La primera vez que escuché la palabra fracaso tenía 5 años y se la escuché a mi padre, cuando hacía un
comentario sobre otra persona que apenas lo conocía, tan solo lo había visto
por la tele. Pero como era chiquita lo ignoré, no entendía bien esa palabra, ni
sabía su significado, pero me impactó bastante y no entendía porque. Fui creciendo
y esa palabra siguió surgiendo, a los 8 años, la tutora dijo “hagan lo que hagan en sus vidas, procuren
que sea algo grande que no les hagan fracasar en lo que son” y comprendí
que la palabra fracaso, era algo malo, porque la sociedad lo veía como algo
malo, que yo seguía sin entender.
Cuando estaba a punto de entrar en la Secundaria, muchos
compañeros de clase tenían miedo por lo que pudiese ocurrir en esa nueva etapa
que se estaba abriendo delante de nuestras narices, lo que sería los últimos
cuatro años de formación obligatoria, y al fin ser libres de escoger ¿en qué
camino querías transitar? Ese miedo no lo entendía, y les pregunté “¿A qué le tienen miedo?” y contestaron “Al fracaso” y me los quedé mirando sin
entender muy bien a qué se referían. Fue al llegar a la Secundaria, cuando esa
palabra se enfrentó al fin cara a cara, esperando a que uno de los dos ganara
el terreno, si yo ganaba, se suponía que no me afectaría su poder y que una vez
que le ganase, se olvidaría de mí, pero no fue así, el fracaso tiene por
naturaleza el hecho de que una vez te observa, decide seguirte en tú camino,
esperando ganarte en lo que quieras obtener éxito.
Piqué el anzuelo y le tuve mucho miedo, pero cuanto más
intentaba correr para que no me atrapase, él seguía detrás de mí corriendo, y
parecía divertirse tanto, que lo vio como un juego aún más bueno que el de los
demás. El fracaso es muy pícaro, y hará cualquier cosa para hacerte creer que
en sus brazos, serás algo más de dónde realmente estás… y sin darme cuenta, le
tuve miedo, cuando en mis notas se reflejaba perfectamente lo inevitable,
cuando mi padre me dijo “Si continúas
suspendiendo en clase, acabarás fracasando y no te vas a sacar la secundaria…”.
Lloré tanto que yo sola podía salir de mi cuarto navegando las olas de mi
perdición, pensando que realmente estaba permitiendo que mi vida, fuese dueño
del fracaso…
Me saqué la secundaria, raspando ya la puerta del fracaso, y
emprendí un camino aún más duro, sin saber muy bien a dónde elegir, decidí
seguir por el bachillerato… y allí el fracaso tomó de mi mano fuerte y me
envolvió, porque no me lo saqué, y me quedé con una mano delante y otra detrás.
Sin futuro. Sin camino. Sin nada.
Me hundí en mi propio llanto durante tres días seguidos, sin
salir de mi cama apenas para comer algo y volver.
Y al tercer día…
“¿Por qué lloras?”
una voz que no sabía de dónde salía, me estaba hablando, pensé que había
entrado en un sueño y seguí llorando, mientras que esa voz siguió hablándome “No llores por mí, si apenas me conoces
quién realmente soy. Solo conoces lo que opinan de mí, pero tú, eres una
privilegiada ¿sabes? Tu por lo menos, has querido conocerme, y acá estás, y acá
estoy ¿quieres saber quién soy?”. Automáticamente dejé de llorar, la
curiosidad me llenaba tanto la mente, que miré más allá de mis rodillas y allí
vi una luz blanca muy hermosa que flotaba en mi cuarto y dije “¿Qué es esto?” y esa voz dijo “¡Hola, me llamo camino, aunque tú me
conoces por otro nombre, mi nombre feo, tú me conoces como Fracaso!”. No lo
entendí y antes de que dijera algo él continuó “Ahora que estás aquí conmigo, quiero mostrarte lo que hace tiempo
quería que supieras, ¿me acompañas?” sin saber por qué me puse de pie, y
quise entrar dentro de esa luz, y entré.
Todo era luz, tan bella que mis ganas de llorar cesaron de
repente, y solo podía sonreír. Mientras que escuchaba como esa voz decía:
Cuando el universo existió, se crearon dos caminos, uno era nombrado
luz y otra oscuridad. El camino de la luz, con el paso del tiempo fue el que
todos aquellos seres que transitaban en él obtendrían todo lo que desearían sin
apenas hacer el mero esfuerzo. Pero aquellos que deseaban transitar por el
camino de las sombras, conseguirían realizarlo con mayor dedicación y
experiencia. Hubo una vez la luz le dijo a la sombra “En mi todos fluyen, pero
apenas me dan las gracias por existir y por permitir ser” y la sombra le
contestó “Será entonces que no valoran quién eres, aquellos que transitan por
el mío, valoran quién soy, y me dan las gracias por ser quién soy”. La luz
lleno de incertidumbre, se enojó con la sombra y le llamó de malas formas “FRACASO”
y la sombra no se dio cuenta que esa palabra le daría mala fama.
Con el tiempo, la luz
empezó a nombrar que su camino era el éxito y el de la sombra conduciría al
fracaso, por eso la mayoría de seres querían pasar por el éxito y solo unos
pocos, pasarían por el fracaso. La sombra aceptó su destino, y cada ser que
transitaba su camino, le amaba con todo su corazón, mientras que aquellos que
iban por la luz, llegaban a sus destinos antes, pero no muy preparados, con
falta de experiencia, y al ver que después caían en las garras de la
lamentación, la luz, conducida por su cólera le dijo a la sombra “Eres la
oscuridad y a ti te aman y a mí me rechazan al final del camino ¿Por qué?” y la
sombra le contestó “si tomas pan comido, ¿quién aprende que ese pan antes de
ser comido, alguien tuvo que comérselo primero?”.
La luz no entendía
sus parábolas y empezó a brillar, intentando hacer que sus seres hablasen de
ella, pero siempre obtenía el mismo resultado, mientras que la sombra, era todo
elogios. Hasta que finalmente la luz, dejó de brillar y entendió el mensaje y
le dijo “No eres peor ni mejor que yo, somos hermanos de un mismo punto, y yo
he creído ser más que tú y no es así, dónde yo doy claridad, tú creas duda,
para ayudarles a expandir su riqueza interior, dónde tú das oscuridad, mi luz
sirve para sanar… trabajamos en conjunto y no me he dado cuenta hasta ahora,
por mi egoísta vista que no me permitía ver más allá de mi cegada de luz. Te
amo, hermana sombra”.
Me quedé sin palabras, pero comprendí el mensaje. La
sociedad siempre nos inculca que para ser alguien en la vida, debemos permitir
estar en la luz y no caer en las sombras, es decir, ser ÉXITO para no ser un
FRACASO y no ser NADA. Pero temerla al fracaso, es no admitir que la vida
constantemente tienes momentos de luz y momentos de sombras, dónde en las
sombras te das cuenta de lo que vales, y que nada permanece separado, porque la
luz inevitablemente tiene su sombra, y que ambas viven por el mismo fin, que
separadas no son nada, pero juntas llegan al TODO.
¿Y tú, alguna vez te ha dado miedo fracasar? ¡A mí al final
me di cuenta que solo es una distorsión de la realidad de mi verdad, caer forma
parte del camino!
Recomendación: Billie Eillish – Bury friend.
HR.
HERO&Corporation
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