domingo, octubre 20, 2024

El Espejo De Mí Vida - Capítulo 201 [3T]

 

Durante la tarde del miércoles, los médicos me dijeron que mañana me darían el alta, justo el día que yo había predicho. La última noche allá, tuvimos la sorpresa de que vino un mago muy importante de Cataluña llamado el Magic Andreu, él personalmente vino a nuestra habitación cuando ya había acabado la actuación, me acerqué a él.

-      ¡Ay que ilusión que esté aquí!- le dije.

-      Lo siento pero terminé el show.- dijo el magic Andreu.

-      ¡Oh que pena, es que me voy mañana…!- le dije ya asumiendo que no podía ser.

-      ¿Qué habitación tienes?- me preguntó.

Le mostré, y se vino para hacernos un par de trucos, el del nudo en la cuerda y otros dos más. Después me firmó un autógrafo. ¡Qué bueno! Al día siguiente, durante el mediodía me dieron el alta pero justo en el momento que lo hicieron, me dieron también el almuerzo, aproveché porque tocaba hamburguesa y me la comí, aunque estaba demasiado hecho por mí gusto.

Cuando llegué a casa el Bilbo se alegró tanto, normal, estuve una semana fuera de casa, de hospital en hospital, debatiéndome entre la vida y la muerte, visitando planos muy sutiles como es la novena dimensión (el lugar dónde existe la Cruz del Sur). Era normal que el perro estuviera tan emocionado de verme y yo sinceramente también, lo eché tanto de menos, que cuando llegué se puso a saltar pero le tuve que parar, porque me hubiese tocado la herida y le tuve que enseñar que no hiciera eso.

Me senté en el sofá y le mostré mientras que le expliqué a mi perro lo que me pasó, aunque les parezca mentira a los animales hay que explicarle las cosas, igual que a las personas. Bilbo me miró y paró de estar tan acelerado, porque al pronunciar la palabra <enferma> ya supo que todavía no me había recuperado y que me esperaba una larga recuperación en casa. Según el médico tenía que permanecer diez días de arresto domiciliario, después podría salir a dar un paseo.

Lo que no le gustó al Bilbo fue, que durante tres noches, tuvo que dormir solo en el salón de la casa. Solía dormir conmigo, pero también tenía la manía de que cuando quería bajar de la cama, me pisaba la barriga, y para que entendiera que ahora la barriga era zona prohibida, tuvo que dormir tres noches en el salón, algo que no le gustaba mucho porque era pequeño, tenía nueve años y solía tener muchas pesadillas él cuando dormía solo. Lo bueno es que lo entendió, y al cuarto día si quería bajar de la cama pasaba por las piernas, así si que le dejé dormir conmigo.


Mientras que estaba de arresto domiciliario, la Sandra la amiga del colegio me llamó al fijo de casa, quería venir para decirme la tarea que habíamos hecho en clase esa semana que yo no fui. Lo que no esperaba era que viniese su hermana pequeña la Claudia, pero acepté que vinieran, mientras que estábamos en mí cuarto, Claudia quería jugar con la casita de muñecas de la tres mellizas, se lo puse en el suelo y ella jugó encantada, mientras que la Sandra me decía toda la tarea.

-      ¿Qué hicieron esta semana sin mí en clase?- le pregunté.

-      Mira de catalán, hemos hecho esta página, de matemáticas, esta ficha, pero la once y la doce no hace falta, de inglés solo estos dos ejercicios,…- dijo la Sandra mientras que me mostraba cada cuaderno.

No le dije en ningún momento que tenía una hoja con lo que me habían pedido los profesores, que evidentemente se pasaron un huevo, me pusieron el triple de faena de la que hicieron.

-      Fíjate, a mí me pasaron este folio con todo lo que supuestamente tengo que hacer.- le entregué el folio.

-      ¡Uy, pero si todo esto todavía no lo hemos dado!- comentó la Sandra.

-      ¿Ves? ¡Yo sabía que se habían aprovechado!- dije algo cabreada con el colegio.

-      ¿Por qué hicieron eso?- preguntó la Sandra.

