Laten los corazones estén tristes o felices, pero laten y
laten para decirte que sigues vivo, que la muerte no te ha visitado, has
abierto los ojos y aquí estás. Esperando, perdido, en medio del mar, sin rumbo,
sin destino… pero sientes que tú corazón te indica hacia un lugar, ¿Por qué no
sigues lo que dice? El miedo no te va a dejar actuar como quieres si es que te
sigue dominando, además no hay que hacerlo desaparecer, solo controlarlo, es
decir, decirle quién ¡Manda aquí! ¿Me sigues en este viaje? ¡Yo siempre te
sigo, y me llamo destino, me llamo vida y me llamo tiempo! ¿Me sigues y yo te
sigo? ¡Soy tú testigo y a veces tú consejero, y en ocasiones, actúo para
decirte qué lugar es tú lugar! ¿Me sigues y yo te sigo unidos como hemos estado
siempre y que en algún momento pensabas que ibas por tú cuenta? ¡Yo estoy allí,
siempre!
Es como esa estrella fugaz que viaja a millones de
kilómetros pero solo algunos disfrutan de su destello y otros pueden que sea su
destino final, que termine aterrizando en algún planeta del cosmos, y diga por
fin “¡He llegado a mi destino!”. Dicha estrella no encontraba su Norte, pero al
fin y al cabo lo ha encontrado, aunque fuese al final de su viaje, eternamente
volando entre estrellas permanentes, planetas y asteroides, y finalmente
encuentra de nuevo su punto de partida, un planeta del cual formará parte de su
composición, que dará vida a millones de seres que jamás sabrán la divinidad
que hay en sus corazones, hasta que un día, toquen la tierra húmeda con los
pies, y miren el cielo estrellado, y sientan el latido infinito de sus corazones,
y por fin, ese mensaje será transmitido.
Es normal que el viento vaya en contra en ocasiones,
necesitamos acción para enfrentarnos a eso que tanto queremos, que tanto
deseamos que no se rompa jamás. Es eso que dicen “Si la vida te da limones, haz
limonada” yo digo una cosa totalmente diferente “Si el viento te sopla en la
cara, vuelva a contracorriente y demuéstrale lo que vales”. Te podrán confundir
tus recuerdos, tus inquietudes, tus costumbres, pero “Jamás te acostumbres a la
costumbre” porque nunca estarás acostumbrado a ninguna costumbre, porque la
costumbre es eso que se repite una y otra vez hasta que al final entras en
bucle y no sabes salir de allí. Te podrán confundir las señales que vayas
recibiendo a lo largo de la vida, pero jamás podrán matarte del todo, es decir
dejar que el corazón late por quién realmente quiere y no por quién quiera que
quieres.
Fluye corazón, no vayas a ningún lado sin mí, no me dejes
muerto tirado en una cuneta, cuando tú viaje lo tenemos que hacer tú y yo.
Fluye corazón y muéstrame qué camino y qué viaje tenemos que seguir, lo
empezamos con los ojos cerrados, pero el corazón bien despierto. Fluye corazón
y muéstrame cómo se vive la vida ya que no siento soplar el viento en mi cara,
ni veo caer limones del cielo, tan solo veo agua y más agua por todas partes,
sin percibir tierra firme. Fluye corazón y transmite este mensaje a todo el
cosmos, no quiero ayudas, ni soluciones estúpidas, solo quiero que no dejes de
latir por algo que no tenga interés. Late más fuerte cada día, para saber que
estoy cerca de encontrar la salida, y deslúmbrame con tu máximo esplendor, ya
que sin ti, muero.
Déjame que amarre mis raíces en los ojos cristalinos de la
mar de cobre que yace en alguna parte de esta mar tan salada, tan austera y tan
traicionera. Déjame que se escape un fluido de su risa más sensual al viento,
tan abrupto y tan callado, que confunde las mariposas si es primavera o verano.
Déjame que mi corazón descubra poco a poco las entrañas de la mar de cobre, con
su risa más sensual del viento, que a veces no te confunde, cuando el corazón
late y late más de prisa y con mayor fuerza, anunciándote el amanecer de tú
madrugada que jamás volverás a percibir. ¡Despierta!
Y si la mar se transforma en afluente, penetra mis
profundidades sea con la fuerza del viento o con la fuerza de la gravedad,
atracción que no puedes controlar, que caes o te quedas prendido, de lo más
bello que es el vivir, que es el amar sin tener miedo a dejar de morir ni dejar
escapar lo que ya tienes entre tus brazos. ¡Sin miedo, sin terrores, sin sueños
desechados, esto es el vivir que tanto te vende! Un producto que ni amarillo ni
color café, te dará lo que otras te pueden decir pero al final el puñal llega,
cuando ni la daga de ninguna guerra, llegará a mi nueva tierra, que la he
rebautizado con “Esperanza de tú lindo corazón”.
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HR.
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