viernes, abril 11, 2025

El Espejo De Mí Vida - Capítulo 214 [3T]

 

<sino fuera porque ya estoy destinada a estar con el señor ojos verdes… Gabriel sería perfecto> pensé… luego recordé que aún seguía enamorado de su ex, y en un segundo se me arrugó la frente, la mente divagaba intentando imaginarme a su ex, insultándola porque aunque se fue, su corazón nunca sería mío…

-      ¿Laia, estás aquí conmigo o en las galaxias? – dijo Gabriel intentando captar mí atención.

-      ¿Eh? Ah… si, si… perdona…- le dije.

-      ¿En qué estabas pensando se te ha cambiado la cara completamente?- Gabriel se le notaba preocupadillo.

-      En… ¡qué más da! Seguro que es imposible…- le dije con una sonrisa fingida.

-      ¿El qué? – preguntó.

Esquivé la pregunta, no le quería decir nada, porque tampoco entendía por qué había pensado en eso curiosamente.

-      ¿Me cantas una de tus canciones para que así pueda pegar ojo? – le pedí.

Gabriel aceptó, yo apoyé mi cabeza en su pecho, y él me acariciaba el pelo lentamente, mientras me cantaba una canción del origen del universo, en el idioma que hablan los Seres de luz (en su momento no recordaba el nombre pero era Arcturiano). Estábamos en mí cama, era más tarde de las tres de la madrugada y la noche se me estaba haciendo complicada porque tenía que levantarme pronto para ir de acampada con el Anigami.


Me apetecía tan poco pero al mismo tiempo era algo que nunca había hecho, dormir en la intemperie, bajo el manto de estrellas, un grupo de jóvenes inexpertos en la naturaleza, intentando pasar una noche como si fuéramos salvajes de nuevo. En ese tiempo, todo lo que tenía que ver con la naturaleza daba bastante miedo, jamás se me había ocurrido agarrar un camino sin saber a dónde iría e intentar sobrevivir. Pero luego recordé que nos habían obligado a comprar bocatas para poder cenar y desayunar al día siguiente, así que poca experiencia íbamos a tener.

Nos tendrían que haber enseñado a montar una tienda de campaña, a hacer fuego, a buscar comida… pero ¡qué va! Además que hacer fuego está prohibido por los incendios que causa… la acampada iba a ser unas horas más largas que un reloj roto. Recuerdo subirme al bus y ver que nos dirigíamos hacía Olot, en ese tiempo el túnel de Bracons todavía era un pensamiento y no una realidad, así que tardamos dos horas en cruzar el Coll de Revell. Nunca había estado en la ciudad de los volcanes, y lo entendí cuando me di cuenta de la vuelta que estábamos haciendo, yendo de pueblo en pueblo por la nacional dos.

Antes de llegar a Olot, el bus nos dejó, agarramos las mochilas y nos pusimos a caminar, al principio todos íbamos más o menos igual, pero a la que ya llevábamos dos horas y pico andando, la gente se iba disipando y fue bonito estar a solas con Uriel.

-      Casi prefiero la salida en cleta, Dary que esto… ¿Se puede saber a dónde vamos? ¡Llevamos más de dos horas caminando y no hay manera de llegar!- me quejé.

-      ¿Puedes disfrutar en vez de estar tan arisca, Laia? – increpó Uriel.

-      ¿Arisca?- dije.

-      Sé que te asusta tener que compartir noche con la María Carmen de la Trinidad, pero no te preocupes, nosotros cuidaremos de ti. Ella no se va a acercar a ti. – informó Uriel.

Le quería responder, pero caminamos tan rápido que sin querer teníamos al grupo de la María Carmen de la Trinidad justo a siete pasos delante nuestro. Le di un golpe en el brazo a Uriel, y él se quedó mudo, nos apresuramos un poco, quería escuchar de qué hablaban sin que se percatasen que yo estuviese ahí atrás…

-      ¡Eh chicas! Esta noche no podemos dormir, ¿eh? Quién se duerma le entierro vivo.- decía la María Carmen.

-      ¡Eso, eso! Que nadie se duerma… yo me he adelantado y llevo Coca-colas para no dormir en cinco días.- dijo otra chica.

-      ¡Bien!- decía la María Carmen.

Aflojé el pasó cuando llegamos a la curva, miré a mi izquierda para mirar a Uriel, él estaba preocupado y me miró, pero yo justo en ese momento, tuve una idea.

