lunes, abril 19, 2021

El Espejo De Mí Vida - Capítulo 81

 

Finalmente llegó el lunes, era el primer día en mucho tiempo que me apetecía ir al colegio. Llegué a la hora del rezo, me había levantado de la cama sin razón, con una actitud de última esperanza de que los días tenían que mejorar, el libreto verde estaba encima de mi mesa y todos los alumnos estaba de pie delante de su asiento, esperando a que alguien le tocase decir la oración del día y luego nos pusimos a cantar.

En el momento en que nos sentamos todos y empezamos la primera clase, alguien llamó a la puerta, como era de cristal pude ver quien era, pero me quedé sin palabras.

-        ¡Adelante!- dijo la Carmen.

El chico que entró en la clase, venía con la mochila se acercó a la Carmen que pidió que la clase le escuchase.

-        Les presento a su nuevo compañero, Sergi.- dijo la Carmen.

El niño que había entrado era el Sergi que hacía un año, iba detrás de él para jugar con él y no se dejaba. Me quedé sin palabras, efectivamente algo mucho más poderoso me lo había puesto justo delante de mis narices y el lugar dónde se sentó fue dónde hacía unos días que Carmen había dicho, justo a mi lado. Me quedé flipando.

Sergi caminó hacia el pupitre, colocó la mochila en el respaldo de la silla y luego se sentó, se giró para agarrar el cuaderno de matemáticas, agarró el estuche, sacó el lápiz y la goma de borrar, los colocó en la mesa al lado del cuaderno, cerró la mochila y miró hacia adelante, aunque de reojo me miraba a mí, no me había percatado de cómo lo estaba observando con la boca tan abierta que podía anidar una gaviota. Regresé a la tierra y me puse a prestar atención a la Carmen, aunque mis ojos se desviaban a cualquier movimiento que Sergi hiciera, fuese colocándose la mano delante de la boca, como si agarrase el lápiz y empezase a escribir algo en el cuaderno.


En el momento en que la Carmen nos dejó un rato para hacer unos ejercicios, me quedé haciendo ver que estaba trabajando, pero de reojo le miraba a él. Quería hacerle la gran pregunta que hacía tanto tiempo deseaba hacerle, pero empecé a ponerme algo nervioso, me sudaban las manos, las piernas botaban debajo del pupitre y la respiración empezó a acelerarse sin entenderlo. Entonces, escuché el sonido en cómo su lápiz bajaba rodando por la mesa y caía en el suelo hacia mi lado del pupitre, le miré, se dio cuenta pero me agaché para agarrar el lápiz y se lo entregué.

-        Gracias.- dijo Sergi.

Fue entonces cuando hicimos el primer contacto visual del día, me costó un poco dejar el lápiz cuando él ya lo tenía en su mano, pero finalmente lo solté, esbocé una sonrisa, pero no sabía qué decirle. Vi entonces cuando se volvía al ejercicio.

-        Hola… tú eras el niño que jugaba debajo de las escaleras verdes el año pasado, ¿cierto?- le pregunté arqueando las cejas como si le mostrase mis recuerdos telepáticamente.

-        Si, y tú eres la que me seguía…- dijo.

¡Mierda!

-        Me llamo Laia, disculpa si te molestaba, solo quería…- dije pero al final susurré.

Me ignoró y siguió con la tarea. De todos modos, no pude decirle nada así que lo dejé estar.

A la hora del patio, me fui con Uriel a nuestro lugar, me sentía mal por la conversación, no había empezado bien la cosa no quería ser su amigo, solo quería saber porque Gämael no lo pudo tocar… ¿Y si era cierto y él es un Ser de Luz? Eso contestaría a mi pregunta y abriría muchas más, ¿podría ser el Chico? Pero lo descarté enseguida, porque si así fuese, él sería alumno nuevo en el colegio y solo repitió de curso.

-        Le tengo que preguntar eso o sino voy a morir…- le comenté a Uriel.

-        No morirás, pero vivirás con la duda de ¿qué hubiese pasado si…? – comentó.

-        Hace poco leí en un libro de IÓN, que hay ángeles encarnados en esta dimensión, ¿Y si lo es?- dije.

-        Es verdad, hay ángeles encarnados en 3D, pero tienen aptitudes especiales que si uno se fija en los detalles, comprende quién lo es y quién no. – informó Uriel.

-        Tú sabes más que yo, Dary. ¿Qué piensas, lo es?- le pregunté.

-        Fíjate en los detalles, amor. – dijo.

La conversación fue interrumpida, porque una niña de un año menor, llegó a la sorrera, se sentó en la pared metiendo los pies en uno de los hogos, cruzó los brazos y empezó a llorar reposando la cabeza en los brazos. Miré a Uriel ambos nos quedamos sin palabras, pero nos acercamos a ella, sentía que necesitaba hablar de algo y yo estaba libre en ese momento.

-        ¿Estás bien?- le dije.

Pero no me respondió.

-        ¿Te enojaste con alguien?- seguí preguntándole.

Dijo que no con la cabeza.

-        ¿Estás triste?- le pregunté.

-        Si…- susurró.

-        Si quieres, me lo puedes explicar, quizás te pueda ayudar…- dije intentando ayudarla.

La niña levantó la cabeza, lloraba a moco tendido y a lágrima viva, del bolsillo de la bata le di un pañuelo de papel, ella lo aceptó, me senté a su lado y esperé a que ella me contara qué le pasara, tardó un ratito hasta que empezó a hablar.

-        Mi papá mató a mi mascota.- dijo la niña.

