- Sofía, ¿me perdonas por haber entrado en tú cuenta sin permiso y haber espiado tus conversaciones? Admito que hice mal, y también acepto que ambas hemos hecho mal, tú con lo que le dijiste a la Eva y a la otra amiga, y yo por haberme hecho pasar por ti. Pero… no quiero estar mal contigo. No quiero estarlo. Este es el camino de la vida, y a veces uno actúa de forma errónea. Me disculpo por ello, espero que puedas perdonarme. Pero tú tranquila, tomate el tiempo que necesites para disculparte, si es lo que sientes. Pero que sepas, que a mí, pasé lo que pasé, siempre me tendrás a tú lado.- le confesé.
Me miró, me levanté y nos dimos un abrazo. La Mari Carmen se quedó patidifusa, supongo que la Sofía se lo contó.
Es verdad que otra persona en mi misma situación, se hubiera seguido vengando, pero ¿para qué, para causar más dolor? ¿A dónde va tanto dolor después? Ya se lo digo yo, el dolor causa destrucción si no se sana cuando es el tiempo de hacerlo. Todo es un proceso, además, ¿valía la pena estar peleada con alguien que había sido tan importante para ti?
La Sofía aceptó mis disculpas, pero nunca escuché su disculpa de su boca, ni en sus actos después de esto, nos seguimos viendo, un poco menos, pero nunca quiso pronunciar esas palabras, tampoco las espero, si es lo que tiene que ser, pues que sea. Nadie es perfecto y la gente la caga. Durante el entierro del Tiet Salvador, estaba con mis padres en la Iglesia de Santa María al lado izquierdo muy a la mitad, desde ahí podía ver a primera fila a la Sofía aún destrozada, detrás de mí llegó el Tiet Josep, lo vi por primera vez en traje y corbata, le saludé él me saludó dándonos la mano, pero al fondo de la Iglesia vi a un demonio que estaba en la puerta mirándome fijamente.
Estuve inquieta durante el entierro, perdía un poco la estabilidad, Uriel me tuvo que sujetar disimuladamente, porque la entidad negativa o demonio, apareció detrás de mí, mirando fijamente a los ojos al Tiet Josep. Quise sacarle eso de ahí, pero se me escapó, de hecho se desvaneció entre mis dedos como si fuera aire, una nube gris tirando a negra.
- Esto no es buena señal, amor. – susurró Uriel sorprendido y preocupado al mismo tiempo.
Salimos del entierro con un gusto en la boca algo agridulce. ¿Qué le pasaba al tiet Josep como para tener esa entidad enganchada? Aproveché en algunas ocasiones que él y yo jugábamos a nuestros juegos de dibujo abstracto, a leer al revés, jugar al ajedrez (me enseñó él) y todos sus conocimientos del universo. Pero no pude sacar ninguna conclusión y pensé que había sido algo puntual cuando pasaron varios meses.
En el colegio me llegaron comentarios muy negativos hacia a mí que venían directamente de Guillem y de la Carla. Comentarios que hablaban de mí como si apestara de tal forma que antes de estar a mí lado le darían un lametón a un erizo. Eso me dolió tanto, que no pude gestionarlo en ese momento de forma correcta. Estaba tan enojada, que de repente tuve una idea, durante la pausa para ir a almorzar, antes de volver a la tortura agarré un marcador permanente expresamente, pero no hice nada, porque cuando me fui llegué tarde.
Al día siguiente, ates de irme a casa a almorzar, la Rachida se fue al pasillo, pero yo regresé sin que ella lo supiese y me fui a la taquilla de Guillem y le escribí en la puerta “aquí reside un cobarde por hablar a espaldas y no dar la cara a la verdad: Guillem.” Lo escribí simulando su letra. Cuando regresé al pasillo para irme hacia las escaleras, vi que la Rachida me llamaba desde abajo, abrí la maleta y tiré unas cuantas libretas al suelo, luego me agaché y simulé que se me habían caído de la maleta que no lo había cerrado bien. La Rachida se agachó al volver a por mí para ayudarme a recoger mis cosas y me fui con ella. No la quería meter en el ajo.
Nunca le conté a nadie que había sido yo y en el colegio nunca supieron que había sido yo. Porque luego dejé el permanente en casa y aquí no había ocurrido nada, en ese tiempo aún no había cámaras en los pasillos. Solo me faltaba una cosa más, tenía que llegar tarde al colegio a la tarde para que no pudieran sospechar de mí, porque la gente sabía que yo llegaba antes. Pero claro papá era tan puntual que no podía entrar por secretaría y luego encantarme por los pasillos, sospecharían directamente de mí… ¿qué podía hacer?
- Laia, creo que ya has aprendido la lección, ¿no?- dijo mí papá.
- Si, no volveré a hacer pellas, papá.- le respondí.
- Mira, para que veas que vuelvo a confiar en ti, te dejo que vayas hoy solita a clase ahora por la tarde. Llamaré a secretaría para que me digan que has entrado, ¿ok?- dijo papá.
- Ok, papá.- respondí.
No sé cómo pero el universo conspiraba a favor. Expresamente llegué tarde sin que nadie se diera cuenta que lo hacía expresamente. Así nadie pudo culparme, porque la profesora que había habido antes, me vio salir con la Rachida y ella se había ido a la sala de profesores, así que técnicamente no había nadie cuando se marchó y dijeron que quien lo hubiera hecho tenía que haberse quedado a almorzar en el colegio.
