miércoles, noviembre 27, 2024

Vivir Con Dios

 

Mensaje del Maestro Kuthumi:

Amo mí SER completo. Acepto mí cuerpo tal como es, porque es perfecto. Acepto mí alma tal como siente, porque en él he aprendido todo lo que SOY. Acepto mí espíritu tal como es su voz, porqué me guía y me ayuda a entenderme tal como SOY. YOSOY espíritu, YOSOY alma, YOSOY cuerpo.

La conexión más profunda que tienes con DIOS, es el AMOR. A través de ti, él se expresa y a través de ti, él te guía. Puedes llamarle DIOS, ENERGÍA o SUSTANCIA, pero ambas son lo mismo, ENERGÍA. Tú espíritu tiene un fragmento chiquito de él, y así somos sus hijos a imagen y semejanza. Los que conectan más en profundidad, descubren que DIOS también tiene cuerpo físico, y los que conectan con menor profundidad, solo ven una bola de ENERGÍA.

Creer en DIOS, es algo natural del propio espíritu, pero cuestionarse ¿quién es DIOS? Es la parte del cuerpo, cuando se olvida que ya es un hijo de DIOS. Renegar su existencia, es renegar de que tú existes. Ahora no lo entiendes, porque tienes el corazón herido.

YOSOY,

El Maestro Kuthumi,

Con todo el amor del gran CORAZÓN DE DIOS.

HR.

HERO&Corporation.

 

viernes, noviembre 22, 2024

El Espejo De Mí Vida - Capítulo 206 [3T]

 

Empecé a correr lo más rápido que pude, pero sabía que no llegaría, ¿era mí último minuto en este plano de los vivos? Seguí corriendo, me quedaba más de la mitad del puente para cruzar, el tren no podía frenar hasta llegar a su punto, porque el semáforo estaba en verde, el conductor seguía tocando la bocina, y yo seguí corriendo. Notaba el motor del tren como calentaba mis piernas, no estaba corriendo lo suficiente, me iba a dar una hostia…

Noté unas manos fuertes agarrándome por la cintura, me agarraba tan fuerte que mis pies no tocaban el suelo, volaba. Miré a mi izquierda, y sonreí, era Gabriel que había cargado conmigo en brazos, corría más rápido hasta que llegamos al otro lado.

-      ¡Agárrate fuerte al poste!- gritó Gabriel.

Obedecí, él me rodeó con su cuerpo, mientras que el Tren pasó muy cerca nuestro. Gabriel me había salvado la vida, Gabriel estaba conmigo, ¡ya era feliz!

-      ¿Por qué has intentado suicidarte? – Me preguntó enojado Gabriel, agarrándome por los brazos, mirándome directamente a los ojos. - ¿Quién te ha enseñado a ponerte así en peligro por egoísmo? ¿Estás tonta o qué? ¡No sabes lo preocupado que he estado, cuando he recibido tu llamada de socorro! ¿Me quieres dar un susto de muerte y enviar todo a la mierda o qué? ¡No vuelvas a hacer algo así, nunca más! ¿Me entiendes?- dijo Gabriel, por acto reflejo me estrujó contra su pecho, me dio un beso en la mejilla mientras respiraba más tranquilo.

Nunca lo había visto así, lloraba y todo de la preocupación.

-      No quería hacerlo, pero no me ha quedado otra. No me quería suicidar. Solo quería… quería… pensé que si me ponía en real peligro, vendrías directamente a salvarme.- le confesé con lágrimas.

-      ¿QUÉ?- gritó Gabriel.

-      ¡Llevo días llamándote y no contestas! ¡Necesito que me ayudes con una cosa de la escuela! ¡No aguanto más!- le dije llorando.

-      ¿Y me llamas así? A ver, Laia… Hay cosas que debes hacer sola, ¿sabes? Porque mientras yo estoy aquí contigo, estoy dejando atrás a otras personas que también me necesitan. – explicó Gabriel, el enojo no se le iba, sino más bien lo contrario.

-      ¡Muy bonito! ¿Y lo mío, no lo es de importante? ¡Tengo Bullying en clase! – le grité.

Me dio la mano para continuar caminando despacito hasta la estación que era dónde estaba Uriel mirándonos preocupado. Pero no le agarré la mano y caminé delante de él.