Empezó a contar que había pasado y me quedé en blanco, pues de repente dijo que un tractor lo había atropellado.

-        ¿Un tractor?- dije.

-        Si, atropelló…- dijo.

-        ¿Cómo se llamaba?- le dije.

-        Tulio, era mi cerdito.- dijo.

¡Ay Dios! Uriel y yo nos quedamos sin palabras, entonces la niña me abrazó y simplemente me quedé allí en silencio con ella hasta que se calmó y se fue, pues la campana había sonado y tocaba volver a clase. Antes de ir a la fila, Uriel me agarró del brazo y me giró para que viera algo cerca de la casita, estaba el cerdito Tulio que nos estaba mirando. Nos acercamos a él, pero antes de llegar, caminó hacia la pared y entonces se abrió un agujero redondo y de dentro salió un hermoso ángel que jamás había visto.

-        Es mi hermano Azrael, el ángel de la muerte – me susurró Uriel.

Azrael alzó la mano para saludarnos, le devolvimos el saludo, entonces Tulio entró en el agujero y pocos segundos después se tapó todo, de repente para los demás había aparecido una pequeña ventisca que ignoraron por completo lo que había pasado recientemente, entonces Uriel y yo nos fuimos a la fila a seguir con el día.


Al día siguiente, me desperté con una gran cuestión que ninguna niña de casi siete años se planteaba, ¿qué era le muerte en realidad? Apenas pude dejar de pensar en como se abrió ese portal en medio de la pared y que nadie más excepto Uriel y yo lo vieran, incluso pensando que allí había niños que se supone que están abiertos al universo sin recordar qué significa eso. Ese agujero me sonaba tanto, pero no lo pude identificar en ningún recuerdo que ya hubiese vuelto a recordar, estaba claro que algo así solo se vive cuando dejas esta vida y te embarcas a la siguiente. Pero ¿qué hay más allá de ese agujero en realidad? Un abismo, pues nada más pude ver.

-        ¿El cielo existe?- le pregunté a Uriel mientras me preparaba en el baño para ir a clase.

-        La terminología cielo es demasiado ambiguo, a ver ¿Qué es para ti estar en un lugar seguro? – me preguntó Uriel.

-        Pues estar en casa con mis padres.- le contesté.

-        Y eso ¿no es un cielo también? – preguntó.

-        No entiendo la pregunta, Dary.- dije pero en realidad solo me esperé para proseguir.- te lo pregunto porque ayer no vi, ni nubes, ni ángeles cantando, ni mucho menos San Pedro con las llaves. Solo vi negro, ¿acaso le tocó a Tulio ir al infierno?- le dije.

-        ¡Ay, hermosura! Un infierno es igual de ambiguo que la palabra cielo. Definir y separar es muy típico de los humanos, querida. Según las religiones que se han creado a partir de llegadas de algunos Seres de Luz en la historia de vuestra humanidad, ha habido planteamientos del más allá y te puedo decir, que quizás el budismo se parece un poco a lo que es en verdad, estar muerto. – dijo Uriel mientras apoyaba la cabeza en el marco de la puerta del baño, mientras que yo terminaba de mirarme en el espejo y detrás de mi estaba mi padre peinándome.

Toda la conversación era telepática, así practicaba cuando mis padres estaban delante y podía seguir hablando con Uriel sin ningún problema.

-        Entonces, ¿qué vimos ayer?- le dije.

-        Hay ángeles que nos ocupamos de ir a buscar a las personas que han muerto, para acompañarlas a hacer el tránsito hacia su nuevo hogar. En el universo hay una ley de creación llamada Ley de vibración, en que dice “todo SER crea su camino a partir de aquello que vibra en el latido de su corazón” es decir que el cielo, será aquello que la persona siente como su hogar, y el infierno será aquello que más teme. – informó como si fuera un padre sabio que yo admiraba mucho.

Me interesaba mucho esa historia, mi corazón se puso a latir con fuerza y comprendí que sus palabras tenían sentido, una coherencia aunque no lo entendía en ese momento, sentía que si.

-        ¿Qué hacen esos ángeles de la muerte?- pregunté.

-        Acompañan a la persona a la 4D, en un lugar dónde llamamos el puente de almas, allí pasan su primer examen de la vida que acaban de dejar. – informaba Uriel.

-        ¿Por qué? ¿Ahora resulta que para ir al cielo hay que estudiar?- dije riéndome, mi padre se me quedó mirando y pensó que me hacía cosquillas pero no le dije la verdad.

-        Es solo una revisión de la vibración que han ido creando en su corazón, según el resultado que obtengan, es decir el grado, pueden ir a la 5D, 6D o seguir en la 4D y esperar para volver a encarnar. – informó Uriel.


Sabiendo que en la 9D es dónde vive Dios, podemos ver que ningún ser desencarnado va hacia su casa, digamos que se quedan a medio camino.

-        Entonces, ¿nadie ve a Dios una vez ha muerto?- le pregunté.

-        Así es. Para ver a Dios, hay que aprender que hay en cada dimensión y experimentarlo, aunque si trabajas para él, tendrás ciertas ventajas, ya sabes a qué me refiero, mi amor. En que él mismo quiere visitarte, y tras la primera vez regresa a aquellos que quieren estar de su lado, para seguir trabajando con él. – informó Uriel.

Me sentía algo afortunada, pero la verdad es que me sentía diferente a los demás, me sentía una extraña, esa fue la primera vez que no me gustó ser diferente, ¿por qué me estaba pasando todo esto? 

Recomendación: Aguaribay - Axel

HR.

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