viernes, enero 27, 2023

El Espejo De Mí Vida - Capítulo 168 [2T]

 

En cuanto llegamos al aeropuerto me cagué encima de lo grande y diferente que era, estaba acostumbrada a los hangares de 5D, llenas de naves de todos los orígenes de las estrellas, y en un aeropuerto, solo son pájaros de metal que viajan de un país a otro sin salirse de la gravedad del planeta. Literalmente me llevé una pequeña decepción, porque pensaba que estarían un poquito más modernos… quizás de nuevo me había “adelantado” en el tiempo, me suele pasar mucho.

El camino de Manlleu hasta el Prat fue bastante corto para mí, porque me quedé dormida a la segunda curva de la autopista, mientras que mi abuela charlaba con mis padres y la radio, que en ese tiempo era radio teletaxi, se escuchaba muy de fondo. Al llegar al aeropuerto fuimos a facturación, lo recuerdo como un proceso algo tedioso, pero luego el sistema de seguridad fue aún más, porque me tuve que quitar los zapatos, mis padres se tuvieron que quitar los cinturones y eso… después de lo que había ocurrido hacía casi un año después del atentado de las Torres Gemelas, las seguridades en los aeropuertos aumentaron el triple.


La espera de subir al avión fue interesante, aunque me di cuenta de cómo eran, estuve todo el tiempo observando como preparaban un avión que acababa de llegar de su viaje, ver tantos transportistas llevando maletas y entre otras cosas, me fascinaban, cómo ya se habrán dado cuenta soy de naturaleza curiosa y me gusta aprender mucho a través de la observación. Mi madre tuvo que irse a una tienda a comprar chicles, así que le acompañé, porque así podía elegir de los que me gustaban, por eso agarré los de hierbabuena que eran riquísimos.

Una vez que embarcamos, me tocó ventanilla junto a mi mamá, como era el primer asiento de la zona de turista, en medio de los tres asientos no podía ir nadie sentado, así que mamá le tocó pasillo, detrás, mi padre le tocó en medio y la ventanilla fue para mi abuela. Mientras que esperábamos a que cerrasen las puertas, ya me puse el cinturón de seguridad, me impresionó que no fuese como en el auto, sino solo de cintura, otra persona con mentalidad catastrofista pensaría que tendría más posibilidades de morir, pero yo pensé que a lo mejor este cacharro me iba a impresionar… aunque tenía pocas chances la verdad, me había desencantado demasiado rápido.

El avión arrancó el motor y empezó a moverse hacia adelante, tras salir de su estacionamiento, aproveché para ponerme el chicle en la boca y le di la mano a mamá, porque me daba como impresión, ¿ahora que iba a pasar para ponernos a volar se alzaría como una nave del hangar o tendría que tener un espacio a gran velocidad? Había visto cómo los Centuriones para poder volar con sus alas, necesitan una pista a máxima velocidad, yo sinceramente esperaba la primera opción, ver como te alzas de repente, en plan gancho de una máquina de la feria, es mucho más impresionante, que ir a máxima velocidad y luego emprender el vuelo.

Las azafatas, terminaron de indicarnos los lugares de seguridad en caso de emergencia, yo confiaba que los ángeles no intentarían que el avión le pasase nada, confío más en un ángel que en el piloto de los aviones aunque llevan miles de horas de entrenamientos. Lo siento, pero sinceramente, le entregaría mi alma a un ángel de luz antes que a una persona que no sabe qué hacer ni con su alma. Siento ser algo brusca en este sentido, pero es una cuestión de fe y de consciencia, los ángeles siempre han estado a mi lado, las personas, simplemente huyen a la primera de cambio, cuesta confiar que podrías darle tú alma en caso de peligro.

-        Señores pasajeros, estamos entrando en la zona de pista, en breve emprenderemos el vuelo y nos dirigiremos hacia el aeropuerto de Orly en París. El viaje tiene aproximadamente una duración de dos horas y diez minutos, espero que disfruten del viaje con nuestra compañía con un refrigerio. Les ha hablado el comandante.- dijeron por radio.

