mi abuela en la cama con el oxígeno durmiendo, tenía otra compañera de
habitación, quién le acompañaba era mi tita Julia a su lado estaba el Padre de
Aros, a los pies vi mi prima Laura.
Nada más entrar, me sentí mal energéticamente hablando,
había una densidad y un olor tan horrible que mi cuerpo me pedía salir de allí.
Pero mi mamá me agarraba de la mano y tenía que darle un besito a mi abuela en
la frente sin despertarla. De fondo se escuchaba el pulsímetro como le estaban
monitoreando el corazón, era algo bajo menos de 70 pulsaciones por minuto en
reposo.
-
Titi…- dije con muy pocas fuerzas.
Pero no me escuchó, fui para agarrarle de la camisa blanca
de manga larga que llevaba, pero me esquivó sin querer, ni me vio. Le di un
beso a mi abuela, me alzaron para hacerlo porque llevaba las barandillas
puestas y además estaba atada en la cama. Los hermanos se pusieron a charlar,
intentando no despertarla, pero el chiste de mal gusto que dijo el padre de
Aros, la despertó y además me dio tanto coraje que le miré directamente a la
cara, sabiendo que nunca le hacía eso porque me daba cosa mirarle directo. Su
mirada y la mía se cruzaron con fuego, como si un universo estuviese en guerra,
luego miré la puerta y le miré a él.
-
Me voy al pasillo.- dijo descaradamente el padre
de Aros.
Le seguí con la mirada y mi padre me vio que lo miraba.
-
Mejor vete…- susurré.
Su energía de demonio, ambientaba la habitación provocándome
ese mareo tan fuerte que sentía, cuando se fue al pasillo, esos síntomas
empezaron a cesar. Desde hacía un tiempo que me había dado cuenta de que podía
sentir las emociones de los demás sin tener la necesidad de preguntarle nadie
cómo se siente, por eso sentía que todos estaban muy densos por la presencia
del padre de Aros.
-
¿Qué hago para ayudarles, Dary?- dije
telepáticamente.
-
Piensa en
tú corazón e igual que una radio emana tu frecuencia a la habitación.- dijo
Uriel susurrándome en la oreja.
Había aprendido a hacer eso en IÓN, pero no me salía muy
bien, siempre había como un obstáculo que me impedía hacerlo. Así que me
concentré bien en el latido de mí corazón, miré a los demás familiares y me
concentré en intentar visualizar el latido del corazón de los demás. Poco a
poco con mis ojos vi como des del pecho salían unas cuerdecitas que se unían
con mi corazón. Era el latido de ellos, que estaba curiosamente muy alterado,
en cuanto se unió al mío, sentí esa alteración dentro de mí.
-
Ahora
relájate y observa, mi amor. – dijo Uriel, también observaba eso.
Empecé a pensar en momentos graciosos todos juntos como
familia, en aquellos en que empiezan a contar historias graciosas y finalmente
nos descojonamos todos de la risa sin motivo. También pensé en un abrazo de la
familia, en las muestras de cariño que nos hacen felices en nuestras reuniones,
y finalmente pensé en lo unidos que estamos como familia y lo divertidos que
somos cuando nos juntamos.
El latido fue cesando y la vibración del miedo desapareció
por completo y empezó la buena onda.
-
Mamá, pronto regresarás a casa y podrás seguir
disfrutando de tus canales de televisión favoritos, al mismo tiempo que
revientas el plástico de burbujas con las yemas de tus dedos.- decía el tito
Juan.
Entonces mi tita Trini empezó a decir algo gracioso y lo que
sentía dentro de mí en el latido del corazón, simplemente se materializó de tal
forma que me dejó muy sorprendida. En cuanto vi que ya no tenía que unirme más
al corazón como piña que somos, simplemente desconecté los puntos y la buena
onda se quedó entre nosotros. El Titi me miró y me guiñó el ojo, comprendí que
esa era su forma de darme las gracias, por primera vez me había funcionado,
supongo que a veces cuando estas en una situación real, la concentración
aumenta cuando sabes que de ti dependen la vida de muchos.
