Capítulo 211:
En junio del 2006 Port Aventura no era como ahora, digamos que las atracciones que ahora todo el mundo reconoce no existían todavía, la montaña rusa más espectacular que había en ese tiempo eran dos, por un lado la estampida y por el otro lado el Dragón Khan. Recién se había inaugurado la caída libre llamado el Huracán Cóndor, pero ni el famoso Shamballa, ni el uncharched ni si quiera el Furious Baco existían. En realidad este parque existe desde que yo tenía o dos o tres años de vida, por eso que todavía tenía que evolucionar un poquito más a lo que ahora conocemos, me refiero a los que ya hayan ido, a los que no, y les gusta los parques de atracciones (o diversiones para la gente de Latino-america) se los recomiendo cuando vengan a Cataluña, este se encuentra en la provincia de Tarragona.
Salimos de Manlleu en un bus muy pronto, el parque lo habrían a las diez de la mañana (eso no lo han cambiado), por eso salimos de Manlleu a las 7:30am por si acaso había atasco pasando cerca de Barcelona, para nosotros eran dos horas de bus sin parar en ningún sitio. Como era una excursión soñada para todos, pues nos íbamos des del Pabellón, porque se iba ese día todo el colegio allí. A nosotros nos tocó ir en una de dos pisos, me senté sola en el bus pero de camino hacia allí pensaba mucho en cómo sería, casi no había pegado ojo por la noche de lo nerviosa que estaba, como sería la estampa, subirse a los cacharros, etc…
Una vez llegamos, nos dejaron en el parking para que pudiéramos desayunar, la única pega era que no podíamos entrar con comida de fuera, así que a la hora del almuerzo teníamos que ir a los restaurantes de dentro del parque. Los tutores nos dieron dos tarjetas, una era la entrada valida para todo el día, la otra era para poder comer en cualquier restaurante del parque sin tener que pagar de más (ya habíamos pagado antes de ir). Apenas pude desayunar pero tenía que comer algo… solo podía fijarme en la entrada o por donde veía que más colegios se dirigían a pie y pensaba <allí está la diversión asegurada>.
- ¿Cómo quieres hacerlo, mi amor? – dijo Uriel, me lo quedé mirando sin entender lo que quería decirme.- ¿Vamos solos o nos acoplamos? – preguntó.
- … No lo sé… ¿es muy grande el lugar?- pregunté neófita.
- Sí, me han dicho que si. Pero no te preocupes, si quieres que vayamos solos, puedo avisar a un ángel que nos guie.- sugirió Uriel.
- Aunque me encantaría ir a solas, pero… no estoy segura, ¿y si nos perdemos o perdemos el bus de vuelta? – le dije preocupada.
- Comprendo, mi amor. Voy buscando a ver quién nos acoge… - dijo Uriel poniendo los ojos en blanco no por lo que dije sino porque era tedioso tener que pedirle a alguien que nos dijera que si para ir con ellos.
Sino hubiese tenido Bullying, seguramente que esta conversación hubiera sido completamente distinta, pero la realidad era la que era, y aunque a veces me hubiese imaginado otra muy distinta y huir de esta, jamás pude huir de mi propia realidad. De todos modos, estando al lado de Uriel, hacía que la experiencia fuese algo mejor, pero tampoco lo mejoraba tanto. Nos acoplamos con el grupo de la Neus y la Judit la lista de clase, por lo menos con ellas algo me llevaba mejor y hacía que la experiencia simplemente fuese positiva, me enganché a ellas hasta la tarde.
Una vez a dentro, el parque estaba distribuido por regiones: Far West, Méjico, China, Polinesia y Mediterránea. La entrada estaba en la Mediterránea, en ese tiempo ahí solo habían restaurantes carísimos de carta simulando la costa azul de Europa, (antes de continuar, me gustaría añadir que el parque ha cambiado bastante desde que fui por primera vez, intentaré explicarlo según como yo lo viví, y si vuelvo a hablar de ello, ya iré añadiendo las novedades, porque este parque suelo ir bastante actualmente).
A pesar de los nervios y del miedo que me hacía perderme ahí, solo recuerdo que empecé a seguir al grupo y no me fije por dónde íbamos, pero fui identificando que primero de todo nos fuimos al Far West. La primera atracción que hicimos cola fueron los Donuts de agua, empezábamos fuerte porque como hacía calor ya era el momento de refrescarnos un poco. En este parque las colas siempre son largas, a ver si averiguan cómo no estarse más tiempo esperando que disfrutando. La primera cola se me hizo bastante larga, y solo era de media hora creo, pero como era al Sol gran parte (ahora ya lo han solucionado).