Gabriel nos acompañó a dar una vuelta por el paseo del Ter, mientras que le contamos lo que pasaba, comprendió que la situación era muy grave, así que me agarró la manito en señal de disculpa.

-      Voy a ayudarte, pero no puedo venir hasta mañana por la tarde. – dijo Gabriel.

-      Vale. Pues hasta mañana a la tarde no iré a clase.- le dije.

-      No, no, amor. Debes ir a clase mañana por la mañana, yo iré por la tarde, veré lo que te pasa y estaré contigo ayudándote, el tiempo que sea necesario, amor. Pero tú debes ir a clase, porque como tus padres descubran esto, quizás te pasen cosas peores, ¿sabes?- intentó convencerme.

-      Entiendo lo que dices, Gab. Pero es que… no tengo fuerzas… son muy hostiles conmigo, hacen como que yo no existo. Digo algo, se ríen, hago algo, se ríen, pregunto algo, me ignoran… ¡no puedo más!- le dije estaba muy triste.

-      Es que tengo que regresar en la misión que estoy. Pero a las tres de la tarde, estaré contigo. ¡Te lo prometo! – dijo Gabriel agarrándome las dos manos, se agachó para mirar-me directamente a los ojos.

Nos dimos un abrazo muy fuerte, que terminé llorando en su hombro, en cuanto levanté la cara, estaba en las nubes volando con Uriel y Gabriel. Pisé la tierra del parque del cementerio, Uriel y yo nos volvimos a casa, Gabriel desapareció con la esperanza de verlo mañana a las tres para ir juntos a clase.


Cuando me levanté el jueves, intenté con todas mis fuerzas ir a clase, incluso recorrí el camino hasta llegar a la calle San Jaime, solo tenía que doblar a la izquierda y llegar a la puerta de los mayores. No pasaba por el pabellón porque era demasiado camino, pero a pesar de que ya eran casi las nueve menos cuarto, llegaba quince minutos tarde. Me quedé allí parada, mirando la calle San Antonio.

-      Vamos, Laia. Se lo prometiste a Gabriel.- dijo Uriel.

-      No puedo.- le dije.

-      ¿Qué?- dijo Uriel.

Crucé la calle y caminé por la calle San Jaime hasta llegar en el Rossiñol, Uriel intentó convencerme pero no pude, regresé a casa.

Al mediodía vino mamá, como si nada, yo simplemente me puse a jugar al monopoly ¡, lo sé era triste jugar con el Bilbo y Uriel, pero era lo que tenía. Todo parecía bien, hasta que llamaron al teléfono, respondí yo…

-      ¿Si?- dije.

-      ¿Laia, eres tú?- dijo el tutor Josep.

Mierda… nunca había llamado tan tarde.

-      Si.- dije.

-      ¿Están tus padres en casa?- preguntó Josep.

-      No, no. Esta tarde vendré.- le dije.

En ese momento mi mamá regresó de la cocina.

-      ¿Quién es, Laia?- preguntó mi mamá.

Le ignoré.

-      ¿Ya estás mejor?- preguntó Josep.

-      Si, si. – dije.

Mi madre me robó el teléfono y se lo puso en la oreja. Mierda. Se enteró de todo.

Sabía que la había cagado tanto, que pensé que estaría tan castigada que jamás volvería a ver la luz del Sol. Después mí madre, llamó a mí padre y se lo dijo… ¡Dios! Aquí me entró un miedo en el cuerpo y en el corazón, que durante los quince minutos que tardó mí padre en llegar del trabajo a casa, fueron los quince minutos más largos y más sufridos de mí vida y de todas mis vidas.

Escuché como se cerraba la puerta de la calle, todavía estaba jugando al monopoly, pero se hizo el silencio. Bilbo se fue a la puerta a saludar a su abuelo, y yo, me quedé sin palabras, parada, pensando… ¿voy a salir viva de esta? Le fui a abrir la puerta a mí padre, me miró con ojos rabiosos, y me cagué doble…

-      ¡Recoge esto!- dijo con autoridad al ver el monopoly.

Le hice caso, papá dejó las cosas en el sofá y se fue a la cocina, mamá le terminó de explicar lo que yo había hecho. Entonces, vino papá me miró con autoridad.

-      ¡Cómo no vayas al colegio esta tarde, te encierro en un internado!- me amenazó papá.

