Tengo que reconocer que el silencio que se armó tanto en clase mientras nos echaban y llegar al pasillo, era lo mismo que debe sentir alguien que está en el corredor de la muerte. Me aferré a que yo no había hecho nada, pero… entre esta chusma, nada se sabe…
- ¿Se puede saber por qué insultaste a tus dos compañeros?- me preguntó la Ana.
- ¿Cómo? ¿Yo? ¡No, no, no! ¡Yo no fui, fueron ellos!- me defendí.
- ¿Te piensas que soy tonta? ¡He leído los correos!- decía la Ana.
- Entonces, ¿por qué me culpas a mí? Si leíste bien, ¡ellos me insultaban!- le dije.
Pero ella estaba encaprichada que yo lo había causado todo, cuando aquí yo era la víctima.
- ¡No fue ella! ¿No la escuchó? – gritó Uriel enojadísimo.
Pero como era de esperar la Ana no escuchó a Uriel, no escuchaba a los ángeles. Pero yo no entendía absolutamente nada, decía que había leído toda la conversación de los correos pero en vez de castigarles y echarles la bronca a ellos dos, me lo estaba haciendo a mí y solo a mí… ¿Están seguros que leyó todo el contenido o solo leyó un par de ellos? Aunque ahora Uriel y yo pensamos que quizás la Carla y el Guillem se chivaron a la jefa de estudios y le contaron lo que quisieron, y no era la verdad.
- ¡Se acabó! Laia, te quedas sin GIC en todo lo que queda de curso.- dijo la Ana.
- ¿Qué?- respondí, pero me miró con ojos amenazantes, pero proseguí- ¿Estás segura que lo que leíste es lo que realmente pasó? Por qué ellos lo causaron todo… me hacen eso… incluso más compañeros en el Messenger… ¿lo leyó bien?- dije.
- ¡Cállate y acepta el castigo!- me gritó la Dolores.
- ¡NO PIENSO HACERLO!- dije.
- ¿Quieres que empeore todo?- dijo la Dolores.
Le miré a los ojos fijamente.
- ¿Eso es lo que quieres?- le dije.
Pero no dijo nada.
Al final me quedé sin plataforma nosotros le llamábamos GIC, pero ellos solo estuvieron sin ella un solo mes, yo por todo el curso. Eso peligró mucho las notas, porque todos los profes subían la tarea por allí, y como era de esperar, nadie me imprimía una copia para mí, por eso estuve todo el curso pensando <cómo no hagas la tarea, prestes atención en clase e intentes colaborar un poco en clase, repito curso y de nuevo con la Dolores. Tengo que aprobar y pasar a tercero como sea>.
Ese fue el primer PUTADÓN del curso… pero no fue el único… hubieron más…
Un par de semanas más tarde, volvía a ser lunes, empecé a sentir lo mismo que el resto de la humanidad cuando empieza la semana, la tortura gratuita que estaba sometida, ¿Cuánto faltaba para las vacaciones aunque fueran las de Navidad? Todavía faltaban dos meses. ¡Puf, que largo se me estaba haciendo, de verdad!
Estábamos en exámenes de la preavaluación, cuando unos minutos antes de ir al patio la Dolores me llama para que fuera a su mesa, me acercara.
- Laia, como veo que te cuesta estudiar y entregar las tareas, con la jefa de estudios y yo te hemos apuntado a una clase de refuerzo.- dijo la Dolores.
¿Otra vez orquestando a mis espaldas?
- Así que esta tarde te quedarás de cinco a seis de la tarde, igual los martes. Vienen dos personas que están estudiando en la universidad de Vic, y están a punto de terminar la carrera, para ayudar a chicas y chicos como tú a intentar pasar el curso.- explicó ella.
Lo sé, no era mala idea si así me ayudaba a seguir aprobando a pesar de que tenía esa <digamos pequeña dificultad con la tarea>, pero de nuevo en lo mismo. Sin consultarme que a mí me dieran a elegir ya me apuntaron ellas, se me estaba privando de nuevo a mí derecho de elegir, que a pesar de tener 13 años, tenía la capacidad para elegir si me apetecía simplemente ¿no? En mi casa lo hacían así, y me parecía correcto. Pero de este modo <obligándome> a asistir… pues menos gracia me hacía.
- Pues no lo necesito, gracias.- le dije, me di media vuelta para regresar a mi sitio.
- ¡No te queda otra elección, Laia!- dijo ella, eso me hizo volverme a ella y prosiguió.- he visto tus notas…- por la cara que puso, se me quedaban bastantes.
¡Mierda! De nuevo Dolores 3 – Laia 0.
Cuando llegó las cinco de la tarde, en vez de esperarme en el patio, miré a Uriel le agarré de la manito y nos fuimos a casa.
- ¿Y si se enteran tus padres? – decía preocupado Uriel.
- ¡Ay Dary… déjate de preocupaciones! Es una hora para que sigan torturándome, ¡que no, que no, que me he hartado!- le respondí.
En ese momento sonó el teléfono fijo de casa, como estaba sola, atendí.
- ¿Laia, se puede saber por qué no te has quedado en el patio a las cinco y te has ido a tú casa?- preguntó la Ana la jefa de estudios.