Me acerqué a la abuela Victoria, le agarré de la manito y
ella me miró aunque llevaba la mascarilla de oxígeno, pude ver a través de ella
su sonrisa de feliz. Ella en ese tiempo se pensaba que tenía cinco años, pero
siempre me había reconocido, porque se quitó la mascarilla un momento.
-
¡Laia!- gritó la abuela Victoria.
Mi madre se quedó parada, hacía tiempo que no se acordaba de
los nombres de sus hijos ni de sus nietos, así que se acercó a ella, le tocó el
brazo y la abuela la miró y le dijo su nombre, mi madre se emocionó.
-
¡Hey, se acuerda de nuestros nombres!- se emocionó
mi mamá mientras lo decía en alto.
-
¡Mamá! ¿Quién soy?- le dijo la tita Trini.
-
¡Trini!- dijo la abuela.
-
¿Y yo?- dijo la tita Julia.
-
¡Julia!- contestó.
Dijo todos los nombres, incluso preguntó por sus nietos, se
acordaba de todo. En medicina lo nombran momento de lucidez de la enfermedad,
pero en la jerga de los trabajadores de luz, lo llamamos conexión con su esencia.
Pero en el momento que dejé de darle la mano, volvió a ser
una niña de cinco años, que no sabía ni que estaba en el hospital. Mi madre lloró
y tuvo que irse al pasillo. Le volví a dar la mano a mi abuela y regresó. El
Titi me vio y sonrió aunque se encontraba al otro lado de la cama.
-
Mamá, te queremos mucho y te cuidamos con todo
nuestro corazón. Pero tú vida ha agarrado otro rumbo ahora mismo, de todas
formas, te amamos igual.- le susurró el Titi en la oreja.
-
Y yo a vosotros, hijos míos.- contestó la
abuela.
El Titi me hizo un gesto y dejé de agarrarle la manito, para
que mi abuela siguiera su trascurso de la enfermedad. Ella había elegido pasar
por esto, estaba escrito en su karma y lo único que podíamos hacer era cuidarla
hasta el fin de sus días en esta encarnación. Duele mucho cuando ves que no
puedes hacer nada más por alguien que está enfermo, sabiendo que con la
sabiduría que se me había ofrecido, el universo entero ante mis ojos, no podía
hacer nada porque mi abuela había elegido morir así. Perdiendo sus recuerdos,
perdiendo su identidad para volver a ser NADA, igual que el universo VACÍO,
igual que la dimensión cero, ser NADA para ser TODO en un mismo tiempo-espacio.
Me fui al pasillo a buscar a mi madre, pero ella entró de
nuevo a la habitación, entonces me quedé solita en el pasillo, en la entrada
antes del hall, vi al padre de Aros que caminaba como siempre arriba y abajo
delante de los ascensores. Miré que nadie de la habitación me estuviese
vigilando, y me fui con Uriel a hablar con el padre de Aros. Cuando llegué, él
se detuvo mirándome yo le miré a los ojos, los tenía completamente negros.
-
¿Para quién trabajas?- le pregunté.
-
Anda que eres educada, ¿y los modales?- dijo el
padre de Aros.
-
¿Para quién trabajas?- le exigí.
-
Ya lo sabes.- contestó con un tono de chulería.
-
¿Gämael?- dije.
-
Si.- contestó firmemente.
Se me congeló el corazón.
-
Necesito que me hagas un favor.- le dije.
-
¿Le pides al diablo un favor? ¿A cambio de qué,
de tú alma?- arqueó las cejas en señal de sorpresa pero terminó riéndose a
carcajada limpia.
-
A cambio de que si quieres seguir vivo, no me
toques lo que puedes arrepentirte.- le dije.
-
¡Ei… los modales niña!- gritó.
