Querido amigo,
¿Por qué estás triste? Caminas por la calle como si
realmente te faltase algo, que quizás no puedas recuperar, porque quién te lo
ha “robado” ya hace demasiado tiempo que se ha “marchado” de tú lado, y lo vas
rebuscando cada día al levantarte hasta que te vas a dormir. ¿Por qué quieres
recuperar lo que no puede volver? Ese terreno tan inestable te quitó un
fragmento de tú vida hace cinco años, y desde entonces, buscas parecidos que no
te acaban de convencer, y tú vida se resume en un círculo que solo vas cayendo
una y otra vez en el mismo agujero de la tristeza.
¡No me puedes engañar que la echas de menos! Alguien que
pertenecía una parte de tú corazón que se quebró esa madrugada de Abril. Y te
culpes, porque te sientes responsable de haberla perdido, pero fue un
accidente, es nuestra forma humana de aprender que quitar no es lo mismo que
amar, ni mucho menos que te quiten alguien que amabas de verdad. Te entiendo
perfectamente, a mí también desde muy jovencita me quitaron alguien que amaba
de corazón, y desde entonces, me cuesta confiar, pero hago el esfuerzo todos
los días de intentar confiar más en las personas, para no sentirme peor, si me
siento vacío. ¡Sé qué es sentir y vivir en el vacío existencial! Pero no te
quedes en este círculo si lo que quieres es volver a amar de verdad, si es que
ya amas pero los miedos te siguen manteniendo atrapado.
Cuando pierdes a alguien que era importante para ti, tienes
mucho miedo a seguir adelante y te aferras a cualquier cosa que te haga
recordar a ella. Es ese miedo a volver a confiar, a volver a amar, a volver a
decir lo que piensas, es el miedo que te impide volver a ser tú, incluso con el
paso de los años, sino has impedido nada de eso, todo resulta más difícil,
aunque la vida siempre sabe cómo seguir adelante, seguramente que te has
sentido muy solo, a mí me ha pasado. Tengo que confesarte, amigo mío, que se me
juntó la perdida de ese ser que amaba con locura con el Bulliyng que sufría en
el colegio, y eso es sentirse muy sola, tan solo que nadie quisiese hacer
trabajos de clase contigo, que te dijeran la gente que no te querían en sus
casas, y entre otras muchas más locuras que para algunos les hacía gracia y
para mí, pena y dolía más el corazón, y eso provocaba que no pudiese confiar en
nadie y no entendiera qué eran las relaciones hasta cumplir los veinte años.
Yo no he sabido qué era una amistad hasta que salí del
colegio, ahora sé que no puedo vivir sin amigas, aunque hay temporadas que no
voy tanto con ellas, pero eso no quiere decir que las quiera con todo mi
corazón, solo que hay temporadas que me siento más independiente y quiero
pasarla sola, porque a veces necesito ocuparme de mí y sé que si no estoy
solita ante el mundo, no puedo hacerlo. Tú, amigo mío, lo sabes mejor que nadie…
hace un año venías al pub solito, y ahora soy yo quién se anima a venir casi
todos los días sin nadie en particular, y me vuelvo sola a casita, porque la
compañía a veces solo es por unas horitas, charlar un ratito, bailar y para
casa.
Pero si te escribo estas letras, es porque veo que andas
triste, aunque ahora parece que hayas encontrado a alguien, pero no se te ve
feliz. ¿Recuerdas lo que sentías cuando nos veíamos en tú trabajo? Cuando te
encontré, me ayudaste a superar un momento que era difícil en mí día a día, y
ahora al verte así, se me cae el alma a los pies… llevo el verano casi sin
verte, y lo poco que ha sido, te he visto triste y evasivo, pero sé que no
huías de mí, sino de ti mismo. Ahora mismo te veo con el alma densa, pesada,
taciturna, cuando nos vimos a finales de Mayo recuerdo que te dejé con el alma
brillando, liguera, feliz… ¿Qué te ha pasado amigo mío? Si me echas de menos,
que sepas que siempre me puedes ver, la clave está en tú bienvenida al mundo. Y
si te piensas que porque no te nombre, no seas importante para mí, porque no es
cierto, todo lo que escribo aquí va para ti y seguirá así hasta que se
demuestre lo contrario.
Me gustaría ayudarte, pero déjate ayudarte en persona,
siguiendo primero de todo tus principios y respetándolos, porque se ve
claramente que “algo” te ha apagado la luz que dejé “brillando”, cuando yo no
me fui en realidad, solo te dejé las vacaciones para que averiguases más sobre
esto que creamos, y te has dejado perder. Pero no te preocupes, cuando quieras,
y cuando lo sientas, agarra tú mochila negra, y ven a verme.
Atentamente
Alguien que a pesar de que la distancia ha permitido que
dañen tú alma, te sigo. ¡Sígueme y te sigo! Te prometo que esta vez, te dejo
que me sigas.