Recuerdo que cuando ya casi nos tocaba, pudimos entrar todos en un mismo Donut, se podía hasta nueve personas, justo lo que éramos. Me gustó el momento de bajar los escalones y entrar en un círculo de madera que daba vueltas despacio para que tuvieras un poco más de tiempo para poder subirte o bajarte del Donut cuando hacía falta, sin dejar de que fluyan los botes. Es muy curioso porque el cuerpo se acostumbra enseguida al ritmo de lo que percibe a fuera, porque con tan solo un par de pasos, ya no sabía si éramos nosotros que girábamos o todos los demás que no estaban en el círculo de madera.
- ¿Cómo es posible que no note que estamos girando y en cambio me dé la sensación de que los que giran son los demás?- susurré.
- Eso es fácil de averiguar, mi amor. – dijo Uriel seguido de una sonrisa y añadió- ¿Acaso notas como la tierra gira cuando estás caminando, quieta o haciendo cualquier actividad? – preguntó.
Dije que no con la cabeza, mientras que entrabamos al Donut, escuchaba lo qué me decía.
- Eso es porque tú cuerpo está acostumbrado a que el centro de gravedad esté en equilibrio. Por eso no notas que el planeta gira hasta que te quedas mirando las estrellas y ves que cada segundo su posición cambia, porque la Tierra gira. Seguramente debes sentir lo mismo con la gravedad, ¿sientes que estás pegada a la Tierra? – preguntó.
- Bueno, si, siento que si doy un saltito caigo al cabo de nada, la gravedad me impulsa para abajo.- respondí.
- Así es, mi amor. Pero no notas que la gravedad tenga una fuerza nueve veces mayor a la de tu peso, ¿verdad? Pero mira por dónde, si das un salto, vuelves a caer sin partirte un hueso. – explicó Uriel.
- Si te caes de un lado si que te puedes romper un hueso.- le dije.
- Efectivamente, mi amor. Pero eso es debido a la fuerza que hace tú cuerpo al caer. Es decir, cuando das un salto, haces una fuerza que te impulsa hacia arriba, dónde desafías la gravedad por unos centímetros, pero cuando esa fuerza llega a su punto cero y tus pies no tocan el suelo, la fuerza que te impulsabas hacia arriba, se multiplica con el peso de tú cuerpo y al bajar, ejerces el doble de fuerza, sin olvidarnos que la gravedad tiene una fuerza de 9,6 metros por segundo. – explicó el arcángel Uriel como si fuera la clase de física.
Me quedé pensativa, hasta que la atracción empezó su recorrido, luego mí atención solo quedó en lo más primario, en disfrutar del sinfín de emociones que uno puede sentir cuando un aparato va a una cierta velocidad y tú vas tan asegurado que te relajas y disfrutas gritando y sintiendo.
Cuando regresamos al punto de partida de la atracción, no me había mojado casi, pero algunos compañeros se habían quedado con toda la espalda bien fresquita al chocar la atracción contra una cascada. Pero al poner el pie de nuevo al círculo de madera, me quedé pensando en lo que me dijo Uriel.
- Así que ahora ejercen dos fuerzas, ¿verdad? Pero en lateral en vez de uno hacía arriba y el otro hacía abajo.- le dije.
- Si, así es, Laia. A esto le llaman ustedes fuerza centrífuga, como las lavadoras. – respondió Uriel.
¿Quién dijo que al irse a un parque de diversiones uno no puede aprender cosas de física? Saben lo bueno, es que física no lo empezamos a impartir hasta cuarto de la secundaria, o sea que en esa excursión tan interesante me avancé, sin saber las ecuaciones de las fuerzas ni los newtons que había ahí, aprendí algo básico pero necesario.
A lo largo de la mañana nos fuimos subiendo a un montón de atracciones, entre ellas el Tutuki Splash, dos bajadas de agua super altas dónde realmente te quedas más bautizado que Jesús en el Jordán. Con la calor que hacía, vino de perlas, lo que pasa que tuve un problema, nadie me avisó que debajo iría perfecto llevar el bikini… yo llevaba la ropa interior normal y eso molestaba y picaba bastante.
Nos fuimos a almorzar al Bora-Bora en la Polinesia, en ese tiempo comía carne, así que me agarré una hamburguesa con cebolla y queso que estaba muy buena. Y luego sin hacer la digestión ni nada, nos fuimos al Dragón Khan, la más fuerte que había en ese tiempo con ocho Loops.
