domingo, septiembre 20, 2020

El Espejo De Mí Vida - Capítulo 48

 

El paisaje cambió repentinamente, nunca había visto que los Sistemas de Agartha tuviesen un final en una especie de desierto, sin agua solo tierra y mucho Sol.

-          ¿Qué es ese lugar?- le pregunté a Uriel.

-          El Desierto de Rah, antiguo Dios del Sol en Egipto. – dijo Uriel.

Pronunciar las palabras del dios del Sol, me provocó perder el equilibro Uriel me agarró con fuerza, no le escuchaba bien como algo distorsionado…


Me encontraba en Egipto, yo era un niño de ocho años, estaba en el campo arando la tierra junto a mis padres y dos hermanos mayores y una hermana menor. Hacía mucho calor aquel día y me puse algo en la cabeza para no caer del mareo. Mi hermano mayor, me miró tiró la herramienta de arado que se usaba en ese tiempo y miró hacia el Sol.

-          Oh gran Rah, ¿Por qué no envías al dios de la lluvia para que tape tú gran saber?- dijo como si intentase burlarse del dios de la vida.

-          Poco harás si te ríes de los dioses, hermano.- decía el otro hermano que nació después de él.- Rah es astuto y nos venera con su vida para que este campo crezca y nos de alimento para la próxima temporada.- comentó.

-          Los dioses son caprichosos, eso decía el abuelo. Que Toth se apiadó de su alma.- comentó el hermano mayor.

-          Nuestro trabajo es el campo, no saber los deseos de los grandes dioses, así que ponte a trabajar, hermano.- dijo el segundo hermano.

-          Si es lo que quieres, como si fueses el dios del trabajo, hermano. A tus pies.- dijo con una reverencia graciosa que los tres nos pusimos a reír.

Cuando regresé al presente, me dolía algo la cabeza durante bastante rato, Uriel me agarró con fuerza que me subió encima de la barandilla delante del ventanal para que pudiera él sujetarme mejor.

-          ¿Estás bien, mi amor? – dijo Uriel preocupado.

-          Si, acabo de recordar algo… pensaba que ya no recordaría nada más… perdona…- dije no quería hablar y Uriel solo me abrazó y disfrutamos del paisaje, no quedaba mucho viaje.

Lo cierto es que cada vez recordaba menos, hacía meses que no me pasaba pero me sentí mal porque esos hermanos, resulta que están muertos y eso me quebraba el alma. Cada recuerdo de una vida anterior, por muy lindo que fuese, me dolía en el alma, pues ya no estaban con vida, habían muerto y yo solo me acordaba de recuerdos, sueños que por alguna razón tenía que recordar y hacerme daño a mí misma. Por eso, deseaba no recordar más.

-          Dary, ¿alguna vez has encarnado?- le pregunté curiosa.

-          No, mi única encarnación fue la que me dio la vida en este mismo planeta, pero dentro de mucho tiempo. – dijo pero no lo entendí.

-          No te entiendo, ¿Cuánto tiempo?- le pregunté.

-          Vengo del futuro, naceré dentro de 500 años aproximadamente. – dijo Uriel.

Me quedé observándole sin palabras, no entendía muy bien pero ¿del futuro? Era la primera vez que me pasaba algo así, y no sabía cómo reaccionar ¿es posible conocer gente que venga del futuro?

-          ¿En el 2.500? ¡Cómo es posible!- dije.

-          Algún día comprenderás cómo funciona el tiempo realmente y entenderás mis palabras, pero de momento solo te puedo decir que nací por esos años y estoy aquí contigo, porque retrocedí en el tiempo para seguir mi propósito. – dijo Uriel, no quiso darme ninguna clase de física teórica, pues seguramente era algo chiquita para entenderlo todavía.

-          ¿Cuál es tú propósito?- le pregunté.

-          Cuidar de la humanidad – dijo Uriel con una sonrisa de complicidad.

Enseguida el desierto se convirtió de nuevo en el hermoso bosque llamado Sistemas de Agartha, eso quería decir que andábamos cerca, según la cara de Uriel, no faltaba mucho, a lo lejos se veía una ciudad de luz bastante grande que se iluminaba por su gran catedral que era más alta de lo que podría ver jamás en ninguna ciudad, curiosamente me llamó mucho la atención. La nave aterrizó y los de la sala nos movimos hacia las salidas, hasta que llegamos a la recepción de visitantes.

Había muchos Seres de Luz que caminaban por la gran sala, nosotros nos fuimos directamente a la salida, hasta que el Sol en su atardecer eterno nos iluminó la cara y seguimos caminando por las calles de esa ciudad de luz. Me quedé muy atenta a cómo eran las casitas, blancas con grandes patios delanteros, con palmeras y cacatúas en las ramas, parecía estar en la selva de alguna película. A medida que nos íbamos acercando hacia el centro de la ciudad las calles eran más anchas y con más Seres de Luz circulando, de tal forma que tenía que ir de la mano de Uriel para no perderme.

Nos quedamos delante de una de las zonas naturales de la ciudad, una cascada en medio de la ciudad de luz, Uriel se agachó y señalizó con su mano derecha.

-          Esta es la cascada de las Palomas Blancas, la historia dice que cuando el espíritu Santo vino a Agartha, bebió de un charco para nutrirse y en el momento en que tocó el charco, se formó esta maravillosa cascada. – informaba Uriel, era tan hermosa que se podía reflejar los colores del arcoíris.

