viernes, noviembre 29, 2024

El Espejo De Mí Vida - Capítulo 207 [3T]

 

La Eva era profesora de gimnasia, un amor de chica. No tengo comentarios la verdad, los dos años que me impartió fueron realmente muy hermosos. La Mercè volvía a ser mi profesora de música, ¡qué feliz encuentro! El profesor de religión se llamaba Pablo y tenía una perrita llamada Nuca que era muy graciosa, se colaba en el tejado del pabellón desde la ventana de su casa a perseguir las palomas y las gaviotas, ¡qué divertida era! Pablo era el típico hermano de la salle con tropecientos-mil años, de la vieja escuela pero modernizado, no sé si me explico bien, en plan nos contaba la vida de Jesús pero con canciones (una vez nos puso Jesucristo Superstar).

Nunca me habían gustado las matemáticas, hasta que llegué a primero de la secundaria y conocí al Segimon. Ok, en matemáticas iba a refuerzo, eso quería decir que iba a una clase diferente llamaba la Aula Cero, dónde venía el Segimon, mientras que en la clase normal el tutor les hacía la clase. Luego Catalán y Español (que le llaman Castellano) lo impartía la Carolina, una chica encantadora, de verdad la tuve toda la secundaria y siempre será mi profesora favorita de la secundaria, detrás el Segimon, estos dos eran maravillosos.


Esta chica la Carolina, era rubia no muy alta, con una voz muy dulce pero su materia la aprobaba sin problemas, explicaba tan bien los conceptos y siempre te escuchaba tanto en lo que te sucedía como si no entendías algo, pues te lo volvía a explicar las veces que hiciera falta, que simplemente ella con su presencia ya derrochaba amor por los siete costados. Tanto ella como el Segimon, me dieron esperanza de que la secundaria solo sería un paso más y que podría con ello. No fue fácil, pero lo intenté.

Una cosa que nunca entendí de la Carolina, (no sé si estará viendo esto…), ella tenía una manía muy tonta que hacía en cada clase, y es que hacía clase con el bolso colgado siempre. Se veía que algo le ocurrió con el bolso que le marcó, pero es que ese bolso se veía que pensaba, parecía que llevase media casa allí… ¿por qué hacía clase con el bolso colgando? Nunca lo supimos, se lo preguntamos algunas veces, pero nunca quiso contestar, yo creo que fue porque un día quizás un alumno, le robó el bolso con algo importante y le quedó trauma… aunque ahora que me dejo llevar un poco por mi espíritu me dice… perdió a un bebé recién nacido y llevar el bolso puesto, era como símbolo de acunar a ese bebé que perdió. Si es así, lo siento mucho Carolina.

En Noviembre volví a hacer una mañana más de pellas, pero papá apareció en casa y me pilló porque le habían llamado del colegio. Me agarró de la manito y me llevó a clase, cuando ya me había perdido dos horas. A partir de ese momento, estuve aún más castigada, y para asegurarse que iba a clase, me tenía que llevar a patita hasta la puerta de Secretaría todas las mañanas y todas las tardes. Y si seguía haciendo eso… me iba al internado. Mis padres nunca me preguntaron ¿por qué? Simplemente me castigaban y ya. Siempre he tenido muy poca comunicación con ellos, no tengo confianza.

Para cambiar un poco, me apunté un sábado a un encuentro amistoso entre diferentes colegios del gremio La Salle, lo que ellos llamaban trobada de la amistad. Cada año se juntaban, ese año que me apunté (y fue el último) nos tuvimos que ir a Mollerussa, un pueblo que hay en la comarca del Bages en la provincia de Lleida (o Lérida para algunos). Me apunté, porque quería hacer amigos, se apuntaron gente de todos los cursos, incluso de bachillerato, pero de mí curso solo eran dos, el Carles y uno que se llamaba Alberto creo, no lo recuerdo bien. También aceptaban gente del Carmen, vino una chica que le llamaban Charlie y estaba en quinto de primaria.