-      No quieren dormir.- susurré.

-      Si, será más difícil entonces. Pondré guardias. – comentó Uriel.

-      ¡Nada de eso! Tengo algo mucho mejor, pero… necesitaré ayuda. – le dije, se me iluminaron los ojos.

-      ¿Qué quieres hacer? – preguntó.

-      No te lo cuento que lo gafas, solo te pido una cosa… ¿ok? – le dije.

-      ¿Qué cosa? – dijo Uriel.

-      ¡Sígueme el rollo esta noche, y pasé lo que pasé, no hables con nadie! – le dije.

Uriel no tuvo más remedio que aceptar sin comprender nada, mejor así… más espontáneo.

Me acabé juntando con las amigas de Torelló una vez ya llegamos al lugar de la acampada, un campo que compartíamos con vacas, al lado de un riachuelo, era muy bonito, había una cabañita de madera pero medio destrozada, de todos modos íbamos a dormir bajo el manto de estrellas. Una vez ya instalados con el store y el saco, la noche nos deslumbró con ese manto tan brillante, me quedé asombrada por un instante mientras que se me dibujaba una sonrisita en el rostro, recordando las veces que he podido explorar ese manto, con las naves de mis hermanos la Hermandad Blanca y el Comando Ashtar.

Una de las chicas, de repente tras cenar sacó un aparato de su mochila que llevaba una antena muy larga, pensé que era una radio y pensé <ay que bien, escucharemos música> pero había una pantallita y cuando la prendió se podía ver la televisión.

-      ¿Te has traído una tele portátil?- le pregunté.

-      ¡Claro, así no me pierdo la serie!- respondió.

-      ¿Qué serie ves?- pregunté intrigada.

-      Ventdelplá.- respondió.

Todas las chicas incluida yo nos pusimos a gritar de alegría, porque todas seguíamos los capítulos de esa telenovela que hacían en prime time por TV3 los lunes y los martes. Miramos el capítulo y al terminar nos pusimos a ver el manto estelar, mientras que charlábamos de cosas que nos causaban interés, luego ya más a la noche, una de las chicas avisó que solía roncar por la noche y que se disculpaba por ello.

Uriel se sentó a mis pies, me miraba y miraba al grupo de la María Carmen que estaba al fondo del campo, por si decidían acercarse. Su cara estaba concentrado solo de él y de algún angelito más de mí seguridad. Le di un golpe con el pie dentro del saco de dormir, él me miró.

-      Ven…- le dije señalándole el suelo para que se tumbara conmigo.

Se lo pensó una vez pero accedió.

-      Y bueno… ¿Cuándo empieza lo que has pensado hacer? – preguntó Uriel.

-      Empecé hace cinco minutos. Así que “3, 2, 1... acción”- dije.

-      Vale… - respondió inocente Uriel.

Esperé a que las chicas no hubiesen tantas que hablasen, luego cerré los ojos y empecé a fingir que roncaba lentamente. En todo momento de esta idea mantuve los ojos cerrados. Incrementé los ronquidos de tal manera que las chicas todas ellas de mí grupo no podían dormir.

-      ¡Ala, la que dijo que no ronca es la que más!- dijo una.

Me entró la risa, suerte que llevaba el saco de dormir que me cubría hasta la nariz, pero me mantuve como los grandes actores. Fui disminuyendo los ronquidos poco a poco.

-      Bueno, parece que ya afloja, venga, vamos a dormir.- decía otra chica.


Escuché como se estiraban de nuevo encima de sus stores, pero después empezó la segunda fase… empecé a decir el nombre de la María Carmen (pero solo el que ella suele decirle a la gente para que la llamen) lo empecé a decir como si dijera cosas en sueños, primero suave y luego un poco más alto, las chicas empezaron a sentirse incomodas.

-      ¿Por qué la llama en sueños?- una de las chicas preguntó.

-      No sé, estará soñando con ella, ¡yo qué sé!- respondió otra chica.

-      ¿Qué hacemos, la avisamos o qué?- dijo la primera chica.

-      ¡No, no, ya se le pasará!- dijo la otra.

Escuché la risa de Uriel pero le di una patada para que se callase y me hizo caso. Si él se reía me sacaba del personaje.