Miré por la ventanilla, el avión giró y pasamos un paso de peatones, siempre me pregunto ¿qué hace un paso de peatones allí? El avión se paró y delante se veía otro avión en espera. Enseguida emprendió la velocidad el avión de adelante y nosotros nos colocamos dónde esperaba. Esos minutos de espera fueron muy largos, y los nervios empezaban a jugármela un poquito, no me estaba cagando, más bien lo contrario, sentía lo mismo que sentía cuado me montaba a una montaña russa en un parque de diversiones. Esa sensación de que la voy a pasar realmente bien, aunque al principio parezca que vaya a vomitar o a morir en el intento, yo estaba feliz, contenta, nerviosa, haciendo ritmos con las manos tocando los muslos, esperando a que arrancase el avión y sentir esa velocidad… tenía mucha esperanza en que iba a ser espectacular.


El avión encendió los motores más veloces, y empezamos a ir a toda mecha por la pista, me quedé literalmente pegada en el asiento de la velocidad que iba, en ese momento la mano de mi madre se estaba gangrenando, pobrecita de lo fuerte que le agarraba, hasta que la solté e hice como cuando me subo a la montaña russa, manos arriba, automáticamente se me fueron allí, entonces escuché la risa de Gabriel a mi derecha giré la cabeza y lo vi sentado en medio imitando lo qué hacía y gritando de alegría (yo no gritaba por respeto a los demás pasajeros pero me venían ganas), hasta que el avión empezó a volar inclinado hacia adelante dirección las nubes. ¡Wow!

-        ¡Hacía demasiado tiempo que no me subía a un avión, Laia! – dijo extasiado Gabriel.

-        ¡Wow! ¿Esto es así?- le dije tan alto que mi mamá me respondió con una sonrisa.

-        Si, ¿te ha gustado? – preguntó Gabriel.

Dije que si con la cabeza.

-        Pero ahora viene lo mejor, mira por la ventana. – me dijo Gabriel.

Me puse a mirar por la ventana, Gabriel se puso también como si no llevase el cinturón, se apoyó a mi hombro derecho y señalaba lo pequeño que se iba quedando la ciudad de Barcelona, en el día soleado y despejado que se había quedado tan hermoso para volar. No tuve ningún problema con las alturas, puesto que tenía una sensación hermosa en mi corazón, fue en ese instante cuando me recordé a mí misma porque había decidido volver a encarnar en este planeta, porque nada más verlo en las alturas, te enamora su belleza.

Gabriel estaba disfrutando como un niño mirando por la ventana junto a mí, era maravilloso. En cuanto llegamos al cielo francés, empezó a ver una capa de nubes blancas que tapaban las bellezas de Gaia y hacían el viaje un poco más interesante, porque en vez de aburrirme, empezamos a ver naves del Comando Ashtar que nos seguían un poco lejos para no levantar sospechas y ángeles volando alrededor del avión. ¡Qué hermoso!

-        Gab, ¡mira!- susurré para que mi madre no escuchase que estaba haciendo una sopa de letras.

-        Allí llegan nuestros amigos, les pedí que nos protegieran por fuera, para que este avión llegué a su destino sin problemas. – dijo Gabriel.

-        ¡Qué maravilla! Es la primera vez que los veo desde 3D.- comenté.

-        Más adelante, los podrás ver cada vez que viajes, tanto en avión como en auto. Tenemos previsto dejarnos ver a aquellos hermanos que acepten nuestra presencia, y tú estás en esa lista, mi amor. – informó.

-        ¿De verdad? ¡Wow! ¡Qué ilusión! – dije contenta.

La azafata nos sirvió un desayuno bastante pobre, que en esos tiempo regalaban con el billete y que ahora solo lo hacen los vuelos largos. Recuerdo que no tenía mucha hambre porque estaba demasiado ilusionada por lo que estaba viendo por la ventana, verlos a ellos a los ángeles como si nada, haciendo su trabajo que les había mandado, me sentía muy especial porque de alguna forma me estaban dando el mensaje de que para cambiar el mundo, solo debes empezar con tener esperanza de que puedes lograrlo.