Recuerdo que estábamos ya en el bus, tenía hambre y sueño, porque me tuve que levantar a las 6am, para estar en el bus a las 7am, teníamos que llegar al lugar antes de las 9am. Estaba sentada con Uriel, yo en la ventana y él a mi lado, el autobús iba casi vacío, de nuestro colegio se apuntaron como unas 20 personas, en un bus de 40 asientos. Si miraba por la ventana, en el cielo, podía ver al arcángel Gabriel volar protegiendo el bus que no tuviese ningún accidente.

-      ¿Cómo te encuentras, respecto a que llevamos varias semanas yendo a clase después de todo lo sucedido? – me preguntó Uriel interesado en mis emociones.

-      Ok, la relación con los profesores ha mejorado, pero con los compañeros sigue siendo horrible. ¿Crees que algún día tendrán compasión?- le pregunté.

-      Siento que llegará. ¿Ha mejorado algo por lo menos en clase? – insistió Uriel.

-      No, peor todavía. El otro día, tuve que hacer grupito para un trabajo, y nadie me dijo <eh, Laia, vente con nosotros>, tuve que ir con el profesor y decirle <no tengo grupito, ¿Qué hago?> y me puso en uno él.- le confesé.

-      ¿Cómo te sentiste? – preguntó Uriel.

-      Igual que en una trinchera. Porque además, tampoco me dieron trabajo para hacer dentro de lo que tenemos que presentar en unos días… - me quejé.

En ese momento, miré hacia los últimos asientos como de forma automática, hasta que de repente me quedé clavada mirando a un chico de Bachillerato que me estaba mirando, y además estaba como un tren…

-      ¡Oh, dios… mío!- susurré.

-      ¿Qué pasó?- pregunto Uriel.

-      ¡No puede ser! ¿Está aquí? ¿Él? Pero… ¿si dijo que se había regresado?- divagaba solita.

-      ¿Qué? ¡No entiendo lo que dices, amor!- dijo Uriel.

Me abalancé hacia Uriel, espachurrándole contra el asiento, para mirarlo mejor, el chico me sonrió y además me guiñó un ojo. Me escondí y le miré a Uriel, sin querer estaba tumbada bocarriba en el regazo de Uriel, pensando que había muerto y estaba en el paraíso.

-      ¿Qué pasa?- preguntó insistiendo Uriel.

-      Dary, hazme un favor. Gírate muy despacio, y dime que aquel chico que está en el asiento del fondo, no es el Chico de Ojos Verdes. ¡Por favor!- le dije.

-      ¿Cómo que está aquí?- dijo, pero se giró tan fuerte que aquel chico del fondo le miró también, entonces Uriel me miró todo sonrojado.- ¡Hostias…! ¡Es él! – dijo Uriel flipando.

Le agarré del hombro y tiré de él para que se volviera a girar y disimulara o más bien se escondiera. ¡Ay por dios, qué vergüenza! Con los amigos pasa lo mismo, le dices que se gire despacio y parece que todo el mundo se tenga que enterar de lo que sucede… con los ángeles, algunos también pasa, señores.

-      ¿Qué hace aquí? ¿Te ha dicho algo? – preguntó Uriel.

-      ¡Qué va! Si desde que… bueno lo vi hace semanas en Ávalon que casi ni le hablo…- le dije.

-      ¿Y porqué no? – arrugó la frente Uriel.

-      Pues ¿por qué va a ser? ¡Sé que lo sabías, Dary! – le dije acusándole.

-      ¿Saber qué? – se hacía el tonto Uriel.

-      El chico de Ojos Verdes, trabaja como Maestro en Ávalon. Es mí profesor en clase de artes de la energía creadora universal, y también en clase de defensa telepática y proyecciones. – le confesé.

-      Si, lo sabía. ¿Por qué te extraña? – dijo Uriel.

-      ¡No sé! ¡Por qué resulta que el amor de mi vida, eso es lo que dicen los guías, resulta que es profesor y hay una norma… los alumnos no pueden estar con los profesores! – le dije.

-      Ah… era eso… ¡no te preocupes, Laia! Ahora no puede ser, pero… será, ten fe en ti y en el universo, ya verás… - dijo Uriel dándome golpecitos en la espalda.