Intentaron hacer clase, pero los compañeros susurraban a espaldas del profesor lo sucedido…
- ¿Quién habrá sido?- preguntó la Judit.
- Ni idea, pero a mí lo que me preocupa es lo que dice… ¿un cobarde? Por no decir la verdad a la cara y hablar a las espaldas… - comentó la Carla.
Iban comentando, incluso con lo sucedido me enteré de más cosas que él había hecho o dicho y que la gente de clase empezaba a desconfiar aún más de él… y con razón… porque es lo que hacía… criticar a espaldas de cualquiera. Ay que decir que Uriel me miraba con unos ojos que no le gustaba lo que había hecho, se lo comentó a Gabriel pero él se disculpó por mí.
Lo más complicado fue enterarme de cómo hacía la letra Guillem, era el único de la clase que todavía la hacía de redondilla por así decirlo, como nos obligaban en la primaria. No practiqué para no dejar pruebas, simplemente me fijé sin que se diera cuenta, y la intenté imitar, que por cierto, me quedó perfecto, porque incluso los profesores llamaron varias veces a Guillem para obligarle a confesar, incluso llamaron a sus padres en una ocasión.
Tampoco quería que sufriera como culpable, yo no quería ser hija de puta… así que volví a actuar.
Para que no me pillasen, tenía que ser todo muy rápido, claro y conciso. Para empezar no volvería cometer el error de esperar a la hora del almuerzo, porque sería más obvio para que me pillasen, así que pensé en la tarde, pero la de la limpieza se hubiese dado cuenta, así que descartado. La única hora posible, era durante el corte del recreo.
Sonó el timbre a las once de la mañana, todos agarramos el desayuno y nos fuimos al patio. Yo también lo hice, en ese tiempo la puerta de las clases estaba abierta siempre. No podía quedarme al final de todos, porque alguien hubiese sospechado de mí, así que tenía que ser mientras que todos estuviésemos en el recreo. Ok, eso complicaba aún más las cosas, pero a la vez lo hacía más divertido. También otra cosa, tenía que asegurarme de que Guillem estuviese en el recreo jugando y que en ningún momento se fuera de su partido de futbol con los chicos de la clase.
Yo terminé de desayunar y me fui con las chicas marroquís, es decir, la Saida, la Rachida, la Karima, la Soumia y más chicas a la pista de Voley a jugar al futbol. Me eligieron para un equipo y me puse a jugar de delantera pichichi, jugué hasta marcar dos goles, luego me cambié de jugadora y dejé que la Karima marcase unos cuantos goles. En ese momento, miré que los profesores no miraban y como estaba cerca de la puerta que daba al gimnasio, en un momento ciego, entré y me agaché para que no me vieran por los cristales, caminé a gatas hasta las escaleras que tuve que subirlas super rápido para llegar al primer piso.
Miré que el pasillo ni hubiese nadie y caminé como si nada, pero de la sala de profesores salió la profesora de inglés pero como estaba de espaldas, no me vio, se iba hacia la patronal. Pasé la puerta de la sala de profesores y me escondí hacía el baño, cuando no pasaba nadie, caminé como si nada hacia mí clase que estaba abierta y me escondí, porque escuché la puerta de la sala de profesores de nuevo. Pasó otro profesor por el pasillo, y luego me fui a mí sitio, agarré del estuche el permanente y me fui a la taquilla de la Carla “Con tanto miedo, te costará aceptar las cosas que suceden y tus secretos se verán más a la luz: Carla.”. Lo escribí con la mano izquierda porque ella era zurda, me puse el permanente en el bolsillo y regresé al patio por el mismo lugar sin que me viera nadie.
Volví a jugar y marqué otro gol, para disimular. Entonces, tenía un problema, el arma del crimen estaba en mí bolsillo, por suerte esos bolsillos eran anchos, nadie podría saber qué llevaba. Así que dije “voy al baño, ahora vuelvo”. En el patio habían unos baños mal cuidados, pasé por delante de los profesores, dónde estaba el Melchor, me contó algo gracioso y yo también (cuartada perfecta). Me fui al baño, pero simplemente cerré la puerta conté un minuto y medio, tiré de la cadena y salí… luego en la puerta del pabellón alguien me llamó y me fui, los profesores me miraban, me puse a charlar con una chica de otra clase.
Cuando los profesores ya no miraban y el grupo se había ido del pabellón, me fui disimuladamente hacia al final del pabellón al ver que la puerta de la calle estaba abierta para los de bachillerato, salí a la calle, crucé la calle y tiré el permanente al canal, regresé sin que nadie me viera, volví a jugar pero sonó el timbre y tuvimos que volver a clase.
Las caras de los compañeros de clase al volver del recreo eran para grabarlas, al igual que el mosqueo que se agarró la Carla… ella entendió mal el mensaje, pensaba que alguien había descubierto que era lesbiana, pero, no le dije eso, le dije que si tenía tanto miedo a encajar o caer bien a todo el mundo, nunca sería ella misma. Quizás me pasé de profundidad, pero en ningún momento usaría su orientación sexual para reírme o ponerla en ridículo.
HR.
HERO&Corporation.