A pesar de que las chicas de mí grupo empezaban a estar preocupadas, incrementé un poco más el juego, y empecé a decir <María Carmen… te voy a matar>… lo repetí tres veces, y escuché como una de las chicas super asustada se levantó y corrió.

-      ¿Cómo?- dijo la otra asustada, le temblaba la voz.

-      ¡La está amenazando en sueños!- dijo otra chica del grupo también asustada.

No me podía imaginar las caras, porque sino me hubiesen descubierto demasiado rápido, pero hubiese pagado lo que fuese para hacerles unas fotos en ese momento para la posteridad. A pesar del pequeño apunte de que en ese tiempo aún no existían los celulares con cámara. La chica que se marchó fue a buscar a la María Carmen, se vino junto a sus amigas del grupo a ver el espectáculo.

-      Mery, Mery… ¡Te está amenazando en sueños! Dice que te va a matar… ¡de verdad, dice eso!- decía una de las chicas que estaba super asustada.

-      ¿A mí? ¡Que se atreve si quiere!- decía la María Carmen como desafiándome.

-      ¡De verdad que lo estaba diciendo hace un momento!- le decía la chica.

Entonces empecé a moverme un poco como si estuviera soñando que la perseguía y eso, se apartaron un poco, y no sé cómo llegamos a esto pero de repente estaban también los monitores, entre ellos uno que se llamaba Pepe, y que además me caía como el culo… era el típico monitor que le habla a todo el mundo y le hace buena cara a todo el mundo, menos a mi… porque cada vez que me acercaba a él, cambiaba la cara a nada amable… ¿qué cojones…?

Volví a repetir la amenaza, y a raíz de eso Pepe calmando a la multitud me empezó a acariciar el pelo. ¡Qué asco! ¡no quería ni que me tocase!

-      Sh… tranquila Laia, tranquila…- decía Pepe como si hiciera algo eso.

Lo tuve claro en ese momento, y antes de que nadie pudiera reaccionar, me puse de pie, el saco quedó en mis pies. 

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martes, abril 01, 2025

El Espejo De Mí Vida - Capítulo 213 [3T]

 

Noté el brazo de Uriel rodeándome la cintura, mientras que prestaba atención a esas muchachas. Empecé a caminar para estar con las de mí grupo, pero esas muchachas interceptaron el camino y nos obligaron a pararnos.

-      ¡Mira, la rarita que todos hablan!- decía la chica rubia riéndose de mí.

-      ¡Si, si, es verdad! ¡La que le habla al aire!- dijo otra muchacha.

-      ¿Te llamas Laia, verdad?- dijo la muchacha rubia.

Le miré sin decirle nada.

-      Eres muy famosa, ¿sabes? – dijo la muchacha rubia.

-      ¿Famosa?- susurré arrugando la frente.

-      ¡Vamos, mi amor! – dijo Uriel susurrándome en la oreja.

Caminé para evitarlas, no se apartaron así que tuvimos que rodearlas, no me gustó nada esas formas pero decidí ignorarlas.

-      ¿Qué quería decir con que soy famosa, Dary?- le pregunté.

-      Tampoco lo he entendido. – la cara de preocupación me preocupó a mí.

Alguna vez me habían pillado hablándole a Uriel o algún ser de luz, pero nunca me había llegado el comentario <la rarita que le habla al aire> eso fue muy despectivo, no me gustó ese trato, ¿qué querían esas muchachas?

El viernes, nos tocó ir a escalar en una roca que había en un camino entre Tavernolas y Roda de Ter. Quería hacer escalada y estuve esperando mí turno, nunca lo había hecho en una pared tan alta ni en un lugar natural, me hacía especial ilusión, pero se tenía que esperar los turnos, que iban de dos en dos. Mientras que esperábamos, nos pusimos Uriel y yo a buscar un lugar cerca del río en privado para charlar de nuestras cosillas, porque las amigas de Torelló estaban con temas que no me interesaban en ese instante y quería estar a solas un rato.

¡Qué suerte fue la mía! Cuando nos cruzamos con el grupo de esas muchachas que el miércoles se rieron de mí. Nada más verme, ya me llamaron, no pude evitarlo y me paré, pensé que sería un buen momento para plantarle cara para disculparse, pero no…

-      ¿Por qué siempre estás sola?- preguntó la muchacha rubia.