-      No si ya lo pensaba, cuando alguien se pone enfermo a largo plazo, le obligan a hacer el doble o triple, en este caso de tarea. Pero no te preocupes, yo haré lo que me digas tú, que sé que eres de confianza además, eres la compañera que va la primera de la clase. Cuando vuelva, ya tendré una conversación con los profesores, no te preocupes.- le dije.

Me miró pero luego se lo tomó en broma y nos pusimos a hacer matemáticas. Después de varias horas, quedamos para que viniera dos días más, para actualizarme la siguiente semana, que además luego ya venían vacaciones de navidad.

Me sacaron los puntos al cabo de una semana, fue todo tan limpio que solo fue un punto, cuando me la sacaron en vez de daño me dio cosquillas. A partir de ese momento, esa zona seria zona intocable, se me quedó muy sensible por eso nadie le deja que me agarre de allí, de la cintura, porque luego me provocan unas cosquillas que parece que me estén torturando… (bueno, solo hay una persona en este mundo que si se lo permito tocar, y ese es… bueno ya lo irán descubriendo a lo largo de los capítulos, no voy a hacer spoilers).

Ese año por Navidad, los del teatro centro hicieron algo diferente, varios días antes de navidad, algunos miembros del teatro centro se reunieron en el parque del cementerio, para que la gente viniera a hacer actividades, tanto para niños como para todos los públicos, además que todas las tardes regalaban chocolatada que estaba buenísima. Llegué ahí por digamos que los humanos le llaman casualidad, pero yo y con todas las experiencias que tengo, sé que la casualidad no existe, todo está conectado entre sí para un propósito mayor, y quién diga que no, sienten si lo dicen des del amor o des del resentimiento. Porque la Sandra, me había concretado una cita a ciegas con un chico del Tripijoc, al parecer era un chico que le gustaba mucho y que le apetecía intentar tener algo conmigo, la Sandra originó eso sin mí consentimiento en teoría yo había quedado con ella, a pesar de que ya le había dicho que no quería nada con ella… y ella sin hacer ni puto caso (con perdón pero esa así).

Se me hacía un nudo en la garganta darle plantón, me enteré que había quedado con un chico minutos antes de salir de mi casa, habíamos quedado en el cementerio. Por un momento pensé en irme solita a mis cosas con Uriel, pero luego, mí compasión me impidió hacerlo y decidí dar la cara, intentar quedar con ese chico y decirle que solo quería su amistad, porque yo ya tenía a alguien.

El chico de ojos verdes no iba a renunciar a él, una vez que ya lo había conocido. Sí que es verdad, que pensé que la Sandra me había hecho quedar con ese chico de ojos verdes, porque ella decía que era un ex suyo (mentira, mentía todo el tiempo). Llegué la primera y me puse a esperarlo delante de uno de los árboles del parque, era de día pero se estaba haciendo de noche… siguió así pero él me dio plantón. Por eso me di cuenta de lo que hacían en el cementerio, al saber que me habían hecho plantón, decidí con Uriel echar un vistazo, nos dieron chocolatada que estaba riquísima, e intentaron persuadirnos para hacer manualidades, pero no tenía ganas y las manualidades no son lo mío.

-      ¿Alguna idea de lo qué quieres hacer? – preguntó Uriel tomándose su chocolatada, se le quedó los morros pintados, que gracioso.

-      ¿Qué vas a una fiesta de disfraces?- Uriel me miró con asombro pero no entendía.- ¡llevas un bigote de chocolate muy hermoso- le dije mientras me reía, él enseguida se lo quitó.

Poco a poco caminé por ahí alejándome un poco de la multitud de personas, intentando pensar en lo qué podíamos hacer…

-      ¡Laia, ven aquí!- escuché que alguien me gritaba detrás de unos árboles gigantes.

Empecé a caminar hacia el árbol pero Uriel no me vio, se giró y se vino hacía a mí a la carrerilla, me agarró del brazo.

-      ¿A dónde vas? – preguntó Uriel.