Acepté mí derrota. Papá se fue a comer, me obligó a ir con él y comer, fue muy extraño porque no se escuchaba a nadie hablar, solo el noticiero dando las noticias del día y los cubiertos en los platos. Agarré después la mochila, y me fui a clase… entré en clase, no me escapé ni nada… recuerdo que llegué pronto y estuve en el patio esperando. Los demás me miraban, y yo solo miraba al cielo a ver si veía a Gabriel aterrizar, algunos miraron el cielo, en plan <¿qué está buscando?>, pero no veían nada.

Gabriel acudió puntual, entonces sonó el timbre y subimos a clase, tocaba clase de naturales, pero era partida con la clase de ampliación de inglés. Me tocaba estar en clase de naturales con el tutor, cuando me vio no me sacaba el ojo de encima, intenté ver por qué tema andaban, habían avanzado bastante, incluso ya les habían dado la mitad del tema, me faltaban tantos apuntes… Josep se acercó a mi mesa, miró la libreta lo que tenía apuntado de la última vez que estuve en clase, le pidió los apuntes a una compañera de clase, y me mandó a secretaría a hacer fotocopias de todos los apuntes que me faltaban por pasar a la libreta, eran más de 15 páginas. ¡Madre Mía!

No me dijo nada el tutor, se ahorró todos sus comentarios, por lo menos ni me quiso poner en ridículo delante de la clase, ni quiso decirme nada. Pero a la mañana siguiente, escuchaba los comentarios de los compañeros, que sabían lo ocurrido. ¿Por qué los profesores contaban mis cosas personales a mis compañeros si yo no les quería compartir nada? Solo era más material para hacerme daño… ¡a la mierda la confianza!

Ya me sentía suficientemente ridícula yendo a una clase que cualquier cosa que hiciera o no hiciera, ya era símbolo para burlarse de mí. ¿Qué pasó con los profesores? Pues, no les conté como eran, los peores eran los siguientes: el tutor que impartía informática y naturales; la de inglés se llamaba Elisabet y aunque en la primaria en inglés iba en ampliación, ahí me degradaron a refuerzo, porque cambió mucho la forma de enseñar la materia, empezamos con la gramática y allí me perdí… ya no eran clases divertidas, con ilusión como hacía la Nieves… la Elisabet parecía estar más con dos pies en la tumba que de nuestro lado, el de los vivos… además, te miraba con esa cara de amargada… que en serio… no daba ningún gusto conversar, todo lo que le decías, le parecía y le caía pésimo (tenía la actitud de Vicente Maroto de La que se avecina, para que se hagan una idea).

Luego, estaba el profesor de tecnología y plástica llamado Ángel, un amor aunque en tecnología digamos que me aburría bastante, pero en plástica me enseñó a sacar ese Miguel Ángel que llevamos todos dentro y no lo sabíamos. Durante el verano que esperaba ir a la secundaria, impartí clases con mi tio Rafalé que hace tiempo pintaba cuadros, me enseñó técnicas importantes como la perspectiva y los colores, y con él pinté algunos retratos, paisajes y bodegones muy bonitos.

El profesor de Sociales, era extraño pero muy divertido, me caía super bien, se llamaba Melchor. Curiosamente era vecino de mí abuela y él nunca intentó burlarse de mí, pero si que hacía bromas con todos nosotros. Aunque me costaba mucho entender como tenía que aprender la materia para aprobarla, siempre me tenía en cuenta y a la larga, las bromas eran mutuas. 

HR.

HERO&Corporation.

 

martes, noviembre 19, 2024

El Olvido.....

 

Aceptar que todo el mundo tiene un pasado, a veces me cuesta, porque egoístamente me centro en mis problemas y no en los que habrán tenido los demás. Sentirme humana a veces, me siento como el culo, porque una persona humana, siempre se le ha visto como un niño pequeño, que no ha aprendido todavía a vivir solo, y necesita a alguien que le cuide.

Al igual que en mi vida, tuvo que agarrar la madurez a los cinco años, como humana me he adelantado y me siento como esa hermana mayor que cuida de sus pequeños. Pero a veces, la separación que me creo que no hay, la hago aún más ancha, hasta que la propia realidad me choca en la cara.