La pregunta la interpreté mal, pero en realidad ella solo tenía curiosidad, no iba de malas en ese momento, así que no respondí.

-      ¿Por qué eres la rarita de clase?- preguntó la muchacha rubia de nuevo.

-      ¿Y tú? ¿Nadie te ha preguntado porqué eres tan gilipollas o qué?- le pregunté enojada, como se atreve a llamarme rarita de nuevo.

Entonces empezó a burlarse de mí y me dijo que hablaba igual que el Pato Donald. Todos los de su grupo que eran como ocho personas (hombres y mujeres) se rieron y le confirmaron lo que decía. Di un paso hacia adelante, pero Uriel me agarró del brazo para frenarme, me detuve, me quedé mirando a la rubia tonta gilipollas… detrás de ella, vi como aterrizó el arcángel Gabriel, me miró y empezó a caminar rodeando el grupito que estaba sentado en el suelo, colocó sus manos en mis mejillas, me dio un beso en la mejilla, y sin decirme nada, me fui con él, intentando reprimir la bronca que tenía dentro de mí.

Caminamos por el camino un trozo, lo suficiente como para quedarnos a solas…

-      ¡Hija de…! ¿Pato Donald? ¿De qué va esa gilipollas?- me quejaba.

Le di de hostias a una rama que estaba en el suelo contra el pavimento del camino, como si intentase darle de hostias a la tipeja esa… lo peor de todo es que se había reído de mí, sin motivo alguno…

-      Uriel ¿cómo permites que se detenga, tenías que haberla insinuado para que siguiera caminando? – le dijo Gabriel enojado.

-      ¿Cómo? ¡No pienso hacer eso! Ella es la que decide por ella misma si detenerse o seguir caminando, Gabriel. ¿Y tú, porque estás aquí abajo en vez de ahí arriba? – Uriel discutía con Gabriel.

-      Mí obligación es protegerla, ¿creo que es lo mismo que tú haces, no? – dijo Gabriel.

-      Claro. ¿Estás poniendo en duda mí trabajo? ¡Jamás lo intentes de nuevo, ok! Sé cómo tengo que trabajar. – le gritó Uriel.

Se quedaron ambos mirándose fijamente, hasta que agarré el palo y les di en el brazo, se quejaron los dos.

-      ¡Paren de pelearse muchachos! ¡La afectada emocional soy yo, no ustedes! – les grité.

Gabriel realizó un paso al frente me quería dar un abrazo, pero le apunté con la rama y se quedó quieto con las manos en alto.

-      ¡No acepto ningún abrazo, sin que se disculpen y se den uno ustedes dos!- les grité.

Uriel y Gabriel se miraron, les costó un poco pero aceptaron y se dieron un abrazo.

-      ¡Cómo vuelva a ocurrir esto delante de mis narices, pido cambio de ángeles guardianes! ¿Entendieron?- les exigí.

-      ¡Si! – dijeron Uriel y Gabriel.


Tiré el palo en la cuneta, y fue en ese momento cuando se me escapaban las lágrimas, Gabriel me dio un abrazo que acepté con mucho gusto. No quise hacer la actividad de escalada, se me quitaron las ganas por completo, me habían insultado sin venir a cuento de nada, mí estado de ánimos estuvo muy mal durante toda la mañana, deseaba que se terminara la actividad. Fue en ese momento cuando Gabriel también enojado por la situación se le escapó… “¡no se lo perdonaré a la María Carmen de la Trinidad, lo que le ha hecho a mi protegida!”. Me quedé mirándole la cara, Uriel hizo lo mismo.

-      ¿Quién es esa?- dije.

-      La que te ha llamado Pato Donald, se llama así- respondió Gabriel.

Nos pusimos a reír Uriel y yo, después Gabriel se unió.

-      ¿Pero quién se llama así en pleno siglo XXI?- dije descojonándome viva.

¡Ala ya tenía una archienemiga para las vacaciones! Y sin buscarla… eso viene solo… por el porvenir de la existencia, señores… no es coña, fue muy duro porque me estuvo torturando todo el verano. Ese fue el motivo por los cuales, decidí en muchas ocasiones no asistir a las actividades y quedarme en casa, total a mi madre le dieron el trabajo y en casa por la mañana no había nadie.