- ¡No hay huevos de montarse ahora en eso justo después de almorzar!- dijo Eloi, el grupo de chicos de clase se juntaron al final con nosotras.
Nada más decir esto, las nueve chicas, excepto dos aceptamos el reto, entre ellas yo. Sería quizás una escabechina porque había algunas de las chicas que ya avisaban que a lo mejor vomitarían por el camino, yo me reía, sabía que a mí no me pasaría, siempre he tenido un estomago muy fuerte. Ni se imaginan lo que es a veces ir a desayunar con los ángeles en alguna taberna y volver a los brazos de Gabriel, hay momentos en que se dedica a hacer piruetas dónde te puedes dejar el desayuno por el camino, así que mí estomago ya estaba acostumbrado a esos trotes. Es que al arcángel Gabriel le va mucho la marcha, se apunta a cualquier sarao.
Curiosamente durante el trozo que estábamos subiéndonos a los cacharros, el arcángel Gabriel no estaba a nuestro lado, solo en las alturas, vigilando que todo estuviese controlado, como si Gämael pudiera aparecerse en cualquier momento e intentar atacarnos. Le vi en algún momento sobrevolar muy encima de la primera subida del Dragón Khan mientras hacíamos la fila. Fue en ese momento cuando me acordé de que en el mundo angélico estábamos en guerra contra el plan de Gämael el rey de la obscuria.
Me fijé en alguna ocasión que veía como sacaba la espada Gabriel, automáticamente me ponía tensa y le daba la mano a Uriel, señalándole con un gesto con los ojos que viera a Gabriel, y él automáticamente desenfundaba su cinturón y dejaba ver su espada aún guardada en el cinturón, mirando arriba, a los lados, abajo en los pies.
La situación podía haber sido realmente muy peligrosa, porque cuando ves a los ángeles comportarse así, significa que algo han visto y la seguridad pende de un hilo muy fino. Recuerdo que solo pensaba en que si daban alguna señal más, tendría que proteger a los compañeros de clase, los demás ángeles que había en la cola acompañando y ayudando a sus protegidos ya se harían cargo de los demás.
A pesar de que después de la operación de apendicitis me costaba mucho verlos directamente, el tercer ojo se me activaba en situaciones de peligro y así podía conseguir ver algo más, pero aún con muchos problemas…
Capítulo 212:
Una nube grande y gris se puso delante del Sol, oscureciendo aposta el parque. Una pequeña brisa fría refrescaba las mejillas, pero pude ver que a mis compañeros les convirtió la piel en piel de gallina. Era junio y parecía abril, eso no era bueno. Preparé el brazo derecho por si acaso la situación empeoraba aún más, poder sacar mí espada con un truco que aprendí en la sala de entrenamientos en Ávalon.
Parecía que la gente de la cola no tenía ni idea de lo que estaba sucediendo, estaban en sus cosas, comentando series, pelis, juegos y entre otras cosas. La cola fue avanzando hasta que nos tocó subir, Uriel se sentó en el asiento que íbamos a compartir, ventajas de estar él en otra dimensión, me subí a su regazo y me puse la seguridad, esta vez te agarraban de los hombros.
- ¿Quieres que te active la visión para que puedas verlos y así puedas defenderte? – me preguntó Uriel.
- Si, por favor.- respondí.
Uriel me puso los dedos índice y corazón en la sien, noté una descarga que hacía cosquillas y con parpadear un par de veces, pude ver a los ángeles que estaban esperando con sus protegidos.
Tras asegurar los cinturones, la atracción empezó su circuito. Y mientras que subíamos por la cadena de la primera subida más alta…
- ¿Qué tenemos que hacer?- le pregunté.
- Yo tengo la espada a punto, tú solo intenta atacarlos con las bolas de luz blanca, ¿te lo enseñó Gabriel a hacerlas? – dijo Uriel.
- Si. Ok. ¿No quieres que saque la espada yo también?- le pregunté.
- No, con la mía será suficiente. Lo siento, porque no vas a disfrutar la atracción como debería ser pero la seguridad es esto, amor. – se disculpó Uriel.
No sé si fue mejor así, que lo que tenía que haber sido. Con una mano me agarraba al hierro de seguridad de los hombros, y con la otra, la tenía lista para defender el fuerte, de una forma que nunca había hecho. Pero estar con los ángeles tienes que vivir este tipo de aventuras.
