<sino fuera porque ya estoy destinada a estar con el señor ojos verdes… Gabriel sería perfecto> pensé… luego recordé que aún seguía enamorado de su ex, y en un segundo se me arrugó la frente, la mente divagaba intentando imaginarme a su ex, insultándola porque aunque se fue, su corazón nunca sería mío…
- ¿Laia, estás aquí conmigo o en las galaxias? – dijo Gabriel intentando captar mí atención.
- ¿Eh? Ah… si, si… perdona…- le dije.
- ¿En qué estabas pensando se te ha cambiado la cara completamente?- Gabriel se le notaba preocupadillo.
- En… ¡qué más da! Seguro que es imposible…- le dije con una sonrisa fingida.
- ¿El qué? – preguntó.
Esquivé la pregunta, no le quería decir nada, porque tampoco entendía por qué había pensado en eso curiosamente.
- ¿Me cantas una de tus canciones para que así pueda pegar ojo? – le pedí.
Gabriel aceptó, yo apoyé mi cabeza en su pecho, y él me acariciaba el pelo lentamente, mientras me cantaba una canción del origen del universo, en el idioma que hablan los Seres de luz (en su momento no recordaba el nombre pero era Arcturiano). Estábamos en mí cama, era más tarde de las tres de la madrugada y la noche se me estaba haciendo complicada porque tenía que levantarme pronto para ir de acampada con el Anigami.
Me apetecía tan poco pero al mismo tiempo era algo que nunca había hecho, dormir en la intemperie, bajo el manto de estrellas, un grupo de jóvenes inexpertos en la naturaleza, intentando pasar una noche como si fuéramos salvajes de nuevo. En ese tiempo, todo lo que tenía que ver con la naturaleza daba bastante miedo, jamás se me había ocurrido agarrar un camino sin saber a dónde iría e intentar sobrevivir. Pero luego recordé que nos habían obligado a comprar bocatas para poder cenar y desayunar al día siguiente, así que poca experiencia íbamos a tener.
Nos tendrían que haber enseñado a montar una tienda de campaña, a hacer fuego, a buscar comida… pero ¡qué va! Además que hacer fuego está prohibido por los incendios que causa… la acampada iba a ser unas horas más largas que un reloj roto. Recuerdo subirme al bus y ver que nos dirigíamos hacía Olot, en ese tiempo el túnel de Bracons todavía era un pensamiento y no una realidad, así que tardamos dos horas en cruzar el Coll de Revell. Nunca había estado en la ciudad de los volcanes, y lo entendí cuando me di cuenta de la vuelta que estábamos haciendo, yendo de pueblo en pueblo por la nacional dos.
Antes de llegar a Olot, el bus nos dejó, agarramos las mochilas y nos pusimos a caminar, al principio todos íbamos más o menos igual, pero a la que ya llevábamos dos horas y pico andando, la gente se iba disipando y fue bonito estar a solas con Uriel.
- Casi prefiero la salida en cleta, Dary que esto… ¿Se puede saber a dónde vamos? ¡Llevamos más de dos horas caminando y no hay manera de llegar!- me quejé.
- ¿Puedes disfrutar en vez de estar tan arisca, Laia? – increpó Uriel.
- ¿Arisca?- dije.
- Sé que te asusta tener que compartir noche con la María Carmen de la Trinidad, pero no te preocupes, nosotros cuidaremos de ti. Ella no se va a acercar a ti. – informó Uriel.
Le quería responder, pero caminamos tan rápido que sin querer teníamos al grupo de la María Carmen de la Trinidad justo a siete pasos delante nuestro. Le di un golpe en el brazo a Uriel, y él se quedó mudo, nos apresuramos un poco, quería escuchar de qué hablaban sin que se percatasen que yo estuviese ahí atrás…
- ¡Eh chicas! Esta noche no podemos dormir, ¿eh? Quién se duerma le entierro vivo.- decía la María Carmen.
- ¡Eso, eso! Que nadie se duerma… yo me he adelantado y llevo Coca-colas para no dormir en cinco días.- dijo otra chica.
- ¡Bien!- decía la María Carmen.
Aflojé el pasó cuando llegamos a la curva, miré a mi izquierda para mirar a Uriel, él estaba preocupado y me miró, pero yo justo en ese momento, tuve una idea.
- No quieren dormir.- susurré.
- Si, será más difícil entonces. Pondré guardias. – comentó Uriel.
- ¡Nada de eso! Tengo algo mucho mejor, pero… necesitaré ayuda. – le dije, se me iluminaron los ojos.
- ¿Qué quieres hacer? – preguntó.
- No te lo cuento que lo gafas, solo te pido una cosa… ¿ok? – le dije.
- ¿Qué cosa? – dijo Uriel.
- ¡Sígueme el rollo esta noche, y pasé lo que pasé, no hables con nadie! – le dije.
Uriel no tuvo más remedio que aceptar sin comprender nada, mejor así… más espontáneo.