- ¿Me llaman por qué no me he quedado a una hora más que ustedes dos me han obligado a hacer sin que fuera una penitencia? ¡Por favor! ¡Ya se pueden quitar de la cabeza que yo no asistiré a eso… yo he cumplido con mis horas, ahora ¡voy a disfrutar de mí tiempo hasta que sea mañana a las ocho y media de la mañana, cuando vuelva a la tortura que llaman ustedes colegio!- dije y colgué.
Fue muy extraño que me llamasen, ¿con qué derecho si yo ya había cumplido con las siete horas de clase obligatorias? Lo digo, porque si yo me saltaba un entrenamiento, no me llamaban a casa, a la semana siguiente le tenía que decir a Pepe que había pasado.
Una semana más tarde entregaron las notas, al mismo tiempo que mi papá tuvo que ir a hablar con la tutora. Cuando miré las notas, se me cayó el alma a los pies, estuve un ratito que ni emití sonido, de reojo vi como Uriel se agachaba a mí derecha, colocaba sus brazos cruzados encima de la mesa, y me miraba con sus ojos color cafés.
- ¡Ay… criaturita de mí corazón! ¿Quieres hablar? – dijo Uriel.
- ¿6, en serio?- dije.
- Si, suspendiste seis materias, y además algunas son troncales, como español. – dijo con ternura, intentaba Uriel ser tierno porque el mazazo ya me lo agarré al ver las notas.
- Eso fue porque cambiaron al profe.- me excusé.
Uriel arqueó las cejas, pero aguantó la risa que escondía en las comisuras de sus labios.
- Creo que es mejor que encontremos soluciones, porque culpables nadie lo querrá ser. – dijo Uriel.
- Mira lo que ponen los profesoras en anotaciones <debe hacer la tarea y estudiar más en casa>. ¿Pero qué cuernos voy a hacer la tarea si la suben todas a la GIC?- dije enojada, perdiendo totalmente el sentido de la humanidad, en serio…
Con tan solo un mes de curso suspender seis, era una barbaridad, y en esas era porque subían la tarea en la GIC y a mí se me había denegado el acceso. La verdad es que los profesores tampoco ayudaban en ese sentido, recuerdo un día que ya estaba harta de tantas humillaciones, me acerqué a la mesa del profe…
- Perdona pero ¿No hay alguna forma que me lo des en papel?- le dije al profe.
- ¿Yo? ¡No, no! ¡Debes buscarte la vida, Laia!- respondió.
- No tengo acceso, ¿qué quieres que haga?- le dije.
- Mira… ¡buscate un compañero que te lo imprima o te lo pase!- dijo el profe.
Lo intenté muchas y tanto que muchas veces, pero NADIE me llevaba el papel al día siguiente o ni siquiera me pasaba el correo con la tarea. ¿Cómo cuernos querían que hiciese la puñetera tareita?
Debido a eso, todo el curso pendía de un hilo demasiado fino, tuve tanta presión ese curso, que yo pensaba que iba a repetir curso. Uriel y Gabriel estaban muy cabreados con toda la logística de ese curso en general, la Rachida, la amiga que había hecho el año anterior, debido a que se enganchó a otra telenovela, al final decidimos ya no irnos juntas del cole, ni al mediodía ni a la tarde. Se lo respeté, porque parecía que para ella era importante la novela colombiana, antes de conversar conmigo, no se preocupen, estoy acostumbrada a ese tipo de trato, mi mamá mismamente lo hace mucho, voy a decirle algo y ella está viendo una serie, una peli o lo que sea en la televisión, y me manda a callar, porque es más importante la serie (que ahora se puede poner pausa) que lo que me pase.
Lo peor no fue, no tener amigos, ni que en clase se me ignorara tanto, sino que lo peor eran las notas, sobre todo cuando llegaban a casa, y tenía que enseñarlas a mí padre.
- ¿Cómo puedes ser una fracasada? ¡Suspendiste casi todas! ¿Quieres terminar como tú madre que en su momento no se sacó el graduado y no pudo ni ir a trabajar en un lugar decente? ¿Eso quieres, eh?- me gritaba, no me hablaba, me gritaba.
- Pero papá… es que…- no me dejaba terminar.
- ¡Es que nada, Laia! ¡Se acabó! ¡Estás castigada! Te voy a controlar la agenda para que hagas las tareas, y se acabaron los Sims hasta nuevo orden.- decía mí papá.
Aunque le explicase lo ocurrido, no me escuchaba (y sigue sin hacerlo). Tras eso, bronca, sin darme la chance de poder explicarme, y además aquí fue cuando empezaron los insultos, hasta ese momento, mi padre me empezó a tratar así.
Nunca supieron lo que sucedió con la GIC ni el tema del BULLYING, porque pensaba que no me creería, y que acabaría yo pagando el pato pero el doble. No entendía por qué me empezó a tratar tan mal, pero eso no era todo, empezó a meterse en mí vida de una forma que NO HABLABA solo EXIGÍA. Como el hecho de que me obligaba a bañarme un día si y el otro no, cuando yo siempre he tenido problemas en la piel y tengo que esperar dos días y al tercero me puedo bañar, sino la piel empieza a picarme.
Pero no eran simples palabras, eran con amenazas verbales, esta vez me amenazaba con que alguien podría llamar a los servicios sociales y quitarles la custodia.
Sigue los videos de nuestro canal de youtube, aquí ¿Nos ayudas a llegar a 2.500 SB?
HR.
HERO&Corporation.