Algunas veces me preguntaba si mis habilidades especiales eran una bendición o una mala fortuna, los secretos que conllevaban me hacían sentir a veces como si viviera entre dos mundos muy distintos. Por un lado, un mundo soso y sin magia, y por el otro lleno de aventuras y magia… ¡Qué paradoja más intrigante! Ya había entrado en la adolescencia y nadie sabía nada de lo que me sucedía, de hecho empecé a tener miedo a que me descubrieran y acabase encerrada en un psiquiátrico como me ocurrió en la última vida antes de esta. Pero los miedos son así, para que te digan cuáles son tus límites, pero mi filosofía es muy diferente, para mí los miedos solo son oportunidades importantes para seguir siendo libre de mí misma.
Subir al Dragón Khan de esa forma, quizás provocó que la atracción fuese más divertida, aunque cuando toqué con los pies en el suelo de nuevo, me vino la tristeza y pensé <estamos en guerra, nos estamos jugando mucho>. Cuando salimos Uriel y yo del recinto de la atracción, nos encontramos con dos o tres demonios inconscientes en el suelo, que eran atendidos por ángeles para ser llevados urgentemente a la zona de calabozos de la central más cercana de la ODSMA.
El camino de vuelta de Salou a Manlleu, recuerdo que me resultó realmente corto, no me dormí pero me quedé mirando por la ventana dejando la mente divagar entre recuerdos y pensamientos. El curso se estaba terminando, y en unos días solo tenía que presentarme a los exámenes de recuperación, fue la primera vez que hacía algo así y por extraño que les parezca, fui la alumna que más veces tuvo que ir a recuperar una materia, fueron un total de seis materias. Intentar aprobar primero de la secundaria, no había sido moco de pavo, pero no lo decía por la dificultad de los conceptos, sino por el ambiente rancio y raro que se había creado en clase, eso literalmente me desmotivó para que atendiera en clase e intentase aprobar a la primera.
Llegó el verano, el mejor momento del año, 80 días de libertad absoluta… ¡ay, por fin! Además que había aprobado los exámenes de recuperación, pero solo me quedó una suspendida TECNOLOGÍA porque no presenté la prensadora de flores… sinceramente no me apetecía hacer eso y ni lo hice.
Por San Juan cambiamos de rol, mi tio Alfonso se había ido a vivir a la comarca del Maresme en la ciudad llamada CALELLA de la costa. Cambiaban tantas cosas de repente durante esa época, que solo tuve que acostumbrarme, la tradición de no comprar petardos para SAN JUAN, no me parecía buena idea, la última vez acabé en urgencias porque me había sentado encima de un cactus sin querer. Todo el camino hasta ahí con el auto, se me repetían las imágenes y la frase <da mala suerte no tirar petardos en estas fechas>… me obsesioné un poco la verdad, pero tuve que aguantarme.
El Alfonsito ahora vivía en un edificio blanco de más de diez plantas, en un pisito alquilado de un solo dormitorio, era tan chiquito que el baño era la estancia más grande de todo el piso. En ese momento tenía un amiguito (creo que era su novio pero nunca llegué a conocerlo en persona, rompieron antes), así que se iba a su casa a dormir, para que así mis padres durmieran en su cama, y yo en una cama hinchable que nos habíamos comprado en el salón.
El único problema que le veía a ese departamento era que yo tenía fobia a los ascensores y vivía en la novena planta… así que ¡ala por las escaleras! Me puse más en forma durante esos dos días ahí… En realidad hubiese subido, pero el ascensor era más viejo que todos los que vivían en el bloque, así que desconfié.
Cenamos, y luego nos fuimos al concierto que hacían en la playa… ¡wow! Mi primer concierto en la playa… ¡qué divertido fue! Bailé con mi madre y con mi tio (que le encanta bailar como a mí), se escuchaban petardos de fondo, el cielo estaba despejado y lleno de estrellas, se escuchaba si te acercabas un poco la resaca del mar, no hacía frío ni calor, se estaba bien y la música era maravillosa. Pasamos la noche más corta del año así, hacía las tres de la madrugada, nos fuimos a tomar un coctel, yo me pedí un trina de naranja sin hielo, pero mi familia se tomaron una caipirinha o un mojito. Y a las cuatro de la madrugada, nos fuimos a dormir… sin accidentes, sin petardos… ¡así iban a ser a partir de ahora el SAN JUAN! Fui muy feliz.