-
¡Los pierdo cada vez que tu jefe intenta matar a
uno de los míos!- le grité.
El padre de Aros suspiró e intentó calmarse.
-
¿Qué quieres?- me preguntó arrugando la frente,
como si le molestase mi presencia.
Me giré a la izquierda, cuando Uriel me entregó una carta la
agarré y se la ofrecí.
-
Entrégale esta carta a Gämael, va en mi nombre.-
le dije.
El Padre de Aros miró la carta blanca con toques verdes
azulados en las puntas y me miró a mí, en un silencio sepulcral aceptó la carta
y se la guardó en su saco que solía llevar siempre a su lado. Antes de que
dijera nada más, me regresé a la habitación con la familia. Pero antes de pasar
por la puerta, me encontré con un ángel que nunca había visto, llevaba una
túnica azul marino, con un anunciador en azul clarito, tenía el pelo liso hasta
los hombros color negro, pero sus alas eran grandes igual que las de Uriel pero
en tono café. Me paré ante él, pensando que era un Egregor, lo que llamamos un
ángel negro o un ángel de la oscuridad, pero el corazón me decía todo lo
contrario, que ese ángel era de la luz, solo que sus alas eran diferentes.
-
¡Hola
hermano! ¿Cómo estás?- le dijo Uriel al ángel.
-
¡Bien
Uriel! ¿Y tú?- contestó el ángel,
su voz me relajaba bastante por eso arrugué la frente y me puse en guardia,
quizás me estaba como intentando hipnotizar para luego tantearme o cualquier
cosa, porque los Egregors usan el poder de la persuasión para que termines
haciendo cosas que no debes hacer.
-
Bien. ¿Tienes algo que ver con Victoria? – le
preguntó Uriel.
-
Sí, estoy
con ella esta semana. Pero no se
avecinan buenas noticias, Uriel. – respondió el ángel.
-
¿Quién eres?- dije con tono desagradable, Uriel
me dio un golpecito suave en el hombro, le miré pero no relajé ningún musculo
de mi cara.
-
Discúlpala…
no sabe que eres Azrael, mi amor, él es mi hermano. No le juzgues por el color
de las alas, él es de los nuestros. – dijo Uriel amablemente.
En cuanto escuché el nombre, me relajé por completo,
recordaba su nombre en las conversaciones sobre ¿qué hay más allá de la vida?
Su nombre se escuchaba mucho, me sentí una idiota por juzgarle, nunca lo hacía
con nadie y esa era mi primera vez.
-
Lo… siento mucho… pensaba que era… ¡ay… no
quería ofenderte!...- dije vergonzosa.
-
No te
disculpes, no eres la primera ni serás la última que termine confundiéndome con
un Egregor. Mis alas siempre me delatan, pero Dios quiso que tuviera las alas
de este color, a honor a mi trabajo. La muerte en vistas humanas es algo triste
y horrible, pero a nuestros ojos es la forma en que un Ser transforma la
materia que él es, para convertirse en luz eterna, espíritu y volver al
universo a su forma original. – respondió Azrael.
-
Si, los humanos tienden a dramatizar cuando ven
que alguien “desaparece” para siempre de sus vidas, pero solo viajan a otros
planos de consciencia, de los miles que hay, pero el resto se olvidó de que
existen. – comenté.
Nos pusimos a reír los tres por mi comentario sarcástico.
-
¿Qué haces con mi abuela?- le pregunté a Azrael.
-
La estoy
acompañando, ella se está preparando para morir. – dijo Azrael sin dejar de
mirarme a los ojos, los suyos eran azules cristalino.
Capitulo 100:
No pude reaccionar a eso, me quedé totalmente paralizada, ya
era oficial, le quedaba poco tiempo de vida. Los médicos no sabían a cierta
ciencia cuanto tiempo, porque la enfermedad había avanzado mucho, pero como ya
llevaba más de diez años enferma, podían ser meses o incluso dos años más, pero
la visita de Azrael daba por sentada de que quizás no serían ni dos días.