Me estoy dando cuenta, de la importancia que es la historia, sabemos la historia de nuestros antepasados, pero cada una de las personas que viven actualmente en esta esfera, también tienen su historia, solo el 0,01% será la que quedará en la posteridad, el resto se olvidará. Llegará un momento que tendrás tataranietos y nadie se acordará de ti, ni de cómo te llamas, ni mucho menos quién fuiste, incluso en alguno de los casos, el apellido tampoco se acordaran, en el caso de las mujeres, que se pierde con el paso de las generaciones.

Ahora el EGO ocupa un protagonismo tan fuerte, que te crees la protagonista de una historia que nunca va a morir… incluso mis diarios personales tienen fecha de caducidad… llegará un día en que se perderán y luego, se olvidarán o se destruirán cuando ya el formato digital sea imposible de leer. ¿Acaso has podido recuperar el contenido de un video beta cuando ya estaba muy estropeado?

¿Fecha de caducidad más allá de la muerte? Si. Aunque eso destruya al EGO y su viaje a ser recordado haciendo las mejores hazañas. Los tuyos vivirán un poco más que tú, pero… si nadie les cuenta a otros, serás olvidado mucho antes. ¿Y si un visir del Antiguo Egipto hubiese escrito la historia de cómo era vivir en esa época pero no se hubiese encontrado todavía sus pergaminos? ¿Cómo sería recordado tras tantos milenios de su muerte? ¿Por su momificación? Quizás… pero nunca sabrás su voz, cómo se expresaba, solo tendrás una ligera idea, porque en su tumba encontrarás joyas y cosas (si no la habrán saqueado antes) que dirán su estatus, y quizás un poco su historia de quién era por los jeroglificos en la tumba o en las paredes. ¿Y su visión de lo que vivió dónde quedará? En el olvido.

Si seguimos pensando con el pensamiento de tercera dimensión, jamás recuperaremos ese olvido. Así es, el olvido se puede recuperar y volver a tener esa información en tus manos, milenios después. Para hacerlo necesitas aprender a canalizar información de la energía que fluye en los lugares dónde ha vivido la persona. Activar, los Chakras y podrás verlo de nuevo para que entiendas su parte de la historia de la humanidad.

Sigue los videos de nuestro canal de youtube, ¿nos ayudas a llegar a 1400SB? Aquí:


HR.

HERO&Corporation.


lunes, noviembre 11, 2024

El Espejo De Mí Vida - Capítulo 205 [3T]

 

Sabía que me jugaba algo grave, nunca les había mentido a mis padres, ni les había hecho algo parecido jamás. Pero yo no podía volver a clase sin Gabriel, le necesitaba, la energía de la clase me estaba matando, y si en algún momento los adultos supieran por qué no quería ir a clase, quizás no acabaría la secundaria en ese centro y estaría como al primo Aros.

-      ¡Tiene que haber una forma para que puedas ir a clase y no te afecte la energía! Amor, eres de la orden de san migue arcángel, algo se te tiene que ocurrir para poder protegerte, ¿no?- decía Uriel preocupadísimo por las futuras repercusiones si esto continuaba así.

-      Lo he intentado todo, y el arcángel Miguel no me está ayudando lo suficiente. ¡Necesito a Gabriel!- le insistí.

-      ¡Está de misión! Y no sabemos cuando volverá… ¿Te piensas quedar aquí hasta que vuelva?- dijo Uriel se le notaba que estaba llorando o a punto.

-      Tampoco me gusta esto, pero sí. Esperaré lo que haga falta.- le dije.

Para que mis padres no sospecharan de nada, guardé la mochila en el armario de mí habitación, se suponía que al mediodía iba a almorzar sin la mochila que la dejaba en clase. Ese día me tocaba ir a casa de la iaia Filo, le hice prometer a Uriel que no dijera nada a Chamuel ni al ángel de la guardia del Tiet Josep. Pero en el momento que vi al Tiet Josep por el cementerio que estaba acercándose a casa de la iaia, crucé la avenida de Roma y estuve con él.

-      Tiet, ¿puedo decirte algo importante antes de ir a casa la iaia? Es un secreto entre tú y yo.- le dije.

-      Claro, ¿qué te pasa?- dijo el tiet Josep preocupado.

Le conté que había hecho pellas, se quedó sorprendido.

-      ¿Puedo quedarme a la tarde contigo? Es para hacer tiempo, mi padre no regresa al trabajo hasta las 3:30pm.- le pedí.

-      Si, no te preocupes, iremos a dar un paseo.- dijo sin pensárselo mucho.