A la mañana siguiente con mis padres, nos fuimos a desayunar en el bar que había abajo, yo me pedí un Cacaolat y mis padres su café de siempre, mi papá un café solo y mi mamá un café con leche. Luego nos fuimos a dar una vuelta por el pueblo, caminamos mucho, Calella de la costa es más bien una ciudad pequeña, que además está unida con su pueblo vecino Pineda de Mar (literalmente está unida por la calle más larga, la de las tiendas, son como 10km de calle con tiendas de todo tipo, menos marcas todo para la gente de a pie).
El problema que tiene el Maresme es que no puede tener paseo marítimo cerca del mar, por ahí pasa el tren. Para ir a la playa, tenías que pasar por unos túneles para que pudieras bañarte. Por la tarde fuimos a la playa, nos apetecía ir por la tarde porque a la mañana nos levantamos con muchas nubes y no hacia pinta de playa. A la hora de cenar, nos fuimos a cenar a un restaurante que se convirtió en nuestro favorito, un restaurante gallego. Las dos hermanas que llevaban el local, tenían el salao de Andalucía, aunque eran hijas de un gallego y una andaluza. Las paellas ahí están riquísimas, las malagueñas y el pescaíto frito, también el pulpo, las vieiras y las navajas están de muerte señores. Este restaurante se llama Pulpería Galicia, se los recomiendo que vayan, no se arrepentirán.
Al día siguiente después de almorzar nos regresamos a Manlleu, poniendo fin al San Juan, la noche anterior también hubo concierto en la playa, ¡fue descomunal! Teníamos que regresar porque mi padre tenía que volver al trabajo, y mi madre tenía una entrevista de trabajo para la central del BONPREU, una cadena de supermercados, ella hacía la entrevista para ser contable. En mi caso, ese verano me apunté en el Anigami, ese año me tocaba ir al grupo de mayores… aún me podía apuntar más años hasta que terminase la secundaria, pero ese fue mi último año ahí.
Seguían los cambios a toda hostia, el universo ya me tenía hasta las narices… en vez de estar en el Anigami cinco días a la semana, solo eran tres, y además nunca estaríamos en el pabellón, que siempre estaríamos fuera haciendo deportes de aventura de verdad, en plena naturaleza. Lo bueno es que no teníamos que montar ningún espectáculo, simplemente haríamos deportes de aventura, sonaba relindo, pero la experiencia fue otra completamente diferente.
El lunes, miércoles y viernes, a las nueve de la mañana tenía que estar en el pabellón, esperar a mis compañeros, para subir en un bus, para irnos dónde nos tocaba, ese año el Anigami se había juntado con el colegio de Rocapervere de Torelló, así que nos mezclaron, no me pareció mala idea porque enseguida hice alguna amistad con chicas de Torelló de mí misma edad. El primer día estuvimos en ese colegio, haciendo sombras chinescas y actividades de aquellas que haces para conocerte mejor con el grupo.
El segundo día, nos fuimos a la piedra del sacrificio a hacer una actividad de orientación, con grupos de siete personas, un mapa y una brújula nos teníamos que orientar por el bosque para encontrar las bolsas para poder desayunar. Recuerdo que las chicas de Torelló no se sabían ubicar nada bien, y al final algunas se pusieron a llorar (se agobiaron seguramente), y yo agarré el mapa, la brújula no me sirvió, identifiqué dónde estábamos y por dónde teníamos que ir, me empezaron a seguir de tal forma que al final conseguimos al fin desayunar.
- ¿Dónde aprendiste a orientarte así?- preguntó una de las chicas.
- Es la primera vez que me ha pasado, era como si ya hubiese estado aquí, no sé…- respondí.
- ¿Has venido antes?- preguntó otra.
- No, es mí primera vez aquí. No sé qué me ha pasado…- dije.
- ¡Quizás ha sido suerte!- dijeron ambas.
- Si, puede…- no les quise dar la contraria.
Miré al Uriel él se puso a reír y yo también.
- Creo que hice bien, ¿no?- le pregunté.
- Si, no creo que se hubiesen creído que en Ávalon haces clases de orientación por los sistemas de Agartha- dijo Uriel medio riéndose.
- Tienes razón. No se lo creerían.- dije también entre risas.
- ¿No me dijiste qué puntuación sacaste del último examen de orientación?- preguntó Uriel.
- Máxima.- le respondí.
Uriel se alegró tanto que chocamos la manito. Entonces escuché unas risas detrás, me giré, una chica rubia alta me miraba junto a sus dos amigas, eran de Manlleu un año mayor que yo, se reían de mí, no conmigo.
HR.
HERO&Corporation.
No hay comentarios:
Publicar un comentario