-
¿Cuándo va ocurrir?- le pregunté algo seria,
afectada en el fondo.
-
Eso no
depende de mí, sino de ella. Esta noche le haré la primera pregunta, y si
dentro de dos días contesta NO en esta pregunta, volveré en unas semanas y le
volveré a hacerle la misma pregunta por tres días. – respondió Azrael.
-
¿Qué pregunta?- dije.
-
Solo debe
responder a esta “¿Quieres dejar la encarnación actual?”- dijo Azrael.
No pude quedarme a charlar con él, porque mi padre me mandó
a entrar de nuevo a la habitación, al final nos quedamos un rato y nos fuimos
para casa, mi madre se quedó la noche con la abuela. Las dos noches siguientes,
intentaba entrar en el viaje astral pero me preocupaba que sonase el teléfono a
la madrugada para decirnos de que la abuela hubiese fallecido. Cuando me
levanté al cuarto día, me dio miedo bajar a la salita, era sábado, pero al
final entré en ganas y bajé, por suerte no recibimos ninguna llamada y la
abuela ya le habían dado el alta y se encontraba de nuevo en su casa.
A la semana siguiente, cumplí siete años de vida. ¡Qué
rápido había llegado el 23 de Marzo! Como tenía que ir a la escuela, decidimos
celebrarlo el domingo con mi abuela Filomena, mi tiet Josep y la noche anterior
junto a mis tíos de parte de mi mamá (los que vivían en Manlleu). Fue un día
bonito para mí, intenté aprovechar al máximo ese día, a la noche el Titi se
quedó a cenar en casa, mientras que esperábamos a que mi madre preparase la
cena, el Titi y yo estábamos sentados en las escaleras que llevaban al segundo
piso, jugando con una moneda de 20 duros (aquella que tenía un agujero en el
medio, que parecía un donut de metal en pequeño).
-
¿Sabes cómo funciona el equilibrio y el destino
en el universo?- preguntó el Titi.
-
No.- dije.
-
Es fácil, mira….- dijo mientras me mostraba los
20 duros en sus manos y luego lo hacía girar encima de las escaleras.- si una
moneda gira aunque sea plana y redonda a la vez, se mantiene en equilibrio y si
en algún momento pierde su eje, su destino cambia.- una de las monedas tras dar
varias vueltas terminó cayendo por uno de los lados quedándose plana.
Empecé a observar las demás monedas que seguían girando
formando una esfera multidimensional en todos los tiempos y espacios posibles e
imposibles.
-
¿Te has fijado que los planetas son esféricos?-
preguntó.
-
Si. Igual que la moneda que gira.- contesté.
-
Así es, mientras que el planeta gire, mantendrá
su destino fijo y su eje en equilibrio. Durante el día y durante la noche, a
través de los días del año, hasta completar su vuelta alrededor del Sol, y sus
trece vueltas que la Luna girará alrededor de nuestro planeta. Manteniendo en
un mismo espacio, a todos los seres que por la ley de magnetismo seguirán
viviendo en ella. Hasta que la Tierra pierde su destino, y todas las vueltas
que da en sí misma durante un año, dejen de darle vida, dividiendo el eje en
dualidad.- dijo el Titi.
Me pareció una explicación muy buena sobre la vida que los
seres humanos estamos destinados a vivir a nivel biológico.
-
Cada persona es un planeta en él mismo, por lo
tanto tiene un eje y un destino fijado, que va variando según la toma de
decisiones que vaya realizando. Hasta que llega un día en que debe morir y
aceptar que ha aprendido todo lo que podía hacer en la vida en la que está a
punto de dejar, y emprender su nuevo viaje en otra dimensión.- dijo el Titi.
Le miré a los ojos, se había emocionado un poco, me quedé
mirándole intentando no llorar tampoco.
-
Mi querida Laia, mi ascensión está muy cerca y
pronto dejaremos de vernos así. ¿Recuerdas lo que dijo el Consejo del Karma?-
me preguntó.