Era una tortura, no había día que no intentase burlarse de mí, hasta tal punto de que las amigas que estaba haciendo en Torelló, me entraban dudas de si realmente me querían a su lado por quién era o porque les daba pena que esté sola. Por eso la mayoría de veces iba sola junto a Uriel y Gabriel, cuando saltó la primera vez me reconfortó, sé que saltó porque cada vez que alguien me insultaba sin venir a cuento de nada, creando el Bullying que yo quería que desapareciese, Gabriel se quedaba a mí lado junto a Uriel. La situación no mejoraba, pero me sentía mejor, fue en ese momento cuando experimenté su cariño especial hacía a mí. Sé que lo hacía por compasión, pero en realidad el Arcángel Gabriel debido a su energía tan pura, no puede abrazar ni tocar a cualquier persona, porque puede lastimar a la persona un montón, debido a la energía que él es. Pero conmigo, eso no ocurre, porque su corazón y el mío tienen la misma pureza.

Al final supe que la María Carmen de la Trinidad, sabía de mí existencia porque los compañeros de clase le habían contado sobre mí, ella estaba cursando un año más que yo pero no era de mí colegio, sino que iba a la escuela Casals-Gracia. ¿Cómo era posible que una persona de otro instituto supiera que a mí en clase me hacían Bullying? ¿No se suponía que no era nadie?

-      ¿Ella conoce a alguien de mí colegio?- le pregunté a Gab.

-      No directamente. Pero sabe lo que te hacen. – respondió Gab.

-      ¿Por qué? ¿por qué se burlan de mí? ¿Es por la posesión que pasó de Gämael cuando tenía seis años?- volví a preguntarle.

-      No, eso ya lo sanaron. Es alguien que te tiene mucha envidia. Estoy investigando un poco más para saber quién es, porque no lo tengo ni yo claro de quién puede ser. – respondió Gab.

-      ¡Si hombre!- dije incrédula de mí.

-      ¡Pues claro! Tú energía es un caramelito, Laia. Y tú sabiduría… una bendición del creador. – dijo mirándome a los ojos.

-      ¿Me estás vacilando, Gab?- le dije arqueándole una ceja.

-      ¡Jamás se me ocurriría! Solo digo la verdad, amor. – dijo desafiándome con la mirada.

Me puse a reír, siempre acabábamos igual últimamente.

-      Muchos piropos me echas últimamente,… voy a empezar a pensar que te molo…- le dije riéndome.

-      ¡Una humana y un ángel! – se puso a reír por unos segundos y prosiguió- creo que este cuento ya me sé el final… - terminó de decir Gab.

-      ¿Cuánto hace que no te has enamorado de alguien?- le pregunté.

-      ¿Acaso he dejado de estarlo? – preguntó.

-      ¿Aún de tú ex? ¡Vaya por dios!- dije y me reí.

-      Si, lo sé… me va el rollo masoquista, ¿qué le voy a hacer? Le abrí mí corazón y parece que a pesar de que me dejó hace ya 13 años, sigue viviendo en él…- suspiró mirando la cuarta pared.

-      Para sufrir como un enamorado de esos que ponen en las telenovelas… ¡ay Gabriel, serás el arcángel más hermoso que he visto, pero aún te falta mucho para aprender del amor conyugal!- le dije.

Gabriel me miró fijamente a los ojos sin dejar su rollo cómico que había adquirido la conversación.

-      ¿No tendría que ser al revés? ¡Eres tú la que ha decidido volver a nacer! – dijo sarcástico.

-      Pero eso no se pierde de vida en vida.- le comenté.

-      ¿Ah no? ¡ya hablaremos cuando te guste alguien! – dijo Gab.

Le saqué la lengua y él volvió a reír. 

HR.

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martes, marzo 25, 2025

Los Gritos Del Mundo Social

 

Ser bueno ya no está de moda, gritarle y faltarle el respeto a tú hermano o padre, está bien, porque ha estado bien por mucho tiempo. Estamos en un tiempo dónde el cambio no surge cambiando de presidente político, sino que es un cambio silencioso para cada uno. Puedes vivir en una trinchera emocional, pero eres tú ante un mundo socialmente hostil, porque el miedo que sienten les hace creer que no deben hablar bien de los demás, porque la envidia te aleja de quién eres en verdad. Una persona empática que a pesar de que dentro de ti, lamentas gritas y faltarle el respeto a los tuyos, la gente ve tú cara y la hostilidad llama a tú puerta, porque no eres capaz de admitir el miedo que tienes a aquello que ves ajeno a ti.