Tengo que confesar que cuando lo conocí en la cancha del juego de la rata, pensé que era un alumno de último curso, pero no, supe más tarde que era profesor también en Ion, así que mí Chico de Ojos Verdes, es más mayor de lo que pensaba… el amor de mi vida es más mayor… ok… ¿Y eso qué significa? Lo veremos a lo largo de los episodios.

Llegamos a Mollerussa, seguí al rebaño para no perderme, al principio el pueblo parecía tranquilo, pero me quedé un poco impactada cuando vi que el colegio estaba partido en dos edificios, porque en medio pasaba una carretera, y para pasar de un edificio al otro, pasaban por un pasadizo por debajo de la carretera. Me resultó extraño y molesto, pensé en los alumnos para ir a clase de un lado para al otro… el tiempo que debían perder en los traslados.

Antes de cruzar, nos permitieron desayunar, así que con Uriel nos pusimos en un rincón que tocaba un poco el Solcito y nos pusimos a desayunar un bocata de mortadela con aceitunas (me encantaba en ese tiempo, me lo había preparado mi papá con todo su amor). A unos metros a nuestra izquierda estaba un grupo dónde estaba el Chico de Ojos Verdes, que no paraba de mirarme todo el tiempo, yo hacía como que no le veía pero de reojo, no podía parar de mirarle, la vergüenza y la incomodidad fueron aumentando dentro de mí. 

HR.

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miércoles, noviembre 27, 2024

Vivir Con Dios

 

Mensaje del Maestro Kuthumi:

Amo mí SER completo. Acepto mí cuerpo tal como es, porque es perfecto. Acepto mí alma tal como siente, porque en él he aprendido todo lo que SOY. Acepto mí espíritu tal como es su voz, porqué me guía y me ayuda a entenderme tal como SOY. YOSOY espíritu, YOSOY alma, YOSOY cuerpo.

La conexión más profunda que tienes con DIOS, es el AMOR. A través de ti, él se expresa y a través de ti, él te guía. Puedes llamarle DIOS, ENERGÍA o SUSTANCIA, pero ambas son lo mismo, ENERGÍA. Tú espíritu tiene un fragmento chiquito de él, y así somos sus hijos a imagen y semejanza. Los que conectan más en profundidad, descubren que DIOS también tiene cuerpo físico, y los que conectan con menor profundidad, solo ven una bola de ENERGÍA.

Creer en DIOS, es algo natural del propio espíritu, pero cuestionarse ¿quién es DIOS? Es la parte del cuerpo, cuando se olvida que ya es un hijo de DIOS. Renegar su existencia, es renegar de que tú existes. Ahora no lo entiendes, porque tienes el corazón herido.

YOSOY,

El Maestro Kuthumi,

Con todo el amor del gran CORAZÓN DE DIOS.

HR.

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viernes, noviembre 22, 2024

El Espejo De Mí Vida - Capítulo 206 [3T]

 

Empecé a correr lo más rápido que pude, pero sabía que no llegaría, ¿era mí último minuto en este plano de los vivos? Seguí corriendo, me quedaba más de la mitad del puente para cruzar, el tren no podía frenar hasta llegar a su punto, porque el semáforo estaba en verde, el conductor seguía tocando la bocina, y yo seguí corriendo. Notaba el motor del tren como calentaba mis piernas, no estaba corriendo lo suficiente, me iba a dar una hostia…

Noté unas manos fuertes agarrándome por la cintura, me agarraba tan fuerte que mis pies no tocaban el suelo, volaba. Miré a mi izquierda, y sonreí, era Gabriel que había cargado conmigo en brazos, corría más rápido hasta que llegamos al otro lado.

-      ¡Agárrate fuerte al poste!- gritó Gabriel.

Obedecí, él me rodeó con su cuerpo, mientras que el Tren pasó muy cerca nuestro. Gabriel me había salvado la vida, Gabriel estaba conmigo, ¡ya era feliz!