-
Si, en cuanto tenga ocho años, tú te vas a ir.-
le dije.
-
Este es mi último año contigo en este plano. Ya
me han dicho cómo voy a irme, sé que no te va a gustar pero, es la única forma
para que los demás miembros de la familia no sufran tanto. Solo a ti te contaré
la verdad, deberás guardar mi secreto hasta que sea el momento adecuado para
que lo puedas contar, ¿de acuerdo?- me preguntó, tenía miedo nunca lo había
visto así.
-
De acuerdo. Te lo prometo.- dije sabiendo la
responsabilidad que conllevaba dicha promesa en mí corazón.
El Titi me susurró lo que le pasaría, y tenía razón no me
iba a gustar.
-
Este es mi destino, Laia. Pero quiero prometerte
una cosa…- dijo.
-
¿El qué?- dije.
-
Volveré.- dijo.
Nos miramos a los ojos y nos dimos un abrazo muy fuerte,
entonces vino mi madre.
-
¿Pasa algo? ¿Por qué están tristes?- dijo mi
madre.
-
¡Nada, nada… estábamos jugando a girar las
monedas y nos hemos emocionado! ¡Ella ha ganado!- dijo el Titi.
-
¿Tanta lágrima por un par de monedas? ¡Nunca
entenderé vuestros juegos!- dijo arrugando la frente.
-
Es fácil, es girar una moneda, sabiendo que
cuanto caiga significa que alguien cercano que ames está contigo.- respondió el
Titi me guiñó el ojo y yo sonreí.
-
Ok… ¡a cenar!- dijo mi madre.
Cuando se quedaba a cenar en casa el Titi, que solía ser
cinco días por semana, mi madre le cedía el lugar al Titi y así él se sentaba a
mí derecha. En la mesa de la cocina, yo solía comer en la punta, a mi izquierda
estaba mi padre, y mi derecha el Titi a su lado mi madre. Ahora más que nunca
quería pasar más tiempo con él, aprender todo lo que él me tenía que enseñar
antes de que volviera a su lugar de origen. Al terminar de cenar, nos fuimos a
la salita a jugar a las cartas del UNO, seguíamos a solas, porque mi tio Rafalé
y Alfonsito vinieron a hacer el chupito del postre, en casa no somos de tomar
postre.
-
Una vez te vayas, ¿a dónde vas a ir?- le
pregunté.
-
Volveré a mi antiguo trabajo, toco el arpa en el
coro de ángeles de la 7D. Pedí un tiempo en el trabajo, para venir a cuidar de
tú mamá y de ti. – dijo el Titi mientras ponía una carta azul con el número
siete en el montón.
No fue casualidad, de donde yo vengo sé que no existe, el
universo está sincronizado con nosotros y nosotros a él. La casualidad es una
excusa humana para eludir de la responsabilidad que conlleva hacerse cargo de
que hay un universo que cuida de ti.
-
¿No eres un arcángel?- pregunté.
-
No, solo soy un ángel. Pero voy a solicitar una
audiencia con Jacob y con Dios para que se replanteen y me nombren arcángel,
solo así seré más libre en mis obligaciones y no tendré que volver al coro.-
comentó.
-
¿Cuánto vas a tardar en conseguirlo?- pregunté.
-
El tiempo en la casa de Dios va muy diferente,
quizás allí pasen unas horas en cambio aquí pasan más de diez años, así que ¡no
lo sé!- respondió, puso una carta verde con el número nueve.
Dios estaba escuchándonos en ese momento, la 9D es dónde él
se encuentra. Solo esperaba que tuviese compasión con el Titi y consiguiera
rápido sus deseos.
-
¿Quién estará con mamá hasta tú regreso?- le
pregunté.
-
No te preocupes por eso, ella estará protegida
por otro arcángel.- respondió mostró una sonrisa yo le respondí igual.