Mientras que le pedía a la azafata una taza de leche con colacao, miré a Uriel que estaba en el pasillo agachado, le hice un gesto aprovechando que mi madre estaba de pie agarrando algo de la valija de mano que tuvo que guardar en las dependencias de arriba, para que se acercase, Uriel vino hacia nosotros.

-        ¿Vas bien, mi amor? – preguntó agachándose delante del asiento del medio.

-        Si, ¿has desayunado?- le pregunté.

-        No. – respondió, pero antes de que dijera nada, Gabriel le dio una tostada que le sobraba y la aceptó.- gracias, Gab. – dijo.

-        ¿Quieres jugo? – preguntó Gabriel.

-        ¡Dale! ¿De qué es? – habló Uriel con su hermano.

-        De frambuesa y coco. – respondió Gabriel.

Compartieron el vaso porque para él no había, me dio ganas de tomar un sorbito porque olía increíble. De hecho me gustaba más el desayuno angelical que el humano, demasiada bollería que no estoy acostumbrada a tomar. Croasans, leche con chocolate, mantequilla, mermelada… demasiado denso y dulce. Aunque los adultos lo acompañaban con café, ¡qué asco!

-        ¿Te has puesto perfume, Laia?- preguntó mi mamá.

-        ¿Eh? ¡No! ¿por?- le respondí.

-        Huele a fresa…- dijo.

Me encogí de hombros, pero realmente me tuve que sostener la risa, miré a los angelitos y ellos se pusieron a reír, evidentemente mi madre podía oler las frambuesas del jugo. Quería decirle, pero no estaba autorizada a decirle qué ángeles teníamos sentados entre nosotras.

-        En casa no tenemos perfume, porque eres alérgica, mamá. ¿Recuerdas?- le dije.

-        Por eso, porque huele demasiado bien.- respondió arrugando la frente.

-        Debe ser de otro pasajero que quizás pidió jugo en vez de café o leche.- le comenté.

-        Puede ser…- dijo mi mamá.

Es verdad que en casa no había perfumes, porque ella es alérgica a algún componente y se pone horrible, por eso los desodorantes y perfumes estaban prohibidos en mi casa, y según qué tipo de champú para el baño también, porque mi madre le provocaba asfixia. Teníamos que vigilar y por eso usábamos champú sin un olor exagerado, eso me causaba problemas en el colegio, porque mientras que mis compañeros olían rico en clase, yo no podía y enseguida las olores del tabaco de mis padres se me enganchaba a la piel y a la ropa. En parte, era difícil de explicar eso en clase, porque se reían de mi voz y también de que no me solía bañar mucho, básicamente por dos razones, la primera esto de mi madre, porque la queremos mucho y no queremos que se muera, antes era más sensible, pero cuando me hice más mayor ella mejoró y ya pude usar esos productos con cautela. Y segunda, porque mi piel también es especial, si me baño todos los días, me pica mucho la piel (da igual qué jabón usé), me pica y se me cae, por eso debo esperar mínimo tres días antes de pasar por la ducha. De pequeña solo pasaba una vez a la semana y siempre era en domingo, más mayor pasé con más frecuencia.

Los niños pueden ser muy crueles de pequeños, si no te quedas a escuchar, ¿cómo vas a poder saber qué ocurre de verdad? Por eso este tema siempre fue controversia en clase, porque un día Nil me preguntó “¿Cuántas veces te bañas?” y yo le dije “el domingo y ya” pero no me permitieron explicarlo. Y ya me tacharon de guarra que me siguió toda la adolescencia y el Bullying.

Mi padre no tiene ningún tipo de problema, pero a mi ahora con casi 30 años, estoy empezando a tener algunos síntomas que tenía mi madre a mi edad con algunos productos, más en los de limpieza del hogar.

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HR.

HERO&Corporation.

 

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