-      Gracias. A la iaia, ni una palabra, ¿vale?- le pedí.

-      Vale.- dijo.

Llegamos juntos a casa la iaia, se sorprendió, pero fingimos que nos habíamos encontrado por el camino, como si el universo hubiese actuado a través de nuestros espíritus. La iaia como cada lunes, nos sirvió el almuerzo, me intentó hacer preguntas sobre el colegio, yo simplemente fingí, cada vez que lo hacía Uriel me miraba con cara de culpabilidad.

Me fui con el Tiet Josep como si me fuera a clase, la iaia no sospechaba absolutamente nada. Pero nos fuimos a dar una vuelta, subimos al Poquí y luego fuimos a su casa en Gràcia, me dejó en sus casa de finales del 1800 solita, porque quería ir a tomarse un café a Ca la mañana. De hecho él tenía planes, había quedado con su novio Rafel, por eso acepté quedarme en sus casa tan vieja, mirando la televisión.

El Tiet Josep, nunca le había dicho a nadie que era gay, pero una vez me lo dijo a mí en confianza, sabía que además tenía novio aunque él ya tenía 75 años, y su novio era cinco años mayor que él. Nunca habían salido del armario, ni salieron nunca del armario, principalmente porque Rafel estaba casado con una mujer llamada María, pero también al Tiet Josep le daba miedo lo que pensaban los demás de él si supieran que le gustaban los hombres. Sobre todo porque a mi abuela, no lo aceptaba, y nunca lo aceptó.

Mis padres ahora en la actualidad lo confirman, pero nunca tuvieron esa confesión que yo tuve directamente del Tiet Josep antes de que él muriera. (Lo siento por el spoiler pero está claro que no iba a tener casi cien años… ya hablaremos de ello en su momento).

Estando en la casa a solas, la televisión la apagué porque era tan vieja que no se veía muchas canales. El Uriel y yo empezamos a charlar sobre nuestras cosas, Gabriel seguía sin dar señales de vida, pero empezamos a escuchar sonidos extraños que venían del baño.

-      ¡Sh! ¿Has oído eso?- le dije al Uriel.

-      Algo pasa en ¿la cocina? – preguntó Uriel en susurrando.

En ese momento la puerta del baño se abrió sola, sin corriente de aire porque estábamos en Octubre y ya el frío se había presentado. Daba un poco de cague porque además estaba un poquito oscuro, pero nos levantamos y lentamente fuimos hacia el baño. Encendí la luz del baño, ok, no funcionaba. Era un baño sin ventanas, con los azulejos blancos en plan 1890 más o menos, era la casa dónde vivió él junto a la bisabuela Iaia Roser, con mi abuela y la tía Cristina, después de las inundaciones del año 1940.

Durante la inundación el agua del río llegó a medir más de 20 metros de altura de lo que suele ser habitual. Mi abuela, mis tio y mí tía, junto a mí bisabuela recién viuda, perdieron su casa, ya que vivían al lado de la salle por la calle San Antonio (la calle de atrás). Recuerdo que mí abuela, me dijo, que llovió tanto durante más de cinco días, que la gente iba en barca hasta la plaza, debido a que los pisos de esa calle tenían una estructura de madera, ella, junto a su madre y sus dos hermanos gemelos (Cristina y Josep), tuvieron que subir al tejado, porque el agua les entraba por el balcón y vivían en un primero. Al final, tuvieron que saltar de tejado en tejado, y cuando saltaban al otro tejado, el bloque de pisos que habían dejado atrás, se caía completamente para terminar bajo el agua. Mi abuela tenía solo 14 años y sus hermanos 11 años.


Luego decidieron ahorrar como pudieron y se compraron una casa en el barrio más alto de Manlleu que era Gracia. El tiet Josep se quedó la casa, de hecho cuando la iaia Roser murió, le dejó la casa al único varón que tuvo, porque las chicas ya estaban casadas y con hijos. La iaia Roser murió en el 1981 a la edad de 80 años.

Sentí una ráfaga de aire frío delante de mis narices.

-      ¿Quién hay ahí?- dije.

No recibí respuesta.

-      ¡Manifiéstate!- dije.

El armario que había encima del lavabo se cerró, dónde había un espejo, me podía ver pero detrás de mí, vi el rostro de mi bisabuela mirándome fijamente.

-      ¡Iaia Roser!- dije feliz.