No le dije nada, y proseguí Uriel sin dejarme de agarrar del brazo en silencio, me acompañó, nos centramos en medio de esos árboles, toqué la corteza del árbol, noté como un campo de fuerza se activaba alrededor del árbol, era un campo de color azul zafiro.

Una mano rozó la mía, miré y a mi derecha separado por una rama estaba el Chico de ojos verdes, sonriéndome y mirándome a los ojos.

-      Me alegro de verte en vida. ¿Cómo estás?- me preguntó.

-      Bien. ¿Quién te lo ha dicho?- le pregunté.

-      Gabriel, él estaba muy preocupado por ti.- respondió.

-      ¿Solo él?- dije.

-      Yo también. Temía que decidirías morir, aún nos queda mucho camino por recorrer, ¡no me falles!- dijo el chico de ojos verdes.

-      Nunca. Sé que estamos destinados.- le dije.

-      Discúlpame por lo que haga cuando esté con esos amigos que me ves siempre, pero recuerda que nadie puede saber esto, no ahora.- explicó.

-      Vale.- dije.

Él miró hacia a atrás, alguien se estaba acercando.

-      Cuando desperté, te escribí una carta, ¿voy a mí casa y te la doy?- le pregunté.

-      ¡Oh, qué bonito! ¡Vale, yo intentaré distraerlos!- dijo.

Me dio un beso en la frente y se largó. Salí del árbol con cuidado, volví con Uriel y nos volvimos a casa, agarré de un cajón de mí habitación la carta de amor que le había escrito, y nos volvimos al cementerio.

Lo intentamos pero no hubo manera, no sé como fue pero en el momento que me regresaba a mí casa, él venía detrás pero venía solo. Puse la llave en la cerradura, pero escuché pasos corriendo que identifiqué que era él, se acercó lo más rápido posible para poder darle la carta de amor, pero cuando estaba a punto de agarrarlo de mí mano, llegaron sus dos amigos, le gritaron y se giró hacía ellos, con una mano detrás, le di disimuladamente la carta, y él me dio la suya, también tenía una, la agarré y me la guardé en la mano como pude, eran pequeñitas. Después disimuló con sus amigos y se marcharon, yo entré en casa, me fui a mí habitación y leí la carta.

-      Al final de la escalera, un gran espacio se alza tras un campo de fuerza, las rosas florecen en los tres tiempos, y los minutos marchitan los silencios, solo un saco saciará el hambre de verte fluir en los ríos, buscando la luna y admirando cada pasaje de penumbra en tus ojos.- en vez de una carta era una poesía pero con muchas señales dentro, que iremos averiguando poco a poco.

Nunca me habían escrito una poesía, ni en esta dimensión ni en ninguna otra, pero me dejó más enamorada que nunca. ¡Dios! 
 
HR.
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lunes, octubre 14, 2024

La Persona Más Fuerte Fue La Más Débil

 

Cuando paseas por la calle, dónde hay miles de personas, ¿qué ves? Sin conocer a nadie, ¿podrías decir qué ves todo lo que son en realidad o solo muestran lo que quieres que veas? Las personas solo rebelamos el 1% de nuestra verdadera personalidad, y de todas las vivencias que hemos tenido, porque tenemos miedo de ser débiles antes los demás y nos lastimen aún más.

Los únicos que pueden decir que aún no tiene ningún trauma o solo uno, son los bebés recién nacidos. A partir de ahí, la humanidad está a merced de los conflictos emocionales y debe defenderse del mundo hostil que le rodea. Pueden pasar noventa años, pero cuando llega el momento de morir, cada persona acumula dentro de ella misma, un sinfín de emociones y conflictos, la gran mayoría sin ser sanadas, ni perdonadas, aún y así pasa por la muerte, ¿y qué pasa luego, desaparece? No.

Si al morir tienes remordimientos y no has sanado nada, tú espíritu recibe esas heridas, y como no te has reconocido en luz, porque eres hijo de Dios y dios es amor y es luz, vas al umbral o directamente te quedas entre dos dimensiones, siendo un fantasma. Todas las heridas emocionales que tienes, nunca te han lastimado el cuerpo, pero si el corazón, y cuando eres un espíritu junto el alma, notas esas heridas tan fuertes que parece que te estén apuñalando el corazón constantemente, así es lo que llaman vivir un tormento en la no-vida.