¿Quién es el malo? La educación que has tenido, en el tiempo en el que has vivido, quizás era distinto al que se vive ahora, quizás después de tantas guerras, crisis y plan-demias, ya no sabes cómo deberías sentirte y compartir tus sentimientos. Te sientes solo ante tanta hostilidad, porque te da miedo mostrarte vulnerable, transparente, humano, porque los demás serán malos contigo. ¿Y tú corazón qué? ¿No merece sentirse seguro incluso cuando abandonas tú zona de confort? Eres tú que enfocas el mundo de manera hostil, eres tú quién tiene miedo a ser tú mismo, miedo al qué dirán y miedo a simplemente ser feliz.

Lo puedes negar tanto como desees, pero al fin y al cabo llegará ese momento, en que te darás cuenta de que digo la verdad. ¿Sabes porqué te veo así? Porque si cada vez que me pasa algo bonito en mí vida, no eres capaz de alegrarte por mí, sé que el miedo que sientes te hace sentir sola, vacía, sin vida. ¿Soy yo la culpable de conseguir mis sueños hacerlos realidad? Yo soy responsable del proceso que tengo que pasar para conseguirlo, y de todos los sentimientos que voy a sentir durante ese camino, pero no soy la culpable de tus males, nunca lo he sido, nunca lo soy y nunca lo seré, porque no forman parte de mí responsabilidad emocional (o afectiva).


Si comparto mis logros contigo, no es para hacerte sentir mal, ni menos importante a mí lado, sino porque siento que eres importante para mí, alguien que me acompaña en las buenas y en las malas, que siempre quiere lo mejor para ti, pero eso no es excusa para intentar quitarme la ilusión o la voz de celebrar lo que he conseguido con el sudor de mí frente.

Me he sentido sola, en muchas ocasiones, pero cuando alguien me acompaña, allí sigo, teniendo esperanza de que alguien sí que se alegrará por mí cuando me suceden cosas buenas (incluso cuando no los entienda). Yo haré lo mismo por ti, en cuanto te suceda, eso prometí hacerlo el primer día en que acepte tú amistad, tú compañía o lo que somos en realidad. ¿Tus gritos sociales me van alejar de ti? En principio tengo empatía y comprendo desde dónde lo dices, pero si persisten y me afectan emocionalmente, me tendré que obligar a dejarte ir.

Si haces eso, me alejaré tanto que no verás ni escucharás mis susurros, pero yo escucharé los tuyos, porque a pesar de que no podamos estar uno al lado del otro, yo seguiré ahí, preocupándome por tú estado emocional. Quizás haya vivido tanto tiempo en la quinta dimensión, que vivir en la cuarta, me haya tenido que dar muchos golpes que ya debería haber perdido cualquier esperanza, van a ser treinta dos vueltas ya por aquí, y aún no me he cansado de tener fe y esperanza.

¿Llegará el día en que los pierda y caiga en la desesperación? Una vez caí, pero volví. Sentí ese desasosiego de intentar aferrarme a algo que me diese vida, pero siempre se me escapaba de entre las manos, porque miraba a fuera y no a dentro, dónde realmente estoy. La sangre de mis venas, corre sin saber qué hay más allá de llegar al corazón, siempre hace el mismo camino, pero eso me mantiene con vida. Puedo caer tantas veces como necesite mí alma, para terminar comprendiendo todo lo sucedido e intentar sanar mis falencias, para ser una versión de mí mejorada cada día.

Cuando tú me exiges o me gritas, no cedo, pero te observo, empatizo contigo, pero no te hago caso, porque no soy tú esclavo, ni trabajo para ti. Somos personas, y ambas merecemos construir el mundo con respeto. Y si tú trabajases para mí, jamás te faltaría al respeto, intentaría motivarte cada día para sentirte pleno solo así realizarías más trabajo si crees y sientes que haces o tienes una razón de SER para hacer ese tipo de trabajo, que no si has perdido dicha razón, y no sabes qué haces aquí. Valórate, y lo entenderás.

Somos la RED, somos UNO, somos HUMANOS.

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El Espejo De Mí Vida - Capítulo 214 [3T]

  <sino fuera porque ya estoy destinada a estar con el señor ojos verdes… Gabriel sería perfecto> pensé… luego recordé que aún seguí...