Me giré y la vi delante de mí, llevaba el moño con el pelo canoso, un vestido negro (en plan la abuela de Cuéntame), siempre iba de luto por su marido que murió en el 1939, creo que al final de la guerra civil.

-      ¿Por qué les mientes a mis hijos?- dijo la iaia Roser con voz autoritaria y enojada.

-      No lo hago agrede, iaia. Pero… ¿sabes dónde está Gabriel?- le pregunté.

-      ¡No les mientas más! ¡Tú no eres así!- exigía.

-      ¿Y qué hago? ¿Me dejo romper?- le dije molesta.

-      Tienes miedo, y eso no te deja avanzar.- dijo seria y seca.

Le miré a los ojos a través del espejo, pero me giré, quise irme al sofá, noté la brisa a mi derecha, miré y a tan solo medio metro de distancia tenía a la iaia Roser.

-      Debes admitir que tú infancia es solo un recuerdo, ahora debes seguir adelante, pase lo que pase.- explicó la iaia Roser.

Era muy dura en sus palabras, siempre me habían contado que ella carecía del sentido del humor, pero hasta ese momento no comprendí que era así realmente. Aunque ella estaba en luz, siguió siendo así de exigente conmigo, porque estaba enojada por lo que había hecho. Uriel no se dignó a decir ni hacer nada, parecían que estaban los dos contra mí, así que me senté en el sofá y me puse la televisión a un volumen alto.

Cuarenta minutos más tarde, regresó el Tiet Josep, me enseñó el piso de arriba, y luego me fui a casa. Pensé que él me había fiado lo que había pasado esa tarde, pero no fue así, le contó a la noche a la iaia Filo lo que había pasado, pero se mantuvieron en secreto.

No volví al colegio, pasó el martes y el miércoles, hice lo mismo, hasta que recibí una llamada del tutor en casa, a una hora que todavía mis padres no habían regresado a casa. Fingí estar enferma de una gripe complicada, se lo creyó, pero cuando llegó el miércoles a la tarde, Uriel y yo nos fuimos a dar un paseo, Gabriel seguía sin dar señales de vida, así que no quería esperar más porque en el colegio ya sospechaban si era cierto o no.

Nos fuimos a la estación, y empezamos a ir hasta el puente del Tren, me quedé un rato allí mirando hacia Vic, en silencio.

-      ¿En qué estás pensando? ¿Qué hacemos aquí?- preguntó Uriel.

Respiré profundamente, y empecé a caminar por la vía hacia el puente del Tren, Uriel me agarró de la mano y tiró de mí para que no fuera, le miré.

-      ¡Suéltame!- le dije.

-      ¡No! ¡Es muy peligroso, está a punto de llegar el tren, Laia! – dijo Uriel con lágrimas en los ojos.

-      ¡No queda otra!- le dije.

-      ¿Te quieres suicidar? ¡No lo hagas por la gente de la clase! ¡Ni por nadie!- Uriel estaba desesperado.

-      No voy a hacer eso. Pero tengo que hacer esto. Confía en mí.- le dije.

Uriel me dejó de la mano, empecé a caminar y escuché que él iba detrás, me detuve, le miré.

-      Tú quédate aquí. Tengo que hacerlo sola.- le dije.

-      ¿Y si viene el tren?- respondió preocupadísimo Uriel.

-      Todo saldrá bien. ¿Confías en mí?- le dije.

Uriel dijo que si con la cabeza, le mostré una sonrisita, miré hacia la vía del tren y simplemente caminé por el puente del tren, hasta llegar al otro lado. Toqué el poste, cerré los ojos y esperé. Noté un impulso del corazón que me decía y me animaba a volver, lo hice, a paso tranquilo. De fondo, escuché el Tren, me detuve, mirando el río, para terminar respirando profundamente, cerré los ojos de nuevo, el tren se acercaba, y se acercaba, sonando la bocina, porque el conductor ya me había visto, y si no empezaba a correr, iba a ser mí último día en la Tierra.

Abrí los ojos, el Tren estaba solo a cinco pasos, miré a Uriel. El Tren volvió a tocar la bocina.

HR.

HERO&Corporation.

 

¿Un Demonio Siempre Ha Sido Malo?

  ¡Feliz año a todos! Dejamos atrás el año del infinito (2+0+2+4=8) y nos vamos centrando en el año de la divinidad (2+0+2+5=9). El año pa...