Todavía estas vivo, todavía tienes tiempo para reconocer tus heridas, reconocer de dónde vinieron, y empezar a gestionar el sinfín de emociones que has experimentado, para comprender el aprendizaje y sanar tú alma. Si cuando te haces una herida en el cuerpo te la curas ¿por qué en el alma no lo haces también? Pero claro, reconocer tus errores, es como fallarle al Ego ¿verdad? El ego no sabe lo que es el perdón, porque el Ego nació cuando tuviste el primer trauma, nació pensando que si los demás te lastiman, yo me tengo que proteger y por eso, con cada trauma el Ego se hace más fuerte, con cada miedo el Ego se apodera de una pequeña parte más de ti, y eso le dices dignidad y también orgullo.

¿Orgullo de qué? ¿De pisotear a los demás porqué a ti te pisotearon antes? ¡El corazón se hace más débil y las heridas más fuertes si piensas así! Cuando el EGO se ha apoderado de más de 50% de ti, se le cambia el nombre a Egocentrismo. Dejas de empatizar con tú alrededor y te piensas que eres víctima del sistema, víctima de las atrocidades que ha hecho la gente contigo, buscas un verdugo a fuera de ti, cuando los verdugos y las víctimas NO EXISTEN. Todos somos ALUMNOS aprendiendo a AMAR.

¿Por qué cuando te peleabas con alguien en el colegio, el profesor decía <darse un abrazo>? Te estaban enseñando que vivir con odio hacía el otro que es en realidad otro alumno que está aprendiendo a ser mejor persona cada día, no puedes vivir en una guerra constante entre víctimas y verdugos. Comprendemos que lo hayas pasado muy mal, y en ocasiones hayas tenido pensamientos muy duros de quitarte la vida o de lastimar a otros porqué pensabas en venganza o en huir, pero la vida es para aprender.

La persona más fuerte, antes fue la más débil, pero la persona más fuerte ahora, no es aquella que lastima a los demás para sentirse poderoso, sino que es la persona que comprende que las personas provocan daño pero llega un día en que alguien les hace aprender que lastimar a otros, tampoco es la solución acertada, en cambio comprender y empatizar con el dolor ajeno, hablas con la persona afectada, llorará y llorarás, pero al final no pensarás ni en venganza ni te sentirás mejor por haber sido capaz de destruir a otros. Sentirás ese sentimiento de HERMANDAD que tenemos todos los humanos un poco atrofiado últimamente, da un abrazo en vez de indagar en sus heridas para sentirte mejor.

Hoy te recomendamos que veas esta película, es la segunda parte de NOSSO LAR es completamente real:


 HR.

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viernes, octubre 11, 2024

El Espejo De Mí Vida - Capítulo 200 [3T]

 Iniciamos la TERCERA TEMPORADA, ¡muchas gracias por leerla y compartirla!


La doctora Zaragoza me miró de una forma como si fuera la primera vez que estuviese delante de alguien como yo, no dijo nada, tan solo miró a mí madre que ella tampoco entendía lo qué le dije, me volvió a mirar, tragó saliva.

-      Si, vale. De acuerdo. Pero ve despacio, ¿vale? Aún tienes los puntos muy frescos.- dijo la doctora.

-      Ok. No te preocupes, no tendrás que regresarme a quirófano.- le dije con una sonrisa.

No pudo devolverme la sonrisa y se giró, caminó varios pasos hasta que se volvió a girar.

-      ¡Ah, por cierto! Me han dicho que te ha sentado bien el zumito, ¿te ves con ganas de cenar o quieres esperar a desayunar mañana?- preguntó la doctora.

-      Si, si, quiero cenar.- dije.

-      Tiene mucha hambre, doctora. Lleva cuatro días sin comer por dónde toca, le he tenido que parar antes con el zumo, porque se lo quería beber de un sorbo.- comentó mí madre entre carcajadas.