-      ¿Por qué has intentado suicidarte? – Me preguntó enojado Gabriel, agarrándome por los brazos, mirándome directamente a los ojos. - ¿Quién te ha enseñado a ponerte así en peligro por egoísmo? ¿Estás tonta o qué? ¡No sabes lo preocupado que he estado, cuando he recibido tu llamada de socorro! ¿Me quieres dar un susto de muerte y enviar todo a la mierda o qué? ¡No vuelvas a hacer algo así, nunca más! ¿Me entiendes?- dijo Gabriel, por acto reflejo me estrujó contra su pecho, me dio un beso en la mejilla mientras respiraba más tranquilo.

Nunca lo había visto así, lloraba y todo de la preocupación.

-      No quería hacerlo, pero no me ha quedado otra. No me quería suicidar. Solo quería… quería… pensé que si me ponía en real peligro, vendrías directamente a salvarme.- le confesé con lágrimas.

-      ¿QUÉ?- gritó Gabriel.

-      ¡Llevo días llamándote y no contestas! ¡Necesito que me ayudes con una cosa de la escuela! ¡No aguanto más!- le dije llorando.

-      ¿Y me llamas así? A ver, Laia… Hay cosas que debes hacer sola, ¿sabes? Porque mientras yo estoy aquí contigo, estoy dejando atrás a otras personas que también me necesitan. – explicó Gabriel, el enojo no se le iba, sino más bien lo contrario.

-      ¡Muy bonito! ¿Y lo mío, no lo es de importante? ¡Tengo Bullying en clase! – le grité.

Me dio la mano para continuar caminando despacito hasta la estación que era dónde estaba Uriel mirándonos preocupado. Pero no le agarré la mano y caminé delante de él.

Gabriel nos acompañó a dar una vuelta por el paseo del Ter, mientras que le contamos lo que pasaba, comprendió que la situación era muy grave, así que me agarró la manito en señal de disculpa.

-      Voy a ayudarte, pero no puedo venir hasta mañana por la tarde. – dijo Gabriel.

-      Vale. Pues hasta mañana a la tarde no iré a clase.- le dije.

-      No, no, amor. Debes ir a clase mañana por la mañana, yo iré por la tarde, veré lo que te pasa y estaré contigo ayudándote, el tiempo que sea necesario, amor. Pero tú debes ir a clase, porque como tus padres descubran esto, quizás te pasen cosas peores, ¿sabes?- intentó convencerme.

-      Entiendo lo que dices, Gab. Pero es que… no tengo fuerzas… son muy hostiles conmigo, hacen como que yo no existo. Digo algo, se ríen, hago algo, se ríen, pregunto algo, me ignoran… ¡no puedo más!- le dije estaba muy triste.

-      Es que tengo que regresar en la misión que estoy. Pero a las tres de la tarde, estaré contigo. ¡Te lo prometo! – dijo Gabriel agarrándome las dos manos, se agachó para mirar-me directamente a los ojos.

Nos dimos un abrazo muy fuerte, que terminé llorando en su hombro, en cuanto levanté la cara, estaba en las nubes volando con Uriel y Gabriel. Pisé la tierra del parque del cementerio, Uriel y yo nos volvimos a casa, Gabriel desapareció con la esperanza de verlo mañana a las tres para ir juntos a clase.


Cuando me levanté el jueves, intenté con todas mis fuerzas ir a clase, incluso recorrí el camino hasta llegar a la calle San Jaime, solo tenía que doblar a la izquierda y llegar a la puerta de los mayores. No pasaba por el pabellón porque era demasiado camino, pero a pesar de que ya eran casi las nueve menos cuarto, llegaba quince minutos tarde. Me quedé allí parada, mirando la calle San Antonio.

-      Vamos, Laia. Se lo prometiste a Gabriel.- dijo Uriel.

-      No puedo.- le dije.

-      ¿Qué?- dijo Uriel.

Crucé la calle y caminé por la calle San Jaime hasta llegar en el Rossiñol, Uriel intentó convencerme pero no pude, regresé a casa.

Al mediodía vino mamá, como si nada, yo simplemente me puse a jugar al monopoly ¡, lo sé era triste jugar con el Bilbo y Uriel, pero era lo que tenía. Todo parecía bien, hasta que llamaron al teléfono, respondí yo…

-      ¿Si?- dije.

-      ¿Laia, eres tú?- dijo el tutor Josep.