La Santísima Trinidad habíamos hablado a veces en IÓN, pero no de forma religiosa como se hablaba en el colegio, sino como base principal de la creación universal, lo que les llaman Sonido, luz y Forma. Tantos años junto a los Seres de Luz, se te pega el arte de la poesía y la épica que todo lo convierten en un cuento que enamora nada más escucharlo, a pesar de que a veces el cuento en este caso, tenga algo inventado y solo narra el momento en que el aire divino del cosmos, vino a “bendecir” las ciudades de Agartha. Esta tradición la escuché en clase de Historia del Universo, se suponía que fue cuando quienes colaboraron en la creación de este planeta “bendecían la vida” al saber que estaba vivo y que podía albergar vida. En clase no decían nada de esa celebración, pero a mí siempre me dio la sensación de que estuvieron festejando por varios días, tanto en el espacio exterior como por aquí, siendo los primeros en dar por comenzado la vida en este planeta. De igual forma que un padre espera a que nazca su hijo para sentirse padre, algo así se sintieron aquellos que dieron su vida y sus esfuerzos para que naciera este maravilloso hogar.

-          ¿Por qué todo es tan poético aquí?- pregunté.

-          Solo es para darle más emoción al acto de la creación por el cual todos nos encontramos hoy aquí, mi amor. La poesía es la esencia de aquello que cuesta tanto de explicar, como las emociones de uno mismo. Por eso existen las canciones, es mejor cantar que explicar que estoy triste por algo… ¿comprendes? – explicó Uriel.

-          Claro, y las canciones enganchan mejor que no las palabras simples.- comenté, él se río pero lo entendió.

-          El arte de la palabra escrita o recitada es un acto sagrado en el universo, aquí saber escribir es hacerse inteligente, en el universo es convertirse en el creador. Se valora mucho fuera de este mundo que sepas recitar y escribir cuentos, porque el universo necesita que le cuenten un cuento, pues la vibración es la que viajará hasta los confines de la creación, mi amor. – dijo Uriel.

Según Tzorelle todos los meses se cuenta un cuento al universo durante la noche de luna llena, para enviarla al cosmos y alguien que viva al otro lado del universo reciba nuestra historia.

-          ¿Quién va a ser el cuenta cuentos de la próxima luna llena?- pregunté.

-          Un Grigori, el hijo del Elohim Tranquilino – dijo.

-          ¿Qué es un Grigori?- pregunté.

-          Así se llaman los hijos de los Elohims. – contestó Uriel.


Seguimos caminando, pasamos por muchas calles, algunas estrechas otras más amplias, pero todas eran brillantes, las paredes de colores brillantes, con jardines y árboles muy hermosos, hasta que giramos a la derecha y llegamos a la catedral. ¡Qué grande! Cuatro torres en cada punta, y una central de más de cien metros, con ventanales y terrazas, parecían lugares de residencia, me quedé impresionada. La plaza estaba en lo alto de diez escalones rosados y de cristal, toda la plaza estaba rodeada de pequeños locales, de diferentes, como por ejemplo una especie de taberna a la punta llamada ancla azul.

-          ¡Bienvenida a casa, mi amor! – dijo feliz Uriel.

Me quedé observando hacia dónde miraba él, curiosamente en la torre central de la catedral.

-          ¿Allí?- susurré.

-          Vamos, nos están esperando…- dijo Uriel me condujo con la manito hasta el interior de la catedral.

Pasamos por una puerta lateral, a dentro en el vestíbulo había escaleras, un ascensor y a la derecha la puerta de entrada de la catedral, me quedé allí observando todo era de cristal azulado que hermoso.

-          ¿Por qué vivía en una catedral?- le pregunté.

-          Encontraron un piso adecuado al espacio que más necesitaban, tienen muchos hijos en común y querían un lugar dónde poder estar todos juntos. – contestó.

-          ¿Mis hijos están aquí?- dije

-          Algunos si, pero no los conocerás hoy. – dijo Uriel, las puertas del ascensor se abrieron y subimos, le dio al piso número 30.- pero si te sirve de consuelo, ellos están felices de saber que vienes a casa, aunque les gustaría estar. – dijo y nos pusimos a reír los dos.

Nadie más subió con nosotros, las puertas se cerraron y bastante rápido llegamos al piso número 30. En el pasillo había cinco puertas de cristal traslucido del mismo color que la catedral, todo se iluminaba por el cristal de las paredes, era tan grueso que no se veía nada a fuera. Nos fuimos a la izquierda y finalmente llamamos a la puerta, tres veces.

Reconocí el Arcángel que abrió la puerta como si el corazón me diera un vuelco y volviese a despertar de un sueño muy largo.

-          ¡Oh, bienvenidos a casa! – dijo el Arcángel San Gabriel con una sonrisa de oreja a oreja, su cabello enrulado rubio o castaño clarito, sus manos albinas y finas pero gigantes, su túnica blanca hasta las rodillas, y sus alas divinas hermosas y gigantes, sus ojos verdes hermosos, abrió la puerta y nos dejó pasar.

-          Disculpa hermano, el transporte ha tardado en llegar. ¿Ya está aquí, él? – preguntó Uriel a su hermano, hablaban entre los dos, yo sabía quién había allí, era una sorpresa de que estuviera en mi casa, de repente me puse nerviosa, pero al final del pasillo que era bastante largo y estaba lleno de puertas, llegué al salón comedor y la cocina en un mismo espacio delante de la terraza con vistas a la ciudad de luz. Sentado en el sofá allí lo encontré.

Me detuve, en silencio me quedé de pie, observándolo en silencio. Él no se había percatado de mi presencia, se encontraba de espaldas, mirando hacia la terraza que la puerta estaba abierta y entraba un airecito hermoso, que me daba el aliento suficiente para llenar mis pulmones e intentar decirle algo.

Recomendación: I found you - Andy Grammer.

HR.

HERO&Corporation.

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