-      ¡Está bien! Hablo con las enfermeras y te traerán cena para ti.- dijo la doctora.

En realidad la doctora Zaragoza no tenía por qué visitarme ya, su trabajo terminaba en cuanto despertaba de la anestesia, pero vino a visitarme varias veces. Aunque a las nueve de la mañana pasaba mí médico, él era quién partía el bacalao ahí. A la hora de la cena, cuando vi lo que me habían traído, parecía que estaba en el paraíso, aunque fue un caldito y un puré de verduras, para mí era como si realmente me hubiese quedado con el Maestro Jesús. Cené tan a gusto, que mis padres no podían evitar reírse por las caras que ponía. Aunque mis compañeros de habitación, que por cierto compartía con niños más, solo recuerdo el niño de cinco años llamado Jan que se había roto el brazo y le habían operado de no sé dónde… era un niño cristal, tenían que tener mucho cuidado con él. El otro, no recuerdo si se llamaba Dylan o Germán… pero era de familia dominicana, tenía ocho años, allí era la mayor de todas.

Aunque hay que decir que antes de Jan, había una chica que le cambiaron de habitación porque empeoró, le habían operado de lo mismo que yo, pero no paraba de vomitar, la pobre, esta niña tenía un año más que yo. Creo que se llamaba Ana Isabel, la madre me recordaba mucho a la Mari Luz, una vieja amiga de mí madre.

Esa misma noche, mí tio Quim nos vino a visitar con una sorpresa, vino mí abuela Filomena y el Tiet Josep. ¡Qué alegría me dieron al verlos! Mí abuela por la emoción me vino a dar un abrazo con la mala pata de que me tocó los puntos, joder… vi las estrellas, al ver que gritaba paró.

-      ¿Qué pasa?- dijo mí abuela emocionada y asustada al mismo tiempo.

-      ¡Ay, no toques aquí, tengo los puntos iaia!- le mostré con mí voz de quejica.

-      ¡Ay, perdona!- me dio un beso en la mejilla y yo se lo devolví.


Al estar en Barcelona, le costaba más venir, el tío Quim y la tía Rosa María tuvieron un lindo detalle. Me sentí muy agradecida. Las lágrimas de mí abuela, me rompieron por dentro, al pensar <nunca he estado tan cerca de morir> aunque no recordaba nada de lo que me había sucedido con la visita del Maestro Jesús, pensé <dios me acaba de dar una segunda oportunidad>. A pesar que no había hecho nada malo como para darme una advertencia cómo esta, integré ese segundo pensamiento, y me dije a mí misma <voy a vivir la vida> no quería volver a pensar negativamente más, esa actitud no era la correcta para solucionar los problemas que me sucedían, así que a pesar de que ya hacía un año casi que no pensaba tan negativamente, no volví a ser persistente en eso. Aquí la gente empecé a llamarme ilusa por ser positiva incluso en los momentos en que la vida se iba a acabar.

Pero claro, cuando decides darle una visita a Azrael, el arcángel de la muerte (en ese tiempo, ahora es el Maestro Calak), y él te da una segunda chance, no sabes valorar lo que realmente importa y el resto son solo detalles que forman parte del proceso de aprendizaje.

Me desperté a la mañana siguiente, casi cuando llegaba el médico con su ejército de residentes. Según los informes de las enfermeras, la cena también me sentó de maravilla, así que había esperanzas de volver a casa esa misma semana. Sobretodo porque yo tuve una visión de que ese mismo jueves, estaría en mí casa.

-      ¿Cuánto tiempo voy a estar aquí, doctor?- le pregunté curiosa.

-      ¡Uy, es muy pronto para saberlo! Pero, quizás la semana que viene puede que vayas a casa.- respondió el doctor mientras se cruzaba de brazos.

-      No lo creo, doctor. Este jueves, ya podría ir a casa, ¿no?- le dije.

-      ¡Laia, deja que el doctor decida cuando!- me gritó mamá.