Mierda… nunca había llamado tan tarde.

-      Si.- dije.

-      ¿Están tus padres en casa?- preguntó Josep.

-      No, no. Esta tarde vendré.- le dije.

En ese momento mi mamá regresó de la cocina.

-      ¿Quién es, Laia?- preguntó mi mamá.

Le ignoré.

-      ¿Ya estás mejor?- preguntó Josep.

-      Si, si. – dije.

Mi madre me robó el teléfono y se lo puso en la oreja. Mierda. Se enteró de todo.

Sabía que la había cagado tanto, que pensé que estaría tan castigada que jamás volvería a ver la luz del Sol. Después mí madre, llamó a mí padre y se lo dijo… ¡Dios! Aquí me entró un miedo en el cuerpo y en el corazón, que durante los quince minutos que tardó mí padre en llegar del trabajo a casa, fueron los quince minutos más largos y más sufridos de mí vida y de todas mis vidas.

Escuché como se cerraba la puerta de la calle, todavía estaba jugando al monopoly, pero se hizo el silencio. Bilbo se fue a la puerta a saludar a su abuelo, y yo, me quedé sin palabras, parada, pensando… ¿voy a salir viva de esta? Le fui a abrir la puerta a mí padre, me miró con ojos rabiosos, y me cagué doble…

-      ¡Recoge esto!- dijo con autoridad al ver el monopoly.

Le hice caso, papá dejó las cosas en el sofá y se fue a la cocina, mamá le terminó de explicar lo que yo había hecho. Entonces, vino papá me miró con autoridad.

-      ¡Cómo no vayas al colegio esta tarde, te encierro en un internado!- me amenazó papá.

Acepté mí derrota. Papá se fue a comer, me obligó a ir con él y comer, fue muy extraño porque no se escuchaba a nadie hablar, solo el noticiero dando las noticias del día y los cubiertos en los platos. Agarré después la mochila, y me fui a clase… entré en clase, no me escapé ni nada… recuerdo que llegué pronto y estuve en el patio esperando. Los demás me miraban, y yo solo miraba al cielo a ver si veía a Gabriel aterrizar, algunos miraron el cielo, en plan <¿qué está buscando?>, pero no veían nada.

Gabriel acudió puntual, entonces sonó el timbre y subimos a clase, tocaba clase de naturales, pero era partida con la clase de ampliación de inglés. Me tocaba estar en clase de naturales con el tutor, cuando me vio no me sacaba el ojo de encima, intenté ver por qué tema andaban, habían avanzado bastante, incluso ya les habían dado la mitad del tema, me faltaban tantos apuntes… Josep se acercó a mi mesa, miró la libreta lo que tenía apuntado de la última vez que estuve en clase, le pidió los apuntes a una compañera de clase, y me mandó a secretaría a hacer fotocopias de todos los apuntes que me faltaban por pasar a la libreta, eran más de 15 páginas. ¡Madre Mía!

No me dijo nada el tutor, se ahorró todos sus comentarios, por lo menos ni me quiso poner en ridículo delante de la clase, ni quiso decirme nada. Pero a la mañana siguiente, escuchaba los comentarios de los compañeros, que sabían lo ocurrido. ¿Por qué los profesores contaban mis cosas personales a mis compañeros si yo no les quería compartir nada? Solo era más material para hacerme daño… ¡a la mierda la confianza!

Ya me sentía suficientemente ridícula yendo a una clase que cualquier cosa que hiciera o no hiciera, ya era símbolo para burlarse de mí. ¿Qué pasó con los profesores? Pues, no les conté como eran, los peores eran los siguientes: el tutor que impartía informática y naturales; la de inglés se llamaba Elisabet y aunque en la primaria en inglés iba en ampliación, ahí me degradaron a refuerzo, porque cambió mucho la forma de enseñar la materia, empezamos con la gramática y allí me perdí… ya no eran clases divertidas, con ilusión como hacía la Nieves… la Elisabet parecía estar más con dos pies en la tumba que de nuestro lado, el de los vivos… además, te miraba con esa cara de amargada… que en serio… no daba ningún gusto conversar, todo lo que le decías, le parecía y le caía pésimo (tenía la actitud de Vicente Maroto de La que se avecina, para que se hagan una idea).