-
Te voy a extrañar mucho, ¿sabes? Eres el único
con quién puedo hablar tranquilamente de todo lo que me pasa y que además está
viviendo en 3D. Tengo a Uriel, pero él sigue en su 5D, del todo no es lo mismo,
tú ya sabes.- le confesé.
-
Sí, lo entiendo. Pero si regreso, estaré en la
misma vibración que Uriel ¿recuerdas?- dijo el Titi.
Dije que si con la cabeza. Luego vinieron Rafalé y Alfonsito
a jugar con nosotros cuando le gané la partida al Titi.
-
¡Ah, pero si sabes hablar en español!- dijo
Rafalé.
En realidad con la familia ya saben que no hablaba español
porque los guías me aconsejaron que no lo hiciese, pero me pillaron.
-
Vamos a hacer una cosa, jugamos los cuatro con
una condición.- dijo Rafalé.
-
¿Qué?- dije.
-
Que hables en español durante la partida con
nosotros.- contestó Rafalé.
Miré al Titi, no sabía que decir, por derecho no podía
hablarles pero tenía que hacerlo, ya me sentía demasiado mal no poder hablarles
en su idioma, pero eso era demasiado.
-
Acepta mi
amor. – dijo Uriel se encontraba detrás de mí, me asustó su presencia, los
demás excepto el Titi no lo podían ver.
Vi como el Titi le guiñaba un ojo a Uriel, así que no tuve
más remedio.
-
De acuerdo.- dije.
Cuando me dieron las cartas empecé a sudar, el corazón me
iba a mil por hora y deseaba que durase poco la partida.
-
Otra cosa, cuando tiramos la carta decimos el
color, ¿de acuerdo?- dijo Rafalé.
-
Ok.- dije algo nervioso.
El Titi empezó el juego, luego le tocó a Rafalé, después a
mí, saqué una carta y dije el color, me había salido bien, después le tocó a
Alfonsito, mientras que charlaban yo estaba cada vez más nerviosa. Mi problema
no era el español, lo entendía y lo sabía hablar perfectamente, lo que me pasaba
era el acento, yo no hablo el mismo acento que ellos. Mi familia de parte de mi
mamá son de origen andaluces y hablan en andaluz aunque vivan en Cataluña su
andaluz se conserva bastante bien, como si fuesen de Málaga, aunque su origen
son de Jaén. Y mi acento, a pesar de ser catalana y hablar en catalán casi todo
el día (descartando el sayónico y el arcturiano que se hablan en Agartha), mi
acento sin motivo alguno es el Argentino.
No tengo familiares en Argentina y creo que ninguno ha
visitado nunca el país, pero yo soy la única en mi familia tanto Galí como
Garcia que hablo un Argentino como si me hubiese mudado de Argentina a
Cataluña. En ese tiempo, no había visto nunca ninguna telenovela argentina, ni
colombiana, ni mucho menos mejicana, no sabía dónde estaba Argentina, pero aún
y así, hablo en Argentino.
Se podría decir que la únicas dos razones que le encontré a
esto son las siguientes:
1. En
Agartha a excepción de Telos, Posid, Desierto de Rah y Erks se habla argentino,
como ya saben solía pasearme muchas noches por la tierra hueca, es posible que
se me pegase el acento hablando en Agartha en español.
2. La
misión en la que me encuentro viviendo desde que nací, la razón por el cual
decidí volver a nacer, fue para que Argentina consiga su nuevo destino que en
la era de Acuario será muy importante. Si hace 12.000 años lo fue Egipto, en
esta nueva era el país más importante como reflejo de Egipto será y es
Argentina. Sé desde que tenía cinco años que mi futuro está allí. Algo muy
importante y mundialmente va a suceder allí y yo formaré parte de ello.
FIN DE LA PRIMERA
TEMPORADA [Volveremos el 3 de Septiembre]
Recomendación: Divaldo - Película en Youtube.
HR.
HERO&Corporation.