-      ¡Es verdad! Yo me encuentro bien, este jueves puedo ir a casa. Ya voy al baño bien, las pruebas están saliendo bien, y puedo comer y dormir normal, además creo que ya no me están dando tanta medicación, ¿verdad?- me expliqué.

-      Te han bajado las dosis, eso es verdad… y lo que dices también… pero, creo que estás teniendo una ilusión, pasa mucho después de una operación tan complicada como fue la tuya.- intentó explicarme el doctor.

-      No es una ilusión, doctor. ¿La toxina que se había escampado por mí sangre está estabilizada ya?- pregunté.

El doctor alzó las cejas en señal de sorpresa.

-      ¿Cómo sabes eso?- preguntó el médico.

-      Entré en peritonitis aguda, lo sé, eso significa que uno de los dos tóxicos más importantes que almacenaba el apéndice se había reproducido con tanta facilidad que incluso lo había escampado por la sangre.- dije.

Mi madre me miraba con la boca abierta, miró al doctor, como si intentaba hacerse creer que estaba inventado cualquiera.

-      Si, eso es lo que pasó. ¿te lo contó alguien?- preguntó el médico.

Dije que no con la cabeza.

-      ¿Miras series de médicos?- preguntó el doctor.

Volví a decir que no con la cabeza, hacía mucho tiempo que dejé de ver Urgencias, la serie americana.

-      Entonces, ¿cómo sabes eso? ¿Lo has leído?- preguntó el doctor.

Volví a decir que no con la cabeza.

-      Simplemente lo sé.- dije.

No lo pude decir porque la información la aprendí en una vida dónde fui médico, y esa toxina la había estudiado con detenimiento, pero nunca había operado un apéndice. En ese tiempo la tecnología no era tan avanzada como ahora. Pero no lo podía decir, porque los ángeles me aconsejaban mejor mantener el pico cerrado.

El médico se fue al pasillo junto a los residentes, mí madre salió un momento, vi que hablaba con el médico, pero no llegué a escuchar qué, porque Jan estaba llorando porque le dolía el brazo roto.

La familia me regaló tantas cosas, que la mesita ya no cabía nada, tuvimos que dejar muchas cosas en el armario, esperar a que llegase papá para que se llevase unas cuantas, él venía todas las tardes para estar un rato con nosotros después de trabajar, de hecho salía una hora antes y se iba hacia la diez de la noche.

-      Te traje los deberes del colegio, he pasado por ahí así mientras que estás aquí los haces.- dijo papá.

No jodas. No los hacía en casa, los iba a hacer en el hospital. Abrí la mochila y vi que me habían puesto todos los libros, como si fuera un inicio de curso, ¿no? Luego papá me entregó un papel dónde habían apuntado todo lo que supuestamente habían hecho en clase, y que tenía que tener hecho para enero. Lo revisé, pero puse una cara que me enojé, escuché los pasos de Uriel que venía a mí derecha.

-      ¿Hay algún problema, amor?- preguntó preocupado Uriel.

-      Si, Dary… los profesores se han flipado. ¡Esto no puede ser!- dije susurrando.

-      ¿me lo dejas ver, por favor?- preguntó Uriel.

Giré levemente la hoja hacia la derecha, y él se dispuso a leer, mientras que yo veía como mamá y papá hablaban.

-      Si, se han flipado. ¿Qué vamos a hacer? – preguntó Uriel.

-      Algo se me ocurrirá.- dije.

Papá interrumpió la conversación al darme un regalo, era una caja envuelta, la abrí y me quedé sorprendida.

-      ¿Un celular?- dije asombrada.

-      Si, creo que ha llegado el momento de que tengamos uno en casa.- dijo papá.

El mundo del mañana empezaba a ser ya una realidad, mi madre tuvo su primer celular, ¡qué alegría! Ahora esto les parecerá una chorrada, porque vivimos en un mundo dónde el celular es algo muy importante, pero en el 2004 solo algunos de mí clase tenían un familiar con celular.

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 HR.

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El Espejo De Mí Vida - Capítulo 207 [3T]

  La Eva era profesora de gimnasia, un amor de chica. No tengo comentarios la verdad, los dos años que me impartió fueron realmente muy he...