Me acabé juntando con las amigas de Torelló una vez ya llegamos al lugar de la acampada, un campo que compartíamos con vacas, al lado de un riachuelo, era muy bonito, había una cabañita de madera pero medio destrozada, de todos modos íbamos a dormir bajo el manto de estrellas. Una vez ya instalados con el store y el saco, la noche nos deslumbró con ese manto tan brillante, me quedé asombrada por un instante mientras que se me dibujaba una sonrisita en el rostro, recordando las veces que he podido explorar ese manto, con las naves de mis hermanos la Hermandad Blanca y el Comando Ashtar.
Una de las chicas, de repente tras cenar sacó un aparato de su mochila que llevaba una antena muy larga, pensé que era una radio y pensé <ay que bien, escucharemos música> pero había una pantallita y cuando la prendió se podía ver la televisión.
- ¿Te has traído una tele portátil?- le pregunté.
- ¡Claro, así no me pierdo la serie!- respondió.
- ¿Qué serie ves?- pregunté intrigada.
- Ventdelplá.- respondió.
Todas las chicas incluida yo nos pusimos a gritar de alegría, porque todas seguíamos los capítulos de esa telenovela que hacían en prime time por TV3 los lunes y los martes. Miramos el capítulo y al terminar nos pusimos a ver el manto estelar, mientras que charlábamos de cosas que nos causaban interés, luego ya más a la noche, una de las chicas avisó que solía roncar por la noche y que se disculpaba por ello.
Uriel se sentó a mis pies, me miraba y miraba al grupo de la María Carmen que estaba al fondo del campo, por si decidían acercarse. Su cara estaba concentrado solo de él y de algún angelito más de mí seguridad. Le di un golpe con el pie dentro del saco de dormir, él me miró.
- Ven…- le dije señalándole el suelo para que se tumbara conmigo.
Se lo pensó una vez pero accedió.
- Y bueno… ¿Cuándo empieza lo que has pensado hacer? – preguntó Uriel.
- Empecé hace cinco minutos. Así que “3, 2, 1... acción”- dije.
- Vale… - respondió inocente Uriel.
Esperé a que las chicas no hubiesen tantas que hablasen, luego cerré los ojos y empecé a fingir que roncaba lentamente. En todo momento de esta idea mantuve los ojos cerrados. Incrementé los ronquidos de tal manera que las chicas todas ellas de mí grupo no podían dormir.
- ¡Ala, la que dijo que no ronca es la que más!- dijo una.
Me entró la risa, suerte que llevaba el saco de dormir que me cubría hasta la nariz, pero me mantuve como los grandes actores. Fui disminuyendo los ronquidos poco a poco.
- Bueno, parece que ya afloja, venga, vamos a dormir.- decía otra chica.
Escuché como se estiraban de nuevo encima de sus stores, pero después empezó la segunda fase… empecé a decir el nombre de la María Carmen (pero solo el que ella suele decirle a la gente para que la llamen) lo empecé a decir como si dijera cosas en sueños, primero suave y luego un poco más alto, las chicas empezaron a sentirse incomodas.
- ¿Por qué la llama en sueños?- una de las chicas preguntó.
- No sé, estará soñando con ella, ¡yo qué sé!- respondió otra chica.
- ¿Qué hacemos, la avisamos o qué?- dijo la primera chica.
- ¡No, no, ya se le pasará!- dijo la otra.
Escuché la risa de Uriel pero le di una patada para que se callase y me hizo caso. Si él se reía me sacaba del personaje.
A pesar de que las chicas de mí grupo empezaban a estar preocupadas, incrementé un poco más el juego, y empecé a decir <María Carmen… te voy a matar>… lo repetí tres veces, y escuché como una de las chicas super asustada se levantó y corrió.
- ¿Cómo?- dijo la otra asustada, le temblaba la voz.
- ¡La está amenazando en sueños!- dijo otra chica del grupo también asustada.
No me podía imaginar las caras, porque sino me hubiesen descubierto demasiado rápido, pero hubiese pagado lo que fuese para hacerles unas fotos en ese momento para la posteridad. A pesar del pequeño apunte de que en ese tiempo aún no existían los celulares con cámara. La chica que se marchó fue a buscar a la María Carmen, se vino junto a sus amigas del grupo a ver el espectáculo.
- Mery, Mery… ¡Te está amenazando en sueños! Dice que te va a matar… ¡de verdad, dice eso!- decía una de las chicas que estaba super asustada.
- ¿A mí? ¡Que se atreve si quiere!- decía la María Carmen como desafiándome.
- ¡De verdad que lo estaba diciendo hace un momento!- le decía la chica.
Entonces empecé a moverme un poco como si estuviera soñando que la perseguía y eso, se apartaron un poco, y no sé cómo llegamos a esto pero de repente estaban también los monitores, entre ellos uno que se llamaba Pepe, y que además me caía como el culo… era el típico monitor que le habla a todo el mundo y le hace buena cara a todo el mundo, menos a mi… porque cada vez que me acercaba a él, cambiaba la cara a nada amable… ¿qué cojones…?
Volví a repetir la amenaza, y a raíz de eso Pepe calmando a la multitud me empezó a acariciar el pelo. ¡Qué asco! ¡no quería ni que me tocase!
- Sh… tranquila Laia, tranquila…- decía Pepe como si hiciera algo eso.
Lo tuve claro en ese momento, y antes de que nadie pudiera reaccionar, me puse de pie, el saco quedó en mis pies.
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