Luego, estaba el profesor de tecnología y plástica llamado Ángel, un amor aunque en tecnología digamos que me aburría bastante, pero en plástica me enseñó a sacar ese Miguel Ángel que llevamos todos dentro y no lo sabíamos. Durante el verano que esperaba ir a la secundaria, impartí clases con mi tio Rafalé que hace tiempo pintaba cuadros, me enseñó técnicas importantes como la perspectiva y los colores, y con él pinté algunos retratos, paisajes y bodegones muy bonitos.

El profesor de Sociales, era extraño pero muy divertido, me caía super bien, se llamaba Melchor. Curiosamente era vecino de mí abuela y él nunca intentó burlarse de mí, pero si que hacía bromas con todos nosotros. Aunque me costaba mucho entender como tenía que aprender la materia para aprobarla, siempre me tenía en cuenta y a la larga, las bromas eran mutuas. 

HR.

HERO&Corporation.

 

martes, noviembre 19, 2024

El Olvido.....

 

Aceptar que todo el mundo tiene un pasado, a veces me cuesta, porque egoístamente me centro en mis problemas y no en los que habrán tenido los demás. Sentirme humana a veces, me siento como el culo, porque una persona humana, siempre se le ha visto como un niño pequeño, que no ha aprendido todavía a vivir solo, y necesita a alguien que le cuide.

Al igual que en mi vida, tuvo que agarrar la madurez a los cinco años, como humana me he adelantado y me siento como esa hermana mayor que cuida de sus pequeños. Pero a veces, la separación que me creo que no hay, la hago aún más ancha, hasta que la propia realidad me choca en la cara.


Me estoy dando cuenta, de la importancia que es la historia, sabemos la historia de nuestros antepasados, pero cada una de las personas que viven actualmente en esta esfera, también tienen su historia, solo el 0,01% será la que quedará en la posteridad, el resto se olvidará. Llegará un momento que tendrás tataranietos y nadie se acordará de ti, ni de cómo te llamas, ni mucho menos quién fuiste, incluso en alguno de los casos, el apellido tampoco se acordaran, en el caso de las mujeres, que se pierde con el paso de las generaciones.

Ahora el EGO ocupa un protagonismo tan fuerte, que te crees la protagonista de una historia que nunca va a morir… incluso mis diarios personales tienen fecha de caducidad… llegará un día en que se perderán y luego, se olvidarán o se destruirán cuando ya el formato digital sea imposible de leer. ¿Acaso has podido recuperar el contenido de un video beta cuando ya estaba muy estropeado?

¿Fecha de caducidad más allá de la muerte? Si. Aunque eso destruya al EGO y su viaje a ser recordado haciendo las mejores hazañas. Los tuyos vivirán un poco más que tú, pero… si nadie les cuenta a otros, serás olvidado mucho antes. ¿Y si un visir del Antiguo Egipto hubiese escrito la historia de cómo era vivir en esa época pero no se hubiese encontrado todavía sus pergaminos? ¿Cómo sería recordado tras tantos milenios de su muerte? ¿Por su momificación? Quizás… pero nunca sabrás su voz, cómo se expresaba, solo tendrás una ligera idea, porque en su tumba encontrarás joyas y cosas (si no la habrán saqueado antes) que dirán su estatus, y quizás un poco su historia de quién era por los jeroglificos en la tumba o en las paredes. ¿Y su visión de lo que vivió dónde quedará? En el olvido.

Si seguimos pensando con el pensamiento de tercera dimensión, jamás recuperaremos ese olvido. Así es, el olvido se puede recuperar y volver a tener esa información en tus manos, milenios después. Para hacerlo necesitas aprender a canalizar información de la energía que fluye en los lugares dónde ha vivido la persona. Activar, los Chakras y podrás verlo de nuevo para que entiendas su parte de la historia de la humanidad.

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HR.

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La Hostilidad Debe Morir

  Tenemos el corazón herido y la humanidad sigue gritándose como si hubiese aprendido que siendo un Bully le fuera